Hi, como parece una misión imposible encontrar fics en español de este pairing, he decidido seguir mi propio consejo «si no encuentras lo que quieres, créalo tú misma». Y aquí estoy, dispuesta a dejarme el alma para escribir sobre ellos 3 Espero que sea del agrado de otras personas ^^

Éste en concreto está basado en uno de los especiales del manga, el número 75.5 si no recuerdo mal :D


I. Agua de vida

—Ban... ¿puedes adivinar mis pensamientos en este momento?

Yacía recostado sobre Elaine, empapándose de la suave fragancia femenina que emanaba de su aterciopelada piel. La muchacha de doradas hebras clavó sus almendrados ojos en él, ruborizada, con el pecho agitado. Los labios del hada palpitaban de deseo y el albino se relamió inconsciente. Perdido en su rostro angelical, no pudo ignorar la nueva sensación que nacía en su interior. «No, no puedo descifrar tu mente ahora. Pero, creo que ya sé por quién valdría la pena incluso morir», meditó.

—Ni idea. Nunca he visto una expresión como esa —corroboró confundido.

Se levantó de un ágil salto y caminó apresurado, desorientado por los nuevos sentimientos emergentes. Tal y como imaginaba, ella lo persiguió avergonzada, golpeándole —o más bien acariciándole— con sus menudos puños. Los nervios del joven desencadenaron una lluvia de carcajadas.

—¡Ban no te rías de mí! —exclamó con voz aguda.

Él la sorprendió rodeándola con sus brazos y estrujándola contra su pecho, quedando Elaine completamente inmóvil ante la agradable sensación de recibir el cálido abrazo del humano. Ban aguardó en silencio, deleitándose con su compañía, concentrándose en acompasar sus latidos a los de ella. Desconocía por completo esa faceta de sí mismo. Ban el bandido disfrutando de un soleado día de verano, invirtiendo sus horas junto a un hada. Acudió allí con un propósito, hacerse con el cáliz de la vida, albergando la esperanza de tener toda una eternidad para alcanzar la felicidad. Cual fue su sorpresa, cuando aquello que tanto buscaba se manifestó ante él.

Su felicidad tenía el nombre de Elaine.

Aunque, jamás hubiera imaginado que lo que su corazón anhelaba era algo tan sencillo como el amor. «Y tan complicado de asimilar». Muchas preguntas sin respuesta lo atosigaron. Más, cuando siempre creyó que no había nacido para amar y ser amado. Y si aquel despertar que golpeaba con entusiasmo su pecho era amor... ¿qué le aseguraba ser correspondido?

Paseó por inercia, acompañado del hada que merodeaba a su alrededor cuestionándose la expresión del humano. Elaine comenzó a sospechar ser la causante de aquel estado de letargo en el albino y los remordimientos le pesaron.

—Oye Ban… si te ha molestado algo de lo que he hecho. Yo…

La mirada profunda del joven la insonorizó al instante. Sus enigmáticos ojos parecían trasmitirle un mensaje indescifrable para alguien que desconocía el comportamiento humano. Ella se ruborizó sin saber por qué y se paralizó expectante. Cuando Ban le dedicó una dócil —e inusual— sonrisa, Elaine se tranquilizó. Mas, aquello no impidió la danza que su corazón inició dentro de su piel.

—Elaine, si tu vida fuera tan corta como la mía. ¿Buscarías algo para entregarte al completo?

La rubia, petrificada y colorada, comenzó a tartamudear. Para calmarla, Ban le regaló un detalle que Elaine valoraba cada vez más. Le brindó una cálida y honesta sonrisa.

—Olvídalo, Elaine. Me conformo con que me dejes quedarme a tu lado mi breve vida de mortal —sus ojos dibujaron un brillo singular. «Por el momento, soportaré mis ansias de tenerte»—. Vamos, acompáñame a no hacer nada —sacó su lengua divertido—. He descubierto que es mi nuevo pasatiempo preferido.

Elaine no daba crédito al comportamiento de Ban, el rubor ardiente de sus mejillas se incrementaba sin cesar. Voló tras él, entre anonadada y curiosa, deseando conocer el significado de sus palabras.

—¡Ban, espera! ¿Qué quieres decir? ¡Baaaan!

El chico la esquivó divertido y guiñándole un ojo añadió:

—¿Pretendes ser tú la cazadora? —alargó su brazo hasta enlazar sus dedos a los de Elaine—. ¿Ahora eres codiciosa como yo? —la soltó y dio un salto hacia atrás—. Venga, ¡atrápame si puedes!

La rubia lo oteó estupefacta, los humanos eran criaturas extrañas que, sin embargo, la embrujaban. O puede que el único humano que tuviera ese poder sobre ella fuera Ban. Aunque, ese era un pensamiento que por el momento no deseaba meditar.

El joven tenía razón.

Su vida era un mero grano de arena comparada con el desierto de su solitaria existencia. Incluso así… ¿cabía la posibilidad de hallar un oasis que calmara su sed de compañía?

«Quizás, el agua de mi vida sea Ban».

Le sobresaltó el susurro de su subconsciente. Las emociones estremecieron su alma y percibió como el calor palpitaba en cada centímetro de su minúscula apariencia. Quiso moverse, pero los nervios la bloquearon y quedó petrificada en el aire.

—¿Qué pasa Elaine? ¿No eres lo suficientemente rápida para alcanzarme? Entonces… —el hada emitió un gritito ahogado. Antes de poder reprocharle nada, Ban ya se había posicionado ante ella y la abrumaba con su presencia— seré yo quien llegue hasta ti.

—¡Ban! —lo golpeó insistente—. ¡Deja de darme esos sustos! —él le alzó el mentón con su índice y sus miradas se cruzaron.

—¿Por qué? Con lo adorable que te pones cuando lo hago —Elaine se distanció abochornada—. Vaaaale, prometo que no lo haré más —cruzó un par de dedos y los alzó ante ella.

—¿Qué significa eso en el lenguaje humano?

—Es un juramento —mintió el joven.

—¿De verdad? —inquirió curiosa; Ban asintió y Elaine decidió confiar en su palabra.

A decir verdad, el joven no pretendía ser deshonesto con el hada. Su inocencia lo abrumaba y embelesaba a partes iguales, pues jamás se había cruzado con un ser tan trasparente como ella. Aunque, un bandido siempre aguardaba algo de picardía por mucho que se reformara. Le era imposible dejar de atraparla por sorpresa, ya que adoraba el color bermellón que adquirían sus suaves mejillas cuando la arropaba entre sus brazos. Si le había mentido con el significado, la razón no era otra que el deseo sin freno de aferrarse a los momentos en los que sus cuerpos se mantenían unidos, aunque tan solo fuera durante instantes insignificantes para un mísero mortal como él.

Porque, al fin y al cabo, Elaine otorgaba sentido a su existencia.

Ahora lo comprendía.

Ella era el fruto de su codicia.

Aquello que en lo más profundo de su ser siempre había anhelado.

Alguien que le comprendiera; alguien a quien comprender.

Una compañera que se complementara a él.

La necesitaba a su lado.

No como una propiedad que buscas poseer, sino como una mujer a la que deseas complacer. Arrancarle una sonrisa de esos labios de miel en cada día de su vida y un suspiro de placer por cada noche compartida.

Ese día, Ban el bandido, se propuso convertirse en la mejor versión de sí mismo, y transformarse en el hombre digno de ser amado por Elaine.

Y se prometió, que nunca más le mentiría.

Por ello, acechó de nuevo a la chica y la rodeó desde atrás.

—¡Ban! ¡Has jurado no volver a hacerlo! —gritó indignada. El enfado mutó en escalofríos cuando le susurró en el oído.

—Perdóname, Elaine. Te he gastado una broma, en realidad los humanos cruzamos los dedos a escondidas cuando pretendemos romper un juramento. Aunque… —añadió pensativo— ahora que lo pienso… enseñarlo es sinónimo de suerte, así que tampoco tiene mucho sentido… ¿Elaine? ¿Dónde vas? —dándole la espalda, la chica comentó con voz apagada:

—Me has mentido, al final eres como todos los humanos. No volveré a confiar en ti.

La frase lo hizo añicos por dentro; angustiado, acudió corriendo hasta Elaine con la esperanza de paliar el daño. Cual fue su sorpresa al vislumbrar una pícara sonrisa y el mismo cruce de dedos que él mismo había realizado hacía un momento.

—Ahora estamos en paz ¿verdad? —comentó divertida.

—¿P-pe-pero qué?

—He leído tus pensamientos y sé que no lo has hecho con malicia. Pero, no te preocupes. Sólo lo he hecho para asegurarme que no me mentías.

—Aprendes rápido —rió aliviado el albino—. Espera… ¿cuánto has leído exactamente? —cuestionó preocupado; el hada se marchó flotando en silencio—. ¡Elaine! ¡Elaine espera, no vueles alto. Eso es trampa! ¡Elaaaaine!

—Te lo diré si me atrapas —dijo desde las alturas.

—¿Lo juras? —ella mostró sus dedos cruzados.

—Lo juro.

—Bien, pues prepárate para alucinar porque pienso cogerte por muy alto que levites —afirmó desafiante.

Su corazón bombeó con el sonido de las carcajadas de Elaine, cual canto sosegado portador de vitalidad. Misma canción que compartían los latidos del hada, cada vez más acompasados a los del humano. Por muy distintos que fueran, sus lazos se entrelazaban sin a penas percatarse. Su destino ya estaba dictado; la voz de Cupido había hablado y sus caminos estaban sellados.

Lamentablemente, la eternidad de su amor no sería un buen augurio para el futuro que les esperaba…