[Fan-Fic]

Encantadora de Serpientes

—Luka C. & T. Kagami—

A diferencia de lo que muchos podrían creer; su amiga Marinette Dupain-Cheng no era la fuente de su inspiración a la hora de escribir partituras. No, la música fluía en otro sitio. Luka Couffaine ya había descubierto a su propia musa.

Disclaimer:

Miraculous: Tales of Ladybug & Chat Noir © Thomas Astruc.

Encantadora de Serpientes © Adilay Fanficker.

Advertencias: Un poco de OOC. | Parejas crack. | NO cuartetos amorosos.

Parejas: Kagami x Luka. | Marinette x Adrien. | Chloé x Nathanaël. | Nino x Alya.

Notas:

Siendo honesta le he agarrado cariño a esta pareja.

Y no porque ambos (Kagami y Luka) hayan sido utilizados hasta el cansancio como los intereses románticos de repuesto de Adrien y Marinette, sino porque he visto en ambos (incluso por separado) un potencial grande que me duele que sea desaprovechado.

Cada uno distinto al otro.

Kagami es hielo en su estado más puro, es seria y disciplinada. Su familia posee una reputación que ella teme manchar (algo como Adrien con su padre), además de que no parece ser de las chicas que revolotea por todos lados por un chico, lo que de hecho me agrada de ella.

Luka por otro lado es como el aire templado; libre y fresco, un chico que no teme ser él mismo ni tampoco pierde el sueño si su aspecto (físico y mental) no es del agrado de quienes lo conocen. Es feliz teniendo a su familia con él; es fuerte y decidido.

Ambos son tan diferentes que me era imposible no intentar hacer un fic al respecto. Ojalá les guste.



—I—

MUSA

Kagami Tsurugi no era una chica complicada aunque desease aparentar lo contrario. Justo como su espada, ella era afilada y dura; según todos sus compañeros de esgrima, su ataque era certero, sus movimientos ágiles, su defensa casi impenetrable; lo que la hacía una oponente difícil de vencer; a menos claro que fueses Adrien Agreste y con un solo guiño de ojo le desprendieses de su espíritu de lucha, desde la raíz.

—¡Muy bien caballeros! —se oyó un ofendido carraspeo de garganta—, y señoritas Tsurugi, Dupain y… Bourgeois. ¡Es todo por hoy! ¡Nos veremos mañana a la misma hora! Vayan a ducharse.

Diablos, por hoy sería todo.

Luka Couffaine cerró su cuaderno de apuntes, metió la pluma en los aros metálicos y se levantó con éste en brazos en para ir en dirección opuesta al grupo de chicos que lo veían casi con deseos de quitarle esa expresión relajada a golpes.

—Yo no me trago esa excusa de que está enfermo —resopló Nino sacudiéndose el sudor del cabello.

—Pues yo no soy el profesor —dijo Adrien alzando los hombros—, y fue el director fue quien le otorgó el permiso de no tomar la clase de esgrima por problemas con sus articulaciones… o algo así escuché.

—¿Y qué dice Juleka?

—¿Qué quieres que diga? Es su hermano y si ya de por sí, es reservada consigo misma, imagínate cuando el tema se trata de él.

—Lo que me sorprende es que durante las dos horas permanezca sentado con ese cuaderno en los brazos —hizo movimientos dramáticos con los dedos simulando ser un doctor demente—; escribiendo y escribiendo como si planease conquistar al mundo.

—Oh vamos —Adrien chasqueó la lengua—. Nathanaël y Marc también tienen sus cuadernos a la mano todo el tiempo y no por eso están planeando destruir el universo.

—Esos dos son harina de otro costal, ya sabemos que les gusta crear sus propias historietas, ellos dos juntos.

—Sí, su último trabajo que hicieron para el Ladyblog era muy bueno —destacó Adrien—. Cada vez lo hacen mejor.

—Sí, a decir verdad estoy presionando un poco a Marc para que me dé un adelanto del próxi… ¡espera, qué! ¡No! No me desvíes el tema.

—Nino, Luka tiene permiso por incapacidad para faltar a clases de esgrima; eso no lo hace sospechoso de nada.

—¿Y… no te preocupa? —inquirió arqueando una ceja.

—¿Por qué habría de preocuparme?

Ambos se adentraron en las duchas individuales. Los dos amigos ignoraban que el otro tenía una segunda vida como súper héroe, pero no era algo de lo que sintiesen cómodos de hablar con otros, o siquiera algo que tuviesen permitido hacer. La buena noticia de tener privacidad en las regaderas era que nadie se enteraba de que Nino y Adrien para la edad que tenían, habían desarrollado músculos fuertes que no se ganaban solo con la esgrima.

—Hombre, en serio —masculló Nino lavándose su perfecto abdomen con un jabón—. Con Luka por ahí, deberías dejar de perder el tiempo.

—No te entiendo —con despreocupación, Adrien lavó su cabello sin prestarle demasiada atención a su mejor amigo, quien por cierto al otro lado de su ubicación, sólo suspiró.

Permaneciendo con solo sus pantalones pulcros de vestir negros y una delgada camiseta blanca cubriendo su brassier, Kagami Tsurugi se secaba el cabello húmedo con una toalla mientras trataba de pensar con lógica; sin pensamientos ñoños típicos de las adolescentes. Suprimir toda hipótesis sacada de un libro de romance barato y utilizar todo el razonamiento lógico del que fuese capaz para desenmarañar la situación.

«No tiene por qué mirar a donde yo quiera» pensó encontrándose con su lado racional, «ese tipo puede ver a donde él sea que quiera». Pero… ¿por qué cada vez que ella lo encontraba infraganti mirándola desde las gradas, él no apartaba la vista? No solo no apartaba la mirada, de hecho, era como si no le importase.

Kagami tuvo que admitir que ese chico, Luka, no era un tipo muy normal. Si lo fuese, apenas detectar que ha sido descubierto espiando a una sola chica, se avergonzaría o por lo menos se cohibiría un poco. Pero no, ese tipo raro salía de todos los estándares que Kagami hubiese podido pensar, tanto en su natal Japón como aquí en Francia.

Mientras meditaba secretamente en ello, Chloé Bourgeois discutía con su amiga Sabrina un tanto lejos del resto de las pocas alumnas que tomaban esgrima como clase en vez de gimnasia convencional. Era una verdadera sorpresa ver a la reina del alcalde ahí pero mientras no causara problemas, a Kagami le daba igual lo que esa chica hiciese, después de todo ella no tenía desacuerdos con Bourgeois.

Bastante tarde Kagami se dio cuenta de que Chloé estaba hablando de alguien.

—¡¿Quién demonios se cree que soy?! ¡¿Acaso cree que puede coquetearle a mi nerd y salir ilesa?!

Kagami alzó una ceja pensando en que Chloé ya se había tardado en hacer lo que muchas chicas de su estilo hacían en el instituto: aprovecharse de un pobre incauto con falta de autoestima para que le hiciese sus deberes escolares.

Si se lo preguntaban a ella, Kagami no dudaría en poner su pie sobre la cara de cualquiera que intentase pasarse de listo o lista con ella.

—Po-por favor, Chloé… cálmate.

—¡No! ¡No, no, no! ¡¿Y qué hace él?! ¡Caer rendido a sus pies como el resto de retrasados en este instituto! ¡¿Acaso no ve que yo no lo autorizo?!

—Bueno considerando que tú y él no son… ¡aahh! —exclamó asustada, cerrando sus ojos.

Las demás, quienes ya estaban acostumbradas a las rabietas de Chloé no se giraron para prestarle atención hasta que la rubia golpeó con furia uno de los casilleros, al mismo tiempo Sabrina chilló como un ratón.

Lo que sorprendió a Kagami no fue que Chloé se expresara tan mal de sus compañeros de clase; desde que Kagami se cambió a su aula, ya comenzaba a parecerle normal que Chloé los insultase a todos por lo menos una vez al día; lo que la sorprendió fue que la reinita de papá se pusiera a soltar puñetazos continuos y certeros sobre su casillero de metal sin preocuparse por sus finas manos.

—¡Chloé! —Sabrina intentaba pararla pero tenía miedo de enfrentarse a la fuerza Bourgeois—. ¡Chloé, basta! ¡Ayuda!

Alya Césaire, quien no mucho después había ingresado a las duchas junto a las otras chicas que prefirieron gimnasia al igual que Sabrina, corrió con el cuerpo húmedo aún en toalla, rápido hacia Chloé, para retenerla junto a Marinette. La pobre chica chino-francesa sólo tenía puesto su brassier color salmón y una falda de mezclilla.

—¡Cálmate ya, peli-teñida desquiciada! ¡¿No ves que maltratas propiedad de la escuela?! —gritó Alya sujetándole un brazo.

—¡Yo puedo comprar la escuela entera junto con todos los profesores! ¡Así que suéltame!

Todas las chicas ahí estaban sorprendidas por la fuerza impresa por Chloé. Incluso Marinette se aferraba al otro brazo y se veía que tenían problemas para detenerla.

Wow, algo en ese comportamiento le dijo a Kagami que Chloé no estaba actuando así por un nerd cualquiera que ella pudiese usar y desechar como todo lo que poseía; sino por alguien que en definitiva no podía controlar y lo que era peor, ni siquiera tenía asegurada la atención del involucrado, sea quien sea.

—¡Vamos, tienes que calmarte! —exigía Marinette—, ¡nos meterás en problemas!

—¡Suéltenme las dos! ¡Suéltenme! —forcejeaba cual toro enfurecido.

Luego de un par de minutos en los que Alya perdió la toalla, Chloé la voz y las fuerzas, y Marinette la paciencia, las aguas se aquietaron tanto como para que el resto de las chicas volviesen a vestirse para prepararse pues hoy era el tan esperado viernes y esa era la última clase de la semana. Absolutamente todas ellas tenían asuntos que atender.

Por más que quiso dar vuelta e irse a casa, Kagami se cruzó de brazos para oír lo que Chloé tenía que decirles a su amiga, Alya y Marinette; el resto se fue a casa o a otros sitios que ya tenían planeado.

—Lila es un pez gordo y feo en un estanque donde sólo tiene comida gratis —refunfuñó acomodándose el cabello—, al principio me daba igual si venía a esta escuela o si se la tragaba un tornado; pero ahora se mete en mis terrenos.

—¿Y cuáles son tus terrenos? —preguntó Alya ya vestida, cruzándose de brazos. Como todas las que se habían quedado a oírla, Alya no terminaba de entender a Chloé.

—Eso no te importa —la alejó con fastidio—. Tú debes de saber bien de qué hablo, panadera —le espetó a Marinette abrochando el cinturón—. Nadie aquí además de ti y de mí, tiene los suficientes sesos para comprenderlo, ¿o sí?

—Muy para mi infortunio —musitó la muchacha acomodándose el cabello húmedo.

—¡Oye! —se ofendió Alya.

—Lo que no sé es por qué tú estás molesta con ella —continuó Marinette.

—Lila le pidió a… —Chloé golpeó con su antebrazo el estómago de Sabrina antes de que pudiese terminar de hablar.

La pobre chica pelirroja se encorvó sin aire. En silencio, Kagami sintió pena por ella.

—Cállate —le dijo Chloé sonrojándose un poco—. Dupain, Césaire; les aviso desde ya que esa italiana es una perra colosal. Si tienen el mínimo de cerebro necesario para sumar dos más dos, se cuidarán las espaldas de ella. Porque —se rio con diversión/enojo; una mezcla bizarra—, esa bruja jamás atacará a la cara.

—Lo sabemos —Alya insistió—. Pero, ¿qué te hizo a ti para que te veas dispuesta a arrancarle la cabeza? Casi siento lástima por ese pobre casillero de allá.

—Métete en tus asuntos, Césaire. Vámonos, Sabrina.

—S-sí, Chloé —se tambaleó la pobre pelirroja.

Simulando que acomodaba sus cosas en su mochila (obvio, todo estaba en orden) para pasar de incógnito, Kagami sabía que el cuarteto hablaba de Lila Rossi, la chica italiana que de rara vez pisaba el instituto y quién sabe por qué clase de obra divina, su nombre aún figuraba en el sistema del alumnado como un elemento promedio.

Al parecer esa chica tenía problemas médicos o algo parecido había escuchado Kagami cuando llegó y se enteró que Rossi no era muy amiga de Dupain, Lahiffe, Césaire entre otros que ella no conocía del todo bien… ahora recién se enteraba que Chloé Bourgeois tampoco la toleraba. Vaya sorpresa.

Y no solo no la toleraba; incluso para Kagami era aterrador pues lo que Rossi debió haberle hecho a la princesita de París debió haber sido muy malo para que Chloé de un momento a otro estuviese a dos segundos de armarse hasta los dientes y buscar a Lila como si fuese un Skynet loco asesino capaz de dejar a Arnold Schwarzenegger como un bebé en pañales.

Hablando claros, Bourgeois era una narcisista consumada, sin embargo durante el último año se había estado portando… bien; al menos el número de akumatizados por culpa suya se redujo de manera exponencial, y sin embargo nadie hasta hoy la había visto perder el control en una rabieta como esa hasta hoy.

Mientras Marinette y Alya se giraban para seguir en lo suyo, quizás hablando de Lila, Chloé junto a Sabrina pasó por de lado de Kagami. Sin voltearla a ver o esperar a que Kagami le prestase atención, la chica rubia se detuvo por un segundo para decirle unas palabras a sus espaldas.

—¿Hay algún chico que te guste?

—¿Perdona? —sin perder la calma, Kagami cerró su casillero montándose la mochila sobre su hombro.

—Sólo te aviso: si cometes el error de fijarte en alguno de los idiotas de este instituto, será mejor que lo mantengas vigilado, o le pongas una buena correa.

—¿Lo dices por Rossi? —casi quiso reír. Casi.

—Sólo en parte —Chloé sonrió por lo bajo aunque Kagami no lo vio—. Bien, nos veremos el lunes.

Mirándole la espalda, Kagami salió de los vestidores, después iría a casa donde esperaría tener una tarde tranquila.

Casi de manera instintiva, giró su mirada a las gradas donde vio a…

«¿Rossi?», Kagami no lo entendió, Lila no había asistido a clases durante todo el día, ¿qué hacía en el gimnasio a esa hora?

El punto era que Rossi no estaba sola.

A un lado de Lila y con una sonrisa estaba él, Luka Couffaine permitiéndole a esa chica coqueta sostener su libreta sin dejar esa estúpida risita. Kagami reconoció esa la libreta, era la que él usaba de manera constante y hasta hoy no había permitido que nadie leyese su contenido. Según Adrien y su amigo Nino, Luka no permitía que nadie tocase esa libreta.

«No es asunto mío» se dijo retomando su caminata. Más adelante se encontró con Chloé quien hablaba por teléfono con quién sabe quién, y Sabrina; ésta última se miraba las uñas.

Trató de evitarlas también.

Apenas llegó al apartamento donde se alojaba, arrojó su mochila a un extremo, se acostó en la cama y poniéndose sus audífonos se mantuvo tanto en su mundo de música hasta que de nuevo esa maldita imagen de las gradas y esos dos juntos la distrajo.

«No es asunto mío» se volvió a repetir.

—¿Y se puede saber cuándo dejarás de jugar al enfermo para evitar tomar clases de esgrima? —preguntó Juleka a Luka.

—Cuando termine —respondió de forma seca caminando a su lado, anotando quién sabe qué cosas en esa libreta vieja que no dejaba ni para dormir.

Juleka suspiró, estaba más que acostumbrada a tener a su hermano hablándole a través de una libreta desgastada pues sabía que él estaba dejando volar su imaginación sobre el papel; si no lo hacía, era irritante oírlo quejándose durante horas, por lo que incluso la madre de ambos le permitía a su primogénito anotar partituras en la mesa.

—¿Y cuándo terminarás? —inquirió sin sonar demasiado quejumbrosa—, como no lo hagas rápido, el profesor o el director llamarán a mamá y te meterás en problemas.

—También te quiero, hermanita —Luka vio las intenciones de su hermana de querer evitarle problemas; eso en verdad lo enterneció—. Pero el valor del arte es inconmensurable y te aseguro que esto vale la pena.

—¿Qué es esta vez? —curioseo.

—Es… una canción.

—Eso ya lo sé.

—Está bien —se rindió—, estoy trabajando en las partituras finales.

—Contiene letra.

—Por supuesto que sí; sé que usualmente me enfoco en las composiciones con la guitarra pero… no sé, en esta ocasión quise ir más allá —Luka cerró el cuaderno con una sonrisa que decía que por el momento había terminado—; a decir verdad es un poco difícil ya que para que suene bien tendría que pedirle ayuda su ayuda a una chica que supiese cantar bien la ópera.

—¿Ópera? —se sorprendió—, ¿trabajas en una composición de ópera?

—Sí, y no solo necesitaría a la chica para hacer el estelar sino también un pequeño coro de cinco o seis personas con voces gruesas.

En ese momento Juleka y su hermano llegaron a casa, saludaron a su madre y se sentaron juntos en la cama de Luka para que la chica pudiese sostener la libreta y ver el proceso con seriedad. Sólo cuando estaban solos, él le permitía leer lo que creaba sin sentirse apenado. Juleka era una chica amable incluso con su hermano mayor, quien la adoraba también.

La relación de los dos era bastante ligera y de muy rara vez discutían por algo; como todos los hermanos del mundo, tenían sus encontronazos malos donde uno terminaba insultando al otro, pero nada realmente grave había pasado. En general su relación fraternal era muy buena lo que por supuesto no cohibía a Luka de mostrarle a su hermana el talento con el que había nacido.

—Wow, la letra es… algo oscura.

—Puede decirse que sí —Luka miraba por la ventana, dejando que su hermana permaneciese sentada en el colchón con la libreta en sus piernas—, pero es lo que vi en ella. Cuando la analizo no puedo evitar sentir la música fluyendo.

—¿Ella?

—No te diré quién es —le avisó con suspicacia—. No quiero que por "casualidad" —hizo comillas al aire—, tu amiga Rose se entere de esto y vaya de informante por los pasillos del instituto diciendo cosas que no le competen.

—Ya te dije que yo no le dije nada —sin alteración alguna, Juleka no apartó la mirada de las partituras. Estaba convencida de su inocencia.

—¿Entonces quién lo hizo?

—No lo sé, quizás tú cuando la dejaste sola cinco minutos con la letra de la otra canción.

—Fue un problema —resopló con una mano sobre su cabeza—. Gracias a eso todos pensaron que me gustaba Marinette.

—¿Y no es así?

—No —puso los ojos en blanco—. Fue mi inspiración de ese momento, lo admito. Pero sólo Nathanaël o Marc comprendieron que ella fue sólo una musa pasajera. Los artistas no se enamoran de sus musas, es ridículo, ¿te imaginas cuántos amoríos vacíos tendría si les pidiese algo serio a todas las chicas que me inspiran?

—No quiero saberlo.

—Me encanta su compañía —continuó Luka—, incluso acepto que es atractiva, pero no es mi tipo. Habla mucho y a veces me gusta mantenerme en silencio; tanta charla me hace perder la concentración y eso me fastidia. No digo que no me guste hablar con ella, es sólo que a veces mi mente necesita estar consigo misma.

—Mamá y yo sabemos bien eso —Juleka alzó los hombros—, la mayoría piensa que eres como un sol o un santo, que nunca pierdes los estribos.

—Casi no lo hago —se defendió.

—A menos que interrumpan tu concentración.

—Lo admito —Luka se separó de la ventana para quitarle el cuaderno a su hermana.

Acostumbrada a eso también, Juleka lo miró sin ofenderse.

—Vamos —sonrió—, ¿quién es?

—Mmm, ¿puedo confiar en ti?

—Si expusiese todos tus secretos al aire, para empezar, el director sabría que mentiste con respecto a tu supuesta fractura de codo.

—Touché —le sonrió de vuelta.

Era difícil para Luka aceptarlo, pero como él mismo acababa de decir: las musas no eran amoríos, eran simples medios para llegar a una obra de arte que podía ser compartida con el mundo entero; nada más que eso.

—¿Y bien?

—Es la amiga de Adrien —le dijo abriendo el cuaderno en la parte de la letra—, la señorita japonesa.

—¿Tsurugi?

—¿Así se llama?

—¿No lo sabías? —lo vio con el ceño fruncido, éste sin vergüenza negó con la cabeza.

—No termino de aprenderme los apellidos, yo sólo sé que se llama Katami.

—Kagami —corrigió.

—Cierto, cierto. Da igual —se sentó al lado de su hermana—, sólo un poco más y ya habré terminado.

Pensativa, Juleka hizo una última pregunta a su hermano con respecto a Kagami Tsurugi: ¿qué es lo que te inspira de ella? Luego recalcó ciertas partes en la letra y la melodía con flauta que no comprendía.

—Es su misterio, hermanita. Kagami viene de Japón, ¿no es así?

Juleka asintió.

—Casi no habla con nadie además de Adrien y Nino, algo que respeto mucho —sonrió entregándose a la descripción—, sin embargo cuando ella sostiene la espada en la clase de esgrima siento un fuego peligroso salir de su cuerpo que se extiende por todo el gimnasio. Es como si dijese: "tú, el idiota que se atreve a molestarme, espero que no te hayas encariñado mucho con la mitad inferior de tu cuerpo porque cuando acabe contigo necesitarás piernas nuevas de metal".

La chica se rio al recordar que parte de eso estaba en la letra de la nueva composición de su hermano.

—¿Algo más?

—También es guapa; demasiado —aceptó sin sentirse apenado—, me gusta mucho como parece combinar su estilo letal de esgrimista bajo esa delicadeza oriental —se llevó los dedos a sus labios—; me pregunto cómo se verá usando esas ropas coloridas con peces y flores… ¿cómo se llaman?

Juleka miró con curiosidad a su hermano.

—¿Kimonos?

—¡Esos! —Luka chasqueó los dedos—. Escucha, veo en ella a alguien de sangre azul pero con la suficiente disciplina y fuerza para defenderse sola. Es como un prototipo de princesa guerrera que veo en mi cabeza cada vez que la veo hacer polvo a quien sea que se le ponga en frente.

—Excepto Adrien —dio en el clavo.

—Ella está enamorada de él, también lo noté —de inmediato, Luka borró la sonrisa de su cara.

—Deduzco que eso no te hace… feliz.

—No te hagas ideas raras —la miró severo—, ya te dije que los artistas no nos enamoramos de nuestras musas.

—Ajá. ¿Entonces?

—Pero es un problema; cada vez que Adrien se le pone enfrente, ella comienza a actuar como una delicada chica extranjera. Esa imagen falsa a mí no me sirve de nada, es más, me estorba —se entristeció.

—No entiendo qué tiene eso de malo. Una chica enamorada también puede inspirarte, ¿no?

Lamentando no tener a una hermanita más visual, Luka hizo un gesto de exasperación.

—Hermanita —dejó su cuaderno con fuerza en el colchón—, mi obra no habla de mariposas y pajaritos volando en dirección a una pareja enamorada o una chica enamorada; para eso tomaría de referencia a Marinette —dijo rascándose la nuca—. Mi obra es oscura; no puedes combinar azúcar con sal, es casi imposible. Y para este proyecto necesito a Kagami.

—Mmmm…

—Y para mí es muy malo que esté enamorada ya que cada vez que Adrien aparece, finge ser delicada —cerró los ojos por un momento—. Cambia para mal y eso me hace perder su esencia verdadera; la que me inspira a seguir oyendo notas y voces en mí.

Juleka negó con la cabeza.

—Sigo sin entender.

—Okey —suspiró—, vamos con algo más simple que puedas comprender —se llevó dos dedos a la frente ante la cara sonriente de su hermana—. Es como si tú posaras para una foto, pero entonces llega un idiota y te mueve la mano cuando has dado el flash ocasionando que la imagen final se vea borrosa. Imposible de descifrar, no sabes si eres tú la que aparece en la foto o un perro Golden Retriever.

Entendiendo la referencia, Juleka abrió la boca entre risas.

—Ya veo.

—¡Y eso es justo lo que pasa cada vez que Adrien mueve un estúpido pie en su dirección!

—¿Y por qué no le dices a Adrien que te ayude evitándola un poco?

—Ese es otro problema —Luka se volvió a rascar la nuca con nerviosismo—, no puedo pedirle a Adrien que se aleje de la única persona que lo considera un amigo. Él es demasiado bueno como para hacer eso.

—Pero ella está enamorada de él.

—Ya lo sé —rezongó—. Al final, el punto es que Adrien es bueno y no se alejará de Kagami porque yo se lo pida… a menos que…

Esa mirada pensativa sobre el suelo; esa postura tiesa. Juleka se levantó alarmada de la cama con una mirada severa.

—Ni se te ocurra.

—¿Qué?

—Cada vez que haces esto —imitó a la perfección la postura de Luka—, quiere decir que vas a hacer algo que me meterá en problemas.

—No es cierto —la miró ofendido.

—¿Ah no? ¿Entonces qué se te acaba de pasar por la cabeza? —se cruzó de brazos.

Con un ojo saltándole, Luka se paralizó.

—No es lo crees.

Yendo a la misma velocidad de Luka, Juleka lo miró con reproche.

—Dime por favor que no pensaste en echarle algún cuento a Adrien sobre estar enamorado o algo así de Kagami para quitarlo de en medio.

—Eehh, de hecho pensé en decirle a Kagami que a Adrien no le gusta que actúe como una tonta enamorada, pero tu idea también es buena —le sonrió con inocencia.

—No puedes hablarme en serio —Juleka temió.

—¿Y por qué no? —considerando brillante el plan, Luka recogió su libreta y la abrió de nuevo—. Kagami jamás me daría "una oportunidad" aún si yo la quisiera; y no necesito que nadie me diga que Adrien no la quiere como a Kagami le gustaría. Eso cualquiera con ojos lo vería.

—Pero no puedes jugar con los sentimientos de nadie así —le reprendió más preocupada que cualquier otra cosa.

—Hablemos claro —interceptó poniéndose serio también—, no estaría haciendo nada malo ya que sólo mentiría un poco sobre mí. Y otra cosa, Kagami y yo no tendríamos química de ningún modo así que queda descartado un posible enamoramiento falso. Ella está coladita por Adrien y lo que necesito es tener a mi buen amigo Agreste un poco lejos de nosotros hasta que pueda terminar con esto.

Pasándose una mano sobre su cara, Juleka trató de llegar a la razón que parecía haberse esfumado de la cabeza de su hermano.

—¿Y de verdad crees que Adrien se apartaría o que Kagami se alejaría de él sólo porque tú le digas que "estás enamorado"?

Luka alzó los hombros, sin miedo ni indecisión.

—No niego que el plan tenga ese desperfecto, pero es mejor que no hacer nada. Tú ya lo has dicho, tengo poco tiempo para terminar con esto y no quiero retrasarme tanto esperando que Adrien la rechace y sea ella quien se aleje de él por voluntad propia.

—¿Cómo puedes decir eso con tanta frialdad?

—Ya crece, Juleka —dijo Luka con sencillez—. ¿En serio crees que Adrien va a corresponderle? Podrá ser todo el buen chico que quieras, pero hasta él sabe que aceptar el amor de una chica que no quieres de ese modo es demasiado cruel… y estúpido, ya que si en algún momento él se llega a enamorar de otra, le será casi imposible dejar a Kagami. Es un buen tipo pero no es tan ingenuo.

Juleka no estaba tan segura de eso. Ambos se miraron a los ojos por algún rato cuando al final el chico parpadeó.

—De acuerdo —rezongó Luka rindiéndose—, ya buscaré otro modo para completar mi obra sin interferir entre esa bonita amistad; ¿estás feliz?

—¿Tú estás feliz?

—No, pero sueles ser la voz de mi conciencia, hermanita. —Le puso una mano sobre su cabeza—. Gracias.

La chica le sonrió.

—De nada —ella se alivió mucho al oír eso.

Poco después la madre de ambos los llamó para comer lo que ninguno de ellos ignoró, pues la gran Capitana no solía ser muy paciente con respecto a los horarios alimenticios de la familia. Luka se adelantó sin su cuaderno en manos pero mantenía una mirada seria en su cara; Juleka lo siguió sin darse cuenta de que él no lo había olvidado; era sólo que no tenía nada más qué escribir. No oía la música fluir.

Estaba estancado a la mitad de lo que podría llegar a ser un gran proyecto, y no había muchas cosas que enfadasen a Luka más que no saber cómo completar sus partituras. Sea como sea, debía hallar el modo de hacer volver las notas musicales.

—Fin de Capítulo—


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¡Gracias por leer!


JA NE! ;)


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