Bueno, esta historia se inicia en el capítulo llamado Therinsford, cuando Eragon y Brom llegan a dicho pueblo, exactamente luego de que Brom y Eragon compren a Cadoc y Nieve de Fuego y que Brom le diga que lo espere en las afueras. Vale decir que esta historia es una combinación de la peli y el libro, en parte por que sino se hace muy tedioso escribir todo el camino buscando a los ra'zac, claro que cambiado, por que sino yo misma les diría que no o lean y que para eso se pongan a releer Eragon jajaj. ADVERTENCIA!!!! Más adelante va a haber spoliers del 2 libro, Eldest, aún no, pero si pretenden leerse toda la historia, conste que les advertí.
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Nueva nota de autor jaj:
Sorry gente, tengo paperas ES HOSHIBLE, parezco los viejitos que tienen que comer pure por que no pueden masticar, si me río me duele, si hablo me duele (por suerte para mi familia), si me agacho a buscar algo, el dolor es inexplicable (re exagerada, pero si).
Domingo y lunes estuve con casi 40 de fiebre, y seguro que el sábado también, desde el martes que estoy mejor, bah, sin fiebre y me cago de embole. Así que me puse a revisar el fic y hacerle unos retoquecitos, espero que sean para mejor. Ah, me olvidaba de informarles la última, una más para mis dolores, resulta que tengo la parte superior de la pierna izquierda (me siguen?) insensibilizada, así como escuchan, no la siento, me puedo pinchar con un alfiler que no me duele, si, ya lo probé, estoy así de al pedo. Según la doc es por que no se que mier me pudo haber pasado con un nervio de la espalda que le da la sensibilidad a esa parte, no se si dijo que se irritó se dañó o qué, me dijo que lo controle. No pareció preocupada, así que supongo que se va con el tiempo ¿NO?!!!! Por que aún que no sea doloroso se siente RARISIMO… Y no quiero seguir el resto de mi vida con un jamoncito dormido.
Se frotó las manos para calentarlas, ya comenzaba a hartarse de esperar en aquel frío congelante, cuando podría estar calentita en alguna posada. Al menos no la había hecho esperar en una ciudad como Dras-Leona eso habría sido digno de ver, sentadita con los huesos entumecidos y a merced de Galbatorix mientras esperaba al vejete ¡Que no se dignaba a aparecer!
Aún que pensándolo bien, en Dras-Leona, al menos tendría unos muros que la resguardaran en aquella gris y fría mañana, y podría entretenerse un buen rato con cualquier cosa, ya fuera escapando de los soldados o robándole a algún pobre idiota y luego escapando de los soldados del rey o quien sabe que más, pero no aburriéndose a muerte en aquel pueblucho.
Cuando ya pensaba en marcharse de Therinsford, tuvo la suerte, o la desgracia, de divisarlo alejándose de un muchacho que se marchaba con dos hermosos caballos, uno blanco y uno zaino, supuso que el muchacho debía de ser el jinete. Con una sonrisa irónica se colocó la capucha cubriendo su bello rostro y caminó hacia él tirando de las riendas de Gorm, su propio caballo de pelaje negro como la noche.
-Y yo que creí que te habías olvidado de mi –dijo sorprendiéndolo por la espalda. Su voz tenía un característico tiñe de sarcasmo y algo de desprecio que resultaba inconfundible, al menos cuando no se proponía pasar desapercibida.
Brom volteó a verla sorprendido y luego sonrió, cosa a la que ella no respondió.
-¿Por qué siempre esa costumbre de aparecer encapuchada entre las sombras? –preguntó quitándole la capucha y dejando al descubierto una hermosa melena de ondulado cabello negro. Su piel era pálida y con algunas pecas, pero lo más destacando de aquella jovencita eran sus brillantes y sobrenaturales ojos lilas, tan cargados de sentimientos que contrastaban con su frío rostro.
-Ya deberías saber que mi lugar está en las sombras, Brom –respondió con su característica frialdad. Se sorprendió de que le alegraba volver a ver al anciano "Era de esperarse" se dijo "Es mi oportunidad de acabar con esta maldita deuda".
-Yo también me alegro de verte –rió al ver la fría mirada que la chica le lanzaba.
-Acabemos con esto –mascullo enojada, había olvidado lo mucho que el vejete la sacaba de sus casillas.
-Hay un largo camino hasta que tu deuda esté saldada –respondió –una vida cuesta bastante.
Soltó un bufido, jamás se cansaría de recalcarle que le había salvado la vida.
-¿Y cuál es la heroica misión? –preguntó con evidente sarcasmo.
-Buscamos a los ra'zac, han cometido crímenes que no merecen quedar impunes.
-Valla, el jinete tiene deseos de venganza, has comenzado bien Brom –sonrió cínicamente.
-Tú mas que nadie deberías saber que la venganza es un buen incentivo, mientras que no te ciegue.
-Lástima, yo hace tiempo que no veo –se burló.
Brom negó con la cabeza y la dirigió con Eragon, el muchacho esperaba con cara de pocos amigos a un costado del camino, con el monte Utgard como una negra sombra a su espalda. Al llegar cerca de él su cara no mejoró, así que Brom hizo que ella esperara mientras hablaba con el joven jinete. Esperó por un buen rato hasta que, luego de lo que pareció un acuerdo, los dos se le acercaron.
Eragon la miró entre sorprendido y desconfiado. Era mucho más joven de lo que ella había esperado, tenía su misma edad, pero bueno, ella no era la más indicada para hablar de aquello. Se acercó a ella y le tendió una recelosa mano vendada, ella supuso que allí debería llevar la Gedwéy Ignasia.
-Mi nombre es Eragon –la saludó.
-Saeth –respondió no muy incentivada ignorando la mano que le tendía. No le agradaba la idea de estrechar una mano con la gedwéy ignasia.
Eragon bajó la mano con expresión sombría y Brom le lanzó una mirada reprobatoria a la chica.
Los tres montaron a sus caballos y echaron a andar por el sendero, pero Saeth se mantuvo algo alejada. El que tuviera que ayudarles no significaba que estuviera obligada también a tener que hacer sociales, no le agradaba la idea de hacer amigos, era un pensamiento peligroso. Desde que había escapado de su hogar, cuando su vida tomó un rumbo aún más peligroso, el poco contacto con la gente fue lo que le salvó de ser atrapada.
Mientras caminaba fijó la vista en la nuca del joven jinete, un sentimiento luchaba por surgir de su pecho: compasión. Sentía pena por el pobre jinete y el enorme que tendría que acarrear por el hecho de serlo. ¿Qué estaba pensando? Sacudió la cabeza. Compasión, otro sentimiento peligroso que había tenido que reprimir desde hacia tiempo como medio de supervivencia. Era increíble, hacía sólo unos minutos que conocía al jinete y ya comenzaba a cambiarla, ojalá hubiera tenido otra opción, no le agradaba la idea de que le cambiaran a su nueva yo, no cuando se había terminado de acostumbrar a ella y menos cuando había sido ella quien le había permitido sobrevivir.
-¿Cómo sabes que puedes confiar en ella? –escuchó que –Eragon le preguntaba a Brom por lo bajo, claro que no contaba con sus agudizados oídos.
-No lo sé –respondió Brom y Saeth tuvo que contener una risa –Sabemos que no nos traicionará, no puede –recalcó –pero es impredecible.
Por supuesto que estaba obligada a ayudarles, Brom le había salvado la vida cuando tenía doce años, y no podría hacer nada contra ellos, ni podía evitar cumplir con lo que el vejete le pedía, al menos hasta que la deuda con Brom estuviera saldada. Pero tenía sus propias razones para ayudar al chico, él era la clave para derrotar a Galbatorix y hacerle pagar por haber arruinado su vida, por todo lo que le había hecho sufrir.
-Eso si que me hace sentir tranquilo –murmuró Eragon.
-Aprecio el sarcasmo "jinete" –le dijo ella colocando su caballo a la par del de él.
Eragon la miró fijamente a los ojos, luego observó el collar con una piedra lila que colgaba de su cuello, e inevitablemente en la cicatriz que tenía en él y otra en la frente, como un pequeño tajo del lado izquierdo.
-¿Eres una mercenaria? –le preguntó Eragon repentinamente.
Saeth rió.
-Los mercenarios otorgan sus servicios a cambio de dinero, se venden al mejor postor –señaló sin mirarlo –Primero que nada, no existe suficiente dinero como para comprar mis servicios. Segundo, a mi no me pagan, me obligan a ayudarte a ti y a tu pajarito escamoso –Eragon tensó la mandíbula –Y tercero –lo miró con las cejas arqueadas –créeme, si yo fuera mercenaria, hace tiempo que tendrías una daga clavada en la espalda. Las arcas de Galbatorix están llenas, chico dragón, mucho más de lo que jamás estarán las tuyas.
-¿Por qué tu respuesta no me tranquiliza?
-No debería –se limitó a responder y espoleó a Gorm para adelantarse.
Brom soltó una sonora carcajada.
-¿Siempre es tan… encantadora? –le preguntó Eragon al anciano.
-Si, pero creo que hoy está de buen humor. Usualmente te pondría otro apodo como cara de rata o escamoso, al menos chico dragón no está tan mal.
-Escamoso –masculló Eragon –le pondré yo un apodo.
-¡Escuché eso! –gritó desde delante y le llegó a los oídos la risa de Brom y Eragon ¿Acaso estaba bromeando con ellos? No, decididamente no había tenido la intención de hacerlos reír.
Al voltear a mirar Saeth vio que Eragon parecía muy concentrado, de seguro hablando con su dragona. Sintió que algo se le removía por dentro, algo doloroso.
