Este fic está dedicado a Kykyo-chan, por ser el review número 100 de SwanQueen is Endgame. No es un One Shot, pero tampoco será un relato de gran extensión. La idea original para el fic es suya, con algunos retoques míos. a partir de ahora, intentaré hacer este tipo de cosas más a menudo así que, animaos y dejad review. ¡Os puede tocar un fic! Sin más dilación, os dejo el relato. ¡Disfrutadlo!


Regina Mills

No podía, sencillamente no podía soportarlo. Aún después de haber asesinado a aquel monstruo, capaz de hacer algo a mi hijo como aquello, sencillamente, no podía soportarlo. Henry convulsionaba entre mis brazos, mientras yo trataba en vano de mantenerlo a la vida. Gold miraba su libro con una parsimonia inusitada. Pensé que tras la muerte de Hades estaría de buen humor, pero este no parecía ser el caso.

_ ¡Date prisa, Gold!_ Exclamaba Emma, agitando las manos nerviosamente._ Mientras tú pierdes el tiempo, Henry está perdiendo la vida.

Blancanieves y el príncipe estaban en silencio. Garfio y Robin, en cambio, andaban de un lado para otro, sin saber qué hacer. Yo había intentado en vano tratar de usar mi magia de curación. Pero el relámpago que el dios había lanzado sobre mi hijo, era demasiado para mi magia, o la de Emma.

_ Creo que he encontrado algo, mientras perdía el tiempo._ dijo Gold, pasándole el libro a Emma con sorna.

_ ¿Qué dice?_ Pregunté, a voz en grito, sosteniendo la herida de Henry, que supuraba un líquido de color negro, parecido al petróleo.

_ Bueno. Hay un hechizo._ Dijo Emma._ Requiere magia negra y magia Blanca.

_ De acuerdo… pues podemos hacerlo juntas. Vamos, deprisa._ Dije, mirándola. Se había quedado parada, y yo no lo soportaba._ ¿Qué diablos pasa, Swan?

_ Aquí dice que la magia de las dos personas que hagan el hechizo se quedará conectada para siempre._ Emma estaba blanca.

_ ¿Y qué?_ Le pregunté. Poco o nada me importaba que mi magia estuviese conectada a la de Emma._ Hazlo de una vez, Swan.

_ Sí…_ Murmuró.

Me pasó el cuaderno, y recitamos el conjuro juntas. Noté como, por un segundo, mi pulso se detenía, y luego se reacompasaba. Henry abrió los ojos, y vi como el líquido negro se convertía en sangre. Finalmente volví a pasar mi mano por su herida, y esta se cerró. Le rodeé con los brazos, feliz de encontrarme con mi pequeño por fin sano.

Emma Swan

Me sentía extraña. Desde que había hecho el hechizo mi corazón latía a un ritmo extraño. Daba vueltas en la cama mientras trataba de dormir. Repentinamente noté cómo mi cuerpo se movía por propia voluntad. Traté de gritar, pero no me salió la voz. Fue entonces cuando la consciencia me abandonó.

Regina Mills

Me acababa de levantar de la cama, no sabía por qué. Me ajusté bien el pijama, y salí a la carretera. Mis pies andaban sin dirección, y yo me dejaba llevar. Me adentré en el bosque y fue entonces cuando me encontré con alguien que venía directamente hacia mí. Se trataba de Emma. Tenía los ojos cerrados, pero los abrió al llegar delante de mí. Mi corazón latía fuertemente, y casi me parecía escuchar los latidos del de Emma. Cuando nos quedamos a apenas un palmo de distancia, sentía el corazón desbocado.

Nos rodeamos con los brazos, y mis labios chocaron con los de Emma. La sorpresa me invadió, y pude ver lo mismo en los ojos de la rubia, pero el resto de su cuerpo, al igual que el mío, continuó con aquel beso, un beso tórrido que hizo que mi cuerpo empezase a calentarse. ¿Qué diría Robin si se enteraba de esto?

Emma se quedó aferrada a mí, y nos quedamos dormidas en la hierba. La insconsciencia me llegó, sintiendo una repentina y absoluta calma, como si estuviese donde debía estar.

Emma Swan

Abrí los ojos, notando unos brazos rodeándome, que no me eran en absoluto familiares. Regina estaba frente a mí, profundamente dormida. Entré en pánico, recordando lo que había pasado la noche anterior. Jugué con su pelo insconcientemente antes de ver como abría los ojos. Fue entonces cuando nos separamos. Nuestros ojos estaban llenos de incomprensión.

_ Tenemos que hablar con Gold._ Dijo Regina, pálida.

Hizo un gesto con la mano y se desvaneció. Desvanecerse en una humareda era algo natural para Regina. Sin embargo, al ver el color del humo, me quedé aún más sorprendida. El color. Regina se había desvanecido envuelta en humo azul celeste.

Y yo… yo vi cómo me veía envuelta en humo morado, y acabé en mi habitación. Killian aún dormía y yo no entendía nada. Me cambié de ropa y me dispuse a salir. Recordaba los labios de Regina rodeando los míos, de forma tan dulce que no había nada con lo que compararlo.

_ Cielo… ¿Ya estás levantada?_ Lancé un grito, sorprendida por la voz de Killian.

_ Sí… sí… hay un problema con el hechizo de ayer._ Dije, estaba temblando por alguna razón._ Tengo que ir a ver a Gold.

_ ¿Va todo bien?_ Me preguntó.

_ Sí, sí._ Insistí. Necesitaba salir de allí.

_ ¿Quieres que te acompañe?

_ No._ De entre mis labios salió una negativa tajante que yo ni siquiera había planificado.

Killian se acercó y me dio un beso en los labios, como despedida. Y entonces… algo rarísimo pasó. Noté cómo mi cuerpo convulsionaba por entero en una arcada, y mis labios se abrieron, mientras me dejaba caer y me apoyaba en la cama para vomitar sobre el suelo. Me sentía tremendamente enferma, de repente.

_ ¿Cielo, estás bien?_ Se acercó, yo le puse la mano como barrera, para que no lo hiciera.

_ Me voy a ver a Gold.

_ Pero, Emma. No puedes ir así._ Me dijo.

_ He dicho que me voy._ Le espeté.

Salí de la casa, aun sintiéndome mal. Pero a medida que conducía, me iba recuperando. Cuando entré a través de la puerta y me encontré con Regina y Gold, me sentía en plena forma. Regina estaba cruzada de brazos, con la mirada fría, tamborileando con uno de sus dedos sobre su brazo.

_ Díselo._ Dijo, mirando a Gold._ Dile a Emma el detallito que se te olvidó al comentar que nuestra magia se vincularía.

_ Oh, pero pensé que era obvio, querida._ Dijo, con una sonrisa sibilina.

_ ¿El qué era obvio?_ Pregunté, mirándole con desdén.

_ Dice que nuestra magia no es lo único que se ha vinculado._ Fue Regina quién habló._ Al parecer, también lo han hecho nuestras almas y nuestros corazones.

_ Y os habéis convertido en una pareja destinada al amor verdadero, queridas._ Gold dejó escapar una risita.

_ ¡Esto no tiene gracia!_ Dijo Regina, dando un golpe sobre la mesa.

_ Puede que no la tenga para ti, pero yo lo encuentro de lo más gracioso._ Siguió él._ Y os advierto que no podéis hacer nada para romperlo… a no ser que la vida de Henry os sea indiferente, claro.

_ He besado a Killian y he vomitado._ Confesé. Por un momento me pareció notar un resquicio de celos en los ojos de Regina. Todo era demasiado extraño.

_ Vuestro cuerpo rechazará que intentéis traicionaros._ Rumpel se apoyó en su bastón._ Ahora sois la una para la otra, y nadie más.

_ Púdrete._ Dije, dándome la vuelta y saliendo de la tienda.

Sentía que estaba hiperventilando. Aquello era demasiado para digerirlo. Empecé a pensar en cómo había mejorado lo mal que me sentía a medida que me acercaba a Regina en coche. Todo aquello era una locura. Regina salió detrás de mí.

_ Emma._ Me llamó._ No salgas corriendo así. Tranquila, encontraremos una solución.

Si yo quería estar tranquila. Pero no era fácil. Miraba al rostro de Regina y sentía que se me encogía el corazón. Lo que sea que me estaba sucediendo era más fuerte que yo. Se estaba apoderando por completo de mí.

Regina Mills

Si Gold nos había dicho que no había solución, es que no la había, no al menos gracias a la magia negra. Y yo, personalmente, no estaba por la labor de tener una amigable charla con el hada azul sobre cómo sanar esto. Aunque, mis pensamiento se disolvieron rápidamente al sentir cómo Emma me empujaba contra la pared de aquel callejón y me besaba. Aquello distaba mucho de la noche anterior.

Esta vez Emma no estaba siendo nada delicada. Al contrario. Era un beso sucio, ardiente y salvaje. Quise creer que mi reacción natural sería apartarla y darle una bofetada, pero en lugar de eso noté mis labios entreabriéndose y dejándola entrar sin ninguna reticencia. Sus manos acariciaron mi espalda, y las mías hicieron lo propio con la suya. Abrimos los ojos a la vez, y nos observamos, separándonos rápidamente.

_ Esto está mal._ Dije, en un susurro.

Ambas teníamos novio. Novios que nos querían, y a los que nosotros queríamos. O eso creía, porque en aquel momento, si intentaba vencer a Robin sentía que me daba un mareo y me entraba una arcada. Aquel hechizo no era precisamente para tomárselo a broma.

Porque cuando Emma me dio la espalda y se cruzó de brazos, mis ojos bajaron rápidamente hasta la curva de su trasero y ahí se quedaron. Fantaseaba con un clavar mis uñas en aquel trasero tan bonito y dejarlo marcado. Fantaseaba incluso con meter mi lengua hasta lo más profundo de ese trasero. Y eso era algo que jamás había llegado a hacer con nadie.

Negué enérgicamente y traté de recuperar la compostura. Tenía que ser fuerte. Tenía que ignorar cómo el beso que me había dado me había dejado completamente excitada. Tenía que ignorar que era el mejor beso que jamás me habían dado. Pero eso, no era fácil.

Emma Swan

Estaba cachonda. Sí, esa es la palabra, una palabra vulgar y barriobajera… pero es que estaba cachonda. Regina me había besado como nadie me había besado jamás. Había sido un beso jodidamente perfecto por ambas partes. Besar a cualquier otra persona ahora iba a ser una decepción. Y luego había notado su mirada clavada en mi culo. ¡La alcaldesa mirando culos furtivamente! Eso no se lo cree la gente si se lo cuentas.

De hecho, cuando volví a girarme, le habría gastado una broma al respecto. Pero mis ojos se quedaron atrapados en su escote. ¿Por qué no me había fijado antes en ese precioso y bien formado pecho? Me era imposible dejar de mirar. Debía tener una mirada de salida en los ojos que se notaba a kilómetros. Casi sentía cómo mis babas estaban a punto de salirse de entre mis labios.

Quería meter la cabeza entre esos pechos y hacer ruidos indecentes. Quería que ese canalillo se convirtiese en mi paraíso permanente. Ya fantaseaba con morder esos pezones hasta hacerlos cambiar de color. Dios… ¡Estaba enferma! Nunca había pensado en nadie tan obsesivamente.

_ ¡Emma!_ Regina me puso las manos en los hombros._ ¡Tenemos que ser más fuertes que este hechizo, Emma!

Ya… pero sería tan fácil caer, y tan divertido. ¡No! Debía pensar en Killian. En ese caballero apuesto, con un pasado oscuro que había sabido redimirse y convertirse en un ejemplo a seguir. La imagen que me estaba haciendo de Killian rápidamente se desvaneció, y Regina tomó su lugar. Regina en Bikini, en una playa de arena blanca… estaba empezando a humedecerme.

Regina Mills

Emma parecía completamente perdida en una ensoñación. Una ensoñación que había puesto su ritmo cardíaco por las nubes y que había provocado que sus pezones se pusieran duros como piedras. Me mordí el labio. ¡No! Debía concentrarme, por Robin. Mi héroe salvaje que había venido desde una tierra lejana para conquistarme, que salvaba a inocentes. Mi héroe de cabellos de oro.

Acababa de dar una descripción perfecta de Emma, y mi cerebro pareció darse cuenta, porque rápidamente el bandido fue sustituido por la salvadora. Vestida con un vestido de noche escotado, unos tacones de infarto. Fantaseaba con tomarla en brazos y bailar con ella, apretar mi cuerpo contra el suyo, notar su pecho contra el mío. ¡No! ¡Debía parar de inmediato! Ahora era yo la que empezaba a notar la dureza de mis pezones contra mi sostén.

_ ¡Emma!_ Conseguí despertarla._ Es mejor que vayamos a nuestras casas. Estar cerca la una de la otra nos confunde.

_ Sí, tienes razón._ Dijo, en un momento de lucidez que, sin embargo, no había conseguido apagar el hambre de mí que aún llevaba en sus ojos.

Desaparecí, envuelta en humo azul, algo de lo que realmente era consciente, y me encontré en mi dormitorio. Iba a ser duro tener que explicarle a Robin que tendría que dormir en el cuarto de invitados. Era triste lo mucho que esa idea me calmaba y cómo el pensar en volver a tumbarme con él me provocaba arcadas.