Aunque tú no lo sepas

Resumen

Cuando seamos viejitos te voy a decir: "ves como si eras el amor de mi vida".

Prologo.

—Me gustas. Me gustas mucho Tai —dijo con todo el sentimiento que albergaba su pecho, una emoción que le consumía las entrañas en un extraño y abrazador fuego. —Si tu me das una oportunidad yo…

—Lo siento —respondió el moreno, sus bonitos ojos lo miron con tristeza a su compañero de universidad

—Pero… —intento alegar el otro muchacho, sus manos se elevaron hacia el portador del valor en un gesto suplicante.

—Lo siento —repitió bajando la cabeza hasta cubrir con su rebelde cabello sus facciones y dando un paso atrás. —Yo… no puedo corresponderte—un silencio se instaló entre ambos. — Pero podemos seguir siendo amigos. —ofreció con sinceridad sin levantar la vista.

Tai escucho los casi imperceptibles gemidos de su acompañante y un instante después sus pisadas alejándose con rapidez. Con pesar dio un suspiro hondo atreviéndose a mirar en la dirección por la cual escapo su pretendiente.

Taichi sonrió con tristeza, ¿Qué estaba haciendo a sus veinte años? Ya no era un crio de quince para mantenerse ilusionado con algo que quizás jamás pasaría y sin embargo… aun lo esperaba. Aun creía ciegamente que Matt volvería algún día para estar con él y por eso despreciaba a cualquier persona que buscara ocupar el lugar de Ishida.

Había hecho una promesa y pensaba cumplirla aun si eso lo condenaba a una vida de soledad. Matt merecía que creyera en él y así lo haría sin importar cuanto tiempo pasara.

—Lo siento —volvió a decir a la nada porque era verdad, sentía romper el corazón de cuanto chico o chica se le declara, sentía tener que llorar la lejanía de Matt pero por sobre todo sentía mantenerse ahí, mirando, respirando y soñando sin ninguna certeza.

Con paso lento y desgarbado regreso a su departamento, abrió la puerta y apenas entrar lanzo su mochila a un punto inexacto de la habitación. A oscuras camino hacia la recamara para dejarse caer sobre la cama e intentar conciliar el sueño, mañana tenía una presentación muy importante, una que podía darle el tan anhelado contrato en la firma en la que actualmente prestaba su servicio social y no podía darse el lujo de mostrarse frente a los directivos de la empresa con cara de zombi.

Con fuerza apretó la cojín contra su rostro, debía dormir, debía descansar se decía pero…

—Matt—susurro dejando que, como tantas noches antes de esa las pesadas y amargas lágrimas mojaran su almohada.

Continuara…