-Hey, Natsu- Gritó- Siempre haces las mejores fiestas-

-¿¡Que!?- Gritó Natsu- ¡No te escucho, la música esta muy fuerte!

-Que eres el mejor, tío- Volvió a gritar-

Ya eran las dos de la mañana, en un jueves de verano, bueno, ahora era viernes. Natsu era un buen pero no muy famoso jugador de baseball, este era su primer año en el equipo, como jugador un la liga. Pero sabia que en poco tiempo alcanzaría a los mejores jugadores. Ya que recién había cumplido 20 años Y eso significaba que tendría las tres efes por un buen tiempo Fama, Fortuna y Fiesta. Y era de lo que estaba disfrutando a tope. La música a todo volumen, en su apartamento de dos pisos en uno de los edificios en el centro de la ciudad, con un montón de bellezas baratas para disfrutar. Nada podía ser mejor, alcohol, amigos y música.

-Natsu!-Gritó otro- Donde esta la cerveza?

-En la nevera que esta en la parte de atrás- Gritó de regreso para que escuchara.

La ventanas estaban vibrando fuertemente por el ruido, y podías ver en los vasos de cerveza las pequeñas ondas que la música hacían. Pero a nadie le importaba, ya que todos se fijaban en las mujeres semidesnudas que bailaban encima de las mesas por causa del alcohol. Se lo estaba pasando en grande, desde pequeño había sido popular, y hacia amigos con facilidad, ya que era el típico chico malo y sexy. Y ahora era oficialmente un jugador profesional, y estaban celebrando, al igual que la semana pasada celebraron de igual manera por el día del amigo, y cuando gano su equipo de fútbol favorito, y por su cumpleaños y, por el eclipse, y el día del niño, el día de la mujer, el día en que empezó este abrasador verano, el día en que se compró un nuevo bate, el día del profesor, Cuando salió una nueva canción en la radio y Dios sabe cuantos días más.

-Hola, preciosa- Dije abrazando por la cintura a una de mis mas antiguas amigas, Lisanna.

-Hola Guapo- Dijo ella con una sonrisa picara en el rostro, iluminado por las luces de colores que bailaban al ritmo de la música, abrazándome por el cuello.- Esta buena la fiesta- Dijo mientras acercábamos nuestros labios, besándonos- Natsu, tu nunca cierras los ojos.

-Me gusta ver tu cara Lis- Dije acercándome de nuevo a sus labios, ya no existía nada, no había ruido, ni luces, ni la música, ni nada, solo nosotros dos. Literalmente, se había ido la electricidad. Estábamos en un edificio de lujo, y todo era nueva tecnología, así que si se había ido la luz, y la electricidad, era por culpa de una maldita mocosa.

-LUCY!- Grité con rabia.

*-*Por otro lado *-*

-Joder- Dijo Lucy en el sótano, con un par de alicates- Quien iba a pensar que todos los cables iban a ser rojos-

Mañana era su examen en la universidad, y no había podido ni siquiera cerrar los para dormir como su gato, ese gato se abría de piernas y dormía feliz de la vida. Pero ella no ¿Como podría alguien dormir si todo retumbaba y vibraba? Era como si vivieran pollos subnormales al lado de su apartamento. Por que tenga 17 años, y como genio que era, ya estaba en el tercer año de la universidad, no significa que haya nacido con todo el conocimiento del mundo, tenia que estudiar, aun que lo hacia raramente, y tenia que dormir, eso lo hacia todo el día, pero desde que se había mudado Natsu, hace dos años, no podía ni comer sin que los arroces o la sopa saltara del plato por el ruido. Gracias a eso había aprendido un poco de la cosas esas de los cables, y como era el flujo de energía dentro del edificio, así que ahora, en tiempo de exámenes, esta era su única alternativa, y lo bueno que Natsu era lo suficiente idiota como no saber como arreglarlo y tener que esperar tres días por un electricista, tres días de silencio. Natsu se había quejado miles de veces, con los vecinos, con el presidente de la asociación de vecinos, con el conserje y todos ellos, pero la gente lo único que hacia era agradecer a Lucy por el precioso regalo que le daba, la paz.

Lucy entró al ascensor y se quedó mirando a sus pantuflas blancas de conejito, eran blancas y bonitas, y hacían juego con su minivestido rosa semitransparente de seda para dormir. Vio su reflejo en el espejo del ascensor, tenia los ojos marrones somnolientos, el cabello rubio revuelto, y sus lindos y carnosos labios rosados. Parecía una esponjita de un metro sesenta, comparada con sus compañeros, era como una muñequita de porcelana, pequeña y adorable, con las mejillas sonrojadas, largas y profundas pestañas, como marcos para sus grandes y profundos ojos marrones.

Al abrirse las puertas del ascensor, le dio la bienvenida un molesto pelirosa sin camiseta con los brazos cruzados sobre sus fuertes pectorales, el media alrededor de un metro ochenta, el era ancho de hombros, y tenia las piernas fuertes, y ella sabia que el era un buen estereotipo de jugador de baseball. Con sus ojos verdes, nadie sabia si eran claros o oscuros ya que cada día parecía tener un tono de verde jade distinto, tenia los pómulos altos y una mandíbula fuerte, era tan atractivo que podía seducir hasta una monja, o eso era lo que las mujeres inmaduras que iban a su apartamento todos los días decían, para ella era como un perro, ladra y ladra, gruñe y gruñe.

-¿Se puede saber que haces?- Dijo el por novena vez en el mes, y eso que recién era el 16 . Obviamente estaba molesto, tenia que tener cuidado no le vaya a morder.

Lucy levantó las alicates de color rosa que tenia en la mano y contestó- Cortar - por novena vez en el mes, y salió del ascensor, dirigiéndose a su puerta, dándose cuenta que la gente salía del apartamento de Natsu con bolsas y mochilas llenas de comida, y bebidas alcohólicas.

-Wow, muñeca- Dijo uno de los hombres que estaba saliendo, mirándola con cara lasciva, de arriba a bajo- ¿Por qué no vamos a divertirnos a mi departamento? A jugar un poco- Insinuó el sin apartar la mirada de sus pechos.

-Lucy- Dijo Natsu interponiéndose entre el sinvergüenza y ella- Deberías taparte un poco, el vestido se transluce, y se te puede ver la ropa interior.- Natsu era como un cachorro, molesto, revoltoso, juerguero, pero también era noble y leal, pero a Lucy no podía importarle menos.

-¿Crees que debería cubrirme para que un perro no me vea?- Dijo Lucy, sin expresión alguna o intento de cubrirse, refiriéndose al hombre desconocido.

-¿Que has dicho puta mocosa?- Gritó el hombre, el debía medir alrededor de un metro setenta y cinco, ya que Natsu lo tapaba por completo con su cuerpo, impidiéndole verle.

-Bueno, ya que no te importa, deberías bajar y arreglar los cables que has cortado con ese alicate- Dijo regresando a su expresión molesta, cruzando de nuevo los brazos, y separando un poco las piernas, con una postura autoritaria- Pinté los cables para que no supieras cual es cual, y ahora vas y lo jodes ¿Por qué no mejor de cortas los oídos?

-¿Por qué no mejor dejas de respirar?- Contestó Lucy- Los vecinos están artos de tus fiestas sin sentido, si vas a hacer algo, hazlo en el parque o algo, el mundo no quiere saber que demonios haces con tu vida.

-Al menos tengo vida y expresiones faciales- Insultó Natsu. No es que Lucy no tenga expresiones faciales, sino que no las mostraba, y no es que no quería mostrarlas, simplemente no salían, ya que cada vez que hablaba con Natsu todo le parecía absurdo.

-¿Y crees que eso te llevara algún lado?¿ Los amigos te darán trabajo?¿Te darán dinero?- preguntó Lucy sin cambiar de voz, poniendo el código en su puerta para que se abriera- Por lo que veo, se lo llevan en mochilas y bolsas sin pensar en ti.- Dijo mirando como las ultimas personas bajaban por el ascensor donde había subido-

-Eso no es verdad- Contestó Natsu alzando la voz- yo...

-Bueno, es tarde y mañana tengo un examen en la universidad- Interrumpió Lucy- Buenas noches- y le cerró la puerta en la cara.

-Lucy ¡Oye! ¡Lucy!- Gritó Natsu golpeando la puerta con lo puños cerrados- Baja a arreglar los cables ¡Lucy! ¡Abre la puerta!- diez minutos después, cuando Natsu ya sabia que no iba a abrir la puerta decidió regresar por donde vino.

Puso el código en su puerta para abrirlo 1234, y se dio cuenta del completo desastre en que se había convertido su casa, los muebles estaban sucios de licores y otras cosas raras, en el suelo había vasos rotos y chicles pegados, también confeti enredado en los globos reventados, las mesas y estantes estaban llenos de vasos y comida, mierda, la casa iba a apestar mañana.

Entró en la cocina para beber agua y al abrir la nevera me encuentro que ni siquiera quedaba la mantequilla que compró el año pasado, lo mismo pasaba con las estanterías y cajones. Natsu suspiró resignado, sabiendo que mañana tendría que salir a comprar comida para el resto del mes. Algo que le hizo recordar las palabras mencionadas por su vecina Lucy "Por lo que veo, se lo llevan en mochilas y bolsas sin pensar en ti" Sacudió la cabeza intentando sacarse esos pensamientos de la cabeza. Ellos eran sus amigos del alma, y nunca lo abandonarían, no le importaba un poco de comida. Regresó al salón con la linterna del móvil para no golpearse ningún dedo del pie con nada puntiagudo, ya que desde que Lucy se había dedicado a cortar los cables de electricidad, había sufrido varios golpes dolorosos.

Subió las anchas escaleras para llegar al segundo piso de su apartamento, se lavó la cara en el baño y se metió en la cama para encender la televisión y ver algo interesante antes de dormir, pero la maldita tele también necesitaba electricidad así que se olvidó del tema y se metió a la cama, listo para dormir. Lo único que no le gustaba de esa actividad, dormir, era que desde hace dos años, siempre soñaba con lo mismo, con una pequeña y linda rubia de ojos marrones como el café, en sus brazos.

Bostezando se apresuró a cerrar la puerta y dirigirse al ascensor para darse cuenta que las puertas se estaban cerrando.

-¡Espera!- intentó llamar a la persona que estaba dentro para que le esperara.

Hoy iba a ser un día largo, tenia que llamar a alguien que limpie el apartamento, comprar mas vasos, la comida, llamar al electricista e ir a entrenar, y no quería perder ni un minuto. Vio que alguien estaba a punto de poner el pie desde el ascensor en la puerta para impedir que se cerrara completamente, era un linda, larga y desnuda pierna de color leche, con unos tacones marrones claritos y una pulsera negra para el tobillo, levantó la vista para cruzarse con unos pequeños pantalones cortos marrones del mismo color que los tacones y una camiseta sin magas de color blanca que moldeaban unos tiernos y perfectos pechos , subiendo un poco mas arriba se fijó un una sonrisa, en una sonrisa malvada, que pertenecía a su vecina adolescente. Y lo ultimó que vio fue como ella presionaba el botón de cerrar las puertas, y en menos de doce horas, le cerro dos veces la puerta en la cara.

-¡Mierda!- Maldijo Natsu, no solo estaba molesto porque Lucy le haya cerrado de nuevo en la cara, sino por que de nuevo se había fijado de nuevo en ella, en lo que tenia puesto y lo que no, y no había reaccionado lo suficientemente rápido para evitar que las puertas se cerraran, simplemente la había mirado con la boca abierta. Se quedó esperando unos minutos el ascensor, y al ver que tardaba se fijó en que piso estaba, y se dio cuenta que Lucy había echo que el ascensor parase en cada piso antes de llegar al suyo.- ¡Doble Mierda!- Donde se dirigía Lucy vestida así ¿No tendría que estar en su primer año de preparatoria o algo? Lo que no sabia Natsu es que su linda vecina ya estaba en tercer año de universidad, ya que Lucy era una genio de Coeficiente intelectual de 142.

No tubo mas remedio que bajar por las escaleras hasta el garaje, bueno, al llegar seguía feliz de la vida, aun que haya bajado unas cuantas decenas de pisos, con el estricto entrenamiento que tenia, eso era como caminar para ir al baño para Natsu. Se subió a su deportivo rojo y salió en dirección al centro comercial. Vio a Lucy sentada en la parada de autobús y decidió gastarle la misma broma, aprovechando el charco de agua con detergente que habían dejados los limpiadores nocturnos, paso a gran velocidad sobre el, y el agua se elevó a un metro y medio de altura, mojando todo a su alrededor, todo excepto Lucy, que estaba seca como el sol. Natsu miró por el retrovisor y Lucy le giñó el ojo ante su broma de mal gusto fallida.

Siguió en el coche unos minutos más, pasó por unos cuantos semáforos y silbó a unas cuantas mujeres, y con la música a todo volumen como siempre, nunca escuchó el camión que se acercaba a una velocidad descontrolada directamente hacia el, el cuerpo le latía cada vez más fuerte, y todo se volvió negro.

Lo siguiente que escuchó fue algo que lo marcó "Esta paralizado de cintura para bajo"- dijo el doctor.