Considérese esta historia como un preámbulo para White Butterfly.

Los personajes de SAO no me pertenecen, son la mejor obra de Reki-sama, en este escrito he tomado el nombre de algunos personajes que aparecen en la LN.

Al principio de todos los tiempos… el mundo se encontraba dividió en tres partes iguales: The world, céntrico; The Underworld el reino del sur y The Overworld el reino del norte, los tres con formas diferentes de ver la vida y por ende la supervivencia, a pesar de que dentro de los estudios realizados por cada parte del mundo integraban la existencia de los tres como poseedores de fuerza vital, nadie tenía permitido el estudio más allá de las fronteras de sus respectivos estados, por lo que mucho menos se aprobaría las relaciones extraoficiales entre miembros de cada mundo o peor que eso, la mezcla de las razas.

¿La razón? El miedo… a las diferencias y la deshonra.

La historia de aquellos orígenes… está por comenzar…

SWORD ART ONLINE

MYTHICAL BUTTERFLY

I

REINO DE OVERWORLD

El calor abrazador avanzaba a gran velocidad entre los matorrales, acabando con toda la vegetación a su paso, destilando luminosas estrellas rojas que cual flores se abrían al paso se los senderos marchitos.

-¡No! ¡Ya no puedo más! –la voz agobiada de una mujer llegó a los oídos de aquel hombre que la tomaba de la muñeca, guiándola por el camino seguro que lograba visualizar. Por lo que se detuvo, en medio de las llamaradas que estaban por envolverlos, mirándola con aquel rostro embadurnado de tierra y la preocupación a flor de piel, mientras el sudor caía desde sus sienes como pequeños chorros que lo lavaban.

-Vamos… -se agachó a su lado y con sus ásperas palmas le quitó los oscuros cabellos húmedos pegados a su frente y mejillas, descubriendo para sí la mirada afligida de ojos grises ya casi sin fuerzas. -¿Puedes levantarte?...

-Tengo miedo… -las lágrimas no pudieron ser contenidas un segundo más. -¿Es verdad lo que dijo?...

-¡No! ¡No lo es! ¡Y nosotros saldremos de esta! –le colocó las manos en sus pequeños hombros. -¿Cómo podría él maldecir a una criatura que ni siquiera existe?...

La pregunta del joven terminó por quebrarla, llevándose ambas manos al rostro, ocultándose de él, quien la mira incrédulo. –No es cierto… -abre grandes los ojos casi horrorizado, cuando el tronco de un árbol se derrumbo a unos cuantos metros, por lo que la tomó de la cintura para cargarla sobre su hombro y dejando atrás la infinidad de preocupaciones por el incidente que acababa de pasar, trató de abrirse paso en medio de las llamas.

-Esto… acabará con las tierras de Overworld… -miró cansado, tratando de recuperar el aire que se le escapaba con gran facilidad entre las respiraciones aceleradas.

En la lejanía, la figura de un pequeño niño delgado, de sedosos cabellos rubios y brillantes ojos verdes, miraba el increíble desastre, cual sus pupilas fueran atraídas por las chispas que sobresalían.

-¿Es así como debía ser padre?...

-No existe otra forma de mostrar el poder hijo… más que aprisionando a los animales en su propio territorio. –obtuvo respuesta aunque no se observa a nadie más a su lado.

Ante la respuesta de su padre el niño sonrió. –Los animales deben permanecer con los animales…

El fuego había avanzado tanto que prácticamente se veía avanzar como marea hirviente sobre los sembradíos de la nación del norte.

-¡Más agua! ¡Necesitamos más agua! –los gritos de las personas que trataban de mitigar el avance del siniestro se traslapaba con el de los baldes que botaban agua con la carrera que se emprendía desde el río hasta la siembra.

-¡Es inútil!

-¡Maldita sea!

-¡Por los dioses qué es esto!

Las alarmadas voces incesantes y los llantos de impotencia fueron calmándose con el pasar de las horas y junto a la flor roja que se iba esfumando en torbellinos de humo elevándose hacia el cielo, dejando atrás a la devastada nación.

Las calles se inundaron de personas, muchas de las cuales lo habían perdido todo, el incendio había arrasado no solo con el campo, se había llevado las construcciones rurales de toda la zona.

PALACIO DE OVERWORLD

-Majestad… -tras tocar a la imponente puerta, el mensajero entró e inclinándose frente al rey que se encontraba de espaldas, asomado por la ventana, permaneció en esa posición.

-Ahora no… -La voz respondió imperativa. El soberano se encontraba sometido a sus propios pensamientos y a la preocupación del pueblo.

-Majestad… es un mensaje de su alteza el Príncipe Vector… -al escuchar el nombre, los puños del rey se apretaron con fuerza, lo mismo que su entrecejo.

-¡No! ¡No quiero saber nada de ese mocoso insolente! ¡Llévate eso de aquí! –le gritó, enfadado y tosco.

-Como ordene mi Lord… -el mensajero no se atrevía a levantar la cabeza ante él.

-¡Alto! –la voz delicada de la mujer que horas antes yacía huyendo del incendio, delató la identidad del rey, quien al escucharla, se dio la vuelta para verla. El mismo hombre de oscuros cabellos y ojos azules la miraba impávido. –No podemos presentar semejante descortesía con el príncipe… -estiró la mano hacia el joven quien al ver el gesto se apresuró a posar en su mano el mensaje en forma de papel.

-Vete –le ordenó sin más el hombre con autoridad, por lo que tras reverenciarlo tres veces, salió sin darle la espalda, cerrando la puerta al salir. –Ya no tenemos nada de qué hablar con él… tras lo que ocurrió esta madrugada ya estoy lo suficientemente consciente que lo que debemos hacer es… declarar el estado de guerra en contra de Uverworld…

-¡Pero querido!

-¡No! ¡No trates de persuadirme usando palabras hermosas como siempre lo haces! Esta vez fueron demasiado lejos… incluso… jugaron con nuestros sentimientos de esa manera… ¡Cuando el mundo entero sabe cuánto hemos anhelado la impregnación! A este paso moriré sin un heredero… para que venga ese egoísta… a decirnos que por nuestros actos nuestro pueblo quedaría maldito… ¡¿Acaso es razón para perjudicarnos de esa manera buscar un poco de ganado para nuestra gente?! ¡Tengo niños afuera muriendo de hambre!

-…Majestad –se inclinó ante él, indicándole su soberanía sobre ella, juntando su frente casi contra el suelo.

-Levántate… -llegó corriendo a su lado para ayudarla a erguirse. –Sabes muy bien que jamás podría molestarme contigo… lo que dije del heredero fue solo… -no puede explicarse con palabras por lo que cierra los ojos y atrayéndola hacia él junta su rostro contra su pecho a la altura del escote de su vestido.

Ella inmediatamente lo envolvió entre sus brazos. –Siempre… desde mis días como dama de compañía de tu señora madre… cuando te conocí… supe que serías un rey justo y digno… y no encontraría con nadie la armonía y la felicidad que vivir a tu lado como tu reina me daría… con todos los problemas que podrían avecinarse… Y… estoy consciente que la soberanía de nuestro reino se rige por la sangre…

-No ha habido un rey que no lleve la sangre real jamás…

-Los médicos de la corte me han tratado de un mil formas…

-Lo sé… -apretó fuerte su espalda y cintura entre sus manos.

-Y… finalmente lo conseguimos…

El acostumbrado consuelo que se daban había terminado de manera diferente, por lo que el rey se detuvo en seco al escucharla.

-¿Qué dijiste?... –se separó de ella y la observó con grandes ojos abiertos y esperanzados.

-No… había querido decirte nada… hasta que pasara un tiempo seguro… esperando que la impureza se manifestara en mí… pero han transcurrido tres meses sin verla llegar…

Las palabras de la reina hicieron asomar las enormes manos temblorosas del rey a posarse sobre su pequeño vientre, para sonreírle completamente entusiasmado y enamorado. -¿Cómo es posible que una noticia como esta pueda llegar luego de tanta desesperación?...

-Majestad… pero existe una limitante que me preocupa… -bajó su mirada a ver las manos de su marido sobre ella. -¿Cómo fue posible que el príncipe Vector lo supiera?... El dijo que su padre nos maldeciría a todos… con la llegada al mundo de un niño no nato de sangre real…

-Solamente lo dijo… para asustarnos… no existe manera de que alguien como él se enterase… lo dijo para hacernos creer que si un hijo nuestro nacía, nuestro pueblo perecería… no hablaba en concreto de nada y mucho menos de este bebé… -se levantó y tras ponerse de pie, le levantó el mentón y le besó la frente. –Por ahora descansa… que debo ir a inspeccionar las pérdidas.

-Comúnmente te diría que te acompañaría pero… -estiró su mano hacia él, la cual fue tomada en segundos. Para momentos después dejarla dormida y salir.

La carta enviada desde Uverworld yacía al lado de la reina sobre la cama, aún sin abrir.

Momentos después de la partida del rey, la dama de compañía de la reina, Midorica, entró para velar su sueño, y encontró el pergamino aún sellado junto a la misma. Por lo que lo tomó y lo introdujo dentro de una de las gavetas del mueble de al lado de la cama.

-Descanse mi señora… -pronuncio con la naturalidad del momento y entró a su propio cuarto de estar, en una de las puertas que se encontraban dentro de los aposentos de la reina.

La misma rutina se repetía día tras día desde entonces, cuando se supo el estado de espera de la esposa del rey, la llegada pronta del futuro príncipe llenó no sólo de alegría y júbilo el reino, sino de esperanza a todos los pobladores, aunque las tierras hayan quedado desde aquel voraz incendio completamente maltratadas e infértiles, la fertilidad de la reina que se creía estéril, da la sensación que algún día, aquel niño amado y esperado con tanta algarabía, sería la que cambiara el rumbo y el futuro del reino de Overworld.

Los días se convertían en semanas y estas en meses, en los cuales las ofrendas a la reina no paraban, dándole al palacio un ambiente muy animado.

-Debería decirles que se detuvieran… con la situación en que estamos… no me siento merecedora de recibir estas ofrendas… es la comida de sus mesas… -sostenía entre sus manos una manzana la reina.

-No puedes culparlos… están muy felices. –Le sonrió amable el rey, mientras revisaba unos documentos que se encontraban sobre su escritorio, parecía apurado.

-¿Sucede algo Majestad? –preguntó mientras apoyaba una mano en la parte baja de su espalda y con la otra se impulsaba sobre el brazo de la silla para levantarse, el estado avanzado de su embarazo apenas y la dejaba moverse con naturalidad.

-No… no te preocupes quédate sentada. –le dijo sin más, mientras le era imposible sacar los ojos de la lectura, su seño fruncido y la preocupación en su mirada, eran evidentes.

-¿Cómo me dices eso viéndote como estas? –caminó hasta él. Y al ver una de sus manos apoyada sobre la mesa, hecha puño, colocó la suya sobre la de él, con lo que logró traerlo de regreso a la realidad.

-Perdona… -volteó a verla finalmente. -¿Te sientes bien? ¿Pasa algo con el bebé? ¿Deseas algo de comer?

Ella sólo negó con la cabeza y le colocó una mano en la mejilla. –Yo no sólo soy una mujer impregnada a la que debes cuidar… soy tu reina… dime qué está pasando.

Sus palabras lo reconfortaron, el peso de llevar la vida de miles de personas a cuestas lo consumía. Siempre había confiado en los dones estratégicos de ella… amaba su perspicacia e inteligencia.

-Es Underworld…

-¿Qué sucede ahora con el príncipe Vector?... –suspiró cansada del tema.

-El concejo nos ha citado a él y a mí para firmar un tratado de paz…

-¿Paz con Underworld?... pero si estamos en estado de alarma desde hace unos meses por su culpa…

-Lo sé… fui yo mismo el que levantó la vendetta de la guerra entre las naciones… aunque hasta ahora nada se ha hecho considerándose como tal estado… simplemente las negociaciones se detuvieron. –explicó el pelinegro.

-Quizás es por eso… como los mercaderes marinos de Overworld no pueden subir hasta acá… -se lleva una mano al mentón la reina.

-La junta es la próxima semana… -la mira y baja su mirada a su vientre, indicándole el motivo de su preocupación.

-Estaremos bien –le sonríe.

-¿Pero el médico de la corte no dijo que la espera es para la próxima semana? No quiero estar lejos de ti…

-Pero mi señor… es necesario… el destino de nuestra nación depende solamente de lo que hables ese día… tienes que defendernos de Underworld… y también debemos conocer la postura de The World… no puedo imaginar que ocurriría si esos hechiceros se pusieran en nuestra contra…

El rey suspiró. –No hay duda de por qué te escogí a ti… -le cogió la mano y le besó los nudillos.

Momentos más tarde, la reina caminaba por el pasillo de regreso a su habitación, sin dejar de pensar en la postura de Underworld al respecto de ellos, ¿En qué terminaría todo?... Cuando el recuerdo de aquella carta que nunca leyó le vino a la memoria.

-Oye… -se dirigió a una de las doncellas que se encontraba aseando las estatuas, quien al verla, se detuvo y la reverenció.

-¿Majestad?...

-No… no es nada… -negó con la cabeza, estaba a punto de mandarla en la búsqueda de aquel documento, pero las palabras mencionadas por Vector aquella noche le resonaron en la cabeza, por lo que decidió emprender la búsqueda ella misma.

Presurosa llegó a sus aposentos y revolvió entre los cajones en la búsqueda del papel.

-¿Majestad? –salió de la habitación interna Midorica.

-Midori… ¿recuerdas donde guardamos una carta que hace algunos meses mandó el príncipe Vector?

-¿El príncipe Vector?... Lo lamento… en seguida la busco.

-¿Vas a buscarla? ¿Y se puede saber qué vas a buscar si no sabes de lo que te estoy hablando? –preguntó severa.

-Discúlpeme Majestad. –La reverenció preocupada.

-No es eso… es que no podemos perder el tiempo Midori… es un pergamino, que tiene el sello del principado de Underworld. –le explicó.

-¡Sí! Yo guardé un pergamino sellado el día después del incendio de los sembradíos. –parece recordar.

-¿Dónde?

Tras abrir la gaveta principal del mueble, recluido hasta el fondo, después de mucha otra correspondencia, lo encontraron.

-Alistair tiene la mala costumbre de guardar toda clase de papeles inservibles al lado de su cama… -replicó para sí la reina.

-No diga eso Majestad… no es culpa de su Majestad el rey Alistair… fui yo que me tomé el atrevimiento de guardar la correspondencia sin ser leída.

La reina le sonrió y rompió el sello para desenrollar el pergamino. Inmediatamente tuvo que soltarlo porque un inmenso dolor la embargó de cualquier otra sensación, llevándose ambas manos al bajo vientre.

-¡AAAggghh!

-¡Majestad! –trató se sostenerla de los hombros la dama de compañía.

Los gritos no tardaron en ser escuchados y esparcidos en rumores por todo el castillo, pronto la partera instruida y el médico de la corte estaban dentro de la habitación con la reina, mientras el rey yacía caminando furioso afuera.

-¡¿Pero cómo es posible ser tan idiota?! –le gritaba a los guardias afuera de la habitación de la reina, quienes se limitaban a escuchar. -¡Sí una carta viene dirigida de Underworld para la reina es una segura trampa! ¡Nadie tiene por qué escribirle a ella! ¡Si van a tratar asuntos debe ser conmigo! ¡La reina no tiene porqué mover un dedo para abrir un maldito pergamino!

-Por favor trate de tranquilizarse Majestad… -salió de la habitación el médico. –Tuvimos mucha suerte que… de abrir el pergamino lo hiciera a estas alturas de la espera…

-¿Qué quiere decir?...

-Contenía un conjuro de inicio de parto… si ella lo hubiera visto meses atrás es seguro que le hubiera provocado la pérdida del príncipe…

Los ojos del rey se abrieron sorprendidos para cambiar a una expresión de horror. -¿Cómo está ella?

-Por favor pase… -le dijo con la expresión decaída, por lo que enseguida el rey entró tras él. Encontrándola con evidente agotamiento y el dolor irradiado por los poros en forma de sudor. Caminó rápido hasta llegar a su lado y tomándola de la mano le pasó la otra mano por la frente.

-Todo va a salir bien… ya verás… lo estás haciendo muy bien…

-El doctor… dice que hay algo mal… -le informó entre lágrimas. A lo que el rey volteó hacia el mencionado.

-¿Por qué dice eso?... ¡¿Qué pasa con mi hijo?!

-Alistair… -lo llamó a la calma ella, por lo que bajó el rostro buscando calmarse en su respiración pausada.

-Al examinar el vientre de la reina… puede sentirse como el príncipe está encajado en su cadera… pero no baja de ahí… han pasado varias horas y no hay cambio, si embargo las contracciones son cada vez más fuertes y consecutivas… eso podría terminar… con la vida del príncipe si la espera no es interrumpida dentro de poco.

-¿Qué dice? ¡Hábleme claro maldita sea!

-Ahhggg… ¡AAgghhhh! –apretó fuerte y temblorosa su mano su esposa.

-Amor… ¡Mi amor por favor resiste! Recuerda que eres mi pequeña y delicada ave… -la impotencia de verla cerrar los párpados con fuerza y unas cuantas lágrimas escapar traicioneras de los hermoso ojos grises lo derrumbaba. -¡Haga algo! –le gritó entonces al médico.

-Majestad… lo que sucede… es que la reina posee una cadera muy estrecha… ó… la cabeza del príncipe es muy grande…

-ó es otra cosa… -mira el pergamino con los ojos muy abiertos Midorica.

-¿Mi… Midori?... –le presta atención la reina. La mujer le pasa el pergamino al rey, quien al verlo abre grandes y preocupados los ojos.

Si tanto deseaban las cabezas de mi ganado para alimentar a su gente… tranquilos que pronto tendrán en abundancia. Al lado el dibujo de un círculo con un par de triángulos en la parte superior.

Las bestias deben permanecer con las bestias…

-¿Qué demonios?... –caminó dos pasos hacia atrás soltándola.

-¿Alistair?...

-Nos maldijo… -el papel se le cae de las manos.

-Ali… ¡Ali por favor! –estiró la mano hacia él, mientras soportaba el dolor.

El rey luego de unos segundos se acercó a ella y colocándole una mano en el vientre la miró. –Confía en mí… pase lo que pase… los amo…

-¿Qué pasa?... –lo mira con ojos temblorosos.

Él se agacha a su altura y dándole un beso en la frente se aleja.

-¿A dónde vas?...

-Voy a acabar con ese maldito… -se sujetó bien la cintura de la espada.

-No… ¡No, espera! –trató de sentarse pero la posición resultó terriblemente dolorosa por lo que volvió a caer sobre la cama, echando el cuello hacia atrás, tensando los hombros y agarrando con fuerza las sábanas al sentir como su vientre se estremecía con gran fuerza. -¡AAAAGGGGHHH! –Haciéndolo ver más grande de lo que realmente era a los ojos del rey. Era la primera vez que veía parir a una mujer y los movimientos del vientre le parecían anormales, asustándolo.

-Estoy aquí… -le sujetó nuevamente la mano. -¿En qué podría estar pensando para dejarte en un momento como este?...

-¡AAAHHHHHH! –el grito esta vez provenía de las afueras de la habitación.

-¿Qué fue eso? –preguntó preocupada la reina.

-Tranquila… miró entonces hacia la dama de compañía de su esposa y esta salió de la habitación para enterarse, pero los gritos de ella misma, terminaron haciendo que el doctor y el rey se asomaran fuera de la habitación.

-¿Qué demonios?... –abrió la boca el soberano.

-No… tengo idea majestad… -Miraban ofuscados a todas las personas que habían arrodilladas en los pasillos sosteniéndose las cabezas, mientras la sangre rodaba sobre sus mejillas tras el crecimiento de los cuernos.

Si tanto deseaban las cabezas de mi ganado para alimentar a su gente… tranquilos que pronto tendrán en abundancia.

Las bestias deben permanecer con las bestias…

Las palabras de Vector en el pergamino ahora tenían sentido.

Los ojos azules del rey se apagaron por un momento, mientras las lágrimas que se acumularon finalmente afloraron sobre sus mejillas. ¿Qué le había hecho ese sujeto a su pueblo?... Volteó entonces hacia adentro, a encontrar la figura de su amada frunciendo con fuerza los párpados, para tratar de traer al mundo al hijo de ambos… el pequeño príncipe con el que tanto había soñado y que sin embargo ahora que estaba por nacer… se preguntaba si era realmente lo correcto… sin con su nacimiento todo el pueblo se tornaría de esa manera.

No tardó mucho en encontrar la respuesta…

Bastó sólo con verlo.

El parto se había prolongado demasiado por lo que su esposa había quedado completamente exhausta, sin embargo, resultó más fuerte de lo que todos, incluso él creían, aquella niña escuálida y divina a sus ojos, le había dado el fruto del amor verdadero y anhelado, un hijo hermoso con color de cabello y ojos idénticos a su madre, pero la gallardía y seguro porte de rey de su padre.

-Alistair… -escuchó el llamado de la reina, que había abierto los ojos para él, quien con el bebé en brazos volteó hacia ella.

-Dime…

Ella negó con la cabeza. –él… su nombre será el mismo que el tuyo…

-¿Pero qué dices?... Si yo… no soy algo digno de imitar…

-Quiero que crezca tanto y tan fuerte como su padre… y sea igual de bondadoso y tierno… que su pueblo lo ame por amarlos… -se le derramaron las lágrimas a la madre.

-Ellos saben… que esto es por él… -hace referencia a los pequeños cuernos que se asoman en la cabeza del bebé.

-Es así como tenía que ser… -iba a tocarle el rostro al pequeño cuando su dedo fue interceptado por su manita. –Él no es un niño ordinario…

Con el tiempo, los habitantes de Overworld se fueron acostumbrando a la extraña nueva forma de vida, a ser reconocidos por el mundo como el pueblo de las bestias… pero sintiéndose seguros y a salvo, identificados con el pequeño príncipe que crecía a sus ojos, con unas características idénticas a las suyas.

Han pasado siente años desde entonces, en el establecimiento de las nuevas formas de cultivo y ventas para la subsistencia, aún sin firmar el tratado de paz con Underworld.

Los cabellos lacios y brillantes de la reina eran cuidadosamente peinados por su dama de compañía.

-Como se lo prometí el día en que el príncipe nació su Majestad… yo siempre cuidaré de él… y velaré porque nada le falte y esté seguro, puede depositar su confianza en mí… Pero eso no pasará… Usted no…

-No lo digas así Midorica… si lo prometes luego ya no puedes retractarte…

-Majestad… ¡Sabe muy bien que yo jamás la defraudaría!

-Lo sé… -le sonrió en el espejo frente a ella. –Pero el día se acerca…

Estaban hablando cuando un emisario tocó con delicadeza la puerta y asomándose la reverenció. –Lo lamentamos mucho Majestad… pero no encontramos rastro del príncipe Alistair por ninguna parte del castillo.

-No le digas nada de esto a mi esposo… -se lleva una mano a la frente. –Es decir… si su Majestad pregunta por el príncipe le explicas.

-¡Sí! –se retiró a seguir en la búsqueda.

-Ali es un necio… se le ha dicho mil veces que no puede abandonar el castillo solo… ni con nadie… ¿Qué pasaría si alguien de Underworld lo encuentra?

-Seguramente debe estar con Eugeo-kun y Alice-chan… ellos no lo dejarán abandorar las tierras majestad.

El pequeño en el que piensa, recibe la brisa suave del verano sobre el rostro con los ojos cerrados, luciendo una sonrisa verdadera, sin embargo no tarda en desaparecer.

-Las personas como nosotros no podemos estar en aquel mundo… debes comprenderlo joven príncipe… Si las personas de aquel mundo llegaran a descubrirte te matarían.

Las palabras pronunciadas por su escolta le vienen a la mente una y otra vez, rondando sus pensamientos desde aquel el día que las escuchó por primera vez, siéndosele repetidas constantemente, sin embargo su alma aventurera no le permitía escuchar con claridad y mucho menos entender el significado de aquellas palabras.

-¿Por qué las personas de este mundo desearían tomar mi vida?... –El pequeño pelinegro de alrededor de 7 años se encontraba sentado a las orillas de un arrollo rodeado de bastos frutos rojos. Un pez saltó frente a él, emocionándolo, por lo que se puso de rodillas y apoyando las manos en la orilla para poder asomarse. Sin embargo el relincho del poni de pegaso negro, le urgió a esconderse puesto que alguien se aproximaba y si las personas de aquel mundo llegaban a descubrirlo lo matarían.

Fue entonces cuando se escondió entre los arbustos de deliciosa esencia y miró fijamente clavando sus ojos perlados en la figura que apareció entonces. Una niña aún más pequeña que él, con el rostro completamente enrojecido por el llanto, llevaba una capucha roja y dando un par de pasitos a la vez llegó a sentarse justo al lugar donde él se encontraba antes, por lo que abrió grandes los ojos asustado al ver el pedazo de pan que había dejado sostenido en el tronco del árbol donde se apoyó.

Más fue su sorpresa que la pequeña al ver el bollo junto a ella lo tomó entre sus manos y viendo hacia un lado, para luego mirar al otro y notar que no había nadie se lo llevó a la boca desesperada comiéndoselo en un segundo, para luego respirar aliviada.

Aquellas acciones lo interesaron aún más… las personas de aquel mundo no eran tan malas como pensaba… trató de asomarse un poco más entre los arbustos, pero sus movimientos causaron el ruido de las hojas chocando entre ellas, por lo que la niña volteó directa y rápidamente hacia él, quedando los dos mirándose de un momento a otro.

La niña se levantó y dando dos pasos hacia atrás chocó contra el árbol y con esto su capucha cayó hacia atrás, dejando al descubierto su brillante cabello de atardecer.

-No… no te asustes –salió de entre los arbustos con las manos levantadas en señal de paz, pero ella no podía dejar de mirarlo preocupada, observando sus ropas sucias de tierra y su rostro empañado de hollín. ¿Quién era ese niño y de donde había salido? Se agachó rápido y buscó con la mirada algo con lo que poder alejarlo, cual se tratara de un animalillo perdido, miró una roca que bien cabía en la palma de su mano y la sujeto.

-Por favor… -fue lo único que él articuló, pero era demasiado tarde, la acción se había cometido, la pequeña le había arrojado la piedra que fue a dar justo al lado de su ceja izquierda, derribándolo al instante al sentir el dolor punzante y el ardor de la herida derramando el líquido espeso sobre su párpado. Abriendo en sorpresa aterradora los ojos de la pequeña.

-¡No! –corrió hacia él y se agachó a su lado, -debiste haberte ido…

-Yo… yo solo… -su respiración se agitó al ver como su mirada se teñía de rojo. -Las personas como nosotros no podemos estar en aquel mundo… debes comprenderlo joven príncipe… Si las personas de aquel mundo llegaran a descubrirte te matarían. –Aagghh… -aunque trataba de controlar su propio dolor, su herida empezaba a escocer y no pudo controlar más sus lágrimas que luchaban por salir y con ellas, las protuberancias sobre su cabeza, que terminaron por asomarse totalmente, ante la mirada sorprendida e incrédula de la niña.

-Ehh… eres… eres una bestia… -se levanto rápidamente y dio varios pasos hacia atrás, mientras lo mirada con horror.

-¿Una bestia?... –le preguntó sin comprender

Con la dificultad de la asimilación del momento levanta su brazo a señalar los cuernos que se asomaron entre sus cabellos.

-¿No son las bestias seres irracionales e instintivos? ¿Por qué me llamas así?...

Ante tal reacción, la niña se relajó un poco y destensó los hombros para enfocar su mirada en el rostro del niño, encontrando sus ojos tristes y su expresión cansada, lo que enseguida la conmovió.

-Lo lamento mucho… -corrió hasta alcanzarlo y tomándolo de ambas manos le sonrió. –Tenía miedo…

-¿Miedo de mí?...

-Pensé… que podrías hacerme daño… en cambio fui yo la que te lo hizo a ti… por favor déjame ayudar… -lo dirigió hacia el riachuelo.

Minutos después le había despejado el rostro de la sangre que le corrió.

-¿Por qué estabas llorando?... –preguntó sin despegar la mirada gris del agua.

-¿Llorando?... –se encogió de hombros y flexionó las rodillas para colocar sus brazos sobre estas. –Porque… hay muchas cosas que no comprendo…

El niño volteó a verla al escucharla.

-Igual que yo… tal vez… hay una sola que comprendo bien…

-¿Y qué es?... –lo mira intrigada.

-…La muerte –respondió con cierto estoicismo. - Hablar de la muerte es natural… a todos llega su momento en algún instante de la vida… pero para cuando ese momento llega… significa que la misión ha terminado…

Sus palabras fueron completamente inesperadas, por lo que sólo bajó la mirada.

-Creo que debo irme…

-¿Ya te vas?... –preguntó apurado y asustado de que lo dejara. Desde que nació había sido confinado a estar todo el tiempo dentro del palacio, en estudios de las leyes para algún día asumir el trono que por ahora erguía su padre. No fue hasta hace un par de meses, cuando las clases de esgrima real dieron inicio que, pudo relacionarse más con el par de niños que vivían en la corte y a quienes veía desde lejos, preguntándose cómo sería jugar con ellos y divertirse al llenarse de polvo como ellos lo hacían.

-Es que… si no regreso a casa pronto… mi hermano mayor puede molestarse conmigo… me salí sin pensar en que estaba haciendo…

-Ya veo…

-Pero puedo volver a jugar mañana si quieres. –Volvió a tomarlo de las manos y le sonrió.

-¿En serio?... –sus ojos temblaron en emoción al preguntar.

-Sí… sólo… que aún no sé cuál es tu nombre. –Ladeó la cabeza y cerró los ojos. No sabía que responder a su pregunta… era verdad que parecía una buena niña y confiable pero… pertenecía al mundo de abajo… dijo entonces lo primero que se le ocurrió.

-Eugeo… -el nombre más familiarizado y que podría funcionar que tenía de momento.

-Ya veo, entonces Eugeo-chan, yo soy Stacia, pero puedes llamarme Cia…

-Me gusta Stacia. –Le respondió rápido y feliz.

-¡Hasta mañana! –levantó la mano y volviendo a colocarse la capucha, salió por el rumbo en que llegó, dejando al príncipe observándola durante todo el trayecto.

Continuará…

Jejejeje… He vuelto.

Antes que decir más, doy las infinitas gracias a mis amadas chicas del grupo de escritoras SAO, que me han empujado a escribir esta "precuela" de la historia. Gracias Sumi, Yui, Aiko, Nati, Javi, Beth-chan.

Estaba algo dudosa, puesto que esto no es un canon de la serie, pero si lo miramos como un UA puede funcionar jajajja.

Esta pareja Alistair x Stacia nos dejó con muchas ganas de saber su historia entera y aquí comenzamos a contarla.

Gracias a Sumi-sama por el color y diseño de la imagen de portada, ¡es preciosa!

Me declaro fan del rey Alistair *Q*

ARIGATO MINNA-SAN!

JA NEE!