Disclaimer: Los personajes de C C Sakura ¬¬, no me pertenecen si no a Clamp T
Disclaimer: Los personajes de C C Sakura ¬¬, no me pertenecen si no a Clamp T.T…y si así fuera, seria la persona mas feliz del planeta …pero un momento…ya no lo soy…??...O.o…
Hotel California
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Ilove-mylove
Primera Parte
"""…Puedes escapar, pero no esconderte, siempre será así. Un mito desconocido por todos.
Las luces de neón te atraerán. Y nunca podrás volver a ver la verdadera luz. Atrapado, para siempre.
Una melodía de alegría oirás de inmediato. Suena lejano, pero esta ahí, esperando que tu cansada y solitaria alma llegue junto a ellos.
Las voces llenas de placer y felicidad te llaman en débiles susurros, te advierten.
Pero es demasiado tarde.
Aquella dulce voz te ha maldecido…"""
…O al menos eso decían…
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Un jadeo y un gemido…
Solo eso se escucho en la oscura habitación. Luego vino el silencio.
Sus masculinas manos seguían posadas en le mismo lugar, en aquella tentadora piel pálida y caliente. Ya no las movía, no, se había aburrido de ese juego mucho antes de que empezara, a decir verdad, nada de lo que sucedía le entusiasmaba, por supuesto que no, estaba concentrado en ver el techo desde esa posición, mientras sentía como aquella intrusa volvía a moverse incitante sobre si, aumentando su ritmo, incrementado su propio placer.
Lastima que para el, su mente se encontraba en otro lugar ajeno a aquellos pechos que sus manos inconciente, comenzaron en plan de acariciar. Admitámoslo, esta pequeña sexcapada, lo entusiasmaba tanto como salir a una escenario y bailar flamenco, desnudo, pero conforme a la situación, o mejor dicho a la compañía, aquella figura era quizás un pequeño apoyo a su animo. Pero fuera de ese pequeño detalle, la fémina, que ya empezaba a gritar mientras mas violentas eran sus caricias, no se encontraba tan deseoso en ese instante. Sin embargo…no, olvídenlo, esa situación ya lo tenia en ascuas desde hacia rato.
No se lo pensó dos veces, ese solo sexo lo tenia vulgarmente HASTIADO, ya estaba fuerte el amanecer en todas las camas menos en la suya propia, ya no necesitaba mas mujeres insulsas y sin gracia que lo persiguieran como ratas tras el Flautista de Hamelin, y no saben lo irónico que sonaba eso. Se tomo solo 3 segundo para detener abruptamente a la chica antes de que esa situación se hiciera mas…¿vergonzosa?...Si, quizás para ella, pero para nada para el. Como si de un saco de papas se tratara, la tomo por los hombros apartándola…LO MAS LEJOS POSIBLE…de el, y de su amigo, ese mujer de por si era pesada, ahora solo le faltaba calarse sus reproches.
¡Carajo!
- Pe…pero ¡¿Qué paso?! – una buena pregunta, echa un manojo de furia, se cubrió, demasiado tarde, con una sabana.
"Simple muñeca, esto dejo de divertirme antes de empezar"
De acuerdo no lo dijo exactamente, solo lo pensó, ¿pero para que diablos tenía ella que saber eso? Tan solo tomo aquella ropa regada por el piso que ni en un millón de años le iba a pertenecer, junto con aquellas, incitantes para otro menos para el, bragas de seda, y se la lanzo sin contemplación. Luego, cuando por fin pudo ponerse la ropa interior en su lugar, tratando e ignorar los mil un reclamos de la desesperante mujer, encontró aquellos zapatos de tacón MUY alto, ¿Cómo diablos usaban esto? Parecían un arma letal de tortura, ¿para que servían?, para sacarle los ojos en una crisis de ira. Tan solo tomo ese monstruoso calzado, y lo coloco lo más lejos posible de ella. Infaustamente aquella chillona voz sin sentido no dejaba de chillar hasta casi romperle los oídos. – Demonios mujer, ¡puedes callarte!
- ¡¿Xiao…?!
- ¡EH!...silencio. – bien, al ver como esta lo miraba incrédula, y en silencio, se tomo la libertad de coger el resto de su ropa y ponérsela, estaba cansado, pero no por las obvias razones, en realidad su cansancio de centraba en su interior, y definitivamente esta fue el implacable detonante. – Vístete – asegurado de que cada prenda estaba en su lugar, que la camisa con cada boto en su lugar y que los vaqueros estuvieran bien enfundados, logro poder sentarse cansinamente en la cama y dejar escapar todo el aire que tenia atorado en su pecho. Ahora lo que quería era salir de esa sofocante habitación y darse un largo baño luego.
- ¿Xia…Xiao Lang que…?
- Escucha, lo mejor será que en serio te vistas ¿de acuerdo? – no tardo en escuchar el tenue sonido de la ropa rozando calmadamente, al menos había entendido. Solo faltaba algo por hacer, deshacerse de ella, de la única manera que el sabia hacer. - ¿Cómo me dijiste que te llamabas?
- Rei – por lo visto no se veía ofendida al haber olvidado su nombre – Xiao Lang yo, ¿hice algo que te molesto? Sabes que puedo recompensártelo. – un par de intrusas se inmiscuyeron en su camisa, desabrochando uno por uno los pequeños botones. Aquel cabello ensortijado y sudoroso de ya desconocido color empezaba a pegarse en su nuca, mientras algo calido y húmedo se extendía con parsimonia por su piel expuesta, erizándola junto con el pequeño soplo de aire que se escabullía por la ventana. – estas tenso, vamos, sigamos con…
Tomo sus muñecas casi con brusquedad separándola de el sorpresivamente, mientras se alejaba dirigiéndose con un andar lento e irritado hacia la puerta.
- Encontraras tu merecida paga en este lugar. – sin inmutarse, coloco una pequeña cartulina verde en la cómoda, encontrándose con la mirada expectante y casi ofendida de la mujer a través del espejo. – Lo siento Rei – marcando cada silaba de su nombre casi con desprecio. – Pero lo mejor que puedes hacer en este momento es irte, con la poca dignidad que dudo que poseas – Cruel – si te sirve de consuelo, tengo la ligera sospecha de que tu patética vida seguirá - tomo una chaqueta abandonada en un taburete, de donde saco un cigarrillo y un encendedor. Definitivamente necesitaba relajarse. – Prometo guardar este pequeño secretito. De lo desastrosa que eres complaciendo a alguien. – le dio una buena calada, sintiendo el amargo y sofocador humo traspasar su garganta, hasta expulsarlo lentamente por sus labios. – Aunque debo advertirte, tarde o temprano se darán cuenta, muñeca.
Aquella palabras, todo esa sarta de frases crueles, todo aquello que había salido sin permiso de sus labios, sin pensarlo. No había sido aposta, no. Pero era lo mejor, no quería revelar su debilidad con una extraña, no debía mostrar.
"Es lo mejor"
Se tomo su tiempo, ignorando olímpicamente los insultos de la mujer hecha una crisis, con aquel rostro desfigurado por la ira, poniéndose con lentitud la chaqueta descuidada de cachemir.
- Hasta nunca nena.
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- ¡¿ESTAS LOCO?! ¡Quieres matarme de un infarto Li!
Como si dos burros en la patagonia se estremecieran con semejante grito. En aquel presuntuoso departamento dueño de aquella magnifica vista, se encontraba irremediablemente ensimismado, contemplándola en silencio, con la mirada perdida en algún punto indefinido de aquel místico atardecer.
No, no estaba loco, solo desorientado, y no, no quería matar de un infarto a su simpático representante ¿Pero que se le podía hacer? Sus intenciones llegaban hasta el punto de escandalizar a su único amigo. Había llegado esa mañana impecable, dispuesto a tomar una decisión, una que ya la había pensado después del incidente con la presidenta de aquel jodido club, Rei Shein. Pero por lo visto, no contaba con la grata convicción de su compañero.
- De verdad Li, ¿no es esta otra horrible bromita tuya de mal gusto para mis nervios? – interponiéndose entre aquellos hermosos y apagados ojos chocolate y la vista de su sala, por fin logro captar la atención por entero de aquel rebelde y huraño sujeto, que por alguna extraña razón, con esa actitud monstruosa se ganaba el delirio de toda fémina existente. - ¿Seguro que esta no es otra de aquellas rebeladas que te dan y que se te pasan a la semana? Dime que es eso. Mis ímpetus y yo te lo agradeceríamos. Sigues así y vas a hacer que me acabe todos los calmantes de China.
Observando aquella farsante cara en verdad alarmada, se preocupo un poco, pero no lo suficiente. Se revolvió aun más el desordenado cabello como las castañas con sus frustradas manos. ¡Demonios! Como le encantaba a este imbecil hacerle las cosas más difíciles.
- No Yamasaki, deja de dar tanta lata y hazme ese pequeño favor. – con toda calma de levanto de aquella lujosa silla alejándose de su farsante amigo. – Además, ¡ni que te estuviera pidiendo un riñón, tarado!
- ¡¿UN RIÑON?! ¡Es más que un riñón Li Xiao Lang! Tu eres ese necesario y apreciado riñón que necesito para YO ser feliz. Dime que comprendes.
- ¿Que fue eso, una retorcida declaración de amor…? ¿Y algo sobre riñones? Yamasaki, me importa un puñetero rábano lo que tu perversa y farsante mentecita este planeando para hacerte mas dueño del mundo del que ya te crees, pero siento decirte que ya tome esta decisión. – del bar situado en una esquina de la enorme habitación, tomo un vaso de vidrio lleno hasta la mitad por un oloroso liquido ambarino que no dudo en engullirlo hasta sentir como aquel amargo y relajador sabor le quemaba las entrañas.
- ¿Una decisión eh? Una decisión. Siento no poder dar saltos de alegría al ver que, ¡la primera decisión que tomas por ti solo es la incorrecta! ¡Diablos Li! Saca tu linda y atractiva cabecita que me hace millonario de tu trasero y utilízala para algo más constructivo, como reconsiderar esa ABERRRACION que me acabas de decir. – no se dio cuenta, pero empezaba a efectuarse un tonto juego de escapada y persecución entre ellos, Xiao Lang huía con calma, calando un recién encendido cigarrillo, Yamasaki lo seguía con exasperación soltando improperios desesperado.
- Si. Tienes toda la razón. – en un cenicero de cristal, igual de ostentoso que todo en ese departamento, aplasto hasta apagar la colilla del cigarrillo. – Es la primera decisión que he tomado a lo largo de estos años en la cual solo yo he sido participe. – volvió a tomar el vaso de nuevo lleno con licor hasta apurarlo y dejarlo vació. – Tienes razón cuando dices que quizás no es la acertada, lo se. Pero…
Se lo pensó a conciencia. Yamasaki estaba en lo correcto, no pensaba con cordura, pero…ya todo esta hecho, no había marcha atrás. Era de suponer, que si tan solo seguía un poco mas con esa farsa, todo aquello que conocida como su humanidad, se perdería patéticamente.
- Li. Te conozco desde aquella época inocente donde yo me embutía debajo de las escaleras del colegio para ver a las niñas bajar con faldas. Y ahora, míranos. Somos un par de treintañeros exitosos, con todas las mujeres que deseemos a nuestros pies, con dinero hasta para votar por la ventana. Somos todo lo que quisimos ser cuando éramos niños…y tú… ¿tú quieres pedir tu retiro?
¡Diablos! No había notado lo egoísta que sonaba cuando lo decía de ese modo. Era cierto, desde pequeño quiso se grande, ambos lo deseaban, y ahora lo eran. Aquellos tiernos poemas se convirtieron en canciones hermosas, aquellas inexpertas tonadas pero con talento, ahora eran himnos a una perfección de la música ¿Y el quería dejar todo eso a un lado?
- Se que no suena como una excelente idea, lo entiendo. Me costo trabajo encontrarle un verdadero significado a esto que siento, de verdad Yamasaki. Pero intenta comprender lo que digo. Cada día que pasa, es una maldita aguja que se clava en mi pecho, ¿y sabes que? Ya soporte demasiado este dolor. – volvió apurar otro vaso, sintiendo de nuevo aquella braza llegarle al estomago. – Nunca pensé que diría esto, y menos a ti, el más entusiasta de este equipo, pero, estoy cansado de seguir la misma brecha que me lleva a ningún lugar. Quiero…por primera vez en mi vida, moverme por cuenta propia. Ya no quiero ser una carga, ni tener que cargar con una. Ya no más.
Espero oír insultos, oír gritos, quizás hasta sentir como una botella se partía en su cabeza, o como se transformaría en tiro al blanco de Yamasaki, pero nada de eso se izo presente, solo… ¿un aplauso?
- ¡Bravo Li! Bravo – como si le estuviera tomando el pelo, cosa muy normal en Yamasaki, se volteo de golpe buscando ironía, sarcasmo…señal que le dijera que Yamasaki se estaba burlando de el. Algo totalmente posible, reconsiderando el hecho de con quien hablaba, Yamasaki Takashi, el mas mentiroso y embustero de la historia.
- ¿Te estas burlando de mi? – sonó a una total amenaza, pero este ni siquiera se inmuto.
- ¡POR SUPUESTO QUE NO! ¡¿Li Xiao Lang por quien diablos me tomas?! – pregunta tonta.
- Conociéndote, ¿de verdad quieres que te responda?
- ¡Bien, bien! Se que no soy un pan, pero bueno. Estaba esperando que ese hermoso y cautivante discurso saliera a relucir esta tarde. – totalmente satisfecho, paso amistosamente un brazo por lo hombros de su amigo incitándolo a sentarse en el sillón. – Veras, desde hace un tiempo te veo algo decaído, y si tu estas decaído, mi bolsillo irremediablemente llora. Así que no pude seguir viendo a mi estrella calándose todos los cigarrillos del mundo y dejando mi bar en crisis. – exitosamente pudo separar la botella de su amigo. - Por eso, utilice mi persuasión para que vuelvas a darnos esa, nunca vista, sonrisa tuya, solo faltaba que tu estuvieras de acuerdo.
Eso significaba que…que… ¡Ja! Yamasaki si que era un mentiroso de primera, desde el principio estuvo engañándolo, y el como siempre, se creía a pies juntos todo lo que ese bocazas decía. Bueno, gracias al farol de Yamasaki, aquella soñada libertada estaba cerca.
- Gracias Yamasaki, de verdad…gracias.
- ¡BAH! No me lo agradezcas ¿Piensas que esto lo hice solamente por ti? Gracias a todo este titánico trabajo, logre reunir lo suficiente para vivir al menos dos vidas juntas, y por eso te mostrare algo. – como si de una pequeño niño se tratara corrió hacia los cajones junto al comedor. Viniendo de regreso con una pequeña cajetilla de terciopelo azul intenso entre sus manos. Oh oh! Para su desgracia descubrió que, aquello que guardaba, no era precisamente un botón. Un hermoso anillo de compromiso se apareció frente a el, aquella piedra que se cernía sobre el oro blanco lo había dejado algo encandilado. ¡¿Pero que diablos se traía Yamasaki?!
- ¡Para para para para, se supone que eres raro! ¡¡PERO NO QUE IBAS A LLEGAR A ESTO!!
- ¡NO SEAS TARADO LI! – guardo de nuevo la cajita alejándola de la vista de Xiao Lang, quien en ese instante estaba mas tranquilo. – No eres el único que quiere una vida ¿sabes? Hace un año que conozco a Chiharu, ¿recuerdas? Aquella hermosa y fascinante mujer que conocimos en Japón cuando me acompañaste a visitar a mis padres, ¿la recuerdas? – como olvidarla, esa chica se había ganado su respeto solo por cada una de las puñaladas que le daba a su irremediablemente mentiroso amigo. - Bueno, si quiero estar junto a ella, debía deshacerme de toda esta basura, quiero decir, sin ofender, de ti. Así que el que debe estar agradecido soy yo, por permitirme en uno de tus ataques rebeldes ser libre de esta locura. Gracias Li, eres un gran amigo.
- ¡Diablos no te me pongas sentimental!
¡¿Pero como no ponerse feliz?! el también lo estaba, algo, pero era un comienzo, uno que no iba a desperdiciar.
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Ni la estúpida he irritante cancioncita Funkytown, la única mierda capaz de ponerlo con los pelos de punta y una enormes ganas de lanzarse de una azotea, ni tampoco el hecho de que el calor le estaba consumiendo las neuronas, lo iban a detener. No señor, ya no habia marcha atrás, definitivamente no.
Gotta make a move to a
town that's right for me
Town to keep me movin'
Keep me groovin' with some energy
Well, I talk about it
Talk about it
Talk about it
Talk about it
Talk about, Talk about
Talk about movin
Solo la horripilante melodía y ya quiera vomitar. Solo eso y ya tenia un notorio tic que hacia que su ceja izquierda se moviera constantemente, la pequeña vena en su cien estaba a tan solo segundos de explotar. Quizás seria algo bastante irónico y cómico, ya oía los enunciados de la prensa: "Atractivo y talentoso músico recién retirado muere debido a accidente automovilístico por no soportar la fiebre Funkytown"
- Mierda – apago la radio en el preciso instante en que esa incoherente línea se perdió en sus pensamientos. ¡Genial! Más basura para su cerebro.
Aquella mancha rojo cerezo se perdía entre las bandadas de viento que levantaba la traicionera arena, cegando sus ojos. ¿Era el momento de arrepentirse? ¡NO! No lo iba a hacer, solo era una pequeña astilla, solo eso, un pequeño inconveniente, que tarde o temprano se iría y lo dejaría seguir su camino hasta "Villa Paz", lejos de "Villa infierno".
Lamento con creces irse sin despedirse, bueno, si lo hizo, no directamente, pero dejo una carta, de acuerdo, no un carta, en realidad fue una nota, ¡pero una larga eh!, si 5 líneas es largo para ustedes. ¡Diablos! ESTA BIEN, SI, si fue egoísta, dejo un casi diminuto papelito amarillo pegado en el espejo de su habitación diciendo claramente: "Nos vemos en la boda…" Y punto. Nada más y nada menos, Yamasaki se iba a empezar a poner empalagoso y todo cuando se enterara de que se iba en definitiva, pero confiaba con los ojos cerrados en su inteligencia, ya lo veía irse con todos sus millones a Japón, mientras que la compañía los buscaba como maniacos.
Lastima.
De seguro no se han dado cuenta, de que las gallinas de los huevos de oro se les han ido del corral.
Pero obviando todo esa basura, de cierto modo iba a extrañar a su amigo. Fue el único en entenderlo, ni su propia familia lograba comprenderlo, para ellos, Li Xiao Lang, era un total desconocido, aunque tampoco es que Yamasaki se llevara una morena, admitámoslo, a veces este mismo se llevaba sus sorpresas con su impredecible y huraño amigo, pero era suficiente, se sentía bien ver que alguien lo apoyaba en todo, y en todo, también entra lo malo, pero era divertido. Dos almas adolescentes e irresponsables en busca de una aventura.
Y la encontraron, la demoníaca aventura de la farándula.
- Pura basura.
Si, Yamasaki le encontró lo hermoso de esa vida, el dinero que hacían, ¿pero el? El vio la verdadera naturaleza de eso, el vació, lo triste y patético que era. Una total basura. Aun se preguntaba en sus ratos de ocio, ¿Por qué diablos había durado tanto? ¿Por Yamasaki? ¿Por el dinero? ¿Las mujeres? ¿Por qué?
"Nunca podré contestarme"
Y si, nunca podrá contestarse. No al menos hasta que la desordena vida que llevaba se restablezca.
El pequeño corrientazo de cansancio lo tomo por sorpresa cuando giraba en una curva bien cerrada por la asoleada carretera, en su Ford Mustang 65 rojo cerezo, un pequeño grano de arena de su pasado, el antiguo auto de su padre antes de morir, con tan solo sentarse en aquel impecable cuero, recordaba las fantásticas historias que su difunto padre le relataba cuando tan solo era un niño, si, lo extrañaba, pero al menos poseía su recuerdo de el en ese auto, a pesar de que Yamasaki siempre lo reñía por ese fuera de chiste auto, igual, ¡¿para que diablos quería un Lamborguini?!, su cochera estaba ya llena de Mercedes, de Porshes, de BMW, Camaros y un montón de coches y motocicletas demasiado lujosas que con solo verlos era un insulto sentarse en ellos. Y retomamos el mismo hilo anterior.
- Necesito un trago. – hablándole al viento que se asomaba por el vidrio abajo de su auto, tanteo en su bolsillo en busca de su inseparable cantimplora de metal. Lastima que al llevársela a los labios, esta ya se encontraba vacía. – ¡diablos!
Ahora estaba desesperado, quizás tendría un cigarrillo en el bolsillo. Fue de nuevo en la búsqueda, no, nada de cigarrillos.
- Carajo…
Mas adelante en la carretera vio un mirador, lo mejor seria detenerse, estirar un poco las piernas, y buscar alguna botella olvidada en la maleta, o quizás una cajeta de cigarrillos sin abrir. ¡JA! Como si tuviera tanta suerte.
En el mismo instante que apago el motor salio airoso de esa lata de sardinas, ¡Diablos! Iba a extrañar a Yamasaki.
El sol no espero si quiera, aquellos calientes rayos se estrellaron contra su piel, casi oscureciéndola, dejando que aquella incitante tez se perlara de sudor. ¡Oh si! ¡¿Dónde estaban las chicas y los clubes de fans para presenciar este espectáculo?!...AH cierto, ya no mas clubes de fans, ni sicópatas persiguiéndolo con sus feromonas a millón, gritando su nombre, "XIAO LANG XIAO LANG…"
- También voy a extrañar eso…un poco… ¿creo?
¡¿QUE QUERIAN?! Era hombre, uno que kami-sama tuvo entre sus privilegiados, pero un hombre como tal, y la carne es débil, de vez en cuando flaqueaba un poco en aquellas desordenadas, lunáticas y escandalosas fiestas que se hacían en su enorme departamento loft. Hermano, no podía negarse cuando se le lanzaban tan bandera en sus piernas, y… ¡oh!… lo bien que se la pasaba.
Pero todo eso era pasajero, claro, aquella divertida perversión no le iba a durar mucho, solo las primeras temporadas, solo eso. El no necesitaba solamente el sexo para poder sobrevivir… ¿cierto?
¡No!
¡No era un sexopata empedernido, un ninfomano sin remedio!
Pues claro que no, había otras cosas mas importante…
- ¿Cómo cuales Xiao Lang Li? – un deje de sarcasmo sonó en su voz.
Buscando mas a fondo entre sus bolsillos traseros, logro encontrar lo que quería, un cigarro. A la mierda aquella estupidez de las enfermedades, le importaba un puñetero rábano si sus pulmones se volvieran pasas en el proceso, ¡BAH! Introduciéndose de nuevo en el auto de cabeza en busca de su perdido encendedor, sintió como el vapor, el aire denso y caliente le escocia la piel.
¡El calor lo iba a matar! NO si antes lo mataba el desespero por encontrar el maldito aparato… ¡AJA! Localizado. NO fue fácil eh, el haberlo encontrado entre los papeles de circulación, que nótese, desconocía de su existencia, fue todo un logro.
Cuando por fin pudo aspirar aquella nicotina hasta sentirla bajar por su garganta, pudo relajarse por completo. Se deshizo de la misma e inseparable y descuidada chaqueta de cachemir, subió la playera hasta dejar a la vista de…nadie…aquel dotado torso, ejercitado e incitante vientre, que… ¡kami-sama! ¿Cómo pudo ser tan buena gente con el? (OMG!!...Soy la única a la que le tiemblan las piernas…jujuju…0….quise extenderme en la descripción…pero creo que…¬¬…mi salud mental no lo iba a soportar…u.uU…) Airó un poco aquella zona, sintiendo como se le erizaba la piel con sentir el viento rozar con su perfecta tez sudada (y vuelve la burra al trigo…¬¬ que puedo decir??...soy masoquista…jujuju….)
¡Diablos! Necesitaba un baño…(no eres el único…¬¬….ya ya ya… me callo T.T) O al menos una botellita de agua, el sudor hacia que la ropa se le pegara como un chicle en el cuerpo, los vaqueros ya los sentía incómodos… ¡¿Y COMO DIABLOS LE HIZO PARA VENIR ENCHAQUETADO?! De acuerdo, no es que el costoso cachemir sea algo acalorado, pero en ese instante, todo lo sofocaba.
- Voy a morir aquí…- envió su chocolatosa mirada al interior del auto, notando que la botella de agua helada…estaba ahora vacía y doblada. – Sip, mori pendejamente como…
Esa frase quedo definitivamente en el aire cuando su vista choco, con un pequeño espejismo a lo lejos, ¿era su imaginación…o eso se parecía a un edificio y a unas luces de neón? Quizás el calor lo estaba haciendo delirar, ya saben, con toda esa patraña del los espejismos y eso. ¡JA! No eran tan confiado, pero estaba seguro que eso de ahí, si era en verdad su salvación.
Sin ni siquiera dar tiempo a que su mente procesara el movimiento, aplasto la colilla del cigarro con el zapato y se embuto en el auto, arrancándolo y sacándolo al camino, a toda velocidad, sintiendo de nuevo el viento chocar placenteramente contra su rostro, haciéndolo sonreír con extrema adrenalina y diversión.
Quien lo viera, de seguro pensaba que era un lunático.
Pero uno bien apuesto.
¡¿EH?!A que vino esa linea?
Zarandeo un poco su cabeza, alejando de aquellos pensamientos, si, era innegable, el calor le había quemado un par de neuronas lastimosamente. Siguió por el polvoriento camino, mientras más se acercaba, mas se aseguraba de que su vista estaba en perfecta condiciones, sip, un hotel según parece. Las viejas luces de neón daban sus ultimas luces, como si agonizaran, su cercamiento lo hizo ver el casi destartalado porche y el aparcamiento, las puertas de vidrio pintado en diversos y acogedores tonos que adornaba la entrada, se notaban algo empañas de polvo, al igual que todas las ventanas. Quizás hasta estaba cerrado, y era de esperarse, ¡estaba en el fin del mundo! Bueno, bueno, exageraba, pero ese lugar estaba algo retiradito.
Aunque, aquel pensamiento se vio en error, al notar, mas de cerca, como una sombra difusa entre el viento y al arena, se movía por las cocheras. Al menos había vida cerca.
Solo faltaba un pequeño tramo y llegaba, un pequeño tramo y llegaba su salvación. Solo eso, pero por desgracia el destino, no estaba de su parte. El auto tuvo que detenerse abruptamente en medio del arenoso camino con un sonido lamentoso y perturbador.
- ¡Demonios! – no supo cual era el problema hasta ver como una película de humo se expandía graciosamente desde la cajuela. – No…No, no, no, no…diablos diablos diablosdiablosdiablosdiablosdiablos…
Ni siquiera los poco inteligente golpes que le dio al volante hicieron algo productivo. Lo único que ocasiono es que su cuerpo se tensara aun más, y se hiciera más sensible al calor. Genial.
- Alguien debe estar gozando esto de verdad. – rencorosamente vio el, demasidado, asoleado cielo, como si el tuviera al culpa de algo. – Tan solo un poco, tan solo faltaba unos cuantos metros… ¡¿y tenías que descomponerte…?! – iba a gritar una graciosa palabrota, pero…
- Oiga… ¿se encuentra bien? – fue interrumpido en el proceso, cuando una sombra contra el sol se asomo por la ventanilla sorprendiéndolo en el acto, ¡Diablos! ¿Qué era? ¡¿COPPERFIELD?!
- ¡AH! ¡¿Quieres matarme?! – rayos, eso había sonado muy Yamasaki. Se volteo amenazante hacia su interlocutor, por desgracia el reflejo del sol no le permitía gran acceso hacia la imagen de la persona.
- ¿eh…no? ¿Se encuentra usted bien? – Bien, dato numero 1: era mujer. - ¿Se descompuso su auto? – dato numero 2: Era muy perceptiva.
- Creo que eso es obvio. – dijo casi susurrando, de todos modos, esa desconocida mujer era su única conexión con el mundo en medio de esa nada.
Sintiendo como de nuevo el sol le daba duro en el rostro, tuvo el suficiente incentivo para mover su acalorado cuerpo hasta llevarlo fuera del auto, que aun no dejaba de chirriar lastimeramente, aliciente que hizo que su estabilidad mental decayera…bastante.
¡Perfecto! Ahora estaba perdido en medio de la nada, con un auto averiado. Alguien allá arriba de seguro no lo quería lo suficiente, o definitivamente hizo algo muy malo en otra vida y ahora se la estaba cobrando.
"Vamos Xiao Lang, piensa…piensa………… ¡PIENSA!… ¡RAYOS!"
- ¡Maldita sea! – su actitud de macho en la cima de la cadena alimenticia lo hizo dar un puntapié en el para fango, llevándose un gracioso golpe en el dedo gordo del pie, enfundado en cuero. - ¡Maldición!
- ¿No son palabras muy crudas para un rico de ciudad? Amigo. – de nuevo aquella voz, no lo había notado, a decir verdad entre el calor, los nervios y la ira, eso fue lo de menos, pero ahora mas distraído…y con una punzada insufrible en el pie derecho, pudo tomarse la libertada de escuchar mas atento a su interlocutora. Solo que, estaba su voz pero no su presencia… ¿En donde diablos…estaba? - ¿Me buscaba?
Sorprendiéndolo hasta el punto de hacerlo estrellar poco ortodoxo en el asiento del piloto, una chica apareció frente a el.
Y solo le vinieron dos palabras a la mente…
1. Oow…
2. ¡Aouch…!
El pequeño chichón que empezaba a formársele en el coco debido al golpe que se dio con el techo del auto, no tuvo nada que ver con la idiota mirada que tenia, presenciando a la chica que tenia en frente. Dos picaras y hermosas joyas de jade lo miraban divertidas, en aquella piel cremosa se reflejaba celestialmente los rayos del sol, dándole una tonalidad…perfecta, el cabello castaño aclarado por el sol, oloroso a algo agradable enmarcaba aquel dulce rostro, aquel cuerpo era…soñable, ¡diablos! Ni las modelos se veían tan bien en aquel, raro atuendo, y déjenme decirles que el sabe mucho de modelos, mas de una vez tuvo una entrada VIP en sus camas, y estaba seguro que eso, nunca lo había visto.
Ni siquiera el trajecito, era extraño, se asemejaba a aquel uniforme de camarero, que consistía en camisa blanca, chaleco negro y un ridículo lazo en el cuello, solo que, kami-sama, las felicitaciones a quien le ordeno ponérselo, sobre todo con aquella mini negra que acaba bastante arriba de las rodillas, sector, que desde esa posición, tuvo que ver, seria delito no ver aquellas piernas enfundadas en medias de nylon negro.
- ¡¿Oiga amigo, que tanto ve?! – Primera nota mental: no ser tan obvio.
- ¿y...yo…? Nada…- una maraña de nervios y vergüenza se introdujo sin permiso en su cerebro, obligándolo a levantarse y salirse fuera del auto, hasta cerrar la puerta cuidando que sus dedos no se amenazaran a quedar atrapados en el proceso.
- No te preocupes citadino. – ahora le sonreía, aquella incitante boca roja como su carro, y su rostro asoleado y apenado, mostraba exitosamente una hilera de porcelanas. Carama, no había palabras para describirla. Bueno si las había, y bastante eh, pero su cerebro estaba en off así que no se le vino ninguna. – Bueno, citadino... - ¿citadino?, ¿pero a que diablos se refería? No era tan ignorante, y tampoco tenía cara de turista. ¿Verdad?
- ¡Hey nena! ¿A quien le dices citadino así de fácil? – cruzándose de brazos la encaro. Bien, le pareció muy atractivo y sumamente tierno aquella incomoda e insultada mirada de ella hacia el. KAMI como le gustaba que lo mirara con rabia, era como un incentivo para sentirse más grande.
- ¿Nena?...OH OH citadino, eso no fue agradable. – oh, esto se pone interesante.
Dos desconocidos, en medio de la nada, con un magnetismo natural alrededor de sus presencias…acalorados, sudados…irritados. Si, suena intrigante. Y para el, eso le gustaba. Nunca pensó que sentiría eso, a decir verdad, era la primera vez que apreciaba un estremecimiento tan extraño pero tan excitante. Esa chica no solo era hermosa, era sumamente rara, y eso lo gozaba.
- Mi auto se averió, estoy perdido en medio de la nada, el sol me esta incendiando lo que me queda de cordura. ¿Piensas…nena…que puedo ser agradable así? – su voz sonó tan grave, tan profunda y aterciopelada, que noto exitosamente cierto estremecimiento en aquel menudo cuerpo, que excitantemente le llegaba a la mitad del pecho.
Guardo un poco de silencio, acercándose un paso hacia el, sintiendo como el vapor y el aire denso de aglomeraba a su alrededor. De nuevo volvió a sonreír, solo que esta vez, con un destello de maldad, de picardía, una que le hizo vuelco al corazón de inmediato.
- No lo creo citadino. No se como le hiciste, pero me agradaste. – tal como estaba de cerca, sin previo aviso se alejo de el, sonriente y campante, dejándolo con un agobiante vació. Pero…algo ya no seguía igual.
El ambiente, el ambiente había cambiado de repente, el calor ya no era igual, era…excitante, como si hubiera pasado décadas en un mundo helado y frió, el viento le rozaba la piel perlada dejando un sentir placentero y tenue, como si se tratara de una fina seda frotándose contra su cuerpo, su mente ya no pensaba en los problemas, no, ya no, estaba tranquilo, sus oídos captaron de inmediato una sutil sinfonía llenada de una melodía casi atrayente.
- Bueno citadino, ¿te vas a quedar ahí parado todo el día? – un suave mano lo tomo de la suya, sacándolo de sus pensamiento de inmediato. – Vamos.
Extrañamente, aquel pensado hotelucho que se imaginaba cuando se acercaba, se aproximaba un poco al que sorpresivamente tenia al frente, un edificio de tan solo dos pisos, planta baja incluida, una cochera, el aparcamiento y todos los vidrio de la ventana tintados de un agradable color.
"Y en ese instante lo supe…bueno, no me entere de nada, solo sentí una extraña punzada en la boca del estomago…"
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Ahora se encontraba totalmente solo, y desorientado en medio de esa fresca sala, debía admitir, los muebles nunca se verían como los del departamento de Yamasaki, pero estaban al menos pasables, una persona contra la luz, se encontraba sentada, leía a su parecer, muy curioso, creyó que ese lugar tan apartado iba a estar ¡ABANDONADO! Pero pensándolo concienzudamente, con aquella atractiva chica como empleada, quizás haría un par de llamadas y así…
¡OH DIABLOS! ¡¡Su teléfono!! Olímpicamente paso su equipaje de mano con una habilidad obtenida a lo largo de los años, mientras que con la mano ya desocupada hurgaba el bolsillo donde se suponía que debería estar su preciado móvil. Desgraciadamente, este, por cuestiones del destino, estaba falto de señal, que en un idioma mas directo significaría…estaba inservible.
- Maldición – un par de joyas más salieron profundamente de sus labios. Lo mejor seria alejar el aparato de su vista, antes de cometiera una locura.
Ahora si que estaba, jodidamente fregado, en medio de la nada, sin celular…y con el auto accidentado. Lentamente dejo salir todo el aire de sus pulmones mientras contaba mentalmente hasta 10, puntualmente le llego un chispazo recordatorio haciéndolo rememorar aquella sexy entrenadora de yoga que Yamasaki, amablemente, contrato. Lastima que su rápida llegada no se comparo con su rápida salida.
"Pobre ilusa"
Siguió rondando con su mirada su alrededor, aquella extraña chica lo había dejado solo de repente en medio de aquella sala, y en ese instante estaba sediento, de algo de licor, y necesitaba un cigarro, quizás luego apreciaría una cama, bastante mullida, y no le caería mal un masaje en la espalda.
"¡Pero en que diablos estas pensando Li!... ¡¿masaje?!"
Debía anotar mentalmente que aquella cómoda y lujosa vida, estaba hora en el pasado. Así lo quiso, así se lo dejo a entender a Yamasaki, así ahora tenia que estar feliz y muy a se pesar acostumbrarse.
Sacudió un poco su cabeza, moviendo aquel sedoso y desordenado cabello. Bien, si quería al menos instalarse, lo mejor seria acercarse a registrarse. Solo que el puesto de registro estaba vació.
- ¿Hey, hay alguien? – lastima que no estaba la trillada campanita, pero que fiasco, ¡en todo los hoteles la tenían! - ¿Cómo le hago…HAY ALGUIEN?
- Eres impaciente citadino. – de la misma manera que hizo al principio, la misma, peculiar, mujer de nuevo se había vuelto a aparecer frente a el de repente, era…una total caja de sorpresas.
- ¡Diablos! ¡¿Quién eras en tu otra vida?! ¡¿Merlín El Mago?! – recuperando el aire perdido, y volviera a su actual color de piel, se tomo la libertada de, de nuevo observar a la chica en frente. Si, no cabía duda, era…extrañamente perfecta. - ¿Y que haces aquí?
- Bueno citadino, trabajo aquí, creí que había quedado claro eso. – sonrió. – Vamos, te llevo a una habitación donde puedas dejar tu equipaje. – de la cantidad de llaves que estaban a sus espaldas perfectamente ordenadas, tomo una y lo hizo seguirla hasta las escaleras. No antes de tomar con sus calidas manos la única maleta que portaba.
- Creo que puedo llevarlo solo – intento regresarse su maleta, pero esa chica demostraba ser algo testaruda. – insisto, me juego a que debe haber un botones encantado de que hagas su trabajo.
- ¿Tu crees…? – la frase quedo en el aire, ya que de un armario junto a la recepción, saco el conocido sombrerito que el esperaba que portara un muchacho escuálido de increíble fuerza que seria el botones en este caso. Pero su sorpresa fue aun mayor cuando se coloco la prenda en su cabeza, dando un brillo encantador a ese cabello. – Si, me siento encantada con este trabajo citadino. Ahora si me permites, y dejas tu actitud autosuficiente, te llevare a tu habitación.
Estaba…algo sobrecogido con esa mujer, era ¡Rara! Y muy hermosa. Algo en ella lo hacia irremediablemente, desearla, ¡por todos los cielos! ¡Ni siquiera la conocía! Y por otro lado, le intrigaba, eso de que "no la conocía", de que era una extraña en medio de la nada, lo hacia sentirse interesado en ella, en conocerla…en saber siquiera, ¿Quién era en esta vida? ¿Seria tal como se ve? ¿Tan condenadamente pasional? ¿Tan electrizante?... ¿Tan misteriosa?
El pasillo que se abría a ellos mostraba una serie de puertas de cada lado del corredor. El color verdoso de las paredes le agradaba, las lámparas estaban impecables, hasta las puertas estaban en perfecto estado.
- Me sorprende que este lugar este en pie. Dudo que venga mucha clientela… ¿cierto?
- Tienes razón citadino, estamos en días pésimos. Ahora las personas ya no llegan por estos lares. Por eso, si tu estas sorprendido, yo estoy en las mismas, no todo los días…se aparece un citadino como tu por aquí. Me dejas atónita. – mas atónita estaba al ver que aquella maleta, posiblemente cargaba piedras, por eso por cada paso que daba arrastraba la maleta un tramo.
- ¿De verdad no quieres que te ayude?
- ¡No! De verdad yo puedo, ni creas que te me vas a escapar con eso de la propina, ¿te quedo claro?
- Como digas nena. – lastima que iba a enterarse demasiado tarde que no cargaba consigo efectivo.
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De nuevo solo, pero irremediablemente satisfecho. Luego de que la chica se enterara de su falta de capital, se había ido ofendida, dándole una primera plana de aquel perfecto trasero que se bandeaba de un lado a otro, haciéndolo aun mas feliz de lo que podía estar al ver aquel adorable rostro sonrojarse de la indignación. Si, la vida le estaba recompensando por lo del auto, y su teléfono, que aun seguía sin la maldita señal.
Lanzo su maleta a un lado de la cama, sin despegar la vista de sus alrededores. No se comparaba con los hoteles de lujo y caros a los que estaba acostumbrado a dormir, generalmente el piso media lo que media el edificio entero, y mínimo tendría un par de jacuzzis, este, por el contrario, era claustrofóbicamente pequeño. Solo eso, mínimo, no se quería imaginar el baño…demasiado tarde. Ya la diminuta habitación se había apoderado de su mente, solo que acompañado de una sugerente imagen, algo intima, de el en una situación algo interesante con la misteriosa chica.
- Demonios, ya estoy delirando – removió aquellos sucios pensamientos, forzosamente, de su cerebro, hasta concentrarse en otra cosa. Como en el hecho de que le había pegado un poco de hambre.
Se observo un momento en el espejo de la cómoda, su cabello estaba deplorablemente despeinado, la piel estaba algo perlada por el sol, la playera estaba algo llena de polvo y los vaqueros estaban de igual manera, lo mejor era cambiarse. Se deshizo de la ropa hasta lanzarla en un pequeño taburete, y saco de la maleta otros vaqueros junto con otra playera.
- Aun sigo molesta, pero vine a…- la puerta se abrió abruptamente mostrándolo en pleno proceso de abrochase la bragueta del pantalón. Un situación algo incomoda debía aclarar y aun mas para ella, quien ignorante de encontrarse dicho espectáculo, no pudo hacer mas que ahogar un grito y voltearse con todos los colores subidos a las cabeza. – Lo…l...lo…s...sien...siento, no quise…y...yo…eh…e yo…
- jajaja – en otro caso diferente, o al menos no en esta dimensión paralela, hubiera dicho un comentario despectivo como "¿Nunca te enseñaron a toca?" o algo trillado y parecido a eso, pero como ese no era el caso, tan solo tuvo que reír, aquella actitud penosa e inocente, nunca se la espero de ella, era la primera vez que una chica tomaba una manera así con el, ordinariamente se lanzaban desesperadas hacia el…y las entendía. ¡¿Qué?! Tenía ego, y también no poseía aquello llamado modestia, y era feliz así, sabía lo que tenia y eso era bueno. Estaba muy agradecido de haber recibido aquellos genes que lo hicieron tal como es.
- ¡¿Qué es tan gracioso?!
- Nada, solo olvídalo. – conteniendo la risa, y sin dejar de dar furtivas miradas a la espalda de ella, termino de vestirse exitosamente. – Listo, creo que ya puedes voltearte.
Primero medio volteo la mirada para estar segura, ya segura de que estaba totalmente cubierto, se giro por entero encarándolo algo apenada, incitándolo triunfantemente a acariciar aquellas rojas mejillas. Siempre estaba sorprendiéndolo.
- ¿Ahora me dirás a que viniste? – sonrió al ver que la pregunta la tomo por estupor.
- ¿Cómo dices?
- A lo que viniste, antes de que…- ¡oh si! Le empezaba a gustar aquella mirada apenada, junto con aquellas mejillas sonrojadas. ¿Serán igual de incitante y adorables en medio de una noche pasión? "¡¿Estas loco o que?!" ¡Diablos! ¿En que momento llego ese pensamiento a su cabeza? Estaba seguro de que no era un sexopata empedernido.
- ¡AH SI! Se me había olvidado – volvió a sonrojarse – Vine a ofrecerte un trago en el bar, y quizás…pensé que tendrías hambre y…- ¿desde cuando era tan nerviosa? De un minuto a otro, la picara mujer, se transformo en una chica inocente y condenadamente tierna. Y eso, le empezaba a entusiasmar. Lo cual no estaba del todo bien. – Bueno… ¿bajaras? – haciendo una maraña imaginaria con sus delicadas manos, lo miro casi suplicante, apenada y con aquel aun existente sonrojo en sus mejillas. Y ahora digan ¿Cómo negarse a eso?
- Claro.
Y en el instante que recibió como respuesta una radiante sonrisa lo supo, esa extraña, esa desconocida chica…lo había atrapado.
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¿Qué manía tenia ella de dejarlo siempre solo?
Ahora estaba sentado en un taburete en la barra. Solo. Bueno, no literalmente, habían un par de personas sentadas en las mesas alejadas de el, junto a las ventanas, por desgracia estaban a contra luz, y era difícil con el sol que hacia verlas. Pero eso no era de importancia, no le interesaba en absoluto. Lo único que quería era echar algo al estomago y quizás tomarse un buen trago.
- ¿Me tarde? – como siempre apareciendo, se llego junto a el con un emparedado en un plato en una mano y en la otra un baso de gaseosa, colocándolos frente a el. – Llegaste mucho después del almuerzo, así que espero que no te molesto que esto sea lo único que pueda conseguirte. – de nuevo le sonreía, si se acostumbraba a ello, le iba a empezar a gustar mucho mas de lo que ya le agradaba.
La observo a fondo, su sonrisa, su rostro, su cabello, toda ella era hipnotizante, atrayente, algo en su presencia definitivamente lo hacia querer probar aquellos carnosos labios sonrosados. Aquel tenue y dulce aroma a cerezo que desprendía su cuerpo y cabello lo embriagaba placenteramente, que tuvo que contener las ganas de tocarla.
- ¿Citadino? ¿Te encuentras aquí? , tierra llamando a citadino – de un momento a otro se encontró observándola hipnotizado, idiotizado, ¡rayos! Se abofeteo mentalmente por ser tan distraído. – Eres extraño amigo.
- Lo…Lo siento, creo que me perdí en mis pensamientos.
- Ya veo. Pues te veías bastante concentrado en ello. – dio la vuelta a la barra hasta sentarse junto a el. - ¡Vamos come! Me ofenderé si no lo haces.
- ¿tu lo hiciste?
- ¡Pues claro! ¿Qué creías? Eres mi cliente oficial citadino.
- No lo se, estamos en un hotel, habrá otros empleados…digo, no es que no quiera que tu…- ¿desde cuando se le enredaban las palabras con una chica? Se sentía tan tonto, tan imberbe, que… ¡kami! – Creo que lo mejor será que me coma esto…en silencio.
- Jajaja eres tan divertido citadino, no dejas de sorprenderme. Pero contestando a la pregunta que no terminaste formular. – tuvo que tragarse un buen buche de la soda para disimular su vergüenza. – Si, hay otros empleados, pero…- le presto mas debida atención, aquella chispeante e iluminada mirada había comenzado a apagarse, aquellas esmeraldas dejaron de brillar ante sus ojos. – Necesito el dinero ¿sabes? Por eso lo hago.
- Comprendo.
Termino de comer en silencio, no había necesidad de hablar, el no la precisaba para estar bien, podía sentir su calida presencia junto a el, su aroma llenarlo, e incrementarle las ganas de besarla. Pero ni aunque tuviera la suerte de su parte, algo así nunca se efectuaría, era imposible, quizás para ella, el tan solo era un extraño "citadino" que su solitaria alma termino por parar en su territorio. Pero para el…era una respuesta, un soplo de aire de alivio, algo que acaba de descubrir y que llevaba esperando desde hace mucho.
Esa chica…de un modo u otro, se había vuelto indispensable.
¿Tonto, no? Si bastante estupido, pero, ¿Qué es aquel extraño sentimiento?...Algo sumamente tonto y sin sentido, que el nunca en su corta, vacía y sin gracia vida llena soledad…y de Yamasaki, había apreciado.
Y como si un chipote le hubiera dado bien duro en la cabeza, recordó algo. Había muchas cosas en esa mujer que le intrigaban, su historia por ejemplo, o asimismo como podían saber sus labios o su fresca piel, pero una cosa si que le empezaba a interesar más que todo eso.
- ¿Cómo te llamas? – la pregunta la tomo fuera de base, se removió incomoda en el asiento, desviando su mirada, fijándola en un punto neutro en la madera de la barra. - ¿Sucede algo? ¿Te moles…?
- Ying Fa… (Notese que uso el "Sakura" en Chino…no pregunten porque…creo que tengo mis razones ¬¬…solo que ahora ya se me perdieron…U)
- ¿Cómo?
- Así me llamo citadino, Ying Fa…
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"Ying Fa …Ying Fa …Ying Fa … Ying Fa Ying Fa Ying Fa Ying Fa Ying Fa Ying Fa Ying Fa …"
¿Cuántas veces podía repetir ese nombre en su cabeza?
"Ying Fa Ying Fa … Ying Fa … Ying Fa Ying Fa Ying Fa …"
Las veces que fuera necesario.
Todas las veces que su mente estuviera dispuesta a soportar, y por el camino en que iba, aquel nombre terminaría grabado en fuego en su cabeza.
Pero mejor rebobinemos y reflexionemos la situación.
El, Li Xiao Lang, el EX músico que marco tendencia en toda China, uno de los pocos hombres, y entre esos estaba todos aquellos maricones modelos y actores, que para el era solo peleles, que conseguía hacer gritar como maniacas a un monto de mujeres con solo su linda presencia, uno, del cual, se jactaban de proclamar sus talentos musicales, uno que se jactaba de proclamar sus talentos musicales, uno con el único y codiciado don de atraer todo como un imán…Ese, Xiao Lang, estaba perdidamente atraído hacia un hermosa chica con aroma a cerezo.
Hora del examen: ¡¿Cómo diablos sucedió?!
Estaba totalmente seguro, o al menos, nunca se iba a imaginar que en tan solo horas, una mujer lograría ponerlo de esa manera. Ella era un total desconocida…no era posible…no lo era…no podía haberse… ¡NO!
¡Eso tan fantasioso ni siquiera existía! ¡BAH!
Acostado en la cama con la luz clara de la luna alumbrando su cuerpo descubierto, tuvo que tomar una de las almohadas hasta aplastarla contra su rostro.
No era posible, era demasiado pronto, aun habían muchas cosas que ver, mucho más que sentir, mucho más que aventurarse, hasta muchas mujeres con quien estar…Era inconcebible, tan solo no podía darse el lujo de pensar en eso, o al meno en considerarlo como una posibilidad.
- Debo estar loco
Y si que tenia que estarlo, era una locura pensar algo así. Se sentía tal como cuando tenía 16 años… ¡Rayos! Era tan chocante. Definitivamente le hacia falta Yamasaki para decirle alguna tontería o burlarse de el, quizás con eso se concentraría mas, si…concentrarse en reparar su auto, y salir de ahí cuanto antes.
Pero aquella determinación se evaporo de inmediato.
Una tonada dulce lo embargo de repente. Provenía del piso de abajo seguramente. La curiosidad por saber el creador de la linda melodía lo hizo levantarse del lecho, buscando entre la oscuridad una camiseta.
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¿Dónde diablos se suponían que estaban las luces en este lugar? Era la tercera vez que se tropezaba con la misma pared. Desde que había salido de la habitación tanteando entre las sombras, se había llevado por delante un monto de cosas, pero al menos había llegado a la planta baja en una pieza, y sin haber causado un caos total. ¿Qué podía decir? Se sentía como un topo en un soleado día de campo.
Siguió a fondo la música, ¿de donde provenía? Aun no lo sabia, pero estaba cerca. Según su criterio eran notas de un piano, y no tenia idea si el hotel contaba con uno, De todos modos si lo hubiera, ¿ya no lo habría visto?
Sosteniéndose de los muros para no caerse, logro llegar a una desconocida puerta. ¡Demonios! No sabia que era tan lerdo en la oscuridad, bueno…de pende del caso, en otras tentadoras ocasiones no lo era del todo. ¡Y otra vez la burra al trigo!
"Y vuelves con la misma cantaleta, Xiao Lang…concéntrate en no besar el piso maldita sea"
Luego de ese pequeño rapapolvo mental, tanteo con sus manos hasta llegar a la manilla y sentir el helado metal. Si, la música se oía más fuerte a través de la madera. Dejo salir el aire lentamente de sus pulmones, mientras giraba la perilla abriendo célebremente la puerta.
Era el bar, ¿cierto?
Si, aquellas paredes toscas de madera y concreto eran inconfundibles. Al igual que la vieja y pulida barra. ¿Pero, entonces de donde...?
Justo al frente, frente a sus ojos, a un par de metros de el, al fondo del salón, se hallaba un pequeño escenario, y si, correctamente, ahí se encontraba el piano. Y para su suerte…y desgracia…siendo iluminada como a una diosa por la brillante luz, aclaremos que no queremos sonar cursis, de la luna, se encontraba la hermosa chica cerezo.
Ella era la dueña de esa tonada, tan dueña y tan concentrada que no tenia la idea de que un furtivo y confundido espectador la miraba desde aquel lugar entre las sombras de un rincón.
Se debatía fervientemente en, si quedarse ahí parado como un imbecil, o acercársele…como un imbecil. Tan simple, que no sabia que hacer, y eso lo estaba cabreando. ¡Infiernos! Solo era una chica.
"Una bastante hermosa"
Pero había visto millones de chicas como ella.
"Pero ella es especial"
¿Por qué era especial? ¿Por qué tenia que ser diferente?
"No lo se, pero…"
Ven, estaba delirando, lo mejor era devolverse por donde vino, rebobinar la cinta, y seguir adelante.
- ¡¿Citadino?! – solo que ella ahora se lo hizo mas difícil. – Pensé que dormías. – Contó hasta diez un momento, y justo cuando iba en cinco creyó conveniente voltearse. Grave error. - ¡OH! Discúlpame, ¿te desperté?
Ahí frente a el, a tan solo unos pasos, tan cerca pero tan lejos, estaba ella, y sintió que el corazón se le iba a salir por la boca, sin mencionar que la sangre empezaba…a acumularse. Aquel traje negro ya no estaba, ahora lo suplantaba un camisón tan terso y claro que la luz lo hacia ver como las ropas de una ángel, ¡diablos! Esto estaba mal… ¡ESTABA SONANDO DEMASIDO CURSI! Pero era cierto, las débiles cintas estaban a punto de caer por aquellos delicados hombros iluminados, que estaba seguro de que con solo desearlo caerían rendidas, ajustado en aquel…OH kami-sama…perfecto pecho, caía por su delgada figura casi acentuándola hasta terminar en la mitad de aquellos muslos, dueños de una textura visual tan suave que…
"¡Rayos!...Corre por tu vida Xiao Lang. Corre antes de que…"
- ¿Estas bien?
"Sea demasiado tarde…"
Ya estaba frente a el, solo tenia que levantar a media una de sus manos y la tocaría sin dificultad, a ella y su excitante presencia. Su mirada sigilosamente se paseo por su cuerpo enfundado en aquella seda, sus blancos brazos se abrazaban entre si, símbolo del posible frió que estaba pasando, aquellas perfectas y sedosas piernas estaban juntas, terminando en unos delicados pies descalzos, por lo visto estaban en las misma, fue una Odisea no cumplida encontrar sus zapatos en la alcoba, y ahora ella estaba ahí, parada, viéndolo con algo que en la oscuridad no pudo percibir, pero lo que habría dado para verlo.
- Si...si. No me despertaste. No podía dormir. – intento, fallidamente, canalizar sus ojos a otro punto que no sea ese escote, que para su desgracia no le dejaba nada a su pobre imaginación, pero ven que fue obvio lo imposible que fue.
- Yo tampoco podía conciliar el sueño. – volvió a soltar el aire atrapado en su pecho cuando se alejo de el, de vuelto al piano, solo que esta vez, pudo descubrir que aquel incitante camisón le daba una sugerente vista de aquel trasero…demonios.
La observo desde donde estaba parado sentarse en la butaca, no quería moverse, no confiaba mucho en el, le tenia una total desconfianza a lo que pudiera suceder, o a lo que pudiera hacer en ese estado. Pero vio como se abrazaba y frotaba aquella pálida piel, de seguro tendría frió. Por suerte, su inseparable chaqueta había venido consigo. Lo malo, tenía que romper esa barrera de protección y acercársele.
"¡¿Cómo puedes ser tan egoísta?! ¡¡SE ESTA CONGELANDO IDIOTA!!"
Sacudió su cabeza, mientras se le acercaba con la prenda en las manos hasta colocársela en sus hombros cubriéndola, ganándose una mirada suya, una hermosa mirada esmeralda.
- Gra…gracias.
Aquellas mejillas rojas lo cautivaron aun más. Descubrió algo, aquel peculiar apodo que se empeño en colocarle: citadino, solo lo utilizaba cuando estaba relajada, pero en momentos como este, aquellas defensas se bajaban de inmediato, sus ojos se cristalizaban dulcemente, sus mejillas se coloraban y su respiración subía un poco de nivel.
Le atraía, igual que ella a el, tenia que ser inconciente para no darse cuenta de esa tensión intima y sofocante que se formo alrededor de ellos, arrullándolos, incitándolos, como un suave murmullo en sus oídos. Sus miradas estaba tan fijas, detallándose, memorizándose que por un momento sintió un vuelco en el estomago, una sensación extraña…como de anticipación, de deseo.
Ella por el contrario, desvió su mirada casi despavorida de la suya, enfocándola en las teclas monocromáticas del piano, dejándole un enorme vació. Si Yamasaki lo viera, se retorcería de la risa. Li Xiao Lang, estaba perdido…pero perdido en aquello que se llama…
- ¿Sabes algo…? – sus dedos tocaron cortas y suaves tonadas con aquella teclas, interrumpiendo agradecidamente sus pensamientos. – Cuando preguntaste mi nombre…yo no pude preguntarte el tuyo. Creo que soy demasiado…distraída, disculpa.
- No lo eres…- tuvo una panorámica 20-20 de aquel rostro viéndolo con aquella fracesita "¡Si claro!" escrita metafóricamente en la frente. – De acuerdo, no lo se. Aun no te conozco lo suficiente. – y como lamentaba eso.
Se lo pregunto mentalmente un par de veces, lo pensó una docena de veces, y creyó que no estaba del todo mal. Así que confiando en si mismo, tomo la iniciativa de sentarse a su lado, en el mismo taburete, junto a ella, sintiendo casi su aliente calido en su nuca.
- Xiao Lang, así me llamo – tuvo de nuevo la oportunidad de presenciar sus ojos, viéndolo con dulzura, y no pudo reprimir el hecho de que sus manos se encontraban acariciando su suave mejilla.
Era tan glorioso tocarla, aunque sea un poco, aquella sutil e inocente caricia lo estaba volviendo loco, quería sentirla, quería poder abrazarla, quererla…darle algo expresamente guardado en su interior, y que tan solo en ese instante supo que poseía. Un sentimiento tan extraño…tan desconocido para su corazón.
- No se que es lo que me esta pasando en estos momentos…pero...- acorto distancias hasta sentir su aliente chocar contra el suyo, apreciando aquel apacible aroma embriagador tan cerca de el, tan excitante. Entre cerrando los ojos, hasta casi ver de manera difusa aquel rostro. – Es extraño, eres una completa desconocida para mi, y aun así…creo que yo me estoy enamo…- sintió los suaves labios frotarse un momento con los suyos, pero aquel deseable contacto se corto de inmediato.
Casi despavorida se separo de el, alejándose, dejándole un vació en su pecho y mente al no sentirla tan cerca. ¿Qué había pasado? Temblaba, a pesar de cargar con la chaqueta, temblaba, alarmándolo, quizás había hecho algo incorrecto, o tal vez había dicho algo malo, algo que la molestara. Pero…pero…¿es que acaso que ella no…?
- No sientes los mismo ¿verdad? – con el gusto amargo del rechazo intento levantarse, pero fue imposible, su cuerpo no respondía a sus ordenes, estaba tan maltrecho, se sentía tan tonto, que desecho la idea de huir humillantemente, y quedarse ahí…aun mas humillante.
Parecía que era una cruel broma del destino. Siempre que tomaba su propia iniciativa, sucedían cosas así. Nunca había sentido algo igual, a decir verdad desconocía si en realidad aquello que hacia palpitar su corazón como si estuviera en una maratón, se llamaba ¿amor? Si, eso. Quizás tan solo no era eso, quizás solo era una tontería producto del estrés, del ambiente, la situación, lo hermosa y atrayente que era ella...NO LO SABEMOS, el no lo sabia, y habría querido arriesgarse tanto, pero ¿ven? Ya lo había hecho, tontamente, hay que aclarar, y ahora tenia el no grato placer de sentir algo mucho mas desconocido que lo anterior…el rechazo humillante de un sentimiento no correspondido.
- Lo mejor será que me valla. – con un dignidad casi endeble, se levanto del taburete. Era mejor irse de ahí, antes de que se desplomara patéticamente en el metafórico piso de su vida.
- ¡No! – para su sorpresa unos calidos brazos lo rodearon. Era ella, su pequeño cuerpo se encontraba casi atado al suyo, abrazándose a el, envolviendo su torso entre sus brazos, y ocultando su rostro en aquel tibio pecho. Mientras el…el solo se mantenía ahí, expectante, sorprendido…y con un corazón rebosante y saltante de felicidad. – No te vallas…por favor…- aquella suplica no supo como interpretarla. Podía oír claramente unos débiles susurros, un frágil sollozo, y tuvo la iniciativa propia de rodearla también con sus brazos. – No te vallas.
No sabia que decir, había tantas cosas atoradas en su garganta, tanto que tenia que decir… que solo pudo consolarla, ninguna de sus palabras las hallaba adecuadas. Ninguna.
- Nunca nadie me había hecho sentir así. Nadie me ha querido en tanto tiempo…que…estoy confundida. No quiero que te vallas, no quiero volverme a sentir sola…ya no. Es horrible estar sola, en esta oscuridad, me duele…
Sintió las calidas lagrimas manchar su camisa, y tuvo el amargo descubrimiento de que se había convertido en el peor ser del planeta.
- No debería sentir esto que siento, pero quiero sentirlo, no pende que sucedería, pero fue tan de repente. Nunca había apreciado esta calidez en mi pecho…nunca. – subió la mirada, encontrándose directamente con aquella extraña mirada. Aquel hermoso color caoba se había tornado de un poderoso y electrizante ámbar, como si dos fuentes de oro fundido hubieran brotado de sus ojos.
- Yo tampoco…
Las distancias fueron acortadas de inmediato. Aquellos labios habían llegado a los suyos, asaltándolos en un apasionado beso, sintiéndose mutuamente, fundiéndose en uno solo. Acorralados en medio de la oscuridad, solo ellos eran iluminados por una tenue luz proveniente de una ventana, totalmente oportuna, alumbrándolos, permitiéndoles sacarlos de la literal oscuridad de sus corazones, de la metafórica mancha de la soledad de sus almas. Y si, el ambiente hacia el momento condenadamente cursi, pero sumamente especial.
Sintió aquellas suaves manos acariciarlo, tocarlo con una ternura tan desconocida pero tan deliciosa que aquel intenso palpitar en su pecho se intensificaba con cada segundo que pasaba, acostumbrado a la sequedad y al falso cariño otorgado, quiso mas, quería sentir aquella fresca y suave piel contra la suya, hacerla suya por completo, por que algo si sabia, algo que acaba de chocar contra su subconsciente adormitado y algo excitado, esa mujer ya era suya desde antes. Desde el instante en que sus ojos se cruzaron.
Apretándola contra si, sintiendo su caliente piel a través de la ropa, apreciando con deleite sus definidas formas cubierta por seda y una que otra vez que le tocaba la dicha de sentir su piel en directo, aprovechando de acariciarla de poder memorizarla en su mente, aprenderse cada detalle, profesar una excitante molestia cuando sus cuerpos juntos no encajaban como tal, haciendo de ese juego mas intenso, buscando la manera de tocarse perfectamente.
- Eres la extraña mas hermosa…que jamás había visto. – deleitándose con el codiciado sabor de aquella candorosa piel de su cuello, aumentaba su excitación aun mas con cada suspiro y gemido que escapaba de aquellos labios que ya había tenido la suerte de probar, y como detonador, aquellas palabras terminaron por encender aun mas la pasión.
Fuera de si, hasta inconciente de sus actos, sus manos actuaron solas hasta llevarse ellas misma a atreverse a una caricia mucho mas intima, levantando con total delicadeza aquellas piernas hasta hacerlas rodearse a si mismo con ellas. Sujetándola entre sus brazos se movió así mismo a tientas hasta llegar a la lisa superficie del piano.
- No estoy acostumbrado… a preguntar pero, ¿estas segura de esto? – la pregunta a duras penas salio de su garganta, estaba bastante absorto de lo que había a su alrededor solo importaba aquella gustosa ambrosia que eran aquellos labios, a decir verdad la pregunta fue de cierto modo poco elocuente, no esperaba una afirmación o al menos una negación, ya no había marcha atrás para el. Por suerte para ella tampoco, tan solo respondió apegándolo mas a su cuerpo, besándolo casi con locura.
- No lo arruines con palabras citadino. Nunca antes he estado más segura de algo.
Poco a poco la ropa fue estorbando, ya ninguno era conciente de sus actos, por inercia se deshacían de aquello que molestaba. La playera termino olvidada en un punto indiferente del piso, permitiéndole alcanzar aquella bronceada piel, acariciarla, sin perderse ningún detalle de aquel fornido y atlético cuerpo, regando sublimes besos por el pecho, arrancando gemidos roncos de aquellos varoniles labios, un completo deleite que no pudo terminar de disfrutar al verse de nuevo probando aquellos sugerente y exigentes labios, sintiendo aquel beso experto llenarla por completo, y casi pedirles a gritos a llegar a intimar.
Sus manos recorrieron centímetro a centímetro de aquellas suaves y delicadas piernas, mimándolas con caricias íntimas y pasionales, subiendo en el proceso aquel diáfano camisón con lentitud disfrutando la sensación de sentir la caliente piel en sus manos y de oír placenteramente aquellos gemidos de su extraña compañera.
Era tan raro, pero tan sublime, tan desconocido y excitante. ¿Era eso que le llamaban hacer el amor? Admitía que repudiaba tal cosa en un pasado, no tan lejano, creía que tan solo era una cruel fantasía, una de la que solo los imbeciles se la creía, y duro mucho tiempo pensando en lo afortunado de no pertenecer a esa rama, para él, el amor solo era un palabra de dos consonantes, cuatro letras, un significado cursi y dos idiotas, bueno, ahora, aquella profunda filosofía había quedado en otra parte totalmente ajena a esa situación.
Era hasta de cierto modo irónico, el amor, algo que ignoraba totalmente, le acaba de dar la amistosa mano de reconocimiento a través de una total extraña, si, luego dicen que el universo no es insólito. Antes, nunca se hubiera imaginado que en ese momento estuviera desnudando desesperado a una desconocida chica sobre un piano, y volvemos a lo anterior, ¿no es el mundo totalmente absurdo?
Todas aquellas caricias íntimas y sugerentes, aquellos besos pasionales y sin control, las sublimes y perfectas embestidas, sus corazones latiendo al mismo ritmo, en la misma sintonía, los gemidos ahogados de excitación que se perdían en el vació de la estancia, ajenos a todo lo que los rodeaba. Todo aquello hacia aun mas especial esa noche, todo el ambiente se había puesto casi de acuerdo en crear la atmósfera perfecta, atractiva y calida para ellos, que se sumían en su propia fogosidad sin censura, haciéndolos olvidar el hecho de que aquel mágico y único momento en el que llegaron juntos al deseado clímax, era tan solo el inicio…de algo que terminantemente quedaría marcado en el interior de la solitaria alma del joven artista perdido.
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Nota Autora: Holaaaaaa people!!...Me imagino que si llegaron hasta aquí, es por que leyeron el fic y les gusto…o tal vez no? O.o…Bueno eso no lo voy a saber hasta que me deje los codiciados reviews xDDD
Bueno, les digo, la idea surgió en un momento de ocio donde mi Mp3 había muerto misteriosamente, la computadora estaba siendo utilizada…y lo único que tenia cerca era la radio con una emisora bastante extraña, así que pusieron esta canción Hotel California y me vino esta idea. Si conocen la leyenda y todo eso…bien por ustedes...u.u…si no O.o…esperen el próximo capitulo jujuju Este fic va a ser cortito, como máximo 3 capitulo, contando este ok!...Espero que les halla gustado, dejen sus comentarios, no lo olviden…que no les de flojera!! Así harán a la persona mas feliz del planeta dar saltitos al ver sus opiniones XDDD
En fin, denle al icono de la felicidad: Go! Y dejen rápidamente su opinión, pregunta, comentario….lo que les da la gana!!
Bye!!
Atte. La persona mas feliz del planeta/Ilove.
