Jean/Armin; Annie/Armin.
Han quedado advertidos. Espero lo disfruten de cualquier modo.
Más notas al final.
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INVIERNO (Al inicio)
Puede que le guste Jean. Puede.
Si tuviera que describir lo que siente, "incendiario" encajaría a la perfección. La fiebre se desenvuelve poco a poco en todo su cuerpo hasta extenderse y dejarle sintiéndose como una pira de bosque encendido que arde, arde, arde. No le ve fin cercano al fuego incansable y si acaso, lo único que hace es empeorar cada vez que se topa con Jean.
Al menos se puede dar el lujo de decir que fue algo repentino. Y tremendamente inoportuno: le deja aturdido al punto de que todo su ser se concentra en la exhalación que aún no suelta.
"Oh. Oh no."
Mira a Jean a los ojos y ya está: se desinfla como si la vida se le fuera en el suspiro que acaba de salir de su boca (como si pudiera librarse de sus latidos erráticos y el peso alojado en el estómago a fuerza de convertir ambas cosas en dióxido de carbono).
-¿Armin?
Eren lo está viendo raro y agradece que Mikasa no esté con ellos de momento porque tal vez ella se daría cuenta a la primera. Frente a él, Jean alza una ceja y abre la boca para decir algo que seguramente no es muy amable, pero el sonido de llaves en la cerradura del departamento lo interrumpe.
-¿Listos para recargar?- Marco cierra la puerta tras él y se voltea para mostrarles una gran bolsa de papel cuyo olor comienza a invadir el departamento.
-¡Por fin! creí que nos dejarías morir de hambre.- Al lado de Armin, Eren pone los ojos en blanco.
-No es culpa de nadie que tengas cuatro estómagos.
-Vete al carajo, Eren.
Armin suelta una risa que suena casi demasiado alta al lado de la de Marco, quien se encamina hacia la barra de una cocina miniatura en comparación con él y comienza a sacar la comida mientras les cuenta algo que Armin no escucha, muy ocupado lidiando con Eren y sus miradas rápidas y preocupadas que alternan entre él y la comida. Jean se levanta del suelo y se dirige a sacar platos de la alacena detrás de su amigo al mismo tiempo que se queja de haber tenido que pasar tanto tiempo con el idiota de Jaeger.
-Eren, ¿podrías...?- Armin se remueve en su asiento e intenta levantar los pies de Eren de su regazo sólo para encontrarse con una expresión obstinada.
-¿Te sientes bien? Hace un momento parecías igual de blanco que un papel.
Armin quiere negar con la cabeza, pero le puede la preocupación genuina en el rostro del más alto. Eso y todavía lo tiene acorralado en el sillón; Eren es distraído, pero no tanto y por eso le dice la verdad a medias.
-Puede ser que las noches en vela me estén pasando factura. Sólo me siento un poco cansado.
-Hemos pasado toda la mañana viéndole la cara a Jean, no me sorprende.- Armin se ríe con Eren a medias, (cauteloso, porque se ha acercado más a la verdad de lo que imagina) y lo invade el cariño por su amigo cuando éste cambia a una expresión nuevamente preocupada-. Pero sólo por si acaso, démonos una vuelta por la oficina de Hanji mañana antes de clases.
-De acuerdo.- Le sonríe antes de empujar ligeramente sus piernas-Ahora, si me permites, muero de hambre y estoy seguro que tú también.
-Obviame... ¡Maldición! ¡Esos bastardos se están acabando el ketchup!
Eren se levanta como un rayo después de voltear a ver al par en la barra de la cocina, Marco conteniendo la risa y mascullando disculpas mientras Jean se carcajea abiertamente ante la furia de Eren. Armin se pellizca con fuerza antes de levantarse para decirle a Eren que hay una botella de salsa escondida tras la sal en la alacena, que deje de pelearse por unos cuantos sobres.
En medio del bullicio, se pregunta si sobrevivirá hasta que terminen el proyecto.
Jean le gusta y ya no hay posibilidad de negarlo. No ahora que se lo está contando a cierta rubia frente a él.
Annie le mira con una intensidad que está seguro sólo ella y Mikasa son capaces de lograr. Pero se siente escrutinado por pálidos ojos azules y pestañas largas y decide que no son para nada miradas semejantes porque Annie tiene algo en el fondo de las pupilas que no acaba de comprender.
Sobre la mesa, los dedos de la muchacha tamborilean y le hacen compañía a las galletas sin tocar y a dos tazas de café ya medio vacías; Armin dobla y desdobla la servilleta entre sus manos distraídamente al mismo tiempo que habla a borbotones con la sensación de que algo importante está pasando en ese mismo instante porque el ritmo de Annie se le olvida a ella misma repetidamente antes de obligarse a continuar neciamente con el tic de toda la vida. O eso le parece a él, que sigue esperando que lo interrumpa; que se levante y se de la vuelta sin palabra alguna; que lo mire aburrida y le diga que está siendo un gilipollas "Como siempre". Se sigue preguntando si su muerte sería rápida y misericordiosa, o lenta y agonizante, si se atreviera a tomarle la mano para cesar los golpeteos sobre la madera y quizás, sólo quizás, también para desvanecer la expresión en blanco que le vacía las facciones y en cambio llena espacios en la mente de Armin.
Se queda sin palabras y se queda esperando porque ninguna de esas cosas pasa. En su lugar, llega un mesero a preguntar si necesitan algo más, su irritación evidente en el carraspeo previo a la pregunta. El rubio no lo culpa; son casi las diez de un miércoles y el resto de los clientes parecen haberse retirado en algún momento entre el desvarío de Armin y el silencio de Annie, la cual pide la cuenta después de un "No, gracias", una mirada helada que le quita el ceño fruncido al camarero y otra rápida a Armin antes de solicitar que les pongan las galletas para llevar divididas en dos porciones. El muchacho se retira murmurando para sí mismo y Armin mira confundido a Annie.
-Son para Sasha. Puedes darle las tuyas a Eren.- Annie lo ve como si fuera la cosa más obvia del mundo y Armin asiente sonriendo. Es lo más cerca que han estado de lo normal en la velada después de que a Armin se le ocurriera abrir la boca sobre el pequeñísimo, insignificante, asunto con Jean.
Annie no es tonta. No es una empollona de primera como Armin ni pésima en biología como Jean. No es, tampoco, terriblemente transparente.
Los logaritmos no hacen más que aumentar su irritación y está totalmente consciente de la mirada molesta de Mikasa sobre ella, pero no puede evitar el golpeteo del borrador del lápiz verde sobre la mesa.
-Basta Annie, me estás volviendo loca.
De boca de cualquiera, Annie se encogería de hombros por pura respuesta. La expresión de Mina, sin embargo, parece más cansada que de reproche y se decide por poner los ojos en blanco y dejar el lápiz sobre el cuaderno por un momento. Su amiga sonríe al lado suyo y murmura un gracias antes de volver a su libro. Mikasa parece aliviada en vez de a punto de un colapso nervioso y Sasha sigue durmiendo con la cabeza apoyada sobre su mochila en la mesa. Se vuelve a hundir todo en el silencio relativo de la biblioteca y es entonces que comete un error fatal. A unas mesas de la suya, Armin se inclina sobre las notas de Jean. Armin demasiado cerca y con lentes parece hacer el truco para Kirstein, rojo hasta la punta de las orejas y tragando saliva. A duras penas despega los ojos del rubio sentado a su lado antes de que éste vuelva a su posición original. Annie no lo culpa por tener cara de tonto mientras responde a lo que sea que Armin le ha dicho.
Se dio cuenta desde el momento en que llegaron a la sala de estudio para encontrarse con que las mesas grandes estaban todas ocupadas y Arlert sugirió dividirse porque "de cualquier modo, Jean hace mucho ruido cuando no entiende y yo estoy obligado a ser su tutor". La cara (horrorizada, avergonzada, ansiosa) de Jean fue más que suficiente.
Le causa un poco de pena y mucha gracia. Una pizca de simpatía también, porque sabe de primera mano lo ciego que puede llegar a ser Armin. La situación entre esos dos es distinta, sin embargo.
Y se moriría antes que admitir que más que celos, siente resignación.
-Los grupos de estudio apestan.
Es apenas un murmullo lo que se le escapa; frente a ella Mikasa asiente sin siquiera alzar los ojos del texto y a su derecha Mina levanta una ceja, confundida, y abre la boca para preguntar qué ha dicho, pero Annie se le adelanta al tiempo que clava la vista en el cuaderno y levanta el lápiz para seguir escribiendo. "Al mal tiempo darle prisa."
-No es nada, estaba pensando en voz alta.
Annie no es tonta, pero quisiera serlo.
Cuando por fin (¡por fin!) lo besa, se besan, se siente como tocar el cielo y caer inmediatamente. Como todo el mundo explotándole en segundos. Como todo lo que es demasiado bueno para ser verdad.
Armin y Jean terminan el día con las manos entrelazadas y la promesa de más entre sus dedos.
Ninguno recuerda quién tuvo la idea. Es una de esas cosas que comienzan solas y llegan para quedarse.
Annie le tiende la delgada caja y Armin puede ver el entusiasmo escondido tras los ojos expectantes de su amiga.
-¿"Perdidos en Tokio"?
Agita la caja en dirección a Annie para hacer énfasis y cuando ésta se encoge de hombros, se limita a examinar la portada distraídamente mientras Annie habla al mismo tiempo que prepara el DVD.
-Nunca hemos visto nada de Coppola.
-Es decir, ¿tampoco la has visto antes?
-No. -se voltea y lo mira cuidadosamente.-Sé lo que estás pensando, pero no estoy haciendo trampa.
Armin sonríe.
-¿Wikipedia?
La voz de Annie sale extrañamente evasiva.
-Para nada. De vez en cuando es saludable elegir solamente porque sí.
-Ah...
-Iré por las palomitas.
Armin se muerde el labio resistiendo a mirar la sucinta descripción del filme en el reverso de la caja. De alguna manera no parece que será su noche de películas usual.
Queda con Jean un día sí y otros no porque en la universidad se encuentran a menudo. Cuando salen de la rutina a las calles es agradable y excruciante simúltaneamente con tantas cosas saltándole del pecho-al estómago-a las manos con las cuáles no sabe qué hacer (enredarlas en el cabello castaño, con manos ajenas, tocar un lunar cerca de la mejilla sólo porque puede) cuando no pueden hacer lo que quieren.
Jean conversa sobre su día, lo qué ha pasado hace una semana o tres, ayer o hace dos horas.
Armin escucha, se ríe exasperado y sinceramente, opina, y de vez en cuando cuenta lo que le ha sucedido a él. Lo que pasará no es el fuerte de conversación de ninguno de los dos.
Es como tener al mundo de ruido de fondo, el barítono de la voz de Jean ahogando los autos, la gente del mercadillo, los perros del parque, la música del trío de tambores en la esquina. Un espacio cerrado que les pertenece solamente a ambos. Excepto que es mentira porque Armin sabe muy bien por la manera en que Jean lo mira todo, que se encuentra solo en la burbuja. El todo de Armin se concentra en un punto y por ello tiene que obligarse a escuchar la música: para ignorar el pesar que se le acomoda en los rincones.
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Después de dejar de lado el fandom de SNK por tanto tiempo, he decidido volver precisamente con este fic porque
a) ya está casi terminado;
b) llevo trabajando en él más tiempo de lo que me gustaría admitir (jo, es más necio que uno de esos vicios que se la pasan retornando, lo juro);
y c) le tengo mucho cariño.
Como se irán dando cuenta, este fic -si bien aborda el jearmin en cierto modo- gira en torno a Armin y Annie. Siempre quise hacer algo con las posibilidades de dichos personajes juntos y debo confesar que escribirlos me ha agradado sobremanera. Eso no significa de manera alguna que voy a abandonar el Jean/Armin, no señor. Pero ellos tienen su propia historia, misma que estaré actualizando a finales de mes, según calculo.
En fin, aquí faltan tres partes (y un posible epílogo). "Primavera" es el capítulo a subir en la semana próxima.
Cualquier review, favorito, etc., será tomado -con gran aprecio- como un soborno para actualizar prontamente ;)
¡Saludos!
