Daryl paseó la mirada por la habitación de su nuevo apartamento. A comparación de la casa en la que había vivido en Canadá, éste era pequeño. En los últimos seis años, había residido en diferentes lugares del mundo, y había perdido la cuenta de en cuántas casas o apartamentos había pernoctado.
Pero esa etapa había terminado y volvía a la humildad de su barrio, el cual le había visto crecer. Hacía casi seis meses que había vuelto a Savannah y, hasta ese entonces había vivido con su madre, pero pronto decidió buscarse su lugar propio y alquilar un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad, muy cerca de la playa y a escasos minutos de la de su madre.
A excepción de una maleta con apenas unas pocas prendas de vestir y su inseparable ordenador portátil, Daryl no tenía más pertenencias de las que llevaba consigo. Dejó la maleta en la cama, sacó de su interior el ordenador y lo encendió. Durante las tres horas siguientes, se dedicó a enviar su currículum a todas las empresas dedicadas a la programación informática.
Adoraba su trabajo como programador, y éste le había permitido viajar a infinidad de países en los últimos años. Desde joven, Daryl tuvo facilidad para todo lo relacionado con la tecnología, consiguiendo entrar en una de las mejores universidades para estudiar ingeniería informática, convirtiéndose en uno de los mejores de su promoción.
Miró un sinfín de ofertas de trabajo, enviando su currículo a todas ellas. No todas estaban relacionadas con la programación, pero la gran mayoría sí. Durante esos cinco meses había estado sin trabajar, adaptándose de nuevo a la vida en su ciudad. Pero ahora, tenía la necesidad de volver a estar activo, tener un trabajo y estar ocupado.
Por suerte para él, su trabajo en el extranjero le había reportado buenos ingresos económicos y aún disponía de suficiente dinero. Muy a pesar de que en el pasado había gastado una fortuna, aún podía permitirse alquilar un apartamento, y sobre todo, ayudar a su madre.
Observó una por una las ofertas de trabajo; y entonces, vio una que le llamó la atención. A diferencia de las anteriores, ésta consistía en un proyecto innovador del instituto High Savannah para enseñar a los jóvenes a programar. Daryl sonrió y envió su solicitud a la escuela. Cuando había estado en Argentina trabajando, había participado en un proyecto similar y le había resultado muy satisfactorio. Quería volver a probar dicha experiencia.
Nala, un bulldog francés atigrado de apenas un año, apareció por la puerta de la habitación con una gruesa cuerda roja y negra en la boca con ganas de jugar. Daryl la miró, justo en el momento que ella se acercó a él, y soltó dicha cuerda reclamando su atención.
Daryl la observó atentamente, queriendo adivinar cuál era la intención de ella. Nala le ladró y él se dio por vencido, pues sabía que era lo que quería.
-¡Está bien, está bien! –Se queja el hombre, se agacha delante del cachorro, acariciándole. –Vamos con Khloe. -La perrita reconoce el nombre y levanta las orejas, totalmente emocionada por ir a ver a su verdadera dueña.
Tras ello, Daryl cerró el portátil, ató la perra a la correa y salió a la calle hacia la casa de su madre. A medida que se acercaban, Nala ladró reconociendo al instante hacia dónde se dirigían.
Daryl se adentró en casa de su madre con sus propias llaves, que conservaba desde hacía seis años. Nada más abrir, Nala entró con rapidez en busca de su dueña.
– ¿Mamá? –Gritó el hombre adentrándose en la casa y cerrando la puerta tras de sí. –¿Khloe?
-¡Aquí!–La voz de una adolescente resonó en la última habitación del largo pasillo de su antigua casa. Al final de éste, había una puerta que daba a un gran patio.
Daryl se adentró hasta la habitación de Khloe, para ver a la adolescente de ojos azules y una extensa cabellera de color castaño claro, sentada en la cama mirando un portátil. Nala ya estaba posada en sus piernas, dándole la bienvenida a su dueña.
Khloe era la hija de Merle Dixon, su único hermano, quien prácticamente estaba desaparecido desde hacía diez años. En ocasiones hacía visitas esporádicas o llamaba para pedir dinero. Pero siempre acababa marchándose sin preocuparse de las condiciones en las que estuviera su hija.
Por suerte para Khloe, su abuela Roxanne y su tío Daryl habían cuidado de ella, desde que apenas tenía un año y medio, cuando se enteraron que Merle tenía una hija y que estaba desatendida. Roxanne no dudó en pedir la custodia, al ver las condiciones pésimas en las que la pequeña se encontraba. De eso habían pasado trece años.
Daryl avanzó por la habitación esquivando ropa tirada por el suelo. Sintió melancolía al recordar su antigua habitación, puesto que éste pequeño dormitorio había sido el suyo cuando era un niño. Besó la cabeza de su sobrina en un acto cariñoso. Ésta prácticamente ignoró a su tío, a pesar de que él le volvió a acariciar sus cabellos.
-Ei, Khloe, -le llamó y ella levantó la mirada hacia él, pero con cierto recelo. –Si te apetece podemos ir a los recreativos esta tarde, estoy libre… -Le dijo. Daryl solia llevarse a su sobrina a los recreativos cuando era una niña y ésta adoraba pasar estos momentos con él.
-No puedo, voy a salir con Sarah. –Le respondió con enfado, para seguir mirando la pantalla.
Daryl ladeó el rostro, mirándola. Sabía que la joven estaba enfadada con él debido a que tres días atrás se había marchado a su nueva casa, llevándose consigo a su mascota. Pero esa fue una decisión de Roxanne, quien debido a su escaso sueldo limpiando en una empresa, no podía mantener el cuidado de un perro.
Khloe sabía las condiciones en las que estaba su abuela, cuando tras encontrarse a la perrita abandonada, decidió llevársela a casa. Roxanne le impidió quedársela pero entonces Daryl se comprometió a cuidarla, ya que él si podía hacerse cargo de ella. Así que cuando decidió irse a vivir solo, tuvo que cumplir su promesa de cuidarla.
-No puedes estar enfadada conmigo, prometí que la cuidaría y sabes que la abuela no puede hacerse cargo de ella. -Khloe no dijo nada, mientras ignoraba a su tío-. Sabes que siempre puedes venir a verla.
Por primera vez, Khloe le miró a los ojos mostrando su enfado.
-Y como sé que vas a volver a cumplir tú promesa. Cuando te fuiste a Inglaterra me prometiste que solo estarías un año fuera; y de eso han pasado casi 6 años. Y ahora te vuelves a ir…
-Estoy a cinco minutos, cielo. –Le dijo con tono dulce. –Aunque esté lejos siempre estaré contigo…
-Nah… -Daryl suspiró, y decidió dejar la conversación para más tarde. Aun así, volvió a acariciar sus cabellos con afecto.
-¿Dónde está la abuela? –Preguntó el hombre.
-En el patio.
Daryl asintió, caminó hacia la puerta y miró a la adolescente que seguía pendiente de su portátil chateando con sus amigos.
Cuando tomó la decisión de alquilar su propio apartamento, Daryl supo que ella se enfadaría con él. En lo que respectaba a él, Khloe era muy susceptible. En todas y cada una de las conversaciones que habían tenido por Skype durante estos seis años que había estado fuera de casa, Khloe siempre le preguntaba cuando iba volver.
Daryl había sido un referente para ella. Casi como su padre, pues cuando Roxanne salía a trabajar, él se quedaba con ella cuidándola, jugando y prácticamente criándola. Siempre había existido un vínculo muy especial entre ellos, y Khloe adoraba a su tío.
Daryl se dirigió hacia el patio exterior, donde su madre solía pasar gran parte de la tarde. Estaba debidamente cuidado; un gran limonero adornaba la estancia, una mesa de madera e incluso un columpio en la parte derecha, que el padre de Merle había construido para él. Roxanne le encantaba cuidar su pequeño jardín y se entretenía plantando diferentes tipos de plantas o árboles.
Roxanne estaba sentada en un cómodo asiento, entre el sol y la sombra, leyendo un libro. A sus cincuenta y nueve años parecía mucho más joven de lo que era. Su pelo era rubio y largo, y sus ojos azules como los suyos.
Daryl le consideraba una luchadora. Se casó con Nick Dixon cuando apenas tenía 19 años, que la maltrataba, la dejó embarazada y se fue cuando Merle tenía seis años. Sin ningún tipo de recursos, ella tuvo que ejercer la prostitución y fue entonces cuando se quedó embarazada de Daryl.
No había tenido una vida fácil, y sabía cuánto había sufrido para sacar adelante a Merle, a él y a Khloe. Por esa razón, Daryl se desvivía por ayudar a su madre. Solo quería darle lo mejor. A pesar de que tenía un trabajo estable, Daryl le enviaba dinero todos los meses, ayudándole económicamente.
Roxanne estaba tan entretenida leyendo un libro, que ni siquiera se percató que su hijo acababa de entrar en el patio. Daryl viró los ojos al cielo al ver que se trataba de otra novela de Nancy Payen. Su madre estaba obsesionada con esa autora. Se había leído casi todos sus libros. A decir verdad, casi todo el país y parte del extranjero estaba obsesionado por la saga "Vértigo", una saga de varios libros ambientada en el siglo XVI sobre extrañas desapariciones, y sobre todo, una intensa historia de amor.
Cuando sintió la presencia de alguien, la mujer levantó la mirada para ver a su hijo menor con una media sonrisa, acercándose a ella.
-¡Hola, cielo! –Saludó a su hijo.
-¿Cuántas veces has leído ese libro? –Le dijo con una sonrisa inclinándose para besar la mejilla de su madre. Su madre negó con la cabeza siguiéndole con la mirada mientras se sentaba a su lado en una de las sillas del patio.
-Muy gracioso… Es el nuevo libro, me lo ha dejado una compañera de trabajo. –Daryl sonrió, dejando ver los blanquecinos dientes. El sol de enero molestó a sus ojos azules y se puso las gafas de sol.
-La autora se debe estar haciendo de oro. He oído que quieren hacer la adaptación al cine. –Comentó el hombre mientras agarró el libro de su madre buscando una foto de la autora, pero no había ninguna por ningún lado. Tras no encontrar nada se lo devolvió a su madre, quien lo apoyó contra sus piernas.
-Tendrás que llevarme al cine. –Daryl se rió y asintió encantado por su petición.
–Cuando quieras.
-¿Cómo va la mudanza? –Preguntó la mujer, con cierto sarcasmo por las pocas pertenencias de su hijo. Daryl se rió por la pregunta.
-Bien, muy cansado. –Le contestó siguiendo con la broma-. Tenéis que venir un día a cenar. Aunque no esperéis una gran cena. –Roxanne se rió sabiendo que no era un buen cocinero. Seguramente acabarían comiendo pizzas o algo por el estilo.
-Quiero volver a trabajar, he estado buscando. –Roxanne levantó las cejas y sonrió.
-Me alegro, ¿le has preguntado a Neil? –Sugirió la mujer. Daryl negó con la cabeza justo cuando escucharon un ladrido de Nala.
Neil era el mejor amigo de la infancia de Daryl, y al igual que él había estudiado ingeniería informática. Pero a diferencia de él, Neil estaba trabajando en una empresa especializada en la robótica.
Desde que había vuelto, se había reunido a menudo con él, e incluso, había sido invitado a su casa pasando tiempo con su familia. Neil se había casado y tenía una hija de apenas tres años.
-No, no me gusta de lo que trabaja Neil. Pero le comentaré algo sí no encuentro ningún trabajo.
Daryl miró a su madre, quien por un momento vio cómo su rostro cayó en algo que le lastimaba. Frunció el ceño y antes de que pudiera preguntar, Roxanne habló.
–Ha llamado Merle. –Daryl suspiró cansado.
–Déjame adivinar, para pedir dinero o alguna mierda de esa. –Roxanne miró a los ojos azules de su hijo y asintió.
–Ni siquiera preguntó por la cría. –Aseguró con amargura mientras miraba por el pasillo como la adolescente ahora estaba jugando con el perro.
–Es un auténtico cabrón, mamá. Nunca se ha preocupado por Khloe. Si no llegamos a sacarla de allí, no sé qué hubiera sido de ella. –La mujer cerró los ojos intentando obviar el dolor por pensar en su hijo mayor.
Odiaba darle la razón a Daryl sobre este tema, pero sabía que la tenía. En el pasado, Roxanne había intentado defenderle e incluso, madre e hijo habían discutido por esta razón, pero ahora, la mujer ya no intentaba defenderle.
Se había preguntado en multitud de ocasiones que había hecho mal para que Merle fuera así. Había intentado darle lo mejor a ambos, dentro de sus posibilidades, había luchado para que ambos pudieran estudiar y tener un futuro, pero Merle pronto se había enganchado a las drogas y había vivido de forma errática. Había un abismo entre Merle y Daryl. Eran totalmente distintos.
Las actitudes de su hijo mayor cada vez eran menos justificables. Y sobre todo respecto a lo que concernía a Khloe. Ella adoraba a esa cría, era alegre y divertida. Y daba su vida por cuidarla lo mejor que podía.
Sin embargo, últimamente la joven estaba empezando a tener actitudes rebeldes. Se escapaba en ocasiones o mentía sobre dónde se encontraba. Según Daryl, estaba entrando en la adolescencia.
-A veces temo que Khloe siga el mismo camino que su padre. –Soltó Roxanne con temor en la voz. Daryl le observó y llevó su mano a la suya, para mirar sus ojos llenos de lágrimas.
-No lo permitiremos, mamá. –Roxanne asintió.
Ambos observaron como Nala y Khloe jugaban en el pasillo, absortos por ver a esa niña de 14 años riendo y feliz.
-Sigue enfadada conmigo. –Pronunció Daryl.
-Lo sé… Es bastante cabezota. Pero espero que se le pase.
-Creo que piensa que le abandonaré como su padre ha hecho con ella. –Roxanne desvió la mirada hacia su hijo pequeño.
-Sip, es justo lo que creo. Me lastima verla así, pero Daryl… ella deberá comprender que debes hacer lo que te haga feliz. Nada puede pararte. Ni yo, ni ella. Y si eres feliz trabajando en Inglaterra, Canadá, Argentina o donde sea, debes irte. Por mucho que me duela tenerte lejos, es tu felicidad. Yo no pude hacerlo, pero tú puedes.
-Lo sé, mamá, pero ahora… soy feliz estando aquí con vosotras.
-Estoy tan orgullosa de ti, hijo.
Daryl cerró los ojos y bajó la mirada, avergonzado, pues había aspectos de su vida que no había comentado a su madre o a su sobrina. Por ejemplo, el verdadero motivo de su vuelta.
-Gracias, mamá. –le agradeció igualmente.
En ese instante, Khloe con Nala detrás se adentraron en el patio trasero, mientras la adolescente se reía en voz alta de ver a la perrita seguirle intentando quitarle la pelota que tenía entre sus manos.
–No sabes lo traviesa que es, –le dijo Daryl a su madre, refiriéndose al cachorro-. Apenas me deja ponerme los zapatos.
Roxanne elevó las cejas con suficiencia, pues ya se lo había advertido cuando Khloe la había traído a casa y pretendía quedársela. Sin embargo, a pesar de lo traviesa que era y el trabajo que le daba, él también adoraba a Nala.
Khloe lanzó una pelota al otro lado del patio, y el canino salió disparada detrás de ella para agarrarla con sus dientes.
La melodía del móvil de Daryl sonó, y se dispuso a atender la llamada, mientras ambas mujeres miraban como Nala atravesaba el limonero y se disponía a hacer sus necesidades ahí.
-¡Shhh, no! –le riñó Roxanne. Khloe lo intentó también, pero la perra no hizo caso. –Siempre lo hace, debéis enseñarla.
-¡Pero es muy pequeña, abuela! –Le dijo Khloe ofuscada de que otra vez le riñera.
-Si quieres que la tengamos aquí deberás enseñarla.
En ese instante, Daryl quien ya había dejado de hablar por teléfono, se acercó a ambas con el rostro lleno de felicidad.
-¿Todo bien, Daryl? –Preguntó su madre. El rubio asintió a su madre y miró a ambas. Su sobrina sin embargo no parecía tan contenta, pues se temía lo peor.
-Tengo una entrevista de trabajo. –Pudo ver en el rostro de la adolescente cierto temor y decidió seguir hablando -. En el instituto Savannah, como profesor de informática, a quince minutos de aquí.
Sorprendida, Khloe mostró una pequeña sonrisa
-¡Ojala te elijan a ti! –Le deseo buena suerte.
-Khloe soy Daryl Dixon, por supuesto que voy a conseguir el puesto.
-Puf, eres un maldito creído -, dijo su sobrina.
-¿Qué has dicho? –Le preguntó Daryl con cierto tono serio mirando hacia abajo, pues Daryl era más alto que su sobrina. Khloe sonrió pues sabía que su tío solo estaba bromeando. La adolescente caminó un par de pasos para atrás. -¿Has dicho una palabra malsonante?
-Por favor, Daryl ya no soy una cría. Además vosotros habláis así…
Y sin mediar palabra, el hombre la agarró con fuerza y la puso sobre sus hombros como un saco de patatas. La adolescente gritó mientras Nala estaba a los pies de Daryl saltando y ladrando para que dejara a su dueña en paz.
-¡Para! ¡Daryl! ¡Bájame! ¡Me tengo que ir!
La mujer volvió a mirar la escena de su hijo y su nieta; y no pudo evitar sonreír, contenta de volver a tenerlos así en casa. Siempre habían tenido esta relación.
El timbre sonó en ese instante.
-¡Es Sarah! ¡Bájame!
Pero en vez de hacerle caso, Daryl con ella a cuestas la llevó hasta la puerta donde la dejó para que pudiera recibir a su amiga. Ambas pasaron la tarde viendo videos y pasando un rato agradable. Mientras Daryl ayudó a su madre a hacer la compra. Más tarde, cuando Sarah se fue, Daryl y Khloe se fueron a los recreativos; compraron unas pizzas y cenaron todos juntos en casa.
A medida que avanzaba por los largos pasillos, alborotados de niños y adolescentes, Daryl se sintió optimista por la nueva etapa que estaba a punto de empezar como profesor en High Savannah.
Dos días atrás, había hecho la entrevista y salió de ella bastante contento, y esa misma tarde, Lori, la directora del centro le había llamado para confirmarle que era el elegido.
Su cometido en la escuela eran dos: llevar el proyecto de programación destinado a los jóvenes, y además también se haría cargo de las clases de informática básica y todo lo relacionado con la computación.
-¿Preparado para enfrentarse a estas fieras? -Preguntó Lori, la directora del centro educativo al mismo tiempo que esquivaron a un grupo de jóvenes que miraban al profesor 'nuevo'.
-Ehm sí, sí… -Tartamudeó Daryl mirando de refilón a la mujer. –Como ya le comenté estuve en un proyecto similar en Argentina y fue muy satisfactorio. –Lori asintió.
-¿Por qué decidiste volver a casa? –Preguntó la mujer con curiosidad.
-Siempre es agradable volver. –Contestó el hombre con una media sonrisa, evitando explicar el verdadero motivo de su vuelta.
Lori volvió a sonreír, justo cuando le señaló la puerta de la sala de profesores.
-Es aquí, –apoyó la mano en la maneta de la puerta, pero no la abrió aún-, bienvenido de nuevo a Savannah.
-Gracias.
Finalmente, abrió la puerta de la gran sala de profesores. Daryl se adentró detrás de Lori, observando la gran sala y a sus nuevos compañeros de trabajo, quienes le dirigen una mirada de curiosidad.
Una mesa alargada de color caoba permanecía en mitad de la sala, acumulando libros y carpesanos de diferentes colores. Las estanterías contemplaban el ir y venir de los profesores, que cada cual tiene asignado un pequeño cuadrado del alargado mueble.
El olor a perfume invade las fosas nasales de Daryl, supone que proviene de alguna de las tres mujeres que se encuentran de pie a su derecha en un corrillo hablando entre sí, ignorando a todo lo que sucede alrededor. En el lado contrario, un chaval joven y apocado que dibuja una sonrisa tímida está sentado mientras se zampa unas natillas.
Una mujer de cabellos rizados y pelirrojos, está sentada muy cerca de ellos. Levanta la mirada hacia él y Lori, sus miradas se encuentran y Daryl se queda impregnado al ver el azulado de sus hermosos ojos. Quiere profundizar en ellos, pero ella aparta la mirada, volviendo a centrarla en las hojas.
La voz de Lori se alza por la gran sala.
-Un momento de atención, por favor.
Daryl da una mirada rápida a sus compañeros quienes miran a Lori ahora, y como consecuencia a él. El grupo de profesoras sigue junta, pero mantiene la mirada puesta en él, y puede ver un intercambio de miradas entre sí, como si estuvieran comunicándose sin señas. La más joven, de labios carnosos y de aspecto latino, le dirige una sonrisa cómplice a sus dos amigas y después le mira de forma seductora. Daryl aparta la mirada de ella, pues se siente un poco incómodo cuando era objeto de miradas tan presuntuosas, mientras escucha a Lori seguir hablando.
- Os presento a Daryl Dixon, el nuevo profesor de informática y que llevara a cabo el proyecto de 'Programar'.
Daryl inclinó la cabeza a todos ellos con una sonrisa tímida. Su mirada volvió a centrarse en la mujer pelirroja de ojos espectaculares que esquivaba la suya centrándola en la mujer que estaba a su vera.
-Aaron, ¿podrías enseñarle la sala de informática a Daryl? –El joven del fondo se levantó y asintió mientras se acercaba a él. –Cualquier cosa que necesites, solo tienes que preguntarme. –Le aseguró-, tengo una reunión con unos alumnos. –Tras esto, Lori salió de la sala.
Aaron le dio la mano con fuerza, saludándole y Daryl le correspondió.
-Bienvenido.
-Gracias. –Saludó con una media sonrisa.
Las tres profesoras se acercaron a él, en una clara intención de presentarse. Daryl les dirigió una mirada y una sonrisa cordial.
-Bienvenido, Daryl. Yo soy Rosita la profesora de biología y ellas son; Tara y Maggie.
-Encantado.
Ambas mujeres le saludaron con una gran sonrisa.
En ese instante, el timbre que daba inicio a las clases sonó con potencia, e incluso Daryl se sobresaltó. Las tres mujeres se miraron entre sí y agarraron su material para irse a su respectiva clase. No sin antes dirigirle una mirada al hombre.
-Bueno, nos veremos... –Le dijo Tara-, que vaya bien el primer día. –Las tres mujeres desaparecieron de la sala.
Lori volvió a entrar en la sala, y desde la puerta habló en voz alta.
-Carol, ven a mi despacho por favor. –Soltó con tono serio mirando al fondo, donde la pelirroja seguía en su mundo como si la cosa no fuera con ella.
Daryl miró a la mujer quien con cierto toque nervioso, levantó la mirada y asintió, agarró un par de libros de lectura y unas hojas; se levantó y pasó por su lado.
-Bienvenido Daryl, -le dijo Carol, aunque apenas le dirigió una corta mirada y de nuevo, ella la apartó con rapidez.
-Gracias, -le contestó, y antes de que se diera cuenta, Carol ya había salido de la sala.
-Daryl, ¿me acompañas? te enseñaré dónde está tu aula. –Dijo Aaron con una sonrisa sincera. Daryl asintió, y salió detrás de él. Cuando ya estaban en el pasillo, Daryl no pudo evitar preguntar sobre esa mujer que al parecer se llamaba Carol.
-¿Quién es? –Aaron frunció el ceño sin comprender la pregunta. Daryl buscó otras palabras, pero entonces Aaron habló.
-¿Carol? Es la profesora de literatura, es brillante… –Contestó el hombre con honestidad-. Pero… me temo que no le queda mucho tiempo trabajando aquí.
-¿Por qué? –Preguntó Daryl. Aaron se encogió de hombros y miró hacia los lados antes de hablar.
-Algunos compañeros no aprueban sus métodos educativos y,.. Y los alumnos tampoco se comportan bien con ella, últimamente está teniendo bastantes problemas con algunas clases. –Daryl le miró preocupado.
-Si no hacen algo, es probable que perdamos a una de las mejores profesoras que hay… pero… desde el equipo directivo no parecen estar por la labor.
Daryl torció el rostro, mientras seguía los pasos de Aaron a través del pasillo. En la distancia pudo distinguir la melena pelirroja adentrándose en algún despacho detrás de Lori. Y al pasar por enfrente de ésta no pudo evitar mirar a través de la ventana del despacho.
El rostro de la mujer pelirroja estaba tenso y angustiado.
Sus miradas se cruzaron; de nuevo, sus ojos azules le observaron y tras unos pocos segundos, Carol volvió a esquivar su mirada.
No sabía sí era por sus ojos hipnóticos o su tímida mirada o su hermosa cabellera pelirroja; pero experimentó una inusual curiosidad por esa mujer.
¡Hola Carylers!
Aquí publicó un capítulo 'piloto' de un posible fic para saber si les gusta. Sí es así seguiré escribiendo. Durante los primeros capítulos, me centraré en la vida de Daryl y poco a poco, a través de su vida iremos descubriendo a Carol. Más adelante me centraré en su vida.
Para los que siguen mi otro fic, espero tener el próximo capítulo en una o dos semanas.
Espero que os guste. Gracias por leer.
San
