Celty entró agotada, con el casco apretado en su mano que caía en su costado con el brazo desguanzado. Fatigada se tiro junto al doctor que hace días ya no se animaba con el mismo ímpetu de siempre. Su vista bajo los lentes observaba minuciosa un papel escrito con una letra que Celty reconoció, una intachable letra escrita con el desmejoro de una máquina de escribir antigua, el papel gastado incluso mostraba el tono amarillento de los años. La Dullahan delato la galleta en el regazo de su amor, hecha trizas, la tomo imaginando que estaría rancia después de ver el papelito que predestinaría algún tipo de futuro. Aunque "Rancio" solo era una palabra que no alcanzaba su conocimiento.
Shinra refutó interiormente el contenido del papelillo renegando con lentos movimiento de cabeza. Se lo paso a Celty con una sonrisa que no silencio su preocupación. La tomo ya sin los guantes ennegrecidos que cubrían sus manos.
||Hoy llegara lo que has estado buscando.||
—Soy un tonto...
Celty le miro sin acometer contra sus palabras. Acarició su hombro animándole.
—La dejaron en nuestro buzón —Miró la galleta— Debió ser alguien por allí repartiéndolas... no debería entristecerme pero ya sabes, la cosa de estos días, no soy supersticioso pero... ¡Por dios vivo con una hermosa hada!
Celty rio viendo su habitual energía volver a emerger. Sus sentimientos dieron un cambio rompiendo sus risas pues aquel hombre de nuevo tornaba en una sensación seria cuando sus ojos observaban el papel en los dedos.
—Vayamos a acostarnos, ya casi son las dos de la mañana y deberías dormir.
Se levantó enmarcando una sonrisa dulce y paso junto de si ya sin preguntar si en su marcha tendría alguna suerte, se acostumbraba a la respuesta de siempre.
Destapo sus iris perezosamente de la protección de los parpados con el sonido tranquilo de un amistoso despertador. Escondió su rostro en la almohada solo unos segundos más, respirando su aroma propio, adueñándose de la esponjosa superficie. Cuando decidió sentarse, al igual que todas las mañanas, tomo el celular ruidoso que repiqueteaba una melodía tranquila. Deslizo uno de sus dedos por la pantalla, callando el sonido y tirando el celular a su lado en la enroscada sabana. Se levantó hundiendo sus dedos en el cabello desde su frente, retirando el áspero cabello rubio de su rostro.
Caminando hasta la cocina en el diminuto departamento. Tomo el traje planchado y colgante de un gancho en la puerta de la cocina. Dirigiendo sus pisadas al baño de junto.
Una pequeña mano que el ex barman no miro fue la que dio golpes a su puerta. Girándose antes de entrar al baño volvió a colocar el traje en su sitio. Aun con el rostro perezoso y sin vista de algún peligro se limitó a abrir la puerta como cualquiera. Una galleta de la suerte sobre una caja gris de escaso tamaño fue lo que encontró frente a su puerta. Se puso de cuclillas observando el regalo. Una sensación le dio aquella caja, una desconfianza que no sentía desde que esa persona se retiró de Ikebukuro e incluso de Shinjuku sin una palabra más. Fugaces fueron sus pensamientos de esa persona y Shinra a su lado. Tomo la caja y volvió a cerrar la puerta, camino dejándola sobre la mesa sin mucho interés, considerando que fuese una bomba que por su ligero peso no creyó. Abrió la caja esperando que fuera algún explosivo y cerrando un ojo al hacerlo, inclinando su rostro al esperar que lo fuera pero nada le exploto ni destruyo a su rededor. Acerco su rostro y dentro de aquella no había nada, ni una nota, nada. Solo una caja vacía.
Frunció un poco el ceño y tomo la galleta algo receloso. Estrujándola en su mano dio la vuelta para abrir el refrigerador, tomando aquella botella de vidrio con leche y destapándola al momento que cerraba el congelador. Retorno su camino a la reducida sala y se sentó en el sofá, abriendo la leche y olvidando por completo el bañarse para usar el traje. Tomo un sorbo y dejando la botella apretada entre sus rodillas destruyo el papel plástico que envolvía la crujiente galleta.
||Recibirás una agradable sorpresa del sarcasmo.||
Su expresión mostraba lo molesto que resulto aquella predicción inútil, esperaba algo mucho mejor. Arrugo la nota que acompañaba a esas letras de una carita feliz que le molestaba sin razón. Le tiro a un costado de su cuerpo y continúo con su rutina. Bebió hasta el último sorbo y se retiró a tomar una ducha rápida ya consciente de la hora. Saliendo con su traje que pareciera recién planchado es que comenzaron sus labores diarias. Ese día en específico no tenían demasiado trabajo, Diciembre era solo el mes donde la gente se endeudaba de nuevo o por primera vez, el crecimiento económico de su empresa. La bufanda que cubría sus mejillas tenía el aroma a tabaco que le relajaba. El frio cosquilleaba en la punta de sus dedos pero no de forma agradable asique los sostenía ocultos dentro de sus bolsillos.
Tom suspiro llamando su atención mientras bajaban los escalones de un condominio.
—¿Ocurre algo?
—No es nada —Negó mientras se acercaban a una humeante cafetería— Es solo que parece que va a nevar y este frio me recuerda tanto a Vorona, es solo eso.
Shizuo retiro los ojos de su compañero, ya siendo la quinta vez que le decía lo mismo en todo el camino, considerando que debía dejar de preguntar cada vez que Tom se tornaba triste, almenos por ese día.
— Parece que es todo por hoy, tres recolectas y un desayuno con café caliente, es un día agradable.
Su compañero recargaba su peso en el respaldo de la silla, con la taza hirviendo entre sus manos pegada por debajo de su pecho. Sus ojos perdidos en el humo inquietaron un poco el semblante de Tanaka que por un día tan apacible no quería terminar viéndole destrozar todo el lugar, no después de mantener un autocontrol impresionante esa mañana. Sus pensamientos giraban en el cuerpo herido en el suelo, su respiración destruyendo sus cuerdas vocales y la ira inexplicable salpicando sus nervios, en el rostro de Vorona y su voz esa noche explosiva. Cerro los ojos unos segundos volviendo a la noche donde Shinra le decía sus pesares, donde le interrogaba de su verdadera ira.
"—Te busco para que lo mataras, nunca te temió. El jamás te ha temido."
Regresaba a ver su rostro, sus labios con la sangre escurriendo, la sonrisa y sus ojos desafiándolo, obligándolo a aceptar incrementando su furia.
"—Hazlo..."
—¿Shizuo?
—Tom-san —Llamo, reabriendo sus ojos para contemplarlo al otro lado de la mesa—
Miraba su rostro sin hacerlo en realidad. Pensaba en el cabello negro empapado en sangre, en la asfixia del bióxido de carbono, en él vestido como vago con el traje de Raira, desafiándolo con una mirada entallada de curiosidad enferma, con la sonrisa provocadora. "Bestia". Su voz.
—¿Qué piensa sobre... ese tipo... el informante...?
Tom le expreso su curiosidad recargándose en la mesa con los brazos cruzados, acercándosele un poco. Shizuo no cambio su expresión, le interesaba su respuesta pero mencionarle era casi prohibido, se esmeraba por olvidar a aquella persona e incluso evitando a veces a Shinra que todo el tiempo se lo recordaba.
— Hum... pues... es una persona desequilibrada, solo una persona loca haría lo que él hizo y lo digo desde mi punto de vista que no estuve realmente involucrado ni vi demasiado de lo que provoco. Pero, ¿Buscar una guerra solo para divertirse?, no es algo que una persona sana haría. —Renegó con su cabeza, fijando sus palabras—
Situó su vista en sus manos rojas después de depositar la taza humeante sobre la mesa.
Desequilibrado a menudo era la palabra que describía su fuerza, la palabra que hablaba de todos cuando permitimos que un intenso furor domine por sobre nosotros. Saco un cigarrillo que por inercia coloco en sus labios sin derecho a encenderlo dentro del establecimiento. Se molestó un poco al recordarse en la persona en la que estaba pensando pero enseguida esa sensación se fue recordándole que no era la misma persona. Ese suceso le implicaba muchas cosas, inclusive cambiaba la perspectiva que tenía sobre Celty que le perdonaba.
"||No importa ya, Shizuo. Izaya ya no está y eso quedo en el pasado, no me molesta más.||"
Pensó en las palabras de su amigo, "Celty es tan buena". Lo creía ahora que la veía capaz de perdonar a una persona como esa después de hacerle lo que hizo. Sonrió un poco y su respiración de la suave risa empaño el cristal que daba a las calles.
"Dicen que se ha suicidado" borra su sonrisa. Desconocía la sensación de desear morir pero le creía incapaz de algo así por lo que creía que era mentira, cosa que haría Izaya por diversión, hacerse el muerto para algo que tuviera que hacer. Patético, era muy patético y su ira había dejado de existir, casi. Ya no sentía esa ferviente violencia golpeando desde dentro de su cuerpo, deseando que se desencadenara. Extrañaba los años pasados ahora. Se veía envuelto en la desesperanza de algo que jamás se repetirá, la efímera sensación de dejar olvidar. Sus ojos vibraron, con el desgano de la vida. Despidiéndose ambos en el cambio de caminos fue como su rutina termino, regular y constante. El palpitante sonido de su corazón y las oleadas de bullicio, el gentío de siempre, las calles iguales, un departamento solo y vacío, igual. Se deshizo de la bufanda, la gabardina y el chaleco. Las pestañas oscuras tapizaron sus parpados y un mensaje esperado vibro su celular a un costado sobre las sabanas de la cama distendida donde se dejó caer apenas adentrarse. Lo tomo.
||Deja de preocuparte, está bien cambiar. Todos crecemos con el paso del tiempo. Mientras buscaba mi cabeza me acostumbre a ese cambio, tú también lo harás. ||-Celty.
Dejó salir el aire con un gruñido de hastió y una mueca desesperada. Se relajó cuando cubría su rostro con los brazos sobre su rostro. El cambio era algo a lo que nunca temió, siempre buscando y esperando que uno diera una vuelta a su vida, que se volviera distinto y todo fuera normal a su alrededor. Dejo de cubrir su mirada y se centró en el techo. Estaba dispuesto a aceptar el cambio, lo tenía todo para hacerlo. Vacilaba solo por la cuestión de costumbre, de un vacío que le amargaba el día y la noche. Era como salir y sentir olvidar algo en casa pero no estar seguro de que. Olvidaba algo...
—Izaya... maldita Pulga.
Sintió la reverberación de su voz aun cuando esta no había sido escuchada en mucho tiempo. El tono de desafío, sin el temor de la muerte. Ocultó su rostro entre las almohadas trataba de borrar toda permanencia en su memoria. Desconociendo el mundo en el que se sumergía siempre que se aglomeraban esas sensaciones en su interior. La opresión tan conocida por quien esta melancólico. Sumergido en las calientes mantas y el frio helando todo soñó entre dormitaciones que de nuevo todo era igual, que las preocupaciones se iban. Sentado junto a Kasuka con el televisor encendido, con el traje de Raira aun puesto. Las noticias cancelando las clases por el áspero frio. El calor de su compañero. La taza de fría leche enrojeciendo sus dedos.
El timbre alejado y chillón le fue sacando de su añorada ensoñación. Miro con el mismo desgano al celular que vibraba ya clavado en sus costillas por las vueltas que inconsciente daba por la cama. Lo tomo mirando el remitente y extrañándose ante ese cuando visualizo la hora. 11:15, de nuevo había estado dormido toda la tarde y parte de la noche. Su regreso a casa rondaba las 13 horas. Se enderezo con el estómago crujiente al pensar en la comida y cena saltada. Basto ponerse el mismo traje de la mañana, ahora con arrugas del descuido. Sin dejar la gabardina olvidada y colocársela correctamente antes de salir donde los mensajes le decían.
Tom era de los que desaparecían después del trabajo, no le llamaba al menos que fuera algo importante. Su amistad con él era buena pero reservada. Estaban acostumbrados ya a estar juntos y mucho de lo que sabía y conocía era debido a él. Su mensaje solo preguntaba si podían verse cerca de cierto edificio no muy lejos de su casa pero un poco retirado para ser un encuentro social. No le extraño y continuo su camino en las ya vacías calles. No corría ningún riesgo siendo el y por ello estaba tan calmado, esa era cierta característica que le satisfacía, no conocía el tener precauciones como no salir de casa por la noche y mucho menos caminar solo por las noches, vivir de ese modo cuidadoso no venía en él. Rememoro a esas personas que decían buscaban que las protegiera, gente abusiva que terminaba huyendo por el miedo.
La sensación caliente de los ácidos gástricos se esparció por su estómago.
Ignoraba a su estómago cada vez que pasaba por algún puesto de comida a punto de cerrar. O los aromas salientes de las casas escupidas del frio, casas de vapor y mantas calientes en su interior.
Distraído se dirigió por una plazuela, girando por la calle junto a la carretera vacía. Pensando que el frio hacia a las personas huir de sus trabajos hasta sus cosas con el deseo de descansar con algún ser querido. Saco el celular, releyendo el mensaje anterior de Celty.
—Cambiar...
Sus gestos se contorsionaron un momento, la mueca de un empujón y dolor ardiente en su cuerpo. Callo en segundos al suelo aun con el crepitante sonido de dos pequeñas explosiones en sus oídos. Alzo la mirada con el sonido derrapante de las llantas avanzando a todo volumen y el golpe sonoro y hueco de un cuerpo frente de sí. Respiro profundo y entorno la mirada por sobre el pavimento. El cuerpo le daba la espalda, tirado sobre su costado derecho, las piernas muy juntas y el aroma a sangre y alcohol inundando el espacio.
—¡Hey! ¡¿Estas bien?!
El silencio le inquieto aún más, el auto claramente lo lanzo desde dentro. Considero que fuera un cuerpo muerto. Respiro la segunda bocanada de aire y se examinó a si mismo mientras se inclinaba y sentaba, la sangre empapaba la pierna izquierda. Revisándose descubría que la bala no estaba dentro de su piel y la segunda la tenía atascada en su hombro. Levantándose se encamino al cuerpo golpeado en el pavimento, le dio la vuelta y miro su rostro. Miro a los lados en un absurdo pánico que aguanto y volvió su vista, el cabello negro reseco por sangre, la piel blanca casi perdiendo del todo su color a una velocidad indescifrable. Reconoció el humo blanco saliendo de su boca cuando movió su hombro. Llevaba las manos atadas por lo que miro entre sus dedos ensangrentados faltaban dos de ellos e inmediato metiendo sus dedos entre ellas las rompió. Halo su cuerpo por el brazo y poniéndose de pie tiro de el hasta cargarlo con sus dos brazos.
Observo su rostro unos instantes y un amargo sabor acido se desenvaino en su boca. Miro a todas partes y comenzó a caminar en un ligero trote. No pensaba en sí mismo, solo en la persona medio muerta que sostenía en sus brazos.
