Historia de mi autoría. Los personajes pertenecen a la Serie Candy Candy.
Presagio de Amor
Chicago, 2005
-En una casa de Chicago de fasto y moderno aspecto una pareja apuraba su marcha pues de no hacerlo perderían su vuelo con destino a Francia. El trajín de los últimos días con la promoción de su hijo y las eternas horas en el hospital cuidando de su adorada primogénita quién amenazaba con traer al mundo antes de tiempo a su bebé los tenían absortos en compromisos. Tenían que realizar un viaje de descanso obligatorio, se lo habían prometido desde hacia un año. Nunca encontraban el tiempo para hacerlo, el exceso de trabajo en las empresas Ardlay habían consumido a su creador. Eran raras las horas que pasaba en casa, siempre trabajando incesantemente por mantener su imperio y legado de sus hijos. William C. Ardlay era un caballero en toda su extensión, presumía a su esposa e hijos, los amaba con locura pese al poco tiempo que tenía para enfocarse de lleno en ellos. Apostó todo a las nuevas inversiones en energía consolidando su propio imperio Ardlay Energy sin dejar a un lado el familiar negocios de gemas.
-Priscila amor, debemos darnos prisa si no queremos perder el vuelo
-Ya voy William, siempre andas azorado, debimos despedirnos de los chicos anoche
- Estamos bastante crecidos ya no creen? –Decía su hijo quién miraba divertido a sus padres. No te preocupes mamá, todo estará bien. Viajen, descansen y en un par de meses, vuelvan!
-William Albert Andrew para una madre, sus hijos nunca crecen. No te olvides de acompañar a tu tía Elroy a los eventos de caridad , estar muy pendiente de la servidumbre y por supuesto, los negocios.
-Hmm También los de caridad? Pensé que solo los sociales y empresariales. Para los caritativos está Rosemary
-Rosemary está en su octavo mes de embarazo, no pretenderás que ande arrastrando su matriz por ahí.
-Si, si tienes razón madre. No te preocupes, acompañaré a mi tía. Por favor váyanse ya, disfruten el viaje
y me traen algo hermoso de París. –Priscilla y William C. Ardley eran el matrimonio perfecto. Tenían 35 años de casados, dos hermosos hijos. Rosemary Ardlay quién había contraído nupcias con George Villers, dueño de una importante aerolínea, ahora gestaba su primer bebé. Todos estaban emocionados al saber que sería un varón. Su embarazo no había sido nada fácil, pero ella había logrado un octavo mes de gestación y estaba dispuesta a dar su último aliento con tal de llegar a feliz término. William Albert Ardlay era el hijo varón del matrimonio. Tenía solo 22 años, fuerte, elegante, varonil, de atractiva sonrisa y un trato tan cordial que derretía a las mujeres. No tenía rostro para la hipocresía, era bondadoso y fiel a Dios; su única debilidad eran las mujeres bellas, aunque para ser honesto consigo mismo aunque fuesen bonitas no había encontrado aún una ninfa, una verdadera "deidad" a la cual adorar. Le gustaba invitarlas a cenar, hacerle regalos costosos, pasar un buen rato ya fuese en la ciudad o fuera de ella. No era para nada extraño sorprenderlas con una invitación a navegar o trasladarlas en aeronave a otro destino. En ocasiones se perdía por semanas, su padre siempre sabía donde localizarlo por motivos de seguridad, era discreto con sus romances, sabía cuán pasional era su hijo y lo dejaba disfrutar de lo que él creía era el amor. Sabía que poco a poco, él solito se entregaría en cuerpo y alma a la mujer correcta, en ello él como su padre no intervendría. Se lo había prometido desde que era un adolescente.
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-Siete años atrás…
-William te vi coqueteando con la hija de los O'Neill
-Yo?
-Sí, tú y no me salgas que solo has sido cordial hijo. Hay límites entiendes? No debes jugar con el corazón de una mujer a menos que ella solo quiera pasar un buen rato contigo sin compromisos
-Tiene eso algo de malo? Pasar un buen rato sin ningún tipo de compromisos?
-Ese es el problema hijo, los compromisos llegan solos, te amarran si no sabes usar tu cabeza y la verdad no quiero verte amarrado a ninguna mujer sin amor. Sabes de lo que hablo cierto?
-Qué la embarace? Eso no me amarrará padre
-Lo hará, porque somos una familia decente y no tenemos hijos regados por ahí. Confieso que tu madre no fue mi primera mujer, pero si ha sido la última, la amo, la respeto es la madre de mis hermosos hijos y ha estado a mi lado siempre. Es la compañera ideal, entiendes? Tienes que tener una mujer a tu lado con quien te sientas bien en todo momento. Comedida, serena, sana, inteligente, bondadosa, amable, hermosa y de gran corazón…
-si papá, eres un hombre dichoso por tener todo eso en mamá.
-Lo soy y tú también lo serás. Solo es cuestión de saber esperar a la persona correcta; mientras tanto puedes oler todas las flores del jardín, pero nada de cortar sus tallos, cuando lo hagas será la flor que cuidarás para ti por el resto de tu vida.
-papá ellas solo quieren diversión. Debo decir siempre no, no, y no a todo?
-diversión con protección. Sí me entiendes?
-ja,ja,ja ya me hablaste de eso? Estoy realmente sereno en ese tema. Siempre pongo mis reglas y ellas aceptan aunque aún no toco fondo, pero tocaré de seguro. Llegará ese momento mágico tarde o temprano. Me siento en ocasiones acosado papá, ellas solas me buscan
-tienes apenas 15 años, no corras aún.
–William recordaba ese sano consejo de su papá "no corras aún…" fue paciente, espero y espero. No precisamente por el amor de su vida, el corazón le daría un vuelco cuando ocurriera, mientras tanto solo se divertía, eso querían muchas, solo diversión y él, él era el rey de la aventura. Mantenía sexo ocasional, con otras solo se divertía en fiestas o viajes. A todas les agradaba su cálido trato en sus momentos íntimos, pero era un hombre que amaba lo natural, actividades al aire libre cosa que molestaba a algunas chicas. Se cuidaba de la prensa, no las exponía en ningún momento aunque en ocasiones en realidad sí lo sorprendían.
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-Tiempo actual-
-Se avecina una tormenta Candy, por favor apúrate
-Sí señorita Pony, recogeré la ropa y luego le ayudaré en la cocina. –El hogar de Pony era conocido en toda la región de Lakewood. Los chicos allí criados eran buenas personas de adultas, recibían una educación inicial con conocimientos básicos. Al cumplir los 18 años, tenían que abandonar el hogar, ya fuese comprometidos en matrimonios o en busca de un trabajo. Sus instalaciones alojaban a una linda niña, Candice White como le habían llamado. Era una niña lista, bonita y precarios modales. La primera impresión era satisfactoria para los posibles padres adoptivos, pero Candice siempre se esmeraba por romper todos los esquemas pues decía que la debían de querer con todo y sus defectos, luego ya no habría devoluciones; así ocurrió cuando tuvo 6 años. Fue adoptada por Gerald Murphy, un granjero sin fortuna pero económicamente estable. Él junto a su esposa Jessica le dieron un hogar, ella era la única niña entre seis hermanos. La esposa de Gerald nunca tuvo niñas, su esposo la complació al adoptarla, pero los dos siguientes años transformaron a la dulce y traviesa Candy en una niña retraída y un evento forzado la llevó de vuelta al hogar de Pony y transformarla en una persona resiliente
-Senorita Pony, esta semana recibiremos visita de la familia Ardlay. En esta ocasión, vendrá la abuela parece que la señora Priscila se encuentra de viaje y estará fuera del país por algunos meses.
-Santos cielos, sabes lo que eso significa? La última vez que vio a Candy casi la fulmina con la mirada
-si lo recuerdo, pero cree usted que ella también…?
- La señora Elroy tiene memoria de elefante, no creo que haya olvidado aquello. Candy amarró esos patitos es cierto, pero lo hizo para que no se perdieran de su mami. No tiene mal corazón no piense usted eso
-eso lo sabemos usted y yo, pero la gente no lo ve así. Tiene 11 años y no ha vuelto a ser adoptada
-pues que no lo hagan, me sirve mas aquí que allá afuera. Siempre pienso que algún hombre podría hacerle daño a mi pequeña. Es fuerte pero inocente a la vez, su noble corazón no conoce la maldad
-Los días pasaron, Candy estaba de lo mas afanada haciendo pastelitos para la visita que recibirían en cualquier momento. Esperaba ver a la elegante señora Priscila y caminar a sus espaldas de manera empinada igual que ella lo hacia. La consideraba una mujer muy elegante y sumamente hermosa, a parte bondadosa. El motor de un auto se escuchó, todos corrieron a sus puestos. Candy era la única que no se había dado cuenta de nada, sus galletas por poco se queman y la tetera estaba en su punto.
–Qué extraño? he horneado estas galletas siempre y hoy se me pasó el tiempo? No puede ser, estoy segura que ha sido el mismo tiempo de siempre. Entró corriendo a la sala cuando tropezó con unas fuertes piernas. Del impacto supo de inmediato que había metido la pata, de seguro la señorita Pony la desterraría a la Patagonia donde quiera que eso estuviera
-Lo siento! atinó a decir
-Lo sientes? En serio? -Candy levantó su mirada encontrándose con los ojos mas hermosos que hubiese visto en su vida. Todos los colores le subieron al rostro. Quién era ése ángel que la miraba de manera tan divertida? Él estaba ahí de pie y la observaba de manera divertida, luciendo un traje sastre azul marino de suave tela delineando sus hombros. Lucía chaleco y prendas elegantes; por más que intentara una apariencia casual, era casi inevitable para un hombre cómo él; su tía insistía vestir acorde a su nombre estuviese donde estuviese.
-a dónde vas tan de prisa pequeña?
-yo… iba a cambiarme señor, para…. recibirles –Candy hizo una barrida rápida alrededor. Recordó la austera mirada de la señora allí de pie
-Candy, discúlpate por favor con la señora y el señor Ardlay -dijo la señorita Pony
-Lo siento señor, señora Ardlay
-William se inclinó para quedar más a su pequeña altura –No te inquietes pequeña, ha sido una tontería. Sus varoniles manos tocaron su carita tratando de limpiarla. Le sonrió pidiéndole en voz baja que fuera a cambiarse; cosa que no tardó en hacer. A William le dio risa, estaba llena de harina con un olor inconfundiblemente a chocolate. Aún así, le pareció una chica muy hermosa
-Señorita Pony, Hermana María estoy complacida de visitarles después de tanto tiempo. Como sabrán mi hermano y su esposa han tenido que viajar fuera del país. En la agenda de Priscila estaba visitar su hogar cada tres meses. He traído por primera vez a su hijo, el es William Albert Ardlay, el heredero. Ha estado fuera por algunos años estudiando en una prestigiosa universidad de Inglaterra y pues, tiene una agenda social muy apretada. –William puso su mejor rostro, le molestaba de sobremanera cómo su tía solía presentarlo como "el heredero"…
-Candy estaba ya de regreso, solo había limpiado rápidamente su rostro y desecho el delantal. Al pie de la escalera pudo escuchar quien era el joven tan apuesto. Debió suponerlo, era el vivo rostro de su madre y por lo que percibía, seguramente igual de amable que ella. Llegó al salón y pidió permiso para servir. William la miraba muy atento, sus madres asintieron. En segundos trajo una bandeja con algunas galletas e indicó que iría por el té; él rápidamente le lanzó a su tía una mirada de censura, se levantó y entró a la cocina para ayudar a la niña -Me dices donde están las tazas?
-Candy se sorprendió, lo había dejado en la sala y ahora estaba tras ella. –Si, están en ese mueble
-Eres muy pequeña para esto
-pero soy muy fuerte y siempre me permiten hacerlo
-porqué?
-porque debo aprender, si trabajo algún día en una gran casa debo saber hacer esto
-William la observa muy atento y pretendió corregirle su manera de pensar, -tal vez es mejor decir que algún día dirigirás una gran casa, a las damas se les permite servir el té –en el fondo le conmovía verle tan pequeña y ya pensaba en trabajar, cuando a esa edad debería tener a su madre alisándole los cabellos y perfumando su cuerpo.
–me dirás qué huele tan rico?
-mis galletas,
-puedo?
-claro, solo…
-solo?
-se me quemaron un poco
-ja,ja,ja no te preocupes. Yo tampoco se cocinar muy bien
-En ese caso, pues adelante -Ambos dispusieron del té y las galletas; no estaban tan malas. Albert gustoso las comió para no hacerla sentir mal. La abuela Elroy solo tomo el té, tenía problemas de azúcar así que fue la excusa perfecta para denegar el ofrecimiento a las quemadas galletas,
–Tía quisiera recorrer un poco la propiedad, pueden mostrarme señoras?
-claro señor Ardlay, Candice estará encantada - Ambas mujeres sonrieron, sabían que el elegante caballero moría por salir de ese escenario. La conversación entre mujeres mayores le era un poco asfixiante y más si la conversación giraba en torno a achaques de salud como reumas, diabetes y algunos remedios caseros infalibles para tratar tales males. Había visto una colina, le pidió de inmediato que lo guiara. Candy observó sus ropas y finos zapatos riéndose sin recato en su cara -No quiso ser grosera, pero…
-el entendió rápidamente
-crees que no es un atuendo apropiado pequeña?
-no lo es señor
-bueno, la próxima vez que venga traeré ropa mas cómoda -Podemos ver otra parte de la propiedad?
-si, hay un riachuelo donde pescamos , por hoy lo podemos solo observar desde el pequeño puente
-Está bien, si la guía turística no deja otra opción? eso será. –Caminaron con un sequito de escoltas, todos afanados en conversar con tan elegante caballero, para Albert no paso desapercibido el don de mando que demostraba Candy con los niños y lo mejor de todo, le llamaban jefe!
-Supongo que ése rango te lo ganaste con tu esfuerzo y trabajo, cierto jefe? –le dijo él sonriéndole amablemente, ajeno a la tormenta de emociones que desataría en ése pequeño y agitado corazoncito
-yo soy la jefe, porque demuestro tener más destreza que todos ellos juntos, además soy más saludable. Casi nunca me enfermo -Albert la miró curioso e intrigado, no dejó de cuestionarse como una niña tan linda no había sido adoptada aún?
- Muero por que me demuestres tus dotes olímpicos, que tal si vamos por la pesca del día? -Le dijo animosamente.
-La tarde pasó sin mayores contratiempos. Para cuando Elroy saliera de la propiedad, no podía creer lo que sus ojos veían. William estaba empapado; no traía zapatos puestos, sus finos pantalones remangados hasta la rodilla. No estaba segura, evidentemente los niños habían jugado con él o él se había convertido en un niño? No haría reprimendas en público, pero le dedicó una fuerte mirada acusatoria.
–William nos vamos de inmediato; por favor… mírate! - Tal comentario hizo estallar en carcajadas a los chicos e incluso al mismo señor Ardlay
–William había insistido en pescar algo para que ellos cenaran y así lo hizo. Buscaron la caña y las apuestas comenzaron. Había pescado con su papá cuando niño, pero la práctica parecía haberla perdido. Candy y los chicos ganaron logrando pescar 5 a 2. La tarde para ellos pasó entre pesca, un buen baño forzado en el río, risas contagiosas y sinceras. -Candy había querido embromarlo, fingió ahogarse tirándose al agua supuestamente un pez había picado su carnada; William se lanzó sin pensarlo dos veces, era un buen nadador pero cuando capturó su pequeño cuerpecito, pudo notar como ella hábilmente como una sirena se zafó de su agarre y nadó sin problema alguno. Todos estallaron en risas en ése momento, cuando habían azuzado al señor Ardlay que por favor la rescatara ahora se reían, había caído en su trampa!
-Pequeños tramposos, espero laven y sequen mis ropas o no les darán de cenar, había dicho seriamente pero al ver sus caritas llena de preocupación, fue él quién río a gusto. –Es broma, algún día me las cobraré, ya verán! Ahora vayamos a casa, hemos demorado mucho tiempo aquí y si no me cambio enfermaré.
–William entregó a la señorita Pony el cheque destinado para sus carencias. Prometió volver pronto con mejores atuendos y regalos para los niños. Sentía que había hecho verdaderos amigos. Buscó a Candy con la mirada, ella estaba aparte del grupo que se despedían de él con ánimos mientras ella le miraba con cierta nostalgia. Se acercó a ella revolviendo sus dorados cabellos, se agachó y le dio un beso en la mejilla lográndole susurrar. -"Gracias por tan maravillosa experiencia Candy"; te veré pronto, prometo traerte un hermoso regalo.
–Candy sonrió pero no dijo nada. Albert avanzó hacia el auto siendo detenido entonces por su hermosa voz. -Espera! se dio la vuelta mientras el chofer y su tía esperaban. -Candy lo abrazó con fuerzas mientras él devolvía el abrazo. Por algún motivo esa persona, le había caído muy bien.
-Volveré pequeña, es una promesa –William recordó hermosos momentos de su infancia, sintió pesar por la ausencia paterna que le hacia falta a estos chicos sobre todo a ella, a la hermosa niña de ojos verdes, unos ojos que jamás olvidaría…
HOLA. AQUÍ LES REGALO ESTA TIERNA Y PREMATURA HISTORIA DE AMOR.
Ni se quedará de 22 ni se quedará de 11. Lo que si hará es dejar pasar el tiempo mientras olvida una promesa.
