Dragon Ball y sus personajes son propiedad de Akira Toriyama.
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"Es un Maestro excelente aquel que, sin enseñar muchas cosas, hace nacer en el discípulo un afán grande de aprender"
(Arturo Graf)
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Maestro y Discípulo
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– ¡Maestro Vegeta!
Cada vez que el Príncipe Saiyajin escuchaba esas palabras, sentía una molestia en todo su cuerpo; como si un veneno llegara a cada célula de su organismo y le provocara una parálisis muscular severa.
No estaba seguro si eso se debía a que no se sentía identificado con aquel título o por el simple hecho de que la voz de ese mocoso Saiyajin lo irritaba completamente. Sin embargo, no podía evitar reflexionar en lo primero: ¿Por qué lo llamaba Maestro?
– ¡Te he dicho que no me llames así! – Bramó Vegeta furioso, elevando su Ki lo suficiente para generar temor y respeto en Kyabe.
–Perdóneme, Maes… ¡Señor, Vegeta! – Nervioso, el joven Saiyajin le hizo una breve reverencia, en señal de disculpas hacia quién consideraba su mentor.
– ¿Qué es lo que quieres? – Habló sin esconder su molestia. – ¡No tengo todo el maldito día!
–Yo… - El guerrero del Universo 6 dudó unos instantes, pero ya estaba ahí y debía hablar de una vez – Quiero pedirle formalmente que me entrene ¡Quiero que sea mi Maestro!
Arqueó una ceja, extrañado – ¿Qué no te basta con haberte transformado en Súper Saiyajin, mocoso atrevido?
– ¡Al contrario! – Kyabe se permitió sonreír brevemente, al recordar ese momento que lo llenaba de orgullo – Cuando logré transformarme me di cuenta que puedo llegar aun más lejos; que puedo superar mis poderes y sé que si usted me da las herramientas para lograrlo…
– ¿Herramientas, dices?
–No conozco Saiyajin con el nivel de pelea como el suyo, ni con técnicas tan poderosas como las que le he visto hacer – Siguió hablando, con un dejo de emoción en su voz. – Me sentiría muy honrado si me permite ser su discípulo, Señor Vegeta.
Vegeta no respondió, cruzó los brazos y observó fijamente al guerrero de su misma raza, que lo miraba con una ansiedad infinita. Por supuesto, eso no le importaba. Su mente sólo trataba de procesar todo lo que estaba pasando en ese momento: ¿Ser Maestro de alguien?
Era una propuesta que no se esperaba, no viniendo de él: Un tipo con nulo tacto para tratar a la gente, tosco, arrogante, a ratos despreciable. El sabía que era así y no pretendía cambiar eso en él; pero imaginaba que aquello provocaría anticuerpos para quién quisiera entrenar con él.
Desde su nacimiento fue capacitado por tutores y guerreros para ser un gran Príncipe Saiyajin. Así, a lo largo de infancia recibió la educación apropiada y severos entrenamientos, que sólo un guerrero de su alcurnia podía merecer. Eventualmente, se terminaría convirtiendo en el heredero absoluto y futuro Rey del Planeta Vegeta y para ello, debía ser el guerrero más fuerte.
Sin embargo, la invasión de Freezer y su ejército y la posterior destrucción de su planeta natal; lo transformaron en un príncipe sin trono, que luego de una vida de viajes por el Universo como un mercenario, terminó instalándose en la Tierra, donde empezó a entrenar de formar autodidacta, con un solo objetivo fijo en su mente: Derrotar a ese infeliz de Kakaroto. Sólo hasta que conoció a Whis, mucho tiempo después, considero una buena oportunidad ser entrenado por él. Siempre manteniendo sus principios: Superarse y superar a los demás.
Quizás lo más cercano que estuvo de ser un maestro, fue cuando decidió entrenar a su primogénito. No estaba seguro si con Trunks habían formado un lazo de Maestro – Discípulo, en toda la extensión de la palabra. Al fin y al cabo, el muchacho era su descendiente y en él había un gran potencial, por lo que no iba a permitir que aquello fuera desperdiciado. Trunks era un guerrero poderoso con muchas habilidades, a pesar de ser sólo una pre adolescente en la actualidad y Vegeta sabía que era su deber como padre y también como Saiyajin, inculcarle el espíritu guerrero de su raza, más aun al estar en constante acercamiento con su lado terrícola. Y esperaba, en un par de años más, hacer lo mismo con su hija.
Pero ahora, el contexto era completamente distinto. Alguien quería seguir sus pasos, de manera voluntaria, con la convicción de ser el más fuerte de todos.
Las mismas convicciones que él ha tenido a lo largo de su vida.
– ¿Y qué crees tú que te hace merecedor de ser mi alumno? – Habló finalmente, con un tono despectivo – Acaso crees que por venir hasta acá y dar ese estúpido discurso de superación ¿Voy a ceder?
Kyabe parpadeó rápidamente, no esperando esa respuesta por parte del Saiyajin. Se imaginaba, en un escenario fatalista, que Vegeta se negaría a entrenarlo y finalmente - fiel a su estilo- le daría un certero golpe en el abdomen, que lo dejaría inconsciente por un buen rato. Pero ahora, no sólo se veía reacio a la propuesta, sino que también lo cuestionaba.
–N-no lo sé… - Titubeó el menor. - ¿Quiere que nos enfrentemos un combate para así evaluar mi nivel de pelea?
Esa podría haber sido la opción más lógica y objetiva, pensó Vegeta. Pero ya conocía bastante bien el nivel de pelea del Saiyajin, lo suficiente como para saber que tenía un gran potencial y podría llegar a ser un guerrero poderoso si era disciplinado y constante en sus entrenamientos. Pero eso, jamás se lo diría a viva voz.
–Eso no me interesa – Respondió finalmente, sonriendo con crueldad. – No necesito pelear contigo para darme cuenta que no eres más que un debilucho de primera.
Kyabe no respondió. Empezaba a sentir como el calor emanaba hacia sus mejillas, una intensa punzada llegó a su pecho y le provocó un insistente ardor. El era un guerrero poderoso, había dado todo para defender su planeta, a su Universo… ¡El no era un debilucho!
– ¡No lo soy! – Gritó, sacando a Vegeta de su postura inicial. – ¡No soy un debilucho y usted lo sabe!
– ¡Insecto insolente! ¿Cómo te atreves a gritarme así? –Su paciencia estaba llegando al límite, no esperaba aquella reacción en él – ¿Acaso no sabes a quien te estás dirigiendo…?
– ¡Lo sé muy bien! – Kyabe habló con firmeza, por primera vez desde que fue en su búsqueda – Estoy hablando con un Saiyajin ¡Un Saiyajin tan orgulloso y terco como yo puedo llegar a ser!
Y sin esperar alguna respuesta o reacción, sumergido en el dolor y la rabia, un aura dorada lo rodeó y sin pensarlo, Kyabe se abalanzó sobre él con gran rapidez.
Por supuesto, para Vegeta ese no fue un problema y sin grandes esfuerzo logró responder con evidente destreza los golpes que Kyabe le propinaba. Lo tenía que reconocer: Desde que lo conoció en aquel torneo entre los Universos 6 y 7, el poder de Kyabe había aumentado considerablemente, su control en estado de Súper Saiyajin prácticamente era perfecto, lo que hacía que sus habilidades y su velocidad aumentara considerablemente.
Y antes de que Kyabe pudiera tan sólo intentar golpearlo nuevamente; el príncipe Saiyajin se le adelantó, dándole un golpe directo en el abdomen. El aura dorada desapareció, su visión se hizo borrosa y ya perdiendo el conocimiento, empezó a caer desde las alturas. Estaba seguro que llegaría directo al suelo, ya se sentía cansado y adolorido, pero no contaba con que Vegeta volvería con otro ataque, esta vez directo a su espalda y que lo llevaría a terminar sobre unas montañas.
Vegeta lo observó desde una breve distancia. Sabía que Kyabe volvería al ataque en cualquier momento, más allá de que podía sentir su Ki, un poco más débil que hace un rato, pero aun existente. Ese mocoso infame era perseverante e insistente, lo tenía hastiado pero al mismo tiempo veía algo en él que no lo podía evadir.
Sus pensamientos fueron interrumpidos, cuando sorpresivamente el Saiyajin más joven surgía de entre los escombros para ir directo hacia él, preparado para la revancha que se aproximaba. Ambos guerreros iniciaron una pelea en la que sólo uno de ellos vencería.
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El gritó de espanto de Bulma, al ir a su encuentro cuando aterrizó bajo la Corporación Capsula, le dolió como un golpe físico más. Sabía que la reacción de su mujer, no era tanto por él, pues ya estaba acostumbrada a verlo herido y sucio luego de sus entrenamientos; se debía al encontrar al otro Saiyajin ensangrentado e inconsciente, que él cargaba a sus espaldas.
– ¡Ya, calla! – Le dijo fastidiado. Estaba cansado y hambriento, pero luego se preocuparía de ello. – Necesito que cures las heridas de este mocoso.
–Pero… - Con evidente preocupación, Bulma reconoció de inmediato al joven guerrero del Universo 6 - ¿Qué hiciste, Vegeta? ¡Es sólo un muchacho!
–El es un guerrero Saiyajin. Sabía muy bien cómo iba a terminar.
Sin más que decir, se adentró a la mansión con el objetivo de dejar a Kyabe en alguna de las habitaciones. Bulma lo siguió, comprendiendo que el Saiyajin no le daría más explicaciones de lo sucedido.
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– ¡Papá, papá! – La voz de su hijo lo sacó de sus pensamientos, posó su mirada hacia donde estaba su hijo y su esposa; ambos rodeando la cama donde Kyabe yacía, recuperándose – ¡Está despertando!
Con dificultad, Kyabe empezó a abrir los ojos, tratando de adaptarse a la luz artificial que iluminaba la habitación. Estaba adolorido y un poco aturdido, tratando de recordar los sucesos anteriores, sólo llegaba a su mente los momentos en que enfrentó a Vegeta en el combate, furioso por sus palabras hirientes y frustrando al ver que no sería entrenado por él.
–No te muevas – Dijo Bulma con suavidad, Kyabe la miró confundido – Estás en Corporación Capsula. Vegeta te trajo mal herido hasta acá, pero afortunadamente tus heridas son superficiales, estarás bien.
– ¡La pelea estuvo genial! – Exclamó Trunks entusiasmado, desde el otro lado de la cama – Podía sentir sus Ki elevarse ¡Eres muy fuerte, Kyabe!
–G-gracias – Contestó el aludido, un poco avergonzado. Con calma se acomodo en la cama y observó las vendas que tenía en su cuerpo – Lamento mucho todos los problemas que les ocasioné.
–Es muy tarde para eso, mocoso – Habló Vegeta, desde el otro extremo de la habitación, apoyado en la pared – Tu te buscaste todo esto.
–Entonces – Bajó la vista hacia la sábanas, con las miradas de Bulma y Trunks sobre ellos, observándolos como si fuera un partido de tenis - ¿Es un no definitivo?
Vegeta No respondió. No porque le estuviera dando la razón, tampoco para demostrarle lo contrario. Es que simplemente no entendía porque ese infeliz lo hostigaba tanto con el asunto. Se equivocó al pensar que luego de la batalla que habían tenido, a Kyabe le había queda claro que para él, era sólo un guerrero débil que jamás podría superarlo. Pero parecía no querer dar su brazo a torcer.
–Kyabe, supongo que tienes hambre – Intervino Bulma con una sonrisa conciliadora, tratando de romper la tensión que se había formado entre ambos Saiyajin – ¡Seguramente debes comer tanto como mi marido y mis hijos!
– ¡Este insecto no tiene nada que hacer aquí! – gritó Vegeta, mirándolo con rabia, acercándose a la cama donde yacía el joven – Lárgate, si no quieres que yo te saque de la peor forma posible.
Pero antes de que Kyabe pudiera decir o hacer algo, Bulma saltó como un resorte al escuchar a su marido tratarlo de esa manera.
– ¡No seas descortés, Vegeta!– Lo miró desafiante, colocando sus manos en la cintura, como en jarra – ¡Esta es mi casa y yo decido quién se queda o quién se va!
–Mujer, no me contradigas – Ya estaba hastiado, pareciera que todos estuvieran en su contra.
–No sé qué "lio de Saiyajines" tienen ustedes dos, pero él ahora es mi huésped y se quedará a cenar ¿Te quedó claro?
– ¿A qué te refieres con eso de "lio de Saiyajines"? ¿Te estás burlando de mí?
Y así comenzó una nueva batalla, esta vez, una batalla verbal entre la pareja. El Saiyajin menor presenciaba la discusión con asombro, Vegeta parecía mucho más cabreado que antes. Trunks, al ver a sus padres discutir y luego notar la cara de perturbado de Kyabe, quiso poner paños fríos a la situación.
–Ya te acostumbrarás – Le dijo, encogiendo los hombros, un poco aburrido – Siempre pelean así y mamá siempre termina ganando.
–Vaya… - Por primera vez, en todo ese día, Kyabe sonrió divertido al ver a su mentor en tal peculiar situación domestica.
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El olor a comida, hizo que sus tripas sonaran con furia ¡Estaba hambriento! Todo el acontecimiento vivido anteriormente lo había dejado bastante cansado, sin energías. Internamente, agradecía que Bulma hubiese intercedido por él para que no se fuera de la casa sin probar bocado, estaba seguro de que no hubiese podido haber resistido tanto tiempo con el estomago vacio.
– ¡Esto está realmente delicioso! – Exclamó luego de tragar un trozo de carne con rapidez - ¡Muchas gracias!
–Me alegro que te guste. No todos los días tengo a un Saiyajin puro tan educado y amable en mi mesa – Bulma habló sin quitar la mirada de su marido, todavía un poco molesta por su comportamiento minutos antes. El aludido soltó un gruñido y siguió comiendo, ignorando a los demás. – ¡Tu sírvete lo que quieras, Kyabe, estás en tu casa!
–Oye, Kyabe ¿Te gustaría jugar a los videos juegos después de cenar? – Le preguntó Trunks entusiasmado ante la idea de tener un compañero de juegos aunque sea por un par de horas. – Tengo un juego de carrera de autos nuevo, podríamos jugar a ese ¿Qué te parece?
– ¿Eh? ¿Videos juegos? – Lo miró extrañado.
–Si… ¿No los conoces?
–No, lo siento – Sintió sus mejillas arder, como un niño pequeño completamente avergonzado. – En mi planeta no tenemos de esos videos juegos…
–Entonces… - Trunks parpadeó varias veces, como tratando de asimilar lo que escuchaba - ¿Cómo se divierten los jóvenes en su planeta?
–Pues… entrenando, supongo – La verdad es que no se lo había cuestionado mayormente en su vida. Cuando algo se hace presente y constante en la vida de un individuo desde sus inicios, aquello se terminaba convirtiendo en algo natural e intrínseco. Eso era para él las batallas. – Nuestro deber es entrenar para proteger nuestro planeta; gran parte de nuestro tiempo libre lo dedicamos a eso y a estar con nuestras familias.
Guardó silencio cuando se encontró con la fría mirada de Vegeta, desde el otro lado de la mesa. No pudo describir que pasaba por su mente, asumía que su sola presencia en su hogar le molestaba infinitamente y ya no debía sorprenderse.
Sin embargo, Vegeta no lo observaba con molestia esta vez; más bien lo hacía prestando completa atento a sus palabras. Por supuesto, en su planeta no se divertían ni vivían tan tranquilos como en la Tierra. Un planeta de guerreros Saiyajin, jamás descansaba, jamás se quedaba en los laureles de la victoria. Un planeta de guerreros, siempre estaba atento a una próxima batalla. Y eso era algo de lo cual él tenía completo conocimiento.
Sin demostrar mayor interés en la conversación, el príncipe Saiyajin se levantó de su asiento y salió del comedor, despareciendo por el pasillo. Bulma y Trunks no se inmutaron, al parecer aquel comportamiento era usual en él. Kyabe, en cambio, quedó con un dejo de confusión y decepción al ver su maestro abandonar la sala y aun sin recibir respuesta alguna por parte de él.
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Tenía que reconocerlo, se sentía cómodo cada vez que entraba a aquella habitación. Si, le había costado al principio adaptarse a la decoración y los colores tan peculiares que lo rodeaban: Demasiado rosa, demasiado pintoresco, demasiado femenino a lo que él acostumbraba. Pero eso no le importaba.
Con tal de tener la certeza de que ese pequeño Ki estuviera sereno y tranquilo, nada más le importaba.
En efecto, fue la presencia de su hija lo que hizo que se marchara de la cocina y fuera a su encuentro. Había despertado de su siesta y sabía que eventualmente empezaría a llorar en búsqueda de compañía y comida. Pero ahora, al sentir la presencia de su padre, la bebé reía y emitía ruiditos graciosos.
Vegeta se quitó el guante de su traje de entrenamiento y acercó su mano hacia la pequeña Bra, quién de inmediato jaló de uno dedos con fuerza, sin dejar de reír. Sus facciones se suavizaron al escuchar aquel sonido tan agradable. Podría escucharla reír así todo el día.
– ¡Ah! Aquí estás, Vegeta – La voz de Bulma, desde la entrada de la habitación, lo sacó de sus cavilaciones, más no se alejó ni un centímetro de la bebé – Ya me extrañaba que no se hubiese despertado para comer – Se acercó a su marido y a su hija, sonriendo - ¿Te diviertes con papá? ¡Parece que sí!
– ¿Estás consciente de que no te va a responder? – Comentó el Saiyajin con ironía. Bulma lo fulminó con la mirada. Sin responder, sacó a Bra de su cuna y se acomodó con ella en la silla mecedora, con el fin de poder alimentarla.
–Parece que alguien sigue de mal humor… - Habló por fin, sin mirarlo a la cara, enfocándose en acomodar a la niña cerca de su pecho. Una vez lograda la labor y asegurándose de que su hija se estuviera alimentando correctamente, levantó la mirada hacia él. - ¿Tanto te molesta que ese Saiyajin quiera entrenar contigo?
Si en algún momento pensó que Bulma no se daría cuenta de su inesperada batalla con Kyabe, pues estaba muy equivocado –A ti nada se te escapa, mujer.
–Por algo soy la mujer más inteligente del mundo - Replicó la científico con orgullo. Vegeta soltó un risa burlesca
–Y la más entrometida también… - Bulma iba a decir algo, pero guardó silencio. No quería desviar la conversación inicial con su marido; sabía que era esquivo con sus emociones y sentimientos, no era un hombre que se abriera fácilmente. Sin embargo, a lo largo de su relación habían dado pequeños pasos. Pequeños, pero seguros pasos.
–Puedo pelear las veces que sean necesarias si él me enfrenta, porque jamás me negaré a un rival. Pero no puedo ser su maestro.
– ¿Cómo? – Dijo ella, buscando un fundamento a sus palabras – Le enseñaste a convertirse en Súper Saiyajin en ese torneo en medio de la nada. Claramente tiene potencial ¿Qué hay de malo en ser su maestro?
Bulma sabía que frente a ella, en ese preciso momento, no estaba el Saiyajin orgulloso y arrogante, que alguna vez conoció. No estaba ese Vegeta con aires de superioridad, que miraba por encima del hombro a los demás. Frente a ella, había un hombre confundido y tremendamente nostálgico.
–Porque no soy un ejemplo, mucho menos soy un ejemplo para un Saiyajin. – Apretó los puños con rabia – Porque yo jamás fui así, porque yo jamás lo hice… ysu presencia me lo recuerda constantemente.
Giró su mirada, evitando mirar a Bulma. Se acercó a la ventana, observando el atardecer, sumergido nuevamente en la nostalgia por el planeta que lo vio nacer. Sintió la presencia de su mujer acercarse a él, cuando desvió su mirada hacia, la encontró a su lado, sosteniendo a la hija de ambos entre sus brazos, quien lo miraba fijamente.
–Creo que Kyabe no pretende imitarte – Le habló ella con suavidad – Siento que él te admira mucho y ve en ti alguien de quien puede aprender más y ser así un mejor guerrero.
–El tiene otra misión en su vida, muy distinta a la tuya, pero eso no quiere decir que tú no lo puedas ayudar a superarse día a día. Tú también te has superado bastante, Vegeta. He sido testigo directo de eso a lo largo de todo este tiempo.
– ¡Bah! – Pretendió ignorar sus palabras, como si no hubiesen tenido un pequeño efecto sobre él – ¡Tonterías!
–Como tú digas, Príncipe. Tú tienes la última palabra – Se acercó a él y besó su mejilla con cariño. – Pero no vuelvas a decir que no eres un ejemplo para nadie, porque para mí eres un gran ejemplo para nuestros hijos y si, quizás no pudiste proteger a tu planeta o a tu gente como hubieses deseado, pero nos proteges a los tres y sé que jamás dejarás de hacerlo.
Y sin esperar alguna respuesta, Bulma abandonó la habitación dejando al Saiyajin solo, sumergido en sus pensamientos.
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–Lamento que no hayas podido entrenar con mi papá, Kyabe – Habló Trunks, mientras salían a los jardines de la Corporación Capsula. Ya había caído la noche y Kyabe debía regresar al planeta Sadala.
–Yo también – Se sinceró, sin poder esconder su decepción. Pero rápidamente le regaló una sonrisa al muchacho que caminaba a su lado – ¡Pero lo pasé muy bien jugando a los videos juegos! Espero poder ganar la próxima vez.
¡Seguro! Puedes venir cuando quieras y hacemos carreras con Goten también – Le entusiasmaba la posibilidad de tener un nuevo compañero de juegos – O si quieres puedes entrenar con nosotros ¿Qué te parece?
– ¡Sí, me encantaría! – La visita al Universo 7, no había sido tan negativa después de todo, pensó Kyabe
Pero antes de que cualquiera de los dos jóvenes pudiera decir algo, un Ki familiar los hizo detenerse. Vegeta hizo su presencia frente a ambos, con los brazos cruzados sobre el pecho, fijó su mirada en el Saiyajin del Universo gemelo.
–Tú – Le habló con voz firme. Kyabe por inercia, retrocedió unos pasos, con cierto temor – Mañana empezaremos con el entrenamiento. Y ni se te ocurra hacerme esperar.
– ¿Eh? ¿Vamos a entrenar? – Kyabe abrió los ojos, sorprendido.
– ¿Tengo cara de estar contando chistes, insecto? – Bramó el Saiyajin, empezando a perder la paciencia nuevamente.
Kyabe negó con la cabeza enérgicamente y luego sonrió ampliamente. No sabía que había pasado, pero estaba entusiasmado y feliz de saber que podría entrenar con el Saiyajin que más admiraba en su vida y podría cumplir su anhelo de ser el guerrero más fuerte de su amada Sadala.
– ¡Muchas gracias! – Hizo una reverencia, sin poder esconder su emoción - ¡Prometo ser el mejor alumno! ¡No lo decepcionaré, Maestro!
Por supuesto que no lo decepcionaría, pensó Vegeta. Kyabe le había demostrado que era un gran guerrero; poseía una nobleza en su corazón que pocas veces le había tocado vislumbrar en uno de sangre pura, como lo eran ambos. No sabía si era la nostalgia lo que lo impulsaba, o tal vez las palabras de Bulma, que siempre influían en sus decisiones o quizás era tan sólo un afán de alimentar su ego de guerrero, pero independiente de cualquier motivo, ese muchacho se convertiría en su discípulo.
– ¡Te he dicho que no me llames así! –
– ¡Si, Maestro! – Exclamó Kyabe, se tapó la boca con las manos al darse cuenta de su descuido – ¡Digo, Señor Vegeta!
– ¡Tsk! – Vegeta le dio la espalda, se disponía en regresar a su hogar – Ahora vete, tienes que volver a tu planeta.
Finalmente y sin dejar de agradecer, Kyabe se despidió de Vegeta y Trunks y emprendió el vuelo hasta desaparecer en medio del cielo lóbrego. Padre e hijo regresaron a su hogar.
– ¡Qué bueno que entrenaras a Kyabe, papá! –Trunks rompió el silencio entre ambos – ¡Se nota que está muy entusiasmado!
–Eso no significa que descuidaré tus entrenamiento, Trunks – Replicó su padre con seriedad – Cuando regreses de la escuela, entrenarás en la cámara de gravedad conmigo.
– ¡Si, papá! ¡Yo también quiero entrenar mucho y ser tan fuerte como tú! – Dicho esto, su primogénito, se adelantó un par de pasos, como el niño inquieto que era e ingresó a la mansión. Vegeta lo observó a lo lejos y sonrió levemente.
El camino de la enseñanza y el aprendizaje recién comenzaba.
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De corazón, muchas gracias por llegar hasta acá!
Feliz de volver a publicar, luego de semanas ocupadas (ni yo sé por qué xD) y de un poco de bloqueo. Hace tiempo quería escribir sobre Vegeta y Kyabe, porque los adoro y adoro la relación que tienen y si bien este iba a ser un fic de un capitulo, probablemente publique más capítulos (Sin continuidad entre si) sobre ellos, si todo sale bien y fluye la cosa. No me cierro. :D
No quise mencionar demasiado los acontecimientos del torneo de fuerza, más que nada la idea era enfocarme en cómo nace esta dupla o como se consolida, Vegeta siempre mostró disposición a enseñarle a Kyabe, pero sin llegar a algo más concreto. También creo que el hecho de que tener un discípulo, no es algo indiferente para su familia de Vegeta, por eso quise mostrar algunos momentos con los demás integrantes, con el fin hacerlo más cercano.
Finalmente quiero dedicarles este fics a mis amigas Anna y Sophie, porque siempre me apoyan, me aguantan y yo se que ellas aman mucho a Kyabe, tanto como yo, espero les guste! También a Enterrador por su buena onda y apoyo incondicional :') ¡Gracias, chicos!
Chocolatmint
