Kuroko no Basket es propiedad de Fujimaki Tadatoshi.

Prólogo.

―He vuelto. ―saludé, sabiendo que nadie respondería.

Entré con cuidado de no caerme y quité mis zapatos. Al terminar todo, me tiré a mi querida mejor amiga; la cama.

De nuevo.

Había sentido de nuevo unas miradas posarse en él cuando caminaba por las calles silenciosas. Bueno, nada más podría esperarse de éste barrio.

Un escalofrío recorrió su cuerpo y en un segundo miró con temor a su ventana.

Suspiró.

No había nada.

"Es mi imaginación." Intentó auto convencerse y del estante sacó un libro para distraer el miedo que invadió prácticamente todo su cerebro. Estas pocas cosas hacían que no le gustase vivir solo. Tenía sus ventajas, claro, pero no podría compararse con lo de ahora. Odiaba estar solo.

Tal vez por su seguridad lo mejor hubiera sido quedarse en Seirin, donde había vivido los últimos años de su infancia y pre–adolescencia. Pero no podía pasar toda su vida arrepintiéndose. Porque de todas formas, estaba feliz de dejar de ser una carga para todos.

"Detrás de ti están los monstruos. Corre.

Corre antes de que sea tarde. Huye.

Huye antes de morir."

Leyó el texto del libro.

Sintió una mirada en su espalda, del lado de la ventana. Ahogó un grito nada propio de su persona, e inexpresivo y con temor oculto, nuevamente miró afuera.

No había nada. Bufó a lo bajo por su innecesario miedo.

Pero al instante de voltear su mirada, algo lo noqueó.

Cerró los ojos y todo se volvió negro.

¿Qué era?

No, ¿quién era?

Antes de volverse todo completamente negro, alcanzó a divisar un cabello rojo y de ojos carmesí.

―¿Kagami… kun? ―y cayó en el sueño.

En el profundo sueño donde todo era de color rosa y veía a sus padres.

Patético.

Pero todo lo feliz se convirtió en lúgubre, sus padres desaparecieron y lo dejaron solo. Solo con una persona.

"¿Quién…?"

Y unos ojos lo atravesaron.

Cuando por fin la niebla se disipó y podía ver a esa persona, el paisaje desapareció. Sus ojos se sentían pesados y su vista era borrosa.

Tosió una, dos, tres, cuatro veces.

―¿Dónde estoy? ―trató de decir, pero tenía un nudo en la garganta.

Maldita traicionera.

―Ah ―escuchó―. Mira Akachin, ya ha despertado. ―una voz perezosa.

Pestañeó repetidas veces y acostumbró su vista. No obstante, se encontraba en un lugar desconocido para él.

Había cinco personas en total en el gran cuarto, al parecer. Uno de ellos comenzó a reírse vagamente y sus miradas se encontraron.

Su mirada se perdió en esos ojos, y, en la sonrisa siniestra que se posaba en los labios del mismo.

―Bienvenido al juego, Kuroko Tetsuya.


Anda, he tenido muchas ganas de escribir este proyecto y no pude resistirme… Aunque no salió como lo planeé.

El prólogo salió un asco.

Sin embargo, es aseguro que el Fic será mucho más interesante. Sin más, ¡nos leemos luego!

De pie, reverencia, ¡AYE SIR!