Santo testimonio
By: NekoPro23
Capitulo 1. Fin y comienzo.
"Para el hombre era el fin de una creencia y el comienzo de otra. Su mente se había expandido y entrado al recinto de nuestro dios. Los seres del infierno estaban intranquilos, ya que fallaron esparciendo la semilla de la duda".
Tomando al bebé en sus manos lo sumergió en las aguas sagradas. El Órgano se escuchaba de fondo al igual que los coros de las monjas. En conjunto era un sonido celestial y armónico, que solo de escucharlo purificaba el alma.
Cuando la ceremonia había acabado, el padre salió del recinto secándose las manos.
Con apuro se dirigió a la misa a la cual debía estar presente. Camino por los pasillos de cerámica pulida y reluciente hasta llegar a su destino. La misa ya se estaba llevando a cabo, el sacerdote estaba bendiciendo a los recién llegados con sus palabras.
Cuando la misa finalizo, entro en escena y pidió el diezmo. Agradecidos, los creyentes daban su cuota. Como si eso fuese a salvar sus pecados.
Cuando todos ya habían salido del lugar, el sacerdote Karamatsu se dirigió a hablar con el.
— Ichimatsu, antes de que te vayas quiero hablar contigo. — Se detuvo y espero a que el otro proceda. — No es algo en lo que me deba inmiscuir pero me preocupa. Tu sabes que lo que haces esta mal y que no deberías engañar a los débiles, lo que haces es un pecado. —Lo miro esperanzado — Y siempre que te arrepientas, Dios te perdonara.
— ¿Quien te dio permiso?
Karamatsu lo miro confundido — A que te refie...
—¿Quien te dio permiso para hablar como si me conocieras? Como si fueras alguien cercano a mi. Para que sepas el hecho de que nos conociéramos de niños no te da ningún derecho.
— Sé que no tengo derecho a reñirte. Pero tu padre, el arzobispo, me pidió que cuidara de ti. Además te considero como un hermano.
— ¡Pero no lo somos! Así que olvídate de cualquier cosa que te haya dicho mi padre. Yo nunca querría tener un hermano como tú. — Sin ningún arrepentimiento en sus palabras, se fue. Dejando a Karamatsu solo.
Karamatsu se sentó y miro a la virgen maría.
Con calma se arrodillo en el suelo, junto sus manos y se puso a orar por la persona que se había ido, para que Dios lo ayude y lo encamine en buen camino.
"Bendicelo, tu sabes que el no lo hace apropósito. Enséñale a amar al prójimo como tu me lo has enseñado y que no todo es tan malo como parece. Enséñale a creer y tener fe en tí. Salvalo del mal, salvalo de sí mismo, Amén "
Ya habiendo acabado, se levanto de su lugar. Miro a la salida encontrándose con Chibita, quien recién había llegado.
— ¿Interrumpo?
— No para nada. Me alegra que hayas venido— Chibita miro a su alrededor — Sí, llegaste un poco tarde.
— Perdóname Karamatsu. Estaba ocupado con mi puesto de comida y no he podido venir a verte.
— No te tienes porque disculpar. Yo fui el que te invito a la misa. — Agarro los lentes negros de su chaqueta y se los puso. Se sentía extraño cuando andaba sin ellos.
Chibita lo miro como a un bicho raro. — ¿No habrás hecho la misa con los lentes puestos o sí?
— ¿Pero que es lo que dices? ¡No podría insultar a Dios de esa manera! Cuando hablo con él, tengo que hacerlo cara a cara. — Se quito los lentes que se había puesto hace unos momentos y con los ojos brillosos dijo —Tengo que estar desnudo ante él, es una manera de mostrar mi fidelidad.
Conteniendo la vergüenza ajena y agradeciendo que no había nadie alrededor, susurro — Sabes, hay veces que me pregunto el porque somos amigos.
En otra parte
Ichimatsu se reunió en un restaurante con un cristiano, un creyente que iba a las misas junto a su esposa y sus dos hijas.
Estaban sentados uno al frente del otro, él esperaba a que el otro procediera a hablar.
— ¿Quieres pedir algo antes de hablar?— Preguntó amablemente.
Negó con la cabeza.
— Ah, bueno. Entonces pediré solo para mí. — Levanto la mano y llamo a la camarera, cuando esta lo escucho. Fue a atender su orden.
— ¿Que es lo que quiere pedir?
— Deme un café y una magdalena por favor.
La chica escribió el pedido en la libreta que llevaba. — Y usted señor. — Se dirigió a Ichimatsu y le sonrió coquetamente. En ese momento Ichimatsu estaba con ropa normal y aunque no fuera el hombre más guapo de todos, tenía un aire. Un aire misterioso y atrayente.
Antes de que le contestara. El otro hablo por él — Perdón señorita, pero él no va a pedir nada.
La chica asintió, entendiendo. — Esta bien, en breve traeré su orden .
— Bueno, ahora que estamos solos. Quiero que me lo digas. ¿Que es lo que dijo mi esposa en el confesionario?
Ichimatsu negó con la cabeza — Así no es como funciona.
— ¿El dinero? No hay ningún problema con eso. Pero prométeme que me contaras todo lo que sabes.
— Lo prometo... por Dios. — Mas aliviado y seguro, la persona saco su billetera y de ella saco un fajo de billetes. Se lo paso a Ichimatsu y él los guardo en el bolsillo de su chaqueta.
Después de eso, contó todo.
Cuando la chica se acerco a dejarle el pedido, Ichimatsu ya no estaba ahí, con pena dejo el café y la magdalena en la mesa. Estaba pensando en darle su numero pero como el señor ya no estaba, no podrá ser. Con disimulo, miro de reojo a su acompañante. Estaba tiritando y sus ojos estaban vacíos, llenos de ¿Rabia?. Parecía que estuviera a punto de estallar así que decidió ignorarlo e irse lo mas rápido del lugar.
Al día siguiente
Toda la gente allí presente estaba vestida de negro. Varios ataúdes se encontraban puestos adelante, en frente de Jesús. Se podía escuchar los sollozos y lamentos de la gente. Ichimatsu entre todos ellos, Se encontraba vistiendo un alba, una casulla y una estola morada. Los familiares de los difuntos pasaban al frente, para ver por ultima vez a sus seres queridos.
Una anciana se acerco a Ichimatsu, era la madre de uno de los difuntos — Me alegro que tú seas el que dirija esta ceremonia. Mi hijo te tenía una muy alta estima, me dijo que eran amigos. Gracias a ti, él descansara en paz. — Se despidió para ir con su esposo, se estaban llevando el ataúd a la limusina fúnebre. Para luego hacer la misa en el cementerio.
Ichimatsu observaba desde lejos, su corazón punzaba y sus ojos picaban. Pero se rehusó a llorar, no tenía derecho a llorar.
Cuando todo termino, cuando todos se fueron. El se dirigió nuevamente a la iglesia, entró y se puso al frente.
— Soy una mierda. En realidad, en realidad soy una mierda. Nunca pensé que él... ese es el problema, no lo pensé. ¿Como iba a saber que mataría a su esposa y se suicidaría? como no pensé que lo mate tan solo contándole la verdad. — Se mordió el labio para contener sus sollozos.
"No es algo en lo que me deba inmiscuir pero me preocupa. Tu sabes que lo que haces esta mal y que no deberías engañar a los débiles, lo que haces es un pecado. Y siempre que te arrepientas, Dios te perdonara."
— Yo ya no tengo perdón de Dios. —Apretó sus puños con impotencia, dejando marcas de uñas en sus manos. —Soy un ser inmundo, me volví igual que todos. ¿Por qué habré nacido? Dios, si realmente existes. Dímelo — Solo el silencio le respondió — ¡¿Por qué no me contestas?! ¡¿Por qué no me respondes! ¡Dime la razón por la que nací, dime la razón por la que me creaste!
En gran soledad, sin nadie. Sin un Dios que le respondiera. Cual es la fe a la que tenía que aferrarse. Solo existía el sufrimiento para él y nadie lo salvaría. Nadie lo salvaría de sus pecados... — Si solo fui hecho para sufrir y hacer sufrir. ¡Prefiero no haber nacido!
Grito, con todo el dolor que sentía. Sus ojos escocieron y las lagrimas calientes salieron de sus ojos una tras otra bañando sus blancas mejillas. Su garganta ardía de tanto llorar.
— Espero que Dios no te haya escuchado. El estaría muy triste.
Se oyó la voz en todo el lugar, Ichimatsu miro hacía atrás para ver a la persona que había hablado y había interrumpido su monologo. Ahí, enfrente de él. Estaba un ser con grandes alas blancas, flotando y sonriendole. Una luz cálida lo envolvía.
Con claro asombro, contuvo su aliento y pregunto — ¿Eres un Ángel...? —No lo podía creer, estaba escéptico. Nunca había creído en ellos y ahora se presentaba uno ante él.
— ¡¿Me puedes ver?! ¡Eso es genial! — Su sonrisa se volvió aun más grande y radiante. — ¡Es la primera vez que hablo con un humano!
Así fue como el Sacerdote que no creía en Dios, conoció por primera vez a un Ángel. Y el Ángel que fue enviado a la tierra, conoció por primera vez a un humano. El sacerdote encontrara la fe y salvación en ese Ángel y el Ángel encontrara su razón de vivir en ese sacerdote. Sin embargo nada es tan fácil como se plantea.
Continuara...
