De la estrella que cayó en pleno corazón de la Tierra Media
y su regreso tras la Guerra del Anillo
-A Lord of the Rings fanfiction-
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Sumario: Megaproyecto con el que prácticamente llevo desde que Frodo arrojó el maldito anillo al Monte del Destino. Igual para la Dagor Dagorath lo he terminado y puedo unirme a las fuerzas de Melkor XD Aviso desde ya que va lento. En la página lo tengo bastante más avanzado pero… solo tengo un par de manos. Y lo voy a acabar. Dicho esto, bienvenidas antimarysues y promarysues en general y abstenganse de leer aquellos lo suficientemente cuerdos como para preguntarse cómo diablos es capaz de llegar una chica común y corriente —y con un problema en la cabeza— a la Tierra Media.
Disclaimer:No me pertenece nada, excepto los personajes que no os suenen de nada. El resto les pertenecerán a quién corresponda (los herederos de Tolkien, en este caso).
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Arco I: Desde el principio, hasta el Monte del Destino.
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Capítulo 1. El Concilio de Elrond.
Sentí frío en el lado izquierdo de la cara, y cómo un dolorcillo se extendía y empezaba a apoderarse de mi hombro medio dormido. Abrí los ojos pero tardaron un rato en acostumbrarse a la oscuridad que me rodeaba. Reconocí las ropas que llevaba, las que viene siendo propias de un "look casual para ir de cervezas": camiseta de los Kings of Lion que me regaló mi hermana después del concierto en Madrid y unos vaqueros medio desgastados (y casi semitransparentes ya del uso). Y cómo no, las cómodas botas de los viernes noche... Dios ¿me había vuelto a desmayar en algún tugurio?
Nota mental: Por los divinos e imposibles Blahnik de Paula, Ange… ni un chupito más de garrafón. Esa mierda te deja para el arrastre. Sobre todo el del bar de abajo. Maldita sea… Aunque por una vez no me dolía la cabeza, algo raro estando de resaca (¡gracias!). Eso sí, para contrarrestar me dolía prácticamente cada una de las partes del resto del cuerpo, muy probablemente por haber estado tirada en el piso todo el tiempo. Me puse en pie como pude, apoyándome en la pared. Nada. Sin mareos, y con el estómago más o menos asentado. Creo que mi hígado se ha acostumbrado al fin a desintoxicarme, cada vez lo hace más rápido. Claro, que después de 27 años, ya le vale. O eso, o es que me hago mayor. Nah.
Alcé la mirada, intentando ubicarme antes de caer en una depresión post-etílica. La habitación en la que me hallaba estaba toda revestida de piedra clara, el suelo, las paredes... debían de haberse gastado un pastón. Mierda. Había una ventana con barrotes que daba a la calle, por la que entraba algo de claridad y de luz solar. Estaba encerrada en una maldita celda en quién sabe dónde. Y parecían sólidos. Ni siquiera cuando le levanté a comprobar que no había alguno falso (maldito Hollywood y sus falsas expectativas) pude distinguir nada claramente del paisaje de fuera... sólo vi troncos de árboles. Al otro lado, justo en frente del ventanuco, había otra hilera de barrotes que separaba la celda del corredor. Ni siquiera me molesté en comprobarlos. ¿Qué probabilidad había de poder escapar cómo en Piratas del Caribe?
—¡Eh!— chillé—. ¿Hay alguien ahí? ¡Eh! ¡Hola! ¿Hay alguien?
Si lo había no lo supe, porque nadie se dignó a contestarme. No parecía haber guardia alguno a la vista y las demás celdas estaban vacías. ¿Qué clase de prisión era ésta? Agarrándome a las barras de hierro volví a gritar como una energúmena. Alguien tendría que hacerme caso, ¿no?
—¿Es la hora del café? ¡En las pelis americanas dicen que tengo derecho a una llamada! ¡Eh! ¡Quiero un abogado!— Era inútil. Me senté de nuevo en el suelo, frustrada, agarrándome sendas rodillas e intentando hacer memoria. ¡Quién sabe qué fechorías podría haber cometido la noche anterior para hallarme como me hallo ahora! (lo que viene siendo bien jodida)—. ¿Qué coño has hecho ahora, Ange? A Paula la va a dar algo como tenga que venir a buscarme al cuartel... Otra vez.
Me tapé la cara con los brazos para intentar pensar mejor. ¿Por qué? No lo sé. Es mejor no buscarle el sentido a ciertas cosas. Por más que lo intentaba, no podía recordar nada de lo sucedido. El último recuerdo que conseguía visualizar en mi cabeza eran mis converse negras en su estante. Nada más. Cero. Caput.
—¿Estás seguro, Gandalf? —Escuché una voz que venía de arriba, probablemente estaban en unas escaleras o algo así. Me hizo gracia y dejé de pensar en mi Alzheimer prematuro. Yo solía llamar Gandalf a mi abuelo a veces, la mayoría de ellas para molestarlo porque el hombre no sabía ni qué significaba. Me asombré de lo que se estaba popularizando para ser tan un término tan freak.
—¡Ni que estuviéramos en peligro mortal! No es más que una chiquilla asustada, aún no sé porque la tienes metida ahí abajo... ¿Hace mucho que no usaba Imladris las celdas?— le llamó algo que no entendí bien. El caso es que me levanté desesperada por hablar con aquel hombre que sonaba tan razonable y pedirle auxilio o explicaciones, eso todavía estaba por decidir. Curiosamente acabé riéndome como no lo había hecho nunca, en su cara además.
Vi dos figuras, no sin cierta dificultad, porque a pesar de ser de día y de la luz que entraba por la ventana el sitio era tan grande que la zona de lo que debía ser el pasillo estaba en penumbra. El primero de ellos era muy alto, de pelo largo y negro, con un alisado japonés muy chulo. Ése llevaba un vestido azul oscuro con dibujines plateados, y debía ser el borde porque tenía cara de pocos amigos. El segundo era mucho mayor que el primero. Tenía el pelo largo, de un gris que parecía casi tan sucio como su ropa. Lucía además una barba larguísima del mismo color desvaído que le caía sobre el pecho. Al igual que el otro hombre, vestía raro. Llevaba un vestido… perdón, se llamaban túnicas ¿no? Bueno pues una "túnica" de color cetrino bastante raída, y un sombrero de esos de ala ancha como los que llevan las brujas en Halloween.
—¿Estamos en carnaval y no me he enterado? —pregunté cuando pude dejar al fin de reír. Sabía que era contraproducente reírme del madero que me tenía entre rejas, ¡pero no pude evitarlo! Aunque me pareció que el moreno se lo tomó peor que el abuelillo. Algo brilló en su cabeza reclamando toda mi atención, una especie de diadema plateada muy... ¿élfica? Entonces caí en lo evidente: ¡iban disfrazados de los personajes de Tolkien!—. Ahora entiendo por qué le llamó Gandalf, ¿y usted de quién va? ¿Del elfo ése... Elrond de Rivendel?
—¿Cómo sabéis el nombre del señor de Rivendel? —contestó el anciano. Iba a llevar él la voz cantante en el interrogatorio. No me pareció mal, era el que más parecía estar a mi favor.
—¿Quién no lo sabe? —respondí divertida—. ¿Acaso hay alguien que no haya visto El señor de los anillos? Yo lo vi con mi hermano y con Maite, engañada además. Al principio pensé que iba en plan de sujeta velas, porque les daba corte... hasta que me di cuenta de que Al sólo quería aficionarme al mundillo y que a Maite sólo la interesaba ver a Orlando Bloom en pantalla hipergigante. A mí no es que me parezca muy guapo, pero teniendo en cuenta la clase de chicos con los que sale... supongo que no está tan mal. Por eso quedé con ella anoche, para ver si la encuentro alguien decente... ¿Sale con alguien señor... elfo?
Lo que me costó no reírme con aquello. El tío puso cara de póquer, musitó algo en voz baja que no pude llegar a entender. Primero porque yo tengo un oído muy malo, qué se le va a hacer... y segundo porque el otro se ponía pesadito otra vez con el tema del cine. ¿Qué tenía que ver eso ahora? ¡Había pasado hace años!
—¿Has visto al Señor de los Anillos?— quiso confirmar apresurado volviendo de nuevo a la carga, como si fuera de vital importancia.
—¿Tiene esto que ver algo por la razón por la que estoy aquí encerrada? —dije molesta. No iba a darles más información, empezaba a pensar que aquello no tenía nada que ver con cargos reales y que simplemente estaba alimentando la fantasía de un par de pervertidos con faldones.
—Sí, obviamente...
—Lo cual fue... ¡Oh, vamos! ¿Qué es lo que hice? ¿Mangarle el hacha a Gimli el enano? ¿Despeinar al elfo rubio ése?
—¿Cómo sabes de la presencia aquí del hijo de Glóin y del príncipe Legolas? —replicó el falso elfo enfadado—. ¡Eres una espía! ¡Confiesa!
—¿Qué habéis recreado? ¿Toda la compañía? Esto es de locos...
—Calma Elrond, todo a su debido tiempo. Mírala, ¿de verdad crees que es una espía? A ver, chiquilla...
—Me llamo Angie. Angela Montes, por si quieren ir agilizando el papeleo.
—Muy bien... ¿Angie? —¿Qué coño se creía? ¿Acaso Gandalf es un nombre muy normal? Además habría que ver su nombre real... Seguro que se llama Agapito o algo por el estilo—. ¿Dónde viste al Señor de los Anillos?
—Y dale a la perra gorda... ¡Que ya se lo he dicho! ¡En el cine! Y luego también los leí porque mi hermano me los regaló. A él le encantaban e hizo que me leyera desde el Silmarillion hasta Los hijos de Hurín, lo que no deja de tener gracia porque a mí la literatura fantástica como que no. En especial Tolkien, a pesar de que mi hermano me lo metiera por los ojos. Parecía emperrado en hacerme tolkienlidi... y no es por nada pero eso de que no hubiera ninguna mujer en la compañía no me terminó de convencer. A mí me gustan los clásicos. No sé... Shakespeare, Dante... incluso Jane Austen si me apuras un poco.
—¡Silencio! —gritó de nuevo el amo y señor del supuesto Rivendel— Glorfindel, ven aquí. ¿Crees que puedes tomarnos el pelo niña?
—Está claro que el suyo no, señor, es demasiado largo. —El señor mayor se rio—. Y no me llame niña que tengo ya 27 años.
Los dos se partían la caja. ¿Qué tiene de gracioso que tenga 27 primaveras? ¡Y muy bien llevadas, oye! ¡Que todavía me siguen pidiendo el carné en las discotecas!
—Oiga... no es que no me lo pase bien aquí, pero… ¿puede llamar a mi hermana para que venga a buscarme? Su número es seiscientos noventa, treinta y nueve, cuarenta y dos, cincuenta y siete. Y si tiene que pagar fianza avísele, que yo no tengo ni un chavo.
—No tendrás que pagar nada a nadie y podrás irte en cuanto respondas a las preguntas que tenemos que hacerte el Señor Elrond y yo. —¿No se lo estaban creyendo ya demasiado?—. ¿Qué hacías esta mañana escondida en el armario de la princesa?
—¿Princesa? ¿Qué princesa?
—Mi hija, Arwen.
—¡Arwen! —exclamé— Arwen Undómiel... ¡Ah, vanimelda, estrella de la tarde! Liv Tyler estaba de miedo en la peli. Y era un gustazo escucharla hablar en sindarín.
—¿Conoces a la princesa?
—Arwen no la conoce —aclaró en seguida, como si relacionarla conmigo fuera sinónimo de un cáncer. Maldito elfo de pega—. Corrió en busca de Hadhafang en cuanto la vio.
—Brannon nín, los invitados se impacientan. —No llegué a ver al dueño de tan melodiosa voz, pues lo escondía la pared que tapaba parte de las escaleras—. Desean que empiece el concilio.
¿El concilio? ¿El concilio de Elrond en Rivendel? ¿Ese concilio? Definitivamente, estaban como cabras. Tenía que salir de allí. Tuve la impresión de que el tiempo se estiraba como si fuera un chicle y los segundos duraban más de lo que deberían mientras se miraban el uno al otro. Y cuando creí que no podría soportar más la tensión, al fin el abuelillo habló.
—No hay mentira en sus ojos Elrond, aunque sus palabras sean enigmas para nosotros. Como ya te dije antes, no creo que sea peligrosa.
—Devolvedla sus cosas —Ordenó a alguien a quién no podía ver—. Y esperarás aquí hasta que acabe el concilio. Luego Gandalf y yo decidiremos.
—Sí, claro... por supuesto...
A los pirados y a los que te apuntan con un arma hay que darles la razón, siempre. Volví a quedarme sola y al rato alguien me tiró una mochila. Salté sobre ella, la abrí y rebusqué todo lo deprisa que pude hasta que al fin lo encontré. No estaba tan desesperada como para besar el teléfono, pero lo consideré seriamente. Marqué varias veces el número de Paula hasta que me saltó el contestador.
—Hola Pauli-Pauli... ¿puedes hacerme un favor enorme? ¿Puedes venir a buscarme? Estoy en... en una comisaría, no sé en cual la verdad. Pero la reconocerás porque hay dos gilipollas vestidos de El señor de los anillos. No me preguntes porqué... La peña es cada vez más rara. Lo mismo era el día de "saca tu lado friki" en el trabajo. Oh, y no se lo digas a mamá... o a cualquier ser vivo, si a eso vamos. Ya es bastante jodido que te enchironen como para que encima lo haga un tío vestido de Gandalf. No tardes mucho, anda, a ver si me van a mandar a los fuegos de Mordor. ¡Eres la mejor, Pau!
Colgué el teléfono y me sentí mejor. En cuanto SuperPaula escuchara el mensaje estaría aquí con un ejército de abogados sin escrúpulos que dejarían el abuelillo y al señor de Rivendel en cueros por haberme tratado así. ¡Serán lunáticos!
Al cabo de un tiempo tuve el gran honor de recibir una visita. Un par de hombres altos y fuertes, con melenas que envidiaría hasta el mismísimo rey león, vinieron a abrirme la puerta.
—Gandalf quiere verte.
—Perfecto, porque yo también quiero verlo a él. —Genial. Todos locos... todos. La demencia se había extendido por toda la oficina. Guardé el teléfono en el bolsillo trasero del pantalón y me colgué la mochila del hombro antes de salir. Subimos las escaleras y caminamos por un par de corredores. Empezaba a pensar que no era una comisaría al uso cuando entramos en una gran sala llena de comida. Y flipé, vaya si flipé—. Me he dado a las drogas y yo sin enterarme.
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Brannon nín: mi señor (Sínd.)
Vanimelda: hermosa (Quenya)
Hadhafang: Es el nombre que el equipo de Weta Workshop y el las películas de El Señor de los Anillos de Peter Jackson dio a la espada que emplea el personaje de Arwen, interpretado por Liv Tyler. Hadhafang perteneció años atrás a la princesa élfica Idril, esposa de Tuor, cuyo hijo era Eärendil, padre de Elrond que a su vez era padre de Arwen. Elrond empuñó Hadhafang al final de la Segunda Edad de la Tierra Media, durante la Última Alianza de elfos y hombres en la gran batalla contra Sauron. Más tarde pasó a su hija, Arwen, que la usó contra los sirvientes de la sombra. Esta espada (un sable para ser más exacto) es parecida a las espadas que portaban los Altos Elfos, con la diferencia que estas eran a dos manos mientras que la espada de Arwen lo era a una mano. Inscritas en la superficie de la hoja hay runas en sindarin que dicen «aen estar Hadhafang i chathol hen, thand arod dan i thang an i arwen», que traducido significan «Es llamada Hoja de multitudes esta espada, una noble defensa contra multitudes enemigas para una noble dama».
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Ale, en cuanto pueda subo el segundo. Espero que les haya gustado, y si es así dejen reviews... que es la primera historia que subo y dicen que animan XD
Fecha última reedición: 24/10/15. Si alguien encuentra algún error que me lo haga saber y se reedita de nuevo ;D
