Título:Amortentia

Autora:Mariasa

Anime:Hetalia Axis Powers/World Series

Pareja:Multiparing, USUK,

Resumen:Universo Harry Potter. Arthur Kirkland es un joven niño de 11 años de una distinguida y bienaventurada familia de sangre limpia. Orgulloso y creedor de que no hay nada más importante que el poder y relacionarse con gente de su misma posición, todo hace un revés al toparse con un joven rubio de ojos azules, que lo trastocara durante su vida académica como nunca antes había imaginado

Disclaimer: Hetalia y sus personajes, al igual que el universo de Harry Potter no me pertenecen. Todo esto es obra de la mezcla de Hidekaz Himaruya y J. K. Rowling, yo solo he ido cogiendo ideas (:


Prólogo

Estaba nervioso. ¡Dios, estaba realmente nervioso! El día, el DÍA que con tantas ansias había estado esperando… ¡Había llegado! Aquello resonaba en mi mente mientras deambulaba a paso rápido por mi habitación, mientras repasaba cada resquicio, cada cajón, cada estantería; no quería olvidar nada en casa. Aunque si ocurriera, siempre podrían mandárselo por correo, pero prefería que aquello no ocurriera… ¡Maldición, quería que todo fuera perfecto desde el primer momento!

El señor… ¿Aun no esta listo? — Una asustadiza voz me distrajo de mi inspección de despedida a mi habitación, haciéndome pegar un pequeño bote. Desvié la vista hacia la puerta, topándome con la pequeña silueta de Hwynky, el elfo domestico de la familia, retorciéndose sobre si mismo, seguramente preocupado de haberme molestado.

Si, esta todo listo— Señale con orgullo el gigantesco baúl que se encontraba a mi lado, mientras le dedicaba una sonrisa, pero aquello, en vez de tranquilizarlo, solo lo puso mas nervioso.

El señor… no debió molestarse en hacer su equipaje para la escuela… El señor debió llamar a Hwynky…— Balbuceo como cada vez que hacia algo por mi cuenta. Hice un gesto de enfado, ¡Era capaz de hacer las cosas por mi mismo! No tenia que estar como mama y papa, que parecía que eran incapaces de agarrar sus propios cubiertos sin pedir ayuda a una horda de elfos domésticos…

No digas tonterías, Hwynky— Cerro los ojos, siempre que pronunciaba su nombre parecía que le dolía—Así se donde tengo guardadas mis cosas y no me preocupo de que no falta nada— Señale, restándole importancia, haciendo un gesto de despreocupación con las manos. ¡Era ya un adulto, un adulto! Tenia ya 11 años, iba a irme por fin a la escuela… No necesitaba un elfo detrás de mi persiguiéndome, por mucho que mama dijera…

De cualquier manera… los amos…— Señalo con gesto algo atemorizado hacia el piso de abajo—Quieren saber si el señor esta ya listo para irse.

Los ojos se me abrieron de la emoción, mientras sonreía más efusivamente. Realmente me iba… Me iba de casa, me iba lejos —bueno, relativamente lejos—, a estudiar, a aprender… Si a todo aquello se le quitara el hecho de conocer gente prácticamente desde cero, seria un sueño echo realidad. Me gire, para que el sirviente no me viera con aquella cara, de seguro, patética— Claro que estoy listo… ¡No, puedo llevarlo yo!— Exclame, a modo de protesta, cuando vi que empezaba a cargar el pesado baúl y trate de tirar de una de las asas, pero el negó con la cabeza.

No, no, amo, no lo haga. Hwynky debe hacerlo…— Mascullo él elfo, saliendo con el baúl de la habitación entre jadeos, seguramente por el elevado numero de cosas que llevaba en él. Me lleve una mano a la sien, masajeándola y tratando de no empezar a gritarle que se detuviera, aquello solo podía empeorar las cosas. Resignado, me gire hacia el único bulto que quedaba allí que tenia que llevarme. En el, un par de grandes ojos ambarinos me observaban, emitiendo un pequeño ulular. Sonreí, metiendo uno de mis dedos en la jaula, dejando que mi pequeña lechuza me picoteara de una manera cariñosa, antes de agarrarla y salir de la habitación con una brillante sonrisa muy mal disimulada.

··o··o··

No es que estuviera nervioso. Ni tampoco que me diera miedo conocer gente nueva, ¡No era eso! Simplemente… estaba impaciente por todo aquello. Si, era eso. No podía parar de repetirme aquello mientras arrastraba mi carrito por la estación de Londres, pasaba por el andén 9 y ¾, y me entremezclaba con la multitud, cargados de baúles, cajas, jaulas con lechuzas, gatos, ratas…

Mis padres me seguían a una distancia prudencial, mientras observaban a su alrededor con un gesto de superioridad que imponía a quienes se encontraban por el abarrotado anden. Bufé por lo bajo, si me hubieran dejado venir solo me sentiría menos incomodo…

Hijo mío, deja bien alto el pabellón de los Kirkland— La voz de mi padre expresaba de todo menos emoción. Le respondí con un asentimiento seco de cabeza con un sonrisa mientras seguía avanzando hasta la zona donde se recogían los equipajes y baúles—Sabes que esperamos que entres en Slytherin, como todos los miembros de la familia—Mas que un deseo, sonaba a una orden muy mal camuflada y volví a asentir, volviéndome hacia ellos. Sabía lo que se esperaba de mí, y realmente no me importaba. Simplemente quería conseguir mis propósitos y brillar en la escuela, ¿Qué más daba en que casa estar? Aun que realmente, la ausencia de sangre sucias animaba bastante la balanza a favor de esa casa en contra de las otras tres. No era que les tuviera asco, ni mucho menos. Simplemente pensaba que cada uno debía juntarse con quien debía… Cada cual con quien debía relacionarse.

El tren comenzó a pitar, dando el anuncio de que saldría en unos segundos y mire en dirección a la locomotora, con un nudo en el estomago. Llegaba la hora, llegaba, llegaba…

Arthur, acuérdate de escribirnos, ¿De acuerdo? — La voz de mi madre sonaba monótona, como si hubiera estado ensayando aquella frase, ¿Realmente querían que les escribiera? ¿Realmente leerían mis cartas si lo hacia? Y vigila tus compañías, tesoro, ya sabes…— Mascullo con un deje de arrogancia, mientras miraba al cristal mas cercano, donde un grupo de niños reían de forma escandalosa y estridente

Esta bien— Asentí, resignado, metiendo en el tren— Nos vemos… — Salude, sin muchas ceremonias, mientras mis padres se apartaban del vagón. Fruncí los labios. No era que no quisiera a mis padres, no era aquello… Pero tenía la ligera sensación que a veces no lo veían como un hijo, si no más bien como un expositor al mundo de lo perfecta, impecable, rica y sangre limpia que era la familia, nada más. Aquello me agradaba, pero… me sentía un poco vacío en ocasiones, aunque ni muerto se lo diría a nadie.

Con pesar, me adentre por los pasillos del tren, cargando con la jaula y Evelywn dentro, que miraba hacia todos lados con sorpresa. Todo esto era tan nuevo para ella como para mí. Mire por todos lados, buscando un lugar donde sentarme durante el largo viaje, pero en todos los compartimentos parecía haber un grupito de gente que hablaba, charlaba animadamente y se contaba lo fantásticas que de seguro habían sido sus vacaciones. Me exasperaba, ¿No había un sitio libre y solitario en todo el maldito tren? De ser así, esperaría la llegada a Hogwarts sentado en el pasillo. Trague saliva, angustiándome sin poder evitarlo, mirando por la ventanilla hacia el interior de uno de los últimos lugares que me quedaba por investigar y, gracias al cielo, estaba vacío.

Resople aliviado, mientras entraba y cerraba la puerta. No tenia miedo de hacer amigos, me repetía a mi mismo en mi mente. Simplemente el hecho de mezclarme con gente que ya se conocía, se contaba anécdotas y se lanzaban miraditas de entendimiento me enfermaba. Prefería empezar a mezclarme con gente que estuviera como yo: nuevos y sin apenas conocidos, me afirme a mi mismo, mientras miraba por la ventana, apoyando la barbilla sobre una de mis manos.

No me importaba tener que pasar el viaje de ida solo, ya había tiempo para conocer gente. Todo un largo año para conocerla, hacer amigos, detestar profesores… El nudo del estomago crecía, pero al mismo tiempo que la ilusión se abría paso.

Empecé a fantasear sobre las historias que había oído hablar a mis padres y mis familiares sobre el castillo, sus escaleras gigantes, sus jardines… Tenia tantas ganas de llegar y empezar que el simple hecho de pensar en ello me hacia adquirir la típica expresión estúpida que ponía cada vez que me ilusionaba mucho con algo. Pero en aquel momento no me importaba, estaba completamente solo. O eso pensaba.

La idea de que alguien me miraba me inundo la mente de repente, haciendo que perdiera toda expresión de alegría, preocupado, ¿Me estaría volviendo loco? Pero de repente los vi, un par de ojos azules en el reflejo del cristal, mirándome y una pequeña mano haciéndome gestos, intentando llamar mi atención.

¿Qué…?— Mascullé entre dientes, mientras dirigía mi mirada hacia el cristal de la puerta, topándome de nuevo con aquel par de ojos, mirándome. Lo acompañaba una cara radiante, con una sonrisa de felicidad decorándole el rostro, dándole aspecto de inmensamente feliz y un poco estúpido al mismo tiempo. No paraba de hacer señas de si podía entrar y, en mi confusión, ladeé la cabeza, a lo que él pareció entender como un gesto afirmativo.

"Mierda"

¡Hola! Oye, ¿Te importa que entremos? Es que esta todo prácticamente lleno y… Bueno…— Dirigió una mirada al compartimento vacío, casi con ojos suplicantes. Puse los ojos en blanco un segundo. Perfecto, tenía ser pinta del típico muchacho que se rodeaba de muchísima gente ruidosa, seguro que venia con siete u ocho personas, y no pararían de incomodarlo durante el largo viaje.

Supongo…— Susurre, volviendo mi vista de nuevo hacia el cristal, arrugando la nariz. Por la ventana pude ver como el chico, se giraba sobre si mismo, bajando un poco la voz.

¿Ves, Matty? No hay problema… venga, vamos… — Pude escuchar, aunque trataba de ignorarle

Vaya, solamente venia con una persona. Y por lo que pude apreciar por el vistazo casi instantáneo que le dirigí, no era de los que hablaban mucho. Parecía más bien callado, tímido y reservado. Me dedico una tímida sonrisa de disculpa por haberme interrumpido mis pensamientos, mientras yo notaba mis mejillas arder. Como siempre. Mierda

Ambos se parecían mucho físicamente, mismos ojos, mismo pelo –aunque cortes y color un poco diferentes si te fijaban bien- mismas gafas… Pero al mismo tiempo, parecían ser completamente opuestos. El que me había preguntado si podía entrar - de pelo mas corto y ojos de un vivo color azul cielo - era enérgico, vivaz y carismático; el otro-de pelo mas lacio y ojos de un azul algo violáceo - se veía tranquilo… más de mi estilo. Suspire, volviendo a centrarme en la ventana, pero sintiéndome incomodo por la mirada del primero, que se mantenía completamente fija en mi, mientras balanceaba las piernas en el asiento ¿Qué era tan interesante? ¿O es que tenía algo en la cara?

¿Si…? — pregunté, un poco de mala gana, dejando de mirar por la ventana y centrándome también por completo en el. Realmente tenía los ojos mas azules que había visto nunca… Penetrantes. Ardientes.

¿Cómo te llamas? — Preguntó con alegría, mientras cerraba los ojos. Lo mire sin comprender, seguramente poniendo una cara extraña como si en vez de aquello me hubiera preguntado si comía babosas vivas. Él, sin esperar a mi respuesta, se embalo a hablar—Yo me llamo Alfred. Alfred F. Jones— Me extendió la mano, sin perder la sonrisa, que empezaba a turbarme. Se la estreche sin muchas ceremonias ni abrir la boca, lo cual no pareció importarle— Este es Matthew, pero puedes llamarle Matt. O Matthy—El aludido movió la cabeza en señal de asentimiento, ¿Es que acaso Alfred siempre hablaba por él?

Bueno, acababa de conocerlo y estaba seguro que podría hablar por todos y cada uno de los ocupantes del expreso de Hogwarts. Menudo pico… Seguía hablando como si los tres tuviéramos una conversación la mar de amena y no fuera su voz la única que resonaba entre aquellas cuatro paredes — Somos estadounidenses. Bueno, no. Él es canadiense, como nuestra madre. Pero da lo mismo… —Señalo a Matt que por un momento cambio su expresión amable para mirarlo con escepticismo—Perdona, pero realmente Canadá es como si fuera… ¡Bueno, da igual! Llevamos poco aquí en Inglaterra, pero nuestros padres estaban ansiosos por que viniéramos a Hogwarts— Su voz era demasiado dinámica y gritona. Se encontraba a medio camino entre ser un dolor de oídos y una pesadilla para el joven británico.

Ya veo…— Susurré, mientras volvía a apoyar mi cara sobre mi mano, pero esta vez mirándolos a los dos, alternativamente. Suspire, cerrando los ojos y mirando por la ventana de nuevo —Soy Arthur. Arthur Kirkland¿Por qué me daba que simplemente con el hecho de decir mi nombre no bastaría para terminar la conversación?

Vaaaaya ¿Eres ingles? Lo cierto es que tu nombre tiene toda la pinta— Exclamo Alfred, completamente entusiasmado. Asentí, devolviéndole la mirada, con un poco de orgullo en los ojos— ¡Fantástico! — Sonreí, sin entender que tenia de fantástico que mi procedencia fuera inglesa —que lo era, por supuesto—, pero realmente el chico se estaba esforzando por ser simpático. Suspire por tercera o cuarta vez, y mire a Matthew.

¿Y por qué vinisteis a Hogwarts? ¿No era más sencillo ir a un colegio de magia más cerca de vuestras casas? — Pregunte, medio por ser cortes y medio por pura curiosidad.

Nuestros padres…— Matthew abrió la boca, pero tuve que acercarme un poco mas, su voz era apenas un susurro. Enrojeció al instante, y carraspeo, todo indicaba que él no solía llevar las conversaciones—Nuestros padres vinieron a Hogwarts y querían que nosotros también lo hiciéramos…

Si, "mummy" nos inscribió nada mas nacer, parece ser. Tenia claro que viniéramos aquí, aunque este en la otra punta del mundo— Finalizo Alfred, mientras se levantaba de su asiento y miraba por encima de mi, a las repisas donde descansada Evelywn— ¿Es tuya? — Asentí, mientras le dirigía una sonrisa de cariño a mi pequeña mascota— Es preciosa, Arthur.

A modo de respuesta le dedique una media sonrisa, mientras miraba como volvía a colocarse en su sitio— ¿Vosotros no traéis mascotas?— Pregunté, casi sin darme cuenta. Conversar con aquellos dos parecía demasiado sencillo… quizás incluso ameno. Parecía que el dinamismo de Alfred era puramente contagioso.

Matt negó con la cabeza, mientras se agarraba las manos—Soy alérgico a los animales. A casi todos— Murmuro, con algo de tristeza —Aun que me encantan, por eso tengo a Kuma – Señalo a un pequeño llavero que llevaba consigo, donde colgaba un oso de peluche, blanco —Lo adoro y no me da alergia. Además, es un regalo muy preciado…— Suspiro, con una sonrisa.

Ya veo… ¿Y tu? — Volví a mirar a Alfred y lo descubrí completamente fijo en mí, perforándome con la mirada. Trague saliva casi sin darme cuenta. Él pestañeo, llevándose las dos manos a la cabeza y apoyándose en el respaldo del asiento.

Yo de mascota solo quiero mi pequeña escoba— Sentencio el de ojos azules, volviendo a sentarse, jugueteando con sus pies, divertido.

¿Escoba? Pero… — Fruncí el ceño, tratando de recordar las palabras exactas de la carta de la subdirectoraMcGonagall—Los alumnos de primer año no tienen permiso para volar ni participar en el quidd…

¡Ya lo sé! ¿No te parece frustrante? ¡Dios mío, es demasiado injusto! — Su pose tan agitada y artificial de molestia me hizo soltar una pequeña risotada. Empezaba a sentirme medianamente a gusto con aquel par de hermanos—Un años sin poder volar, sin poder hacer payasadas en el aire. Y aquí él señorito— Señalo a Matt, que se sonrojo, como sabiendo ya de antemano lo que iba a decir su hermano—Aunque no diga nada, se siente como yo. Tendrías que verlo de guardián —Agito la mano en el aire, resoplando, con ganas — Impresionante.

Vaya…— La conversación volvió a incomodarme de nuevo, mientras me revolvía sobre mi mismo, rezando por que cambiaran de tema, pero parecía que me había topado con dos forofos y futuros jugadores de Quidditch del colegio.

¿Y a ti? ¿Te gusta volar, Arthur?

¿Qué? Oh… claro…— Mustie, sin mucha atención, dejando claro que la conversación me desanimaba. Matt agarro a Alfred del brazo, animándolo a callarse. Menos mal, uno de los dos sabia leer el ambiente, pero el ojiazul pareció no darse cuenta y siguió hablando.

¿Claro? Oh, vamos… Una persona a la que le guste no respondería eso, ¿Acaso no volaste nunca? — Mustio con los ojos abiertos de sorpresa.

Yo… cla…claro que he volado…—Empecé sin mucha convicción, pero la cara de Alfred me hizo callarme. Me estaba dejando claro que no me creía simplemente con la mirada que me estaba echando. ¿Por qué los ojos de un completo desconocido, por muy simpático que fuera, me intimidaban tanto?

No… sabes, ¿verdad? — Preferí callarme, y desviar la mirada. No me gustaba reconocer que era malo en algo, pero era capaz de decirme que se lo demostrara y quedaría como un payaso en las clases practicas de vuelo que sabía que tendríamos en primer año, así que preferí dejarlo pasar. Aunque el no parecía estar por la labor—Oye Arthur, no tiene nada de malo no saber…

¿Había escuchado bien? La mayoría de gente se mofaba y mas si eran fanáticos del Quidditch o del vuelo, por lo que prefería mantenerme alejado de aquellas conversaciones. Pero el tono de su voz era sincero. Además Matt me sonreía con sinceridad también, mientras asentía con la cabeza. Entre los dos consiguieron que me sonrojara.

Es que la verdad… nunca lo probé… y yo…— Conseguí articular con esfuerzo, tragándome un poco de orgullo, intuyendo por alguna razón que ninguno de los dos se reiría. Y me equivoque. Alfred estallo en risas y aquello solamente hizo que me encendiera ¿Por qué se había mostrado tan comprensivo y de repente hacia aquello? ¿¡Eres estúpido o que te pasa!?¡Imbécil! ¡No te rías! – Tenia ganas de agarrarle del cuello y estrangularlo hasta que muriera, ¿Para que confiaba algo así en dos personas que acababa de conocer?

Per…perdona. Es que pusiste una cara demasiado graciosa—Mascullo entre risas, con unas pequeñas lagrimillas en los ojos—Como si en verdad fuera importante si supieras o no—Aquello me dejo parado unos segundos, ¿No se reía por que no supiera? No lo entendía, ¿Estaba mal de la cabeza o algo?No importa, siempre se puede aprender ¿no? — Me guiño un ojo, dejándome algo desarmado y sin poder articular palabra—No te preocupes ¡Yo te enseñare a volar, Arthur! — Su sonrisa se me contagio, a mi pesar y desvié la mirada, mientras él cerraba los ojos complacido.

Venga Alfred. No intentes hacer de profesor cuando no eres tan bueno…— Susurro Matty, haciendo que Alfred empezara a soltar grititos y a contestarle entre empujones y risas.

Vale, no me había sentado con un par de bravucones, si no con un tipo extraño y extravagante y su simpático y silencioso hermano. Sonreí por dentro, tampoco era tan malo aquello.

Tan absorto estaba en su conversación que no me di cuenta de que la luz que entraba por las ventanillas del compartimento iba, poco a poco, desapareciendo; que las horas pasaban y que estábamos cada vez más cerca de nuestro destino

··o··o··

[Preview] Capitulo siguiente: Selección y comienzo

— ¡Gryffindor! — Y aquello termino con todo. Aquella simple palabra me arranco una pequeña ilusión. Aun que ni yo mismo entendía el por que me sentía oprimido... Aquello era ridículo.


¡Y ya esta por ahora! Puf, llevo con este fic desde hace muchísimos meses, y al fin me decidí a subirlo... ¡Es algo que me hace mucha ilusión! Mezcla dos de mis grandes pasiones y amores, Hetalia y Harry Potter... ¡Es algo que me puede!

Espero que os guste, y seáis pacientes, este es un fic largo, narrando todas las vivencias en 7 cursos escolares... ¡Pueden pasar muchas cosas! Y mas tratándose de Arthur y Alfred.

¡Espero leer reviews pidiendo más, siempre anima bastante!

¡Nos leemos! 3