Disclaimer: Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto, la historia es de mi autoría. Fic basado en la canción "Babies" de Pulp. Créditos a su autor.

Aviso: Universo alterno, lemmon implícito, contenido sexual.


Mariposa y corazón

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¿Y quién diría que a los dieciocho que la mariposa y el corazón estarían peleados? ¿Quién diría que la mariposa es tu hermano y tú eres mi corazón?

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—Sasuke-kun esa historia debe ser mentira.

Me mirabas con tu ceño fruncido mientras cruzabas los brazos. De nuevo había sido una tonta, creo.

—Sakura, no. Es verdad, ahí en el armario—Señalaste con tu pequeño dedo índice—, hay un monstruo que se esconde y se come a las chicas de cabello rosa.

—¡No!

Teníamos cinco, y yo solía ir a tu casa cuando vivías en Stanhope Road. Me contabas cuentos de vez en cuando, aprovechando que nuestras madres platicaban abajo en el comedor, me sentaba en el piso y apagabas las luces para contarme las historias de terror que sabías me atemorizaban y entonces, solo entonces cuando yo soltaba un grito de horror me abrazabas.

—Sakura, eres una molestia—decías al tiempo que tocabas mi cabello.

Esa tarde noche, de algún mes, de algún día me contaste semejante historia, entonces el armario se abrió y en la habitación no éramos dos, sino tres.

—¡Ah!

Pero era Itachi, quién se había escondido en el armario para asustarme. Él tendría unos diez años casi los once. Tú no te inmutaste, en cambio me estremecí y comencé a lagrimear, rodaste los ojos y seguiste acariciando mi cabeza mientras susurrabas que era una molestia que se espantaba por todo, entendí que odiaba el horror y que prefería leer libros donde hubiera animalitos tiernos.

"Juro que jamás volveré a tu habitación", pensé.

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Los cuentos de hadas se habían hecho para romperse.

Papá y mamá se divorciaron cuando yo tenía 13 años, quizá no hubo amor, o tal vez se hartaron de ellos mismos. Lo único que sé es que peleaban en vez de hablar, y que sólo cuando ponía cara de niña lastimera ellos paraban de gritarse y volvían a ser dos personas que vivían en el mismo lugar.

Se sintió extraño que mamá y papá ya no vivieran conmigo, es decir, los fines de semana yo me iba con él y entre semana me quedaba en casa sola, hundiéndome en libros. Fue de ese modo hasta que tu madre le comentó a la mía que ella podía cuidar de mí, ya que le hacía falta tener a una mujercita cerca de ella.

No era para menos, Mikoto los tenía a ustedes y a un esposo bastante serio y estricto que siempre trabajaba, así es como recuerdo a tu padre. Mamá y Mikoto habían sido amigas desde que vivíamos en Stanhope Road, así que había confianza.

Desde ese momento pasé a ser una miembro no oficial de la familia Uchiha mientras mamá trabajaba.

Se suponía debíamos llegar juntos a casa, pero tú te la pasabas entrenando. Entonces a partir de los 13 seguí la siguiente rutina:

Llegaba, dejaba la mochila en la sala, me disponía a hacer las tareas más sencillas y cuando daban las cuatro me ponía a ver televisión, una serie de comedia nunca me venía mal. Pero también pasaban cosas en el cuarto de tu hermano.

Itachi llegaba de la preparatoria como a eso de las tres, y siempre traía a una chica. Se subían allá arriba y en ese entonces no sabía interpretar lo que hacían, y tal vez ni me interesaba realmente. Bueno, puede que un poquito. ¿Qué más daba cuando podías ver televisión en la sala hasta las siete antes de que llegara Mikoto?

La chica que traía Itachi siempre se iba a las seis en punto, algunas veces quince minutos más tarde, otras veces diez minutos más. Lo cierto es que nunca pasaba de la media hora, tu hermano bajaba de su habitación con ella y le abría la puerta.

Y era entonces cuando Itachi me miraba desde el marco de la puerta.

—No le digas a mi madre—decía con seriedad.

—¿Decir qué?—yo seguía embobada con las series de comedia y alguna que otra bolsa de papas a lado.

—Confío en ti.

¿Qué es lo que no debía decirle a Mikoto? Ah, claro era muy ingenua para saberlo. ¿No?

Y los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses, y la rutina seguía de ese modo. Puede que yo ya no viera tantas series, ahora eran documentales o simplemente continuar con mi tarea. Tu madre llegaba a las siete, y tu padre —no estoy segura— tal vez hasta las once. Yo me iba a mi propia casa a eso de las nueve de cualquier modo.

Pero siempre, siempre a partir de los trece y mientras veía la televisión escuchaba hasta la sala el fondo de una canción que decía más o menos así:

"Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novia…"

Tenía un ritmo espectacular, creo que escuchar aquello era mi parte favorita del día.

En aquel entonces tenía trece, y poco o nada sabía de lo que estaba haciendo Itachi Uchiha (de dieciocho años) y sus conquistas, pero tú Sasuke lo sabías…

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Esto que relataré si bien sucedió hace dos años, cuando teníamos dieciocho. Cuando aún vivías en Stanhope road.

Los meses se volvieron años, y esos mismos años me hicieron cambiar demasiado. Había tenido un par de novios, romances fogosos que terminaban en lloriqueos de mi parte por nunca obtener lo que deseaba y dejarme llevar por los estereotipos, lo cierto es que sólo yo (y sólo yo) sabía que pasaba con mi corazón (literalmente hablando), cada que te veía podía suspirar de forma interna, podía mirarte y admirarte por y para siempre. Por que no sé en qué momento pasó que comencé a extrañarte. Deseaba con todo mi corazón que volvieras a acariciar mi cabello, pero no lo hacías. Pasabas poco tiempo en tu propia casa y ya eras capitán del equipo de basquetbol. Mientras yo, llegaba solo para encontrarme con la misma rutina: ver a Itachi casi todo el día.

Lo escuchaba cuando él regresaba de la Universidad. Siempre a la misma hora, estacionaba su coche negro y con delicadeza abría la puerta para que entrara alguna mujer, ambos subían por las escaleras y de forma discreta miraba sus retaguardias desde la cocina. El trasero de la chica siempre me dio igual, pero otra cosa eran las piernas de tu hermano, estaban bien formadas, musculosas, duras. Me ruborizaba, era inevitable no pensar en ti cuando tenía a Itachi la mayoría del tiempo, en cambio tú —Sasuke— te desaparecías para evitar estar en casa, casualmente estabas cuando yo me iba a mi propio hogar.

Me ofrecía a hacer la comida, la preparatoria no fue tan dura como pensé, o tal vez había sido dotada de un cerebro bastante capaz. La verdad es que, siempre estaba en la cocina tratando de experimentar y mejorar mis artes culinarias. Y cuando estaba en la cocina escuchaba esa canción de fondo, canción que desde los trece me había provocado un no sé qué, en un no sé dónde.

"Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novia"

Ya había soñado a Itachi decirme esas palabras, y siempre mi parte íntima terminaba mojada. Cuando tenía unos quince años creí que tal vez había tomado mucha agua antes de dormir y que cabía la posibilidad de que me hubiera orinado. Pero eso no podía ser —no de ese modo—, todos sabemos que ese era un sueño bastante erótico. Soñaba de manera inapropiada con Itachi. ¿Y cómo no si siempre lo escuchaba follar?

Por un tiempo estuvo bien. Pero pronto quise más. Además de oír quise ver, imaginar que habría exactamente detrás de esa puerta, si acaso Itachi era tan bueno como los rumores decían. Y es que cuando lo veía algo semejante a una mariposa revoloteando invadía mi panza, pero cuando te veía a ti, mi corazón se salía. ¿A quién debía hacerle caso, a la mariposa pasional o al corazón sentimental?

Ese día, él regresó a las cuatro Itachi llegaba de la Universidad a esa hora, entonces yo hice como que cocinaba, mientras escuchaba los pasos dirigiéndose hacia su habitación. Metió a una chica a su cuarto cuyo nombre no recuerdo pero que solía ver en la escuela, era de las mayores, las de Universidad. Esa clase de chicas por las que cualquier chiquillo de preparatoria mataría para tener un encuentro.

Dieron las cuatro con quince minutos y de forma puntual y discreta subí las escaleras hacía el mismísimo infierno del deseo. Me coloqué detrás de la puerta y lo escuché todo.

Yo escuchaba "Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novia…"

Mi corazón palpitaba rápido, y mis manos se colocaron en un lugar que describirlo sería algo obsceno, temí soltar algún sonido extraño y me contuve. Mis mejillas ardían y mi piel era puro calor y sudor. Mi sistema entero se estaba alterando y había un incremento de emociones nunca antes sentidas.

No, yo ya no quería escuchar. Quería ver y tocar, había sido mucho tiempo de espera. Lo decidí al día siguiente. Me salté la última clase, ante la mirada expectante tuya al ver que me iba a eso de la una de la tarde cuando en realidad salíamos a las tres de la preparatoria.

Corrí, corrí. Para mantener mi pulso desenfrenado y mi cuerpo jadeante.

Llegué a tu casa cerca de las una y media y me removí inquieta en la sala. ¿En serio por fin vería como Itachi tenía sexo con más mujeres? Él solo pensarlo provocó una ola de calor recorrerme por completo, desde la punta de los pies hasta la coronilla de mi cabeza.

Cuando dieron las tres, tomé la oportuna decisión de esconderme detrás del armario que un día tanto miedo le tuve. Pero antes, me tomé la libertad de admirar su habitación e imaginarme todos los escenarios posibles, la mariposa pasional estaba naciendo dentro de mi estómago. Error, no era en mi estómago, era en mi parte más íntima donde esa mariposa estaba naciendo y creciendo más y más.

De ese modo, adquirí un boleto en primera fila para el encuentro sexual que iba a ocurrir en algunos minutos.

Miré, observé y escuché. De fondo estaba esa misma canción que a los trece sonaba en mi mente de tanto reproducirla.

"Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novia…"

Repetí la misma acción por muchos días más. Veía a Itachi con varias chicas, siempre les decía eso en voz alta, algunas otras les ponía la canción de fondo. Y yo, me sentía mojada y solitaria con mi mariposa pasional que había evolucionado a una deseosa de pasión carnal. Aunque mi corazón estaba deseoso del deseo sentimental, y ese sólo podía ser llenado contigo.

Él las desnudaba, las tumbaba en la cama y se mantenía con la ropa. Ella (la chica cuyo nombre no sé) se mordía el labio inferior y al principio quería quitarle la playera con cuidado.

—Al diablo—decía jadeando, y terminaba por sacarle la playera de un solo tiro.

Mi mano se movía al tiempo que los veía. Estaba en un punto de dulce y enferma locura. A los dieciocho años cualquier cosa podía pasar.

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Mi mente se turbaba cada vez que te veía a ti en clase y rara ocasión en casa. Solías ser frío y nada quedaba de los abrazos nocturnos por el miedo irracional que le tenía a tus historias de terror. Al menos no eras un casanovas como tu hermano (bueno, sí lo eras pero no las llevabas a casa a tener sexo). Mis piernas temblaban cuando Itachi tocaba mi cuello, y mi corazón se salía cuando tú me dirigías la palabra.

En pocas palabras, por ti siento amor y por tu hermano deseo.

Después de varios días de ver a Itachi teniendo sexo con alguna chica concluí que no te lo podía decir por qué igual y se lo comentabas a tu madre. Aunque siendo honesta las probabilidades de que supieras que Itachi le encantaba tener sexo eran muy altas.

Cierto día, después de repetir la nueva e interesante rutina pensé que mucho no podía durar en esa situación. Llegué temprano a tu casa y me dirigí automáticamente a la recámara de Itachi. Me sentí extrañamente incomoda al ver su cama destendida y su ropa interior desparramada. Había llegado tarde para verlos tener sexo. Me sentí ilógica, y enferma, entonces me desnudé y decidí tumbarme sobre su cama, me tapé con la colcha y cerré los ojos, realmente estaba muy cansada.

Me quedé dormida dentro, no lo escuché llegar.

Entonces Itachi llegó, y era demasiado tarde para hacer algo, (algo como huir).

Me miró, y no era su típica mirada de ser yo una niña tierna. Él traía una toalla en su cintura y su cabello estaba mojadísimo. Negó con la cabeza y me sonrió de la forma más tierna que hubiera podido él haberme mostrado.

—¿Qué haces aquí, Sakura?

Su voz cálida logró llegar hasta mis entrañas, no tuve más remedio que abrazarme a mí misma y darme valor.

—Itachi…

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"Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novia…"

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Su cuerpo en mi cuerpo. Él era un demonio sexual que alimentaba a mi mariposa pasional. Una cosa era ver, y otra muy diferente tocar y sentir. No hubo piedad alguna y fue lo que es: sexo, así como se lee, así como se escribe cuatro letras una palabra y un significado, sexo. No más, no menos.

La mariposa crecía cuando el susurraba cosas a mi oído, cuando se desnudó y me despojó de mi única prenda interior. Gemí, me tumbé sobre él. Experta no era, pero tenía un instinto propio de alguien que había escuchado y visto follar a Itachi por años. Él era el culpable de haber alimentado a mi mariposa.

En mi mente, la canción seguía reproduciéndose:

"Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novia"

—Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novio—dije, entrecortada con las pocas fuerzas que me quedaban mientras lo sentía ahí dentro, moviéndose y haciéndome perder todo el control que quedaba.

No, ya no quedaba más de mí.

"Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novia"

Él sonrió triunfante.

Ah, no podría olvidar ese momento. No porque yo estaba dividida en dos partes casi iguales. La casi mitad era la parte sexual y era en su mayoría de Itachi. Mientras que mi otro yo te pertenecía Sasuke, juro que sí.

Seguíamos en la cama cuando volviste a casa. Escuché como te parabas tras la puerta. Sé que no me vas a creer, pero lo hice porque se parecía a ti.

"Quiero llevarte a casa, quiero darte hijos, podrías ser mi novia"

No sé si te quedaste, no sé si te fuiste. No sé siquiera saber algo, tal vez sólo te marchaste o quizá escuchaste mis gemidos de loca. Lo que sí sé, es que al día siguiente llegaste temprano a casa y me acompañaste de regreso y nunca permitiste que me acercara a Itachi.

El juego apenas empezaba.


N/A Hola, ¿cómo están? Esta vez traigo este fic, que si bien puede tener un segundo capítulo, todo depende si me animo y si encuentro la inspiración suficiente. Lo cierto es que quise experimentar con nuevo contenido y hacer algo menos triste y más entretenido pero sin llegar a las risas. ¿Qué tal? Ya saben, si les gustó dejen review, incluso también si les pareció una basura.

P.D de momento dejaré el fic con el estado de INCOMPLETO, si no hay actualización mía en los siguientes días daré por concluido el trabajo.

P.D 2 Agradezco a Pulp (banda) por haberme inspirado tanto los últimos días, tanto que he hecho ya unos 4-5 fics inspirándome en sus canciones.

P.D 3 Mi página en facebook es Tamahara chan por si gustan saber más novedades.

¡Dejen review! ¿Sí? *-*