Como dirigente de clases que era, prácticamente le tenían de esclavo del aula: que ve a pedir borradores, que se acabo a tiza, pide esto pide lo otro. Y tan inexperto como era Ryugamine Mikado interactuando con gente, se pasaba todo el día subiendo y bajando escaleras, presentándose cada vez con una exagerada reverencia y torpe lengua el motivo de su visita al aula ajena.
El suceso no habrá durado más de unos cuantos minutos, pero al helársele la sangre parecieron diez.
Quince como máximo.
"No deberías de ser tan tímido. La gente espera más de ti" le aconsejó con una sonrisa de serpiente el chico de ojos azules, que a pesar de ser más bajo que él se inclinaba para encararle "si no, te comerán vivo" advirtió el menor volviendo a acomodarse frente al pizarrón, para estar a vista de todos.
-te comerán vivo- La misma frase le aterró hasta los huesos a Mikado, y escuchaba de trasfondo al profesor presentar al nuevo estudiante- "... ¿Qué haces todavía aquí?" le rabió con la mirada, molesto por lo lento que resultaba la presencia del estudiante.
Apenas y se había dado cuenta que ya le habían entregado la carpeta.
Toda el aula se le quedo viendo antes de estallar en murmullos, y sin saber que hacer Mikado fue salvado por su voz: "Aoba Kuronuma" se presentó el menor en voz alta, lo suficiente para que Mikado lo escuchase y se aprendiera su nombre, recibiendo así toda la atención. Le miró de reojo aún sonriendo terminando por guiñarle, y solo entonces Mikado huyó del aula, con el corazón agitado y un leve rubor.
Había sentido un leve escalofrió: Como si el demonio le hubiese hablado
n/a: entrada para una actividad en otro foro, la verdad es que estoy desgastada y me hace falta MUCHISIMA practica. ademas de deberles a ustedes muchas cosas, perdonaran la falta de dedicación entonces. Tendran que aguantarme por ahora con escritos así de sonsos y para nada amenos hasta volver a cogerle gusto -w- Gracias por leer!
