¿JANE PUEDE SER FELIZ?
Teresa no podía dejar de mirar a Patrick, tantos años amándole en silencio. Tanto tiempo sufriendo a su lado, dejando de lado sus propios principios y valores por ese hombre… Y ahora que había terminado todo, ahora que por fin Red Jhon había muerto, no podía dejar de sentir que Patrick se estaba distanciando de ella más que nunca. Es cierto que después de dos años se habían vuelto a encontrar y que ahora trabajaban juntos para el F.B.I, y aunque Patrick la había exigido en sus condiciones para trabajar para el nuevo cuerpo policial. Ella se sentía más sola que nunca. En ocasiones pensaba que ojalá nunca hubiesen acabado con Red Jhon, al menos antes podía sentir al verdadero Patrick a su lado. Ahora todo le parecía una farsa, Jane ya no era el mismo, los casos no eran como antes… todo parecía una triste parodia de lo que fue.
Pero esa noche todo iba a cambiar, se lo iba a jugar todo a una carta. Si salía mal se iría para siempre, desaparecería… pero si salía bien conseguiría el amor de su vida. Tocó a la puerta de Patrick a las diez de la noche, venía con una botella de vino tinto. Al abrir la puerta Jane supo inmediatamente lo que iba a pasar. Solo pudo exclamar un"Guau" al ver lo preciosa que se había puesto Teresa para él. Su vestido rojo carmesí, sus zapatos de tacones infinitos, sus labios pintados a juego y su pelo negro recogido en un espectacular peinado. Sin decir ni una palabra más Patrick se apartó de la puerta y Teresa dejó la botella sobre la mesa. Ambos se quedaron frente a frente, mirándose a los ojos. El tiempo se paró para siempre, los ojos de Jane y Lisbon unidos por la eternidad. Sus bocas se acercaron milímitro a milímetro, hasta besarse. Ambos llevaban demasiado tiempo evitando ese momento, habían desperdiciado demasiados años… y ahora por fin estaban uniendo sus cuerpos, sus corazones y sus almas… Era como si fueran un solo ser en aquel sofá. Jane deslizó la cremallera de Lisbon con dulzura, mientras ella desabrochaba los botones de la camisa de él. Al fin todos sus deseos se habían cumplido por fin podían disfrutar de ese amor platónico que ambos habían sentido durante tanto tiempo. Las horas pasaron muy rápido pero ninguno de los dos dijo nada más, ambos disfrutaban del otro sin necesidad de expresarse con palabras. El reloj de la entrada marcaba las tres de la madrugada y Patrick acariciaba el pelo de Teresa, mientras ella reposaba su cabeza sobre el pecho desnudo de Jane. Fue entonces cuando Jane dijo "te amo Teresa". Ella lo miró con los ojos llenos de lágrimas y le dijo "te amo Patrick". Permanecieron en calma abrazados hasta que el sol empezó a entrar por la ventana del salón. Teresa dormía y Jane decidió que la dejaría descansar, se levantó y la arropó con su chaqueta. Por fín era feliz, hacía tantos años que no era capaz de sentir esa felicidad dentro de su corazón… La vida volvía a tener sentido para él. La miraba dormir y no podía dejar de sonreir, pero no con esa sonrisa con la que siempre intentaba ocultar sus verdaderos sentimientos, sino con una sonrisa que le salía del alma. Su corazón latía por amor y no por el odio que le había movido hasta ahora. Decidió que saldría a comprar flores para ella y algo para preparar un desayuno romántico. Había salido demasiado temprano así que tuvo que esperar hasta que las tiendas abrieron sus puertas. Compró las mejores flores de la florestería, un precioso ramo de rosas rojas. Y también lo necesario para preparar el desayuno. Caminó hacía su casa sintiéndose el hombre más afortunado del mundo, las palomas se apartaban a su paso y revoleteaban a su alrededor, dándole a la situación un aire místico. Él las miraba y sonreía… Por fin había llegado, al otro lado de la puerta su amor, Teresa, le esperaba…
