Hola a todo s!
Es la primera vez que escribo un Fanfic pero espero que no esté del todo mal, ojalá le deis una oportunidad. Acepto todo tipo de crítica constructiva, de verdad. Será de gran ayuda.
Y sin más preámbulos... la historia.
Dew!
oOo
POV Blanca
Elisa y yo corríamos todo lo que nuestras piernas nos permitían mientras sorteábamos, de la manera más rápida posible, arbustos, ramas e incluso piedras que se interponían en nuestro camino. No teníamos ni idea de dónde estábamos, solo sabíamos que nos encontrábamos en algún lugar de Francia cercano a París y en medio de un frondoso bosque de coníferas.
Apenas habíamos llegado a nuestro destino cuando unos esclavistas se cruzaron en nuestro camino, ver los cuerpos de algunos de nuestros conocidos, ensangrentados e inertes, en el arenoso suelo nos había dejado en estado de shock. Esa mañana ninguna de las dos podía haberse imaginado que íbamos a vivir algo así, no teníamos ni idea de que tendríamos que correr por nuestras vidas.
(Unas horas antes)
Eran las seis de la tarde cuando entramos en el salón de actos de la Universidad Carlos III donde parecía que varias personas esperaban con impaciencia nuestra llegada. Javier, mi profesor de historia, era una de ellas. Tenía cerca de cincuenta años, los ojos color café y algunas canas incipientes.
— Gracias por venir a la hora, Blanca —dijo tras estrecharme la mano y ver cómo le respondía con un leve asentimiento de cabeza para mirar a Elisa. — Supongo que usted será la hermana.
— Sí, soy Elisa —mi hermana estrechó su mano y regresó la vista al resto del grupo.
— Un placer —dijo el hombre antes de hacer un gesto con su mano derecha para que se acercaran. — Les presento al profesor de historia francesa André, su alumna Alice y al joven Antuan.
Mi hermana y yo estrechamos la mano a cada uno de ellos a medida que Javier nos iba presentando a los asistentes. André era un hombre cerca de la cincuentena también, pero tenía el pelo totalmente blanco y los ojos claros. Alice, sin embargo, era una chica de nuestra edad con el cabello rubio, ojos color avellana y muy delgada de cuerpo. Todo lo contrario a Antuan que era mucho más corpulento, moreno y de ojos color chocolate.
— Bien, ya estamos todos —aplaudió con gesto de triunfo como si hubiera conseguido un premio.
— Perdone, pero... ¿Podría decirnos por qué estamos aquí?
Mi hermana Elisa tenía toda la razón al preguntar. Parecía que ningún miembro del grupo sabía de qué iba todo aquello porque todos miraron a Javier con la misma pregunta reflejada su cara.
— Lo sabréis dentro de nada —contestó como si nada justo antes de empezar a caminar. — Pongámonos en marcha.
Todos empezamos a seguirle, salimos del salón de actos de la Universidad por una de las puertas laterales y entramos a un largo pasillo con fotos de varias graduaciones. Por lo que pude ver algunas de ellas eran de 1991, tres años después de la creación de la universidad.
Que Javier no nos hubiera dicho aún por qué estábamos allí me mosqueaba bastante y podía ver cómo mi hermana pensaba igual, sabía que ella también andaba con la mosca detrás de la oreja.
— No entiendo por qué tanto secretismo —dijo Elisa, entre susurros, mientras caminábamos lo más rezagadas que podíamos.
— Lo sé.
— ¿Pero qué te dijo cuándo te llamo?
— Que tenía un nuevo proyecto de investigación y que había reunido a varias personas para llevarlo a cabo.
— ¿Y qué pintamos la hermana y el novio de dos estudiantes de historia?
Ni Elisa ni yo conocíamos a los dos jóvenes que caminaban por delante de nosotras pero supongo que dedujo que eran pareja por cómo se estaban dando la mano...
— Ni idea.
— Todo esto es muy raro.
— Tú me animaste a venir.
— Sí, pero porque te apasiona la historia y siempre has querido intervenir en uno de esos proyectos que tanto me hablabas. No pensé que ...
— Por aquí —dijo Javier tras abrir una de las puertas laterales.
El hombre sujetó la puerta hasta que entramos todos dentro de la nueva sala. Cuando Elisa y yo pudimos pasar me di cuenta de que era un lugar realmente amplio, las paredes eran blancas y había una especie de caja circular de metal con cristales en el centro. Además de un montón de pantallas esparcidas por todas partes que varios hombres, ataviados con batas blancas, observaban con atención.
Me quedé con la boca abierta, nunca había visto nada igual y, aunque no entendía que tenía que ver eso con la historia, sí que me picaba la curiosidad por saber cómo funcionaba. A mi lado tenía a Elisa y podía ver que ella miraba con la misma cara de embobada esa sala e incluso algo más, después de todo ella era la única que había estudiado ciencias.
— El doctor Mikel y el doctor Diego les explicará todo.
— Gracias Javier —comentó Mikel, un hombre algo más joven que los dos profesores de historia y con acento inglés, antes de abrir las manos a modo de bienvenida.— Hace treinta años el mundo de los negocios se revolucionó con la llegada de una máquina capaz de enviar documentos a cualquier parte del mundo solo con pulsar un botón. Y el profesor Diego y yo quisimos hacer lo mismo con objetos tridimensionales.
— ¿Se refiere a un fax o algo así?
— Exacto, señorita...
— Alice.
— Un momento, por favor —intervino Antuan— ¿Intenta mandar objetos reales de un lugar a otro?
— Así es.
— Pero eso es imposible —dijo Elisa incrédula.
— No, no lo es. Y la prueba de ello es esta máquina, es capaz de transportar objetos tridimensionales —comentó tras señalar la enorme plataforma.
— ¿Consiguieron que funcionase?
— Sí
—¿Dónde?
— En una habitación pero... queríamos enviar cosas a otros continentes y creamos ésto. Hace un par de meses enviamos un objeto a otra máquina como ésta en New York y ahora viene lo más interesante —Mikel hizo una pausa como queriendo darle intensidad al asunto. — El paquete nunca llegó a su destino. Unas horas después apareció de nuevo aquí.
— Un momento si desapareció entre España y New York, ¿Dónde estuvo mientras tanto?
— Nosotros nos hicimos la misma pregunta —el hombre encendió una pantalla cercana y pasó varias imágenes.— Así que mandamos una cámara una y otra vez y recibimos fotos del mismo lugar, una ladera con árboles. Y fue entonces cuando Diego tomó la decisión de enfocar la cámara hacia arriba y en cuanto cotejamos las cartas estelares supimos que la cámara estaba en el sitio equivocado y... en la época equivocada.
— ¿Y eso qué significa?
— Que la cámara tomaba fotos de un bosque cercano a París en el año 1630.
— ¿Está diciendo que descubrieron por casualidad cómo viajar en el tiempo? –pregunté anonadada.
— No, descubrimos un agujero de gusano que parece estar fijado en un solo lugar y tiempo del pasado. En 1630, París.
— ¿Y qué pretenden hacer? ¿Qué viajemos por el tiempo todos juntos en amor y compañía?
— Exacto, señorita Elisa.
— Os daremos pistas sobre las mejores zonas de excavación y esperamos que nos podáis decir por qué estamos vinculados a ese lugar y época.
— ¿Pero están locos? —intervino por primera vez André, el profesor de historia francesa.
— No, es un nuevo descubrimiento revolucionario, que ayudará a estudiar la historia de una forma más real.
— ¿Y qué pintan dos conocidos de estudiantes de historia en todo ésto? —soltó el joven con un cierto acento francés.
— Usted es sociólogo y la señorita Elisa, sino me equivoco, es psicóloga, seréis de gran utilidad a la hora de tratar con las personas. Con los historiadores y vosotros, podréis moveros por esa época perfectamente.
— Sí pero...
— Ya sé que tienen muchas preguntas pero os aseguro que no correréis ningún riesgo y seréis los primeros viajeros del tiempo, será mucho mejor que haber pisado la luna por primera vez.
El murmullo no se hizo esperar, todos comenzamos hablar con los otros entre asustados e interesados.
— Es peligroso, podríamos alterar el pasado —mencionó Alice.
— Sí pero quién no ha soñado alguna vez con poder viajar en el tiempo —les dije yo, después de todo ese siempre había sido mi sueño.
— Eso siempre ha sido cosa de la ciencia ficción como el Doctor Who, no creo que debamos meternos en algo así —contestó mi hermana mirándome a los ojos. — No deberíamos jugar con la historia.
En el fondo sabía que ella tenía razón pero no podía dejar pasar esta oportunidad, la historia siempre me había apasionado y poder vivirla en persona… era algo inimaginable.
— ¿Y si ahora no fuera solo parte de la ficción? —dijo Diego quitándose las gafas y colocándoselas en la bata blanca.— Y si pudieran vivir la historia de verdad y no leerla en libros o verla a través de documentales, series o películas de televisión.
— Sería alucinante.
— Exacto Blanca ¿En serio van a perder la oportunidad de viajar en el tiempo?
oOo
Los primeros capítulos del fic son introductorios pero prometo que no tardarán mucho en aparecer nuestros mosqueteros. =D
