Escucharlo hablar siempre le genero un deleite poco sano. Como fluían las palabras de esos labios eran más intoxicantes que el mejor brandy del bar.
Su porte perfecto, su cabellera dorada que caía sobre sus hombros, le daba la apariencia de un dios.
¡Y vaya que, que dios!. Hacia que la escoria más inmunda se sintiera importante.
Grantaire se planteaba muchas veces qué hacia ahí. Yendo de manera religiosa a todas las reuniones. Siempre fue conciente que sus ideales de lucha no eran nada firmes. Más de una vez había flaqueado. No era un intelectual. Ni un revolucionario. Pero cada vez que escuchaba a Enjolras hablar su mundo se ponía de cabezas.
Y siempre lo supo. Su lealtad, sus ideales y sus anhelos de vivir tenían nombre y apellido.
Tomó su botella para remojar los labios resecos.
El mundo estaba cambiando, los focos de movilización estaban resurgiendo en toda Francia. Y las ansias de cambio se palpitaban a flor de piel.
Enjolras termino su discurso habitual y se dirigió a la barra del bar, para situarse junto a Grantaire.
Este lo observó de manera suspicaz al no entender el acercamiento. A pesar de su indiscutible admiración hacia Enjolras, nunca tenían demasiada interacción durante las reuniones. O al menos es lo que recordaba, si el alcohol no le había jugando una mala pasada.
El rubio suspiro y soltó con cansancio – Necesitare ahogar la preocupación con algo de licor, tuve una noche larga-
-Estas con la persona indicada- Grantaire le guiñó un ojo y le pasó su botella.
Enjolras bebió un trago largo – Esta todo muy inestable, debemos prepararnos. Pronto deberíamos hacer la contraofensiva-
-Aquí siempre tendrás un fiel soldado – Recitó Grantaire mientras tomó su botella y la inclinó sobre su boca.
- Serias el mejor si la mayoría de las veces estuvieras sobrio, Grantaire-
- Eso nunca me ha detenido, y sobrio o no mi devoción hacia ti es irrefutable, mi estimado amigo-
Enjolras rió ante las elocuentes palabras del moreno – Tu devoción esta mal dirigida, tu lealtad debe ser la patria, 'taire-
-Cada hombre con su lucha, y que sea una a la vez. El brandy estaba muy fuerte hoy – afirma Grantaire mientras se agarra la cabeza.
-No tienes remedio, vamos. Tomemos un poco de aire para que se te baje el alcohol de la cabeza- Dijo el rubio tomándolo del brazo, mientras negaba, y llevándolo hacia la salida.
- Aun quedan caballeros, eh?. – rió irónico mientras se dejaba arrastrar por Enjolras, pasando su brazo sobre su hombro – Algún día tu amada Patria será nuestra, mi querido Apollo. Y adornaremos las calles de Rojo.- Sentencio en tono soñador.
Enjolras soltó un profundo suspiro y rió calidamente ante la evidente borrachera de su compañero. Y con firmeza declaro. – Por supuesto, mi querido Grantaire. No lo dudes-
