¡Hola de nuevo chicos! Aquí traigo esta nueva historia que desde hace tiempo me dieron ganas de escribir. Una vez más, está inspirada en una de mis películas favoritas, aunque no sé si sea tan conocida como la del 5º elemento. Aun así, espero de todo corazón que les guste y que me permitan contar con su apoyo a través de un review, una alerta o un favorito. *u*

Disclaimer: Bleach y todos sus personajes son propiedad de Tite Kubo-sensei. La historia está basada en la película "La niñera y el presidente" (the beautician and the beast), protagonizada por la genial Fran Drescher.

XoXoXo

Una nueva vida

El sonido de cascos se escuchaba por todo el bosque. Todas las pequeñas criaturas que ahí habitaban se escondían en sus madrigueras al ver pasar a un poderoso corcel negro; a pesar de su veloz paso, su ágil jinete lograba sortear cada uno de los obstáculos que la naturaleza le ponía para llegar al lado de su amada princesa. Después de varios minutos, al fin llegó a un amplio claro rodeado de enormes árboles en cuyo centro se encontraba una especie de féretro de cristal en el que descansaba una hermosa muchacha de largo cabello naranja adornado con una corona dorada. La joven se veía tan adorable y tranquila que parecía que en realidad dormía en lugar de estar bajo el hechizo que una malvada bruja había puesto en ella.

De un salto, el apuesto príncipe bajó de su caballo y con paso lento y firme se acercó al ataúd para cumplir su misión de salvarla.

—¡Oh hermosa princesa! Al fin te he encontrado. Pero no temas, pronto te liberaré de tu sufrimiento. —Decía con un tono teatral el apuesto príncipe de cabellera dorada y grandes ojos azules. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se inclinó y con mucho cuidado rozó apenas los rosados labios de su princesa, quien inmediatamente comenzó a abrir sus ojos color plata.

—¿Q-qué está sucediendo? —Preguntó desorientada la joven mirando a su alrededor. —¿Qui-quién eres tú? —Dijo al fin mirando al príncipe.

—Tranquila hermosa. He venido a salvarte y a llevarte conmigo a mi palacio. Ahí tú serás la dueña de todo y no tendrás que preocuparte por nada más que de ser mi feliz y adorada esposa. —Dijo triunfante.

—¿Qué dices? ¡Por supuesto que no! —Dijo ella levantándose de su acristalado ataúd.

—Pero princesa, yo te he rescatado ¡debes venir conmigo y ser mi esposa! —Dijo él ignorando sus protestas y poniéndola sobre su caballo como si nada. —¿Qué no sueñas con tener una vida perfecta, como todas las otras princesas?

—¡No! Yo quiero ser libre, conocer el mundo y elegir el amor por mí misma sin que nadie me diga con quien debo estar y lo que debo hacer. ¡Olvídalo príncipe azul! —Dijo la princesa pelinaranja corriendo al interior del bosque.

—Pe-pero… ¡Señorita Inoue! ¡Señorita Inoue! —El joven trató de detenerla pero fue inútil, ella no quiso escuchar.

—Señorita Inoue, ¡señorita Inoue! —Un hombre con expresión malhumorada y unos enormes audífonos se asomó por una puerta llamando a la joven.

—¿Eh? ¿Dónde? ¡No yo no…!—Al oír su nombre, Orihime despertó sobresaltada de la siesta involuntaria que había tomado mientras esperaba su turno para la audición en el programa más famoso de cocina de Nueva York.

Un poco apenada, la chica se levantó de su asiento y siguió al hombre por un largo pasillo que la conduciría al set de grabación. Mientras pasaba entre los trabajadores y las luces, una enorme sonrisa se dibujó en su rostro al pensar que quizá estaba a punto de realizar su sueño de participar en un programa de cocina. Cierto era que ella no había podido estudiar la carrera de chef, pero había tomado muchos cursos y desde que podía recordar cocinar había sido su pasión. Así que cuando vio en la televisión que buscaban a un cocinero para el programa no dudó en asistir.

De nuevo la joven se perdió en sus pensamientos y para cuando volvió a la realidad se encontraba frente a una barra en la que también había una estufa e infinidad de ingredientes y utensilios para que empezara con su labor.

—Cuando guste Señorita Inoue—La animó un hombre más amable que el que la había conducido hasta ahí.

—¡Cla-claro! Ya verán que mi platillo les va a encantar. ¡Se los aseguro! —Aunque ese era su sueño, saber que sería vista por tanta gente la había hecho dudar un poco, pero al ver todos los deliciosos platillos que podría hacer se olvidó de la pena y puso manos a la obra.

Con mucho cuidado comenzó a elegir el pescado y a pelar verduras. Desde dos noches antes había pedido consejo a su familia sobre lo que debía cocinar, ya que definitivamente ese era el momento para que se luciera y todos habían llegado a la conclusión de que el pescado era su fuerte, así que de inmediato puso manos a la obra con él. Las personas de producción estaban muy atentas a lo que hacía y varias sonrisas de satisfacción se asomaban en sus rostros pues además de que al parecer era buena cocinera, la chica era muy hermosa.

Sin embargo, poco a poco esas caras de satisfacción se fueron transformando en muecas de asombro a medida que la joven empezaba a mezclar los ingredientes de la salsa "especial". En una olla puso a derretir chocolate, al que luego le agregó un poco de leche; hasta ese momento la cosa iba bien pero de pronto tomó el frasco de salsa picante y vertió sobre la mezcla una cantidad generosa. Acto seguido agregó una cucharada de mermelada de fresa y aceite de oliva. Una vez que la mezcla hirvió adquirió una consistencia pastosa y un extraño color morado.

Muy orgullosa de su creación, Orihime no notó las expresiones horrorizadas de todos los presentes hasta que el productor la llamó:

—Creo que eso ha sido suficiente, señorita Inoue. Muchas gracias por haber venido.

—¿Cómo dice? Pero si aún no llegamos al postre…

—¡No! —Gritaron todos al unísono asustándola un poco—E-es decir, que eso no será necesario, ya vimos suficiente. Ahora espera afuera hasta que terminemos de decidir ¿De acuerdo?

—Está bien. Muchas Gracias. —Dijo ella un tanto decepcionada. Al salir de ahí suspiró profundamente y se regañó a sí misma. —¿Lo ves Orihime? Debite usar más chocolate ¡Seguro pensaron que tu platillo era muy simple y sin gracia ¡Torpe, torpe, torpe! —Se dijo mientras golpeaba levemente su frente con la palma de su mano.

Al llegar a casa, su madre la recibió con una gran sonrisa esperando la maravillosa noticia de su adorada hija:

—¡Gin cariño ven pronto! ¡La niña acaba de regresar! —Gritó una hermosa mujer rubia, de grandes ojos azules y, lo más llamativo, un muy generoso pecho. Unos segundos después, un hombre alto y de cabello blanco apareció en la sala para recibir a su hija.

—Tranquila Rangiku, ya la escuché. Y bien hija ¿Cómo te fue?

—Cuéntanos amor. ¿Usaste la receta que te enseñé? ¿Le pusiste suficiente chocolate y salsa picante? Definitivamente les encantó ¿verdad? —Decía Rangiku dando vueltas emocionada alrededor de Orihime.

—Lo lamento mucho mamá pero no. Le dieron el trabajo a una francesa sofisticada con sus "deliciosos croissants". —Dijo ella resignada pero con un leve tono enojado.

—No te preocupes Orihime. Seguro no supieron apreciar tus maravillosas creaciones—Trató de animar Gin poniendo su mano en el hombro de su hija para tranquilizarla.

—¡¿Pero qué dices?! ¡Es obvio que no reconocerían un buen platillo ni aunque les bailara desnudo! No te preocupes hija mía, ya habrá otra oportunidad.

—Lo sé mamá. Mi gran oportunidad está cerca, lo presiento. —Afirmó Orihime con una gran sonrisa confiando plenamente en sus palabras. —Ahora voy a cambiarme que ya casi es hora de mis clases. —Dijo finalmente desapareciendo escaleras arriba.

XoXoXoXoXo

Karakura. Un pequeño país ubicado al otro lado del mundo y con una población escaza y dedicada al campo, principalmente. Sus calles estaban apenas pavimentadas y las casas se veían antiguas, como de otra época. Su idioma era el japonés, pues en algún momento de la historia habían pertenecido al gran imperio del sol naciente. Lo único que sobresalía en ese lugar, era el edificio presidencial, que parecía un enorme palacio imperial lleno de esculturas de piedra y muy ornamentado en comparación con el resto de infraestructura.

Dentro de este lugar, en la oficina principal se encontraba el Presidente de Karakura conversando o más bien dando instrucciones precisas a uno de sus hombres de más confianza para que llevara a cabo una misión de vital importancia para él. Kurosaki Ichigo, presidente vitalicio de Karakura, era un hombre bastante serio e intimidante. Alto, fuerte y con el ceño siempre fruncido; características que complementaban bien la fama que tenía. Sin embargo, lo que llamaba más la atención de su apariencia era su inusual cabello color naranja y sus penetrantes ojos chocolate.

— ¿Entendiste bien Ushoda? Necesito que vayas a Estados Unidos y me consigas a la mejor maestra que puedas encontrar. Quiero que mis hijos reciban una educación con visión, que conozcan el mundo y que sepan lo que hay del otro lado. Sobre todo ahora que la cumbre de líderes se celebrará aquí, quiero que ellos conozcan y entiendan las costumbres occidentales.

—Está bien señor Presidente, como usted diga. Y… mmmm… ¿Debe tener alguna característica especial esta maestra? —Respondió un poco nervioso. Ushoda Hachigen era algo así como el Secretario del Presidente, su mano derecha y uno de los hombres en quienes más confiaba. A pesar de su gran tamaño y bigote de morsa rosado, que le otorgaban un aspecto atemorizante, su carácter era amable y flexible.

—Que sea perfecta. —Dijo finalmente Ichigo levantándose de la mesa y saliendo de la oficina dejando a Ushoda un tanto preocupado por su misión y pensando dónde encontraría a la mujer que encajara a la perfección con las exigencias de su presidente.

XoXoXoXo

—¡Excelente chicos! Recuerden que deben picar muy finamente las verduras para que cuando se flameen lo hagan de manera uniforme—Le decía Orihime a su clase.

Tres noches por semana, la pelinaranja daba clases de cocina en el laboratorio de ciencias de una preparatoria cercana a su casa. Aunque no era el mejor lugar debían adaptarse mientras su verdadero salón terminaba de ser remodelado y ya que el padre de la joven tenía algunos contactos les habían permitido usar ese laboratorio. La clase estaba compuesta por al menos 20 alumnos cuyas edades variaban pero la mayoría de ellos eran jóvenes que seguían al pie de la letra sus instrucciones.

—Bueno, ahora pasaremos al flameado. Tengan en cuenta que esto no es tan sencillo y puede resultar peligroso, así que les pido que pongan mucha atención—Advirtió ella colocándose detrás de la mesa principal y tomando un sartén con unos vegetales que nadaban en un poco de licor. Después de unos segundos sobre la flama, Orihime acercó un encendedor al sartén y de inmediato se prendió.

—¡Muy bien clase! Manténgalos firmes un momento y no dejen de moverlo cada cierto tiempo hasta que se consuma. —Dijo muy emocionada de ver que al parecer nadie tenía problemas con su flameado. —Jake, inclínalo un poco más y aléjalo de tu cuerpo. ¡Erika no! Deja de pintarte las uñas cerca del sartén ¡El esmalte es flamable! —Una alumna bajita y con actitud de diva se estaba pintando las uñas a escondidas y cuando fue descubierta accidentalmente derramó el esmalte sobre su flameado, lo que ocasionó que las llamas se salieran de control comenzando un pequeño incendio.

—¡Tranquilos chicos! ¡Traeré el extinguidor…! ¡Cuidado! —Una de las alumnas que trataba de ayudar tomó equivocadamente la botella de vino en lugar de la de agua y la vació sobre el ya de por si descontrolado fuego salpicando todo a su paso; al notar su error dejó caer la botella y las llamas siguieron su camino hasta el suelo activando las alarmas y creando pánico en los alumnos que no dudaron en salir corriendo.

Al ser un laboratorio de ciencias, los alumnos regulares guardaban ahí algunos animales que cuidaban y atendían como parte de sus cursos de biología. Cuando Orihime estaba a punto de salir se acordó de ellos y le pidió ayuda al último chico que quedaba.

—O-oye Jake, no podemos dejar a los animales ahí. ¡Van a morir!

—Ni lo sueñe maestra. Prefiero seguir viviendo. —Dicho esto, el muchachito salió corriendo dejándola sola.

—Muy bien amiguita, ven aquí. —Dijo Orihime mientras sacaba a una de las dos serpientes de su jaula y la metía en su bolsa. —¿Cómo es posible que esté haciendo esto? —Se dijo mientras cargaba al conejo y al cachorro que faltaban. Cuando se aseguró de que estaban todos salió disparada hacia la puerta esquivando las llamas que estaban fuera de control.

No sabía cuánto tiempo había pasado ahí dentro, pero cuando llegó a la salida y el aire fresco inundó sus pulmones se sorprendió de ver que los bomberos ya se encontraban ahí e incluso algunos reporteros del periódico investigaban ya las causas del accidente.

—¡Profesora Inoue! ¿Se encuentra bien? ¡Creímos que le había ocurrido algo! —Gritaron histéricos sus alumnos al ver salir a Orihime toda llena de cenizas y cargando a los animales del laboratorio.

—Sí, no se preocupen, todos estamos bien ¿verdad? —Dijo ella mirando al conejo en su mano. De repente unos cuantos fotógrafos del periódico se acercaron a ella y comenzaron a tomarle fotos tomándola desprevenida.

—¡Señorita! Mire a la cámara. —Gritó un chico con cámara en mano sin importar si la joven se encontraba bien. La primera toma fue inesperada, pero después de unos segundos Orihime decidió que si saldría en el periódico no podía hacerlo luciendo tan mal.

—Espera por favor. ¿Qué tal así? —Dijo ella acercando al cachorro a su rostro y dando su mejor sonrisa sin saber que la foto sería el encabezado de varios periódicos al día siguiente.

—"Heroica maestra rescata animales de un laboratorio escolar en llamas…" "… Profesora Inoue Orihime…" "… se encontraba dando clases en el laboratorio…" "… las llamas lo consumían todo…"—Leía apresuradamente Ushoda dentro de una limusina negra estacionada en una callecita de la ajetreada Nueva York. Al mismo tiempo que leía el periódico, parecía muy ansioso esperando ver pasar a alguien en la calle.

—Estoy seguro que este es el lugar. Ella no debe tardar. —Decía moviendo sus dedos con impaciencia sobre su enorme pierna. Justo en ese momento una cabellera naranja igual a la de la foto del diario pasó a lado de su ventana haciéndolo salir casi disparado del auto.

—Síguenos. Por ningún motivo podemos perderla ¿Esta claro? —Le dijo apresuradamente al conductor del alargado automóvil que de inmediato comenzó a moverse de manera lenta, como acoplándose a los pasos de la pelinaranja que caminaba un tanto distraída por la abarrotada avenida. Por su parte, Ushoda inició la "persecución" a pie intentando pasar desapercibido a pesar de su enorme tamaño.

Orihime iba leyendo un libro mientras comía una dona de cobertura rosada. "La receta de la vida" era el título y ella parecía muy entretenida con la lectura.

—"Para obtener el éxito en lo que te propongas necesitas ser fuerte…"—Cuando volteó su cabeza al cruzar una calle, Orihime notó una limusina negra un tanto sospechosa, pero decidió no prestarle atención. Detrás de ella el enorme empleado del presidente de Karakura intentaba acercarse a ella.

—"… tener claro lo que quieres…"—Esta vez sus alarmas de peligro se encendieron pues el gigantesco automóvil parecía seguirla a ella, sin mencionar que un enorme sujeto vestido de negro parecía seguirla. A pesar de que estaba atemorizada mantuvo la calma y discretamente metió la mano a su bolsa para buscar el gas pimienta que su padre había insistido que llevara.

—"…¡ Y pelear por ello!" —Justo en ese momento la gran mano de Ushoda alcanzó su hombro y ella, que ya estaba preparada giró sobre sus talones y sin pensarlo roció el contenido de la botella en el pecho del hombre, salpicando un poco su cara debido a su gran estatura. Sin embargo, lo que salió de la botella no fue gas pimienta sino crema batida.

—¡Oh rayos! Debo dejar de cargar esto en mi bolso—Se reprendió mientras buscaba la botella correcta. Ahora que había visto la estatura de su oponente sabía exactamente dónde atacar. —¡Ahora sí señor! ¡No se saldrá con la suya!

—¡Espera, espera! Tranquila. No voy a hacerle daño. Es decir, si así fuera, no habría esperado a que buscara el gas correcto ¿no crees? —Explicó el hombre poniendo las manos frente a él con expresión sincera.

—Bueno, eso es cierto. —Respondió ella bajando el gas pero todavía alerta.

—¡Mmm! Crema batida, ¡deliciosa! —Exclamó recogiendo un poco de crema de su traje y llevándosela a la boca.

—Lo… lo siento mucho. —Se excusó la chica llevando una mano a su nuca un poco apenada. —Pero estaba muy asustada… y usted me seguía… y el auto negro… Un momento, ¿por qué están siguiéndome? —Reaccionó al fin.

—Tranquila, tranquila. No queremos hacerle daño, ¿sabe? Vimos su fotografía en el periódico y creemos que usted es perfecta para el empleo.

—¿Empleo? ¿De qué me habla señor…?—Dijo la joven sin entender ni una palabra.

—Ushoda.

—Claro, señor Ushoda. No entiendo qué quiere decir. ¿De qué empleo me habla?

— Verá señorita Inoue, yo vengo desde Karakura representando a mi presidente y sus deseos y…

—¿Karakura?

—Sí, Karakura. Es un pequeño país en la parte sur del Pacífico, en Asia, cerca de Japón. Es como vivir en el Japón de los samuráis… sólo que sin samuráis. De verdad es hermoso, lleno de árboles de cerezo y mucha tranquilidad.

—¿En serio? ¿Cerca de Japón? ¡Wow, mis padres son japoneses! —Dijo ella perdiendo totalmente el hilo de la conversación y muy emocionada. Al recordar el asunto principal prosiguió un poco seria. — Y… ¿Qué tengo yo que ver en eso?

—Ah sí. Como le decía, yo represento al presidente de Karakura y lo que él está buscando es una maestra valiente y heroica que pueda enseñarles a sus hijos todo lo que hay que saber sobre occidente. ¿Qué opina?

—¿Yo? ¿I-ir a ese lu-lugar a enseñarles a los hijos del presidente? Pe-pero ¿Por qué yo? —Respondió totalmente sorprendida la joven. ¿En serio un completo extraño le estaba proponiendo esto?

—¿No es obvio? ¡Usted es perfecta para el puesto! Después de lo que hizo por sus alumnos y esos animales… Además hay un excelente pago y sería un cambio radical a su vida, una experiencia nueva y diferente que la harían aún más fuerte. ¿Qué le parece?

—¿Ca-cambio de vida? —Al oír esas palabras algo en el interior de la chica se sintió muy emocionado. Quizá era eso exactamente lo que necesitaba. Un cambio radical, una nueva vida. Y si a eso le agregaba una buena paga, ¿qué más hacía falta?

—Entonces, ¿acepta? —La chica cerró los ojos unos segundos antes de responder con una enorme sonrisa convencida.

—Acepto.

—¡Excelente! Créame señorita, no se arrepentirá. ¿Lista para irnos?

—¿Irnos? ¿Ahora? ¡Claro que no! —Dijo ella dando un brinco de sorpresa.

—Pero si ya había dicho que sí. —Respondió confundido el pelirosa.

—Bueno sí, acepté pero no puedo irme ahora. Necesito un poco más de tiempo para decírselo a mis padres y preparar mis cosas. —Los ojos de Orihime se llenaron de preocupación al pensar en sus padres. ¿Cómo iba a decírselos? El que jamás hubieran estado separados por tanto tiempo hacían las cosas mucho más difíciles

—Está bien señorita Inoue, ¿le parece bien si paso por usted mañana a primera hora?

—¿Mañana? ¿No puede darme más tiempo?

—Lo lamento, pero mi presidente es muy estricto y no le gustan los retrasos. Ya verá cuando lo conozca, digamos que es muy especial en cuanto a órdenes se refiere y sobre todo cuando las da él. —Dijo el hombre sonriendo de manera nerviosa.

—¿Seguro que es un presidente? Porque a mí me suena más como un dictador. Pero está bien, no se preocupe, estaré lista mañana por la mañana. —Dijo ella con una cálida sonrisa para calmar los nervios de su enorme interlocutor.

—Hasta mañana entonces, señorita Inoue. ¿Qué le parece si la llevo a su casa para saber dónde vive y le cuento un poco más sobre el empleo?

—¡Genial! —Dijo ella muy emocionada. De pronto se detuvo en seco y apuntando acusadoramente con su pequeño dedo índice la barriga de Ushoda, lo único que alcanzaba de él, dijo: —Un momento señor Ushoda, ¿seguro que no es un secuestrador que busca robar mis órganos para venderlos en el mercado negro?

—¿Yo? ¿Traficante de órganos? ¡Para nada! Mire, aquí está mi pasaporte diplomático y el gafete que me acredita como empleado del gobierno de Karakura. Nuestro país no es muy grande pero aun así puede buscarlo en internet.

—Mmmm… Está bien, vamos a ver. —Después de unos minutos en que la chica se aseguró que todo estaba en orden subió a la enorme limusina para guiar a su acompañante hasta su casa. Después de un rato en el que pensó si todo eso era correcto y luego de convencerse a sí misma que ese era el gran cambio que estaba buscando, al fin entró.

—¡Hola Orihime! ¿Cómo te fue hoy? ¿Te dieron el empleo esta vez? —Saludó alegre Rangiku terminando de poner la mesa.

—Hola mamá. Pues verás… si y no. —Respondió la ojigris un poco nerviosa. Tenía que abordar el tema con cuidado para evitar que le diera un ataque a su madre.

—¿Cómo es eso? Cuéntame.

—¿Qué te parece si esperamos a papá y les cuento en la cena? Ahora debo ir a buscar algunas cosas. Oye, ¿sabes dónde está mi pasaporte?

—Claro, está en el estudio, con los demás papeles importantes. Espera un segundo, ¿para qué quieres el pasaporte? —Rangiku se detuvo en seco y encarando a su hija la miró sospechando por completo de ella.

—E-es que… yo… bueno… Mejor voy a buscarlo mientras llega papá. —Orihime intentó salir corriendo antes de que otra cosa sucediera pero no lo logró.

—Orihime…—La rubia la detuvo con ese tono que usan las madres cuando saben que sus hijos les ocultan algo. —Dime qué está sucediendo.

—De verdad mami, no es nada. —Una risita nerviosa escapó de sus labios al tiempo que intentaba convencer a su madre con una mirada inocente, pero no funcionó. Al ver los ojos cada vez más molestos de Rangiku suspiró derrotada y dijo: —Ahhh, está bien. Me ofrecieron empleo de maestra en Karakura y salgo mañana por la mañana.

—¡¿Qué?! ¡¿De maestra?! ¿¡En Karakura?! ¿Y qué rayos vas a hacer tú allá? Está bien que aquí te ha costado un poco de trabajo pero no es para que hagas esto.

—Tranquila ma, no es por eso. ¿Recuerdas que te dije que necesitaba un cambio? ¡Pues esto es perfecto para mí! ¡Puede que sea lo que estoy buscando!

—¡Pero hija! ¡Aquí también puedes cambiar! Puedes hacerte un nuevo corte de cabello, cambiar tu ropa, las cortinas de tu casa, ¡qué sé yo! ¿Por qué tienes que irte tan lejos sólo para cambiar?

—¿Qué pasa? ¿Por qué tantos gritos? —Interrumpió Gin entrando a la cocina. En cuanto lo vio, Rangiku se lanzó a sus brazos llorando desconsolada.

—¡Gin! De-debes detener a tu hija. ¡Quiere cometer una locura!

—¿Locura? ¿De qué estás hablando?

—Anda Orihime, ¡dile a tu padre eso de que te quieres ir!

—¿Irte? A ver, no estoy entendiendo nada. Orihime, ¿podrías explicarme qué está pasando?

—Bueno papá, le estaba diciendo a mi mamá que al fin conseguí un empleo. —Al ver la sonrisa que se formaba en el rostro de Gin la pelinaranja continuó. —El problema es que es en Karakura y el avión sale mañana por la mañana.

—¡¿Ves?! ¿Ves cómo es una locura? ¡Olvídalo jovencita!

—¿Estás segura de esto cariño? —Dijo Gin mirando a su hija.

—Si papá. Estoy segura que este empleo cambiará mi vida y es exactamente lo que estoy buscando. No sé si va a resultar pero de verdad, quiero intentarlo. —Respondió Orihime con gran seguridad reflejada en sus ojos plateados.

—Bueno. Si de verdad es lo que quieres, cuenta con nosotros.

—¡¿Qué?! —Exclamó de inmediato Rangiku mirándolo con los ojos rojos a causa de las lágrimas.

—¡¿De verdad?! ¡Gracias papá! —Al oír la respuesta de Gin, Orihime corrió a abrazar a sus padres, muy feliz de contar con su apoyo. —Ma, te prometo que estaré bien. Los llamaré en cuanto me instale y los mantendré al tanto, ¿de acuerdo?

—Está bien hija. Sólo prométenos que te cuidarás. —Dijo Gin con preocupación. A pesar de que la había apoyado, Orihime era su adorada hija y no quería que nada malo le ocurriera.

—Lo prometo. Esta es la tarjeta del señor Ushoda, el hombre que me contrató. Mientras me instalo pueden contactarme con él. Ahora debo apurarme que tengo mucho que hacer.

—¡Mi pequeña Orihime! —Dijo Rangiku dándole un abrazo tan fuerte que por poco la asfixia. —Cuídate mucho por favor. —Terminó Gin besando con ternura su frente.

—Ma, pa, los amo. —Dicho esto, Orihime les regaló una última sonrisa antes de salir corriendo hacia su nueva vida.

XoXoXoXo

Mientras esperaba a que Orihime saliera de su casa para dirigirse al aeropuerto, Ushoda decidió llamar al presidente para avisarle que había cumplido su misión.

—Ushoda, ¿qué sucede? —Respondió una malhumorada voz. El presidente Kurosaki se encontraba sentado en su escritorio leyendo los periódicos mundiales más importantes buscando comentarios sobre su persona y su país y al parecer lo que encontró no fue de su agrado pues sólo logró ponerlo de muy mal humor.

—Se-señor pre-presidente, sólo lo lla-llamo para avisarle que encontré a la maestra. En una hora saldremos rumbo a Karakura.

—¿En serio? ¿Y cómo es ella? —Dijo Ichigo bajando el periódico otorgándole toda su atención a su empleado.

—Es una linda muchacha. Creo que le va a agradar. —Dijo Ushoda sonriendo un poco. Tenía el presentimiento de que esa chica lograría ablandar a su presidente.

—Mientras haga bien su trabajo, no tendrá problemas conmigo. Llámame cuando aterricen para preparar su bienvenida, ¿entendido?

—Sí señor. —Con eso, la comunicación se interrumpió al instante en que Orihime salía de su casa con unas cuantas maletas y una pequeña bolsa de mano.

Una vez que estuvo en el avión, Orihime se puso a reflexionar un poco sobre lo que estaba pasando. Su vida había dado un giro de 360 grados y ahora se dirigía a un país casi desconocido para ella a enseñar cocina a los hijos del presidente.

—¿Qué más puedo pedir? —Pensó la chica con una sonrisa de satisfacción. —Quizá hasta encuentre al amor de mi vida… ¿¡Eh?! ¡Pero qué cosas dices Orihime! ¡Vienes a trabajar, no a buscar chicos! —Se reprendió mentalmente. Después de unos minutos más cerró los ojos para dejarse llevar por sus sueños, mientras una parte en su interior decía que tal vez habría algo más que trabajo esperando por ella.

XoXoXo

¿Qué les pareció? Sé que por ahora no hubo Ichihime como tal, pero confíen en mí las cosas irán mejorando, aunque el presidente Ichigo será un poco difícil. Jejeje XD Además esta fue como la introducción, por eso fue un capítulo corto (a comparación de los de mis otros fics), espero que les guste, de verdad. Como siempre espero sus comentarios, quejas o sugerencias a través de un review. ¡Please, hagan feliz a esta pobre muchacha! XD

¡Besos!

¡Review please!