Disclaimer: Ninguno de los siguientes personajes me pertenece, todo es obra y gracia a favor de S. Mayer, la relación, situación y pocas ansias de lucro en cambio si son mías (Disclaimer aplicable al juego de drabbles)

Summary: Trío de drabbles. Vínculo irrompible. Ambos son uno y eso lo tuvieron en cuenta desde que vieron el primer destello de luz, mientras el fuego ardía en sus cuerpos y hasta que juntos, y de la mano, caminaron rumbo a la eternidad.

¿Jane? ¿Alec?

Ama sin analizar lo que amas

Jane era Alec y Alec era Jane. Ambos formaban una misma entidad, el mismo enigma dividido en dos. Ambos compartían todo, desde el suplicio de la hoguera al amor fraternal, desde las presas hasta la cama. El mismo lazo que los había unido en el nacimiento y la muerte, los unía en la eternidad.

Porque eran para siempre Jane y Alec, porque nadie – Ni Shalsea- rompería ese potente vínculo, porque en los ojos escarlata de Alec, Jane se veía reflejada, porque cuando Jane sollozaba sin lágrimas, era él quien veía su propio rostro cubierto por la máscara difusa del sufrimiento y, entonces, la abrazaba y susurraba palabras dulces al oído y ella sonreía y en una sinfonía de risas y murmullos, volvía a ser suya.

Porque eran los favoritos del maestro Aro, porque el maestro Cayo los felicitaba y el maestro Marco les sonreía suavemente en los pasillos oscuros del castillo en Volterra, mientras caminaban sujetos de la mano.

Porque cuando Demetri miraba por el rabillo del ojo la menuda figura de su hermana, era él quien usaba su don y un segundo más tarde, el mismo Demetri se revolcaba en el suelo, aullando por la ceguera e insensibilidad.

Porque cuando Jane le recorría el rostro de niño a besos, era él quien la sujetaba por las caderas y sonreía como bobo. Porque cuando ella reía, el resto del universo se quedaba atrás, lejos, sumido en el ruidoso recuerdo de un pasado banal.

-¿Alec?- susurró Jane mientras se acurrucaba junto a su hermano, en la enorme cama que compartían, dentro de la enorme habitación que era suya.

-¿Jane?- el niño sonrío, disfrutando la melodiosa voz de su hermana.

-¿Permaneceremos siempre juntos?

-Te lo puedo jurar

-¿De verdad?

-¿Alguna vez te he mentido?- él arqueó una ceja y ella suspiró aliviada.

-Entonces será…

-…por siempre jamás.

Y ella sonreía porque, mientras depositaba un suave y tierno beso en la quijada de su gemelo, recordaba el último momento feliz de su existencia humana y cuando él corría los brazos en torno a su cintura y ella se envolvía junto a él con las sábanas, pensaba en el juego infantil e inocente que se había se había repetido desde el inicio de su vida como Vulturis, un juego que había nacido al final de su vida como humanos, un momento que había surgido de la revolución ante una norma…

…un momento que llenaba su vida de dicha y borraba el dolor inmenso que se hallaba en ella en una lucha constante por salir.