Capitulo 1
En las cercanías al gran cañón, había un pueblo llamado "Ultima Esperanza", no era pobre, pero tampoco era una gran ciudad, carecía de atracciones turísticas como parque de diversiones o teatros, y su única escuela estaba un poco alejada, cercana a las montañas. Los habitantes eran agradables y muy hospitalarios, todos se conocían entre sí, y se ayudaban mutuamente en caso de desastres naturales.
El pueblo tenía un secreto, conocido por generaciones, que giraba en torno a una extraña cueva, que se encontraba en las cercanías del área norte de la escuela. Todo lo que la rodeaba era extraño, un gran bosque de árboles imponentes, pequeños riachuelos que afluían desde un lugar desconocido y muchas formaciones rocosas extrañas. Ningún animal habitaba ese bosque, que de hecho era el único de la zona, se rumoreaba que lobos Vivian en el lugar, pero nadie sabía de qué se alimentaban. Un pequeño lago se encontraba en frente de la entrada de la cueva, de color azul claro de día, pero en las noches se tornaba de color morado. Lo que más intrigaba era la forma de la cueva, su entrada tenía la forma exacta de la cabeza de un lobo, lo ojos, la boca, los dientes, las orejas y la nariz estaban perfectamente representadas en su entrada, que era la boca del animal.
Rumores, cuchicheos, hablaban acerca de extraños fenómenos, que siempre ocurrían en sus cercanías. Supuestamente el campo magnético de la tierra estaba alterado en ese lugar, los teléfonos celulares se volvían inservibles en sus cercanías, las personas sentían mareos al acercarse, y el miedo se apoderaba de ellas con solo entrar en el bosque. Su más extraño fenómeno, que era el que hacía que las personas jamás quisieran acercárseles, todas las noches de luna llena cerca de las doce, unas aperturas que parecían a los ojos de los lobos brillaban con una tonalidad rojiza que hacia parecer como si la cueva tuviese vida y en su interior se escuchaban gruñidos y otros sonidos espeluznantes.
Era como si la cueva estuviese maldita, como si una poderosa magia la envolviera haciéndola inaccesible. A pesar de todos los intentos científicos de descifrar su enigma, ninguna de sus investigaciones dio frutos. En un caso un grupo valiente decidió ir a la cueva de día, y esperar hasta la llegada de la noche para averiguar qué era lo que ocurría dentro de esta misma. Nadie, nunca se enteró de lo que ocurría dentro de esta, porque jamás volvieron. Algunos especulaban que el grupo fue devorado por el animal salvaje que habita la cueva, otros decían que habían huido, pero se habían escondidos para no dar la cara; pero el caso es que nadie supo lo que paso ese día, luego de esa visita, nadie jamás volvió a acercarse a esa cueva.
Hasta un verano de 1990, y he aquí donde nuestra historia tiene comienzo.
El Pueblo a mediada de que avanzaban los tiempos, había casi olvidado la leyenda de la cueva. Rechazaban cualquier anomalía, que tuviera que ver indirecta o directamente de esta, pero aun así, nadie se le aceraba. Con los avances en la tecnología, y los jóvenes cada vez más reacios a escuchar a sus padres, con el paso del tiempo, se volvieron completamente ignorantes a la historia de su pueblo. Ya a ninguna persona le importaba su pasado, solo se preocupaban, por el mañana. Solo un grupo de personas, conocidas como "Los tabú" eran los únicos que recordaban el pasado, y lo mantenían presente sobre todas las cosas, y nunca jamás le rehuyeron como lo hicieron todos. Pero lo que nadie sabía, es que a veces rehuir al pasado, solo provocaba, que la ignorancia, destruyera al ignorante, y a la vez ese ignorante, normalmente se lleva a personas inocentes con él.
Todo ocurrió, durante un otoño, que ya daba paso al invierno. El pueblo ya estaba haciendo las compras navideñas. Los villancicos, resonaban en cada calle, impregnadas de alegría contagiosa, que hacia sonreír hasta el más viejo. Las casa de color caoba, estaban todas decoradas, con luces y adornos. Se veían a las familias, empezando a poner los árboles de navidad, preocupándose únicamente por el color de los árboles, de cual fuera ms bonito. Todo esto ocurría en el centro del pueblo.
En los alrededores de del bosque, el grupo "Los tabú" no pensaba ni se preocupaba por la navidad. Siempre se hallaban inmersos en sus rituales. Estos iban hasta la entrada del bosque, y dejaban una ofrenda, representando su amistad a la magia que siempre asedio el lugar. Para ellos, ese lugar era sagrado, era un lugar donde se debía guardar silencio, para respetar a todos los elementos que lo conformaban. Pero esta tarde de otoño, envés de realizar su ritual diario, se encontraban hablándole a un grupo de turistas jóvenes, sobre la leyenda del bosque, la cueva y todo los acontecimientos que ocurrieron y siguen ocurriendo en sus cercanías.
Luego de unas dos horas hablando aproximadamente, el grupo de jóvenes, se levantó de sus asientos (que eran un pedazo de tronco sostenido en el aire por dos piedras) dispuestos a irse, cuando el más anciano de todos, el cual no había dicho ni una sola palabra desde que el grupo llego, se paró y los detuvo con una sola mirada. El anciano que se hacía conocer como "Alistar" un nombre poco común y antiguo, se acercó a los chicos, y les dirigió una mirada de advertencia, hacia todos en general, pero poso sus ojos sobre la más joven del grupo un segundo más de lo que había hecho con los demás. Alistar, cruzo las manos, y empezó a hablar con una voz, que sonaba monótona, pero a la vez clara y peligrosa:
Puedo sentir que a pocos le ha impresionado la leyenda. Pero he de advertirles que no es bueno tentar su suerte. – se acercó, un paso más al grupo, y miro una vez más al mayor – Sé que, su sentido de detectar lo peligroso de lo seguro, se ha ido deteriorando con el paso del tiempo, y cada vez más a los jóvenes, les encanta destacar entre los suyos, sentirse diferentes y admirados, pero deberán saber, que a veces ese coraje por romper las reglar y probar que son alguien, los pueden llevar a situaciones peligrosas. Lo puedo ver en sus ojos, jóvenes, puedo ver cosas que con los años, solo un viejo como yo puede ver, y les aconsejo tomar las decisiones correctas en su vida, que a partir de ahora queda en sus manos – termino Alistar, con un deje compasivo en la voz, como quien sabe que el sufrimiento, que padece o padecerá alguien será fuerte, y necesitara esas palabras de aliento.
Si señor – contesto, el mayor de todos, conteniendo la risa pugnaba por salir de sus labios. – lo tomaremos en cuenta… ¡si alguna vez llegamos a enfrentarnos con un brujo! ¡Ha! – el muchacho termino, sin aguantar la risa, que ahora salía de su boca a carcajadas, delante del anciano, el cual se inmuto y volvió a sentarse en su puesto, sin dejar de mirar con lastima al grupo.
Todo el grupo estaba riendo a carcajadas, excepto una chica. Esa chica, bajita, de tez clara, ojos verdes y cabello rubio, con hoyuelos bien marcados en su cara, que le daban un aspecto más joven de lo que era, fruncía el ceño con preocupación, por lo que le había dicho el anciano. Su nombre era Sara, una chica de catorce años de edad, que era risueña y suelta, pero ahora se encontraba preocupada, por las palabras sabias del hombre. En su casa siempre le habían enseñado, a respetar y aprender de ellos, ya que su sabiduría siempre era mucho mayor que muchos, y casi siempre sus consejos debían ser escuchados. Pero nunca un consejo, le había provocado, esa reacción de preocupación extrema que le había provocado este. Sus palabras eran muy ciertas, ahora todos sus amigos, nunca se interesaban en la escuela, solo se interesaban en sus ropas, y quien era el más popular, pero ella era una chica simple, que le gustaba la vida tranquila.
El grupo, empezó a caminar de regreso al hotel donde se alojaban, que se encontraba en las afueras de la ciudad. Este era antiguo y nunca fue muy famoso por su gran atención a la clientela, pero era un hotel decente y agradable. Cuando llegaron a la entrada, saludaron a la vieja recepcionista, canosa y con grandes y redondas gafas, antes de subir por las escaleras hasta sus habitaciones. Decidieron ir a la de chicos, todos juntos, para comentar su última experiencia. Cuando centraron a esta, tuvieron casi que nadar entre el desorden reinaba la habitación. Era un suite, con cuatro camas, y una mesita de noche entre cada una, con una lamparita y un solo teléfono. Había un pequeño armario para la ropa, pero estaba lleno de basura.
Las chicas miraron horrorizadas, el ambiente, peo lo dejaron pasar, ya que estaba muy acostumbradas a ver desorden. En su cuarto, había una situación ligeramente similar, pero más arreglada. Los chicos se sentaron en dos camas y las chicas en una. Sara se sentó entre sus dos mejores amigas Magia y Liza, con una mirada ligeramente ausente, pues, todavía se encontraba pensando en lo que le había dicho Alistar y su significado, cruzo las piernas y puso sus manos sobre estas mientras estos aguantaban el peso de su cabeza. Cuchichiaban, sobre la leyenda de la cueva, de lo absurdo que sonaba, y lo genial que sería visitarla para demostrar la locura del anciano.
Para serles sincero, yo pensaba que las historias estaban locas, pero luego de escuchar al anciano loco, esas leyendas me parecen muy reales. – se rio, el mayor, llamado Sam, y de repente, se puso serio, levanto un dedo y rodo los ojos, empezando a imitar la voz profunda de Alistar - "Distinguir, lo peligroso de lo seguro" " si no seréis unos malditos condenados" – y cayó al suelo de la risa mientras los otros también reían a carcajadas.
No deberían reírse de lo que dijo, es cierto, todos somos unos inmaduros, que lo que querremos es probar que somos alguien – dijo Sara ligeramente molesta, se había parado de la cama, y puesto su manos en las caderas, mientras fulminaba con la mirada a los chicos, que empezaban a poner cara de fingido lamento.
Lo sentimos mucho Sara – dijo Sam, mientras fingía el perdón, hasta que no pudo más y estallo con una risa – sabíamos que estabas loca, pero no que lo habías heredado del ¿Es tu abuelo, no? – dijo, mientras reía nuevamente. Sara se sintió ligeramente ofendida, y se volvió a sentar con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
Bueno, y ¿cuándo vamos a la cueva maldita? Ya me estoy aburriendo aquí adentro – comento un chico joven de cabello negro como el carbón. Estaba de pie, y a punto de coger su mochila, pareciera como si no se pudiera estar quieto por más de cinco minutos, bueno, en realidad así era.
¡VAMOS A IR! – grito Sara desesperada, saltando de la cama nuevamente, con los ojos desorbitados. En otra ocasión, no hubiera dicho nada, pero sabía que si se separaba del grupo el guía turístico la iba a echar de la excursión, ya estaba completamente arrepentida de haber aceptado este regalo de cumpleaños.
Iremos esta noche, es hora de demostrar que esa gente está loca creyendo que la magia existe – respondió Sam. Se mostraba muy confiado, para ser tan joven, y esbozaba una sonrisa capaz de convencer a cualquiera.
Nosotros también iremos – dijeron los restantes al mismo tiempo, asintiendo firmemente y compartiendo su creencia – De verdad no puedo creer que la gente piense en ese tipo de cosas tan absurdas. Apuesto que solo quieren que el lugar tenga más publicidad y así lograr ganar más dinero. – Afirmo un chico que estaba sentado en la cama al izquierda de la ventana.
Mientras todos reían por lo bajo y empezaban a planear su aventura de esa noche mientras, Sara miraba al grupo con pánico, sabía que la obligarían a ir, se suponía que el grupo no se debía separar en ningún momento, pero tampoco le agradaba la idea de ir a un lugar donde supuestamente le habían contado, habían ocurrido asesinatos. Se paró un poco abstraída y camino lentamente hasta un sillón del extremo de la habitación, continuando con su lucha interna cuando una de sus amigas se dio cuenta de su estado, y se apresuró a averiguar que le ocurría. Se sentó a su lado y le toco el hombro y ella fijo su atención en su amiga.
¿Qué te pasa Sara? Te veo muy pensativa – susurro la chica, mientras miraba a Sara fijamente a los ojos, con una ligera preocupación en el rostro.
- Nada, Emily, ¿Por qué? – se apresuró a contestar Sara. Aunque era cierto, no le gustaba muy a menudo admitir que tenía miedo, pero sabía que nadie podía reconocer su cara mejor que su amiga Emily. Intento esquivar su mirada, sin mucho éxito, al final se dio por vencida y resoplo antes de volver toda su atención a ella
Te conozco desde los dos años y conozco esa mirada que tienes ahora, cuando piensas en algo que te perturba – respondió Emily. – No te obligare a contestarme, pero sabes que puedes confiar en mi para todo- Al Emily decir esto, Sara recordó porque la consideraba la mejor de las amigas, ella no te obligaba a hablar, aunque la perturbase mucho no saber algo, ella prefería esperar a que ella pudiera contestarle. Ese detalle ella lo apreciaba mucho, pocas personas eran de esa forma.
Bueno está bien – musito Sara, mientras su boca se torcía un poco formando una media sonrisa. – No creo que sea una buena idea ir a esa cueva, no creo mucho en la magia, pero la idea de ir a un lugar donde gente ha desaparecido no me suena nada bien.- dijo con semblante de preocupación. - aparte esa conversación con el anciano me ha dejado un poco preocupada, no sé, era como si el pudiera saber que íbamos a hacer, eso me mantiene perturbada, algo en ese hombre me parece extraño.
Pero eso son solo rumores, así decían de la famosa cueva en Búfalo, "la cueva de las almas", ¿recuerda? La gente aseguraba que dentro se escuchaban voces, pero terminaron siendo dos chicos con un radio y un cd de un discurso de 1980. – dijo Emily intentando que Sara se animara un poco, aunque a ella no le agradaba mucho la idea de visitar un lugar supuestamente maldito, pero le hacía gracia que en estos tiempos tan modernos las personas siguieran creyendo en la magia.
Al nombrar Búfalo, todos en la sala, que habían estado escuchando a escondidas, rompieron en carcajadas, recordando algún chiste lejano. Sam, ahora con un deje de autoridad, está técnicamente liderando al grupo entero, diciéndoles, los planes y de vez en cuando contando chistes para aligerar el ambiente. Sara y Emily, luego de superar sus risas volvieron a poner el semblante serio y a mirarse a los ojos, mientras soltaban un suspiro al mismo tiempo
Pero es que, presiento que algo va a pasar, este lugar la gente está aterrada de verdad, nadie quiere ni saber de la cueva, no hay forma de explicar lo que ocurre y eso me aterra. – era cierto, aunque habían olvidado la leyenda, las personas no estaba muy interesadas en saber de la cueva, o solo abrían los ojos como platos cuando la mencionaban - Tengo miedo. – admitió Sara
Emily, se quedó un rato, mirando al vacío, analizando lo que Sara le había comentada, era cierto, toda la evidencia apuntaba a que algo extraño pasaba entorno a la cueva ¿sería posible? ¿Con toda la tecnología actual, que las personas sigan creyendo en su cuento de terror ficticio? Luego de salir de sus cavilaciones, ya había tomado su decisión de creer o no creer en eso
Te comprendo Sara, pero escucha, esto puede ser una gran aventura, si quieres vamos salimos un poco a caminar para que te tranquilices un poco y luego volvemos con los chicos a prepararnos para irnos – dijo Emily, entusiasmada de repente.- ¿Qué podría pasar? será solo por un rato y ¡veras que estaremos aquí para el amanecer!- exclamo, cogiendo a su amiga por el brazo y llevándosela corriendo hacia el pasillo del hotel con toda la intención de convencer a su amiga.
Que equivocada estaba Emily.
