Habían pasado varios días desde que Elías no salía de su cuarto. Y yo quería respetar eso, su espacio, su tiempo, su distancia. Pero sentía como mi codicia era cada vez más grande; como me incomodaba el hecho de que no me hablara; como me lastimaba el tiempo en que no nos veíamos.

Me molesta un poco, esa evolución de mi naturaleza ¿Por qué simplemente no puedo seguir desinteresada?. Me pregunto mientras me encuentro frente a la puerta de su cuarto, con mi mano a punto de abrir su puerta. ¿Qué pensará Elías si hago eso? Me preguntó si me encontrará molesta, me pregunto si me reprenderá, si se incomodará por la invasión de su privacidad.

Elías, oh Elías… sabes tan poco de mí. Y sin embargo, sin notarlo me has ido cambiando, tanto que no importa quién era antes de conocerte, sólo necesitas conocer a la que soy hoy y como crezco al lado tuyo. Elías, oh Elías… sé tan poco de ti. Y sin embargo, mi afecto crece de una forma aterradoramente desbordante, así como mi necesidad de tu compañía, así como mi dependencia de tu brazo extendido hacia mí. Es tan preocupante. No quiero, sé que no debo, querer a alguien más. Mis adentros gritan que no confíe de nuevo, que no necesite a nadie de nuevo, pues temo ser arrojada lejos. Como ya pasó un día, antes de conocernos.

Quiero y no quiero, más no puedo detenerme ahora, estoy entrando a tu cuarto sin que me hayas dejado pasar. Rápidamente una sombra disforme me tumba al suelo. Dices mi nombre y eso era todo lo que necesitaba, escuchar tu voz susurrando a mi oído.

No puedes cambiar de forma ahora dices, que debes permanecer de ese modo irreconocible por ahora. ¿Pero sabes algo Elías? Tu forma es irrelevante para mí, lo fue desde el día en que dijiste que éramos familia. Tú forma, quién eres o cómo actúes; todo es irrelevante para mí, pues me diste la bienvenida. Aún si no eras serio, aún si tus palabras fueron el ligero arrullo que necesitaba y lo sabías. Me bastó eso para estar dispuesta a estar contigo, hasta que seas tú quién se aleje de mí.

Con tu cuerpo sin forma me sostuviste, parecía que con todo tu ser me abrazabas, recosté mi cabeza a lo que parecía ser tu pecho. Y de esa forma, cómo una pequeña en los brazos que la protegen. Rápidamente, me dormí.

Cuando abrí los ojos, en medio de la oscuridad penetrante. Pude distinguir el brillo escarlata de tus ojos feroces, parecía que ibas a devorarme. Un milisegundo bastó para que cambiara de eso, a la imagen de mi madre. Un distractor imponente para ocultar lo que pasaba. Pero Elías, lo que tú no sabes es que yo hubiera estado quieta, aún si me devorabas. Aún si decidías en ese momento entregarme al sueño eterno, pues mi vida te pertenece. Y yo hubiera estado feliz, pues sin ti, de igual forma moriría.

¿Y moriría enserio no? Pues esa es la maldición que cargo, a la que tú llamaste fortuna. Espero por el día en que yo también me sienta dichosa por cargar estos ojos. Porque eso fue lo que dijiste, y yo decidí confiar en tus palabras de ese día. Así que mientras tanto, seré tu experimento de sobrevivencia, no me dejes morir.

A menos que realmente, quieras devorarme un día.

DSY