Fic participante en el concurso: Feliz cumpleaños, Granger
de la página de facebook: Dramione Shipper
Ya saben que Harry Potter es de Jk y yo sólo juego con sus personajes y demás.
Espero le den una oportunidad ;)
A leer!
Chocolate
Draco Malfoy era un pequeño de 11 años, hijo de magos, presuntuoso y orgulloso. Educado en la más alta esfera de la sociedad mágica y estudiante de Hogwarts, Colegio de Magia y Hechicería. Se encontraba en su primer año y, como todo niño, era curioso, razón que lo llevó a explorar el Colegio sin más compañía que la suya propia. Deseaba descubrir todos los rincones del Castillo y, con ello, todos sus secretos. Hogwarts era un lugar fascinante.
Los cuadros eran variados y a veces habían pasillos secretos tras ellos, su padre se lo había comentado y él estaba dispuesto a encontrar ese día uno de esos pasillos. Por eso, movía levemente los cuadros para ver detrás de ellos, hasta ahora no había tenido éxito, pero él era persistente. Le llevó varios pisos y pasillos, pero al fin había encontrado un hueco detrás de uno de los cuadros.
El rubio se introdujo por aquel hueco, con una sonrisa triunfal en su infantil rostro. Su emoción crecía por momentos, ¡había descubierto uno de los pasillos secretos de Hogwarts! Se encaminó por el lugar, conjurando un Lumos enseñado por su padre –al menos, el movimiento de varita-.
Caminó por el lugar, sólo con el murmullo de sus pies como compañía, al menos hasta que distinguió un bulto en el suelo, a unos buenos metros de él. Draco deshizo su hechizo y se acercó con sigilo al bulto aquel. Su corazón retumbaba –acelerado- en su pecho, no sabía con qué se encontraría, pero su curiosidad era mayor. Aunque él hubiera preferido tener alguna estatua donde ocultarse y observar mejor aquello, no podía quejarse de la penumbra que lo cubría.
Se acercó lo suficiente para distinguir un cabello abultado y supo que era una chica. Arrugó su nariz, no sabiendo qué hacer, tal vez debería acercarse y hablar con ella. Podría molestarla si era muy pesada o dejarla sola. Sí, eso parecía un buen plan. El joven se acercó a la niña, dispuesto a molestarla un poco, quizás así dejara de lucir tan tétrica. Draco sólo pudo dar un par de pasos antes de que unos ruidos amortiguados inundaran sus oídos. El pequeño abrió sus ojos con sorpresa. ¡Ella estaba llorando!, estaba seguro.
Se paralizó, no le gustaban las niñas lloronas, eran molestas y sólo lo incomodaban. Retrocedió, pensando que lo mejor era seguir explorando el Castillo sin pasar por ese pasillo, sin embargo, dio un traspié, provocando que la muchachita alzara la cabeza para localizar la causa del ruido. Draco aspiró aire con fuerza, la chica lo estaba mirando con lágrimas en sus ojos –la penumbra no era tan oscura para ocultarle las lágrimas de ella-.
― Lumos― Recitó el rubio y la chica quedó expuesta. ¡Él la conocía, era esa chiquilla que había querido que la ayudara a buscar un sapo en el expreso a Hogwarts!
Draco la observó con detenimiento, el cabello de la castaña era todo lo salvaje que recordaba, pero sus ojos lucían asustados y avergonzados, su rostro tenía marcas de lágrimas y sus ojos estaban brillantes e hinchados. El Slytherin tragó con dificultad, ella se veía miserable.
― ¿Qué te sucede?― Le preguntó el rubio, removiéndose incómodo y mirando a cualquier parte que no fuera ella. Sí, lo normal sería que él estuviera a kilómetros de ahí, pero su madre lo había educado para ayudar a las niñas llorosas, aunque él odiaba hacerlo. Todas eran unas pesadas y terminaban llorando más fuerte agarradas de su túnica. Suspiró, las enseñanzas de su madre estaban muy arraigadas en él cómo para ignorarlas.
― ¿Y bien?― Preguntó, ella no había dicho nada.
― No te importa― Fue la agria contestación de ella. El rubio la miró, ella había arrugado su nariz y lo miraba orgullosa y fiera, aunque el efecto quedaba opacado por sus lágrimas. Se apoyó en la pared opuesta a la que estaba la niña, él estaba seguro que ella había sido puesta en la Casa de Gryffindor, arrugó la nariz en disgusto. Sus casas no se llevaban bien.
― Tienes razón, no me importa ― Le contestó, arrastrando las palabras― Pero me enseñaron a no dejar sola a una chica que llora.
― Eso es anticuado, ¿no crees?― Él se encogió de hombros, no podía hacer nada frente a su educación.
― ¿Por qué lloras?― Volvió a preguntar, provocando que la muchacha abriera su boca con desagrado― Y no digas que por nada o que no es mi asunto, sólo tengo curiosidad.
Ella cerró su boca y lo miró con interés, sabía que era de Slytherin y que se trataba del chico grosero que no la había ayudado con Trevor –el sapo de Neville-.
― Hoy es mi cumpleaños― Contestó la joven, en un susurro apenas audible. Draco la vio enterrar su cabeza entre sus brazos –los cuales abrazaban sus piernas dobladas-.
―Huh, ¿no deberías estar feliz entonces?― Preguntó como quien no quiere la cosa. Haciendo que ella levantara la cabeza para verlo.
― Nadie sabe que estoy de cumpleaños y es el primer año que lo paso sin mis padres, los extraño― Un sollozo escapó de los labios de una pequeña Hermione. Draco se volvió a remover incómodo y se llevó una mano a su nuca antes de hablar, mirando a cualquier parte menos a la chica.
― Eso no está bien, deberías estar riendo, no llorando― Dijo el joven, aunque ella no supo si se lo estaba diciendo a ella o simplemente estaba hablando en voz alta.
Él la miró con una sonrisa ladeada en el rostro, Hermione pegó un respingo por el cambio de actitud de él, quien se estaba acercando a la castaña.
― Ten― Le dijo el rubio, ofreciéndole un pañuelo esmeralda que ella no tardó en coger. Limpió su rostro antes de mirar al muchacho, quien le hizo señas para que se quedara el pañuelo. La joven lo guardó en el bolsillo de su túnica antes de volver a mirarlo. Él le estaba ofreciendo su mano.
Hermione tomó la mano del rubio y se levantó, dudosa. Se soltaron cómo si quemaran, él había actuado caballerosamente, a pesar de su obvia incomodidad.
― Estamos en Hogwarts, estoy seguro que es el mejor lugar para tener un cumpleaños ― Le dijo de repente, la chica iba a replicar, pero él habló antes ― ¡Vamos a explorar el Castillo! Estoy seguro que eso te animará, nada mejor que secretos llenos de magia.
Draco rió, adelantándose a la castaña, quien lo siguió reticente. Él no había sido agradable en el viaje a Hogwarts y no entendía por qué su cambio de actitud.
Los pequeños llegaron al final del pasillo que los llevaba a otro hueco detrás de un cuadro. Antes de salir, Draco rebuscó en su bolsillo y le ofreció una rana de chocolate a la bruja junto a él.
― Madre dice que un cumpleaños sin dulces no es cumpleaños ― Le comentó el rubio cuando ella recibió el dulce.
― La mía dice que un cumpleaños sin torta no es cumpleaños― Le dijo ella, frunciendo el ceño a la envoltura que aún no lograba abrir. Él le arrebató la rana y la abrió sin dificultad, para luego entregársela con una sonrisilla arrogante en sus finos labios.
― Sabia mujer, tu madre ― Le guiñó el ojo, antes de voltearse y salir por el hueco del pasillo. Hermione lo siguió, dudosa aún, pero él la esperaba con su propia rana de chocolate en sus manos. Se miraron y se dieron una sonrisa cómplice antes de caminar mientras comían sus golosinas.
Exploraron los pasillos de Hogwarts, riéndose con algunos cuadros bastante divertidos que encontraron, corriendo cuando algún fantasma aparecía y haciendo cómo si lucharan contra las armaduras del Castillo. Eran niños y sus imaginaciones no tenían límites. Draco nunca imaginó que una chica pudiera ser tan divertida y Hermione nunca creyó que ese chiquillo petulante pudiera ser buena compañía.
― ¡Hey! ¡Sabelotodo! A que no sabes dónde lleva este cuadro― Le dijo el chico, apuntando un cuadro de un frutero.
― ¡No soy una sabelotodo!― Le contestó ella, frunciendo su ceño de forma adorable. Draco rió con ganas, ella era demasiado inocente.
― ¡Por supuesto que lo eres! Tu mano siempre está alzada en clases― La castaña se sonrojó ante lo evidente.
― Sólo soy inteligente― Se defendió la chica, haciendo que el rubio rodara sus ojos.
― Yo también soy inteligente y no ando presumiéndolo ― Ella lo fulminó con la mirada, provocando que una fuerte carcajada escapara de los labios del muchacho― ¡Bien!, no importa, tal vez tengas razón, al fin y al cabo, no eres una Ravenclaw, aunque no sé por qué.
― El sombrero seleccionador tenía dudas sobre donde dejarme, supongo que soy más valiente― Él enarcó una de sus rubias cejas, dudando de sus palabras.
― Bien, señorita valentía. Te desafío a hacerle cosquillas a la pera de ese cuadro― Le dijo sonriendo de lado mientras apuntaba la pera en cuestión. Ella siguió la dirección de su dedo y frunció su entrecejo nuevamente.
― No alcanzo― Dijo Hermione, era demasiado pequeña.
― No hay problema― Draco sacó su varita y apuntó a la castaña sin detenerse por los ojos enormes que ella había puesto ― Wingardium leviosa
Hermione no pudo evitar reír al verse levitada por el rubio, quien dirección su varita cerca del recuadro. La castaña hizo cosquillas a la pera, la cual se convirtió en una manivela. La haló mientras Draco la movía con el hechizo de levitación para tirar la manivela. Se abrió una puerta ante ellos y el rubio la dejó en el suelo para guiarla a través de la puerta.
― ¡Bienvenida a la cocina de Hogwarts!― Exclamó el muchacho, antes de darle la espalda y seguir hacia el interior del gran cuarto. Hermione vio todo con ojos enormes, impresionada de ese lugar que no conocía.
― Winky, tráenos pastel de chocolate― Le dijo el chico a una elfina, quien asintió antes de desaparecer.
― ¿Qué era eso?― Preguntó la castaña, mirando con curiosidad las criaturas pequeñas y de aspecto extraño que estaban en el lugar.
― Son elfos domésticos ― Contestó Draco, sentándose a la mesa, Hermione lo imitó, con el ceño fruncido por no saber qué era eso ― ¿No tienen en tu casa?
La pregunta la tomó desprevenida, pero antes de poder contestar, la elfina había vuelto con dos trozos de torta de chocolate y dos jugos de calabaza.
― Un cumpleaños sin torta no es cumpleaños ― Le dijo el rubio, sonriendo de medio lado. Ella se olvidó del asunto de los elfos por el momento, ya averiguaría sobre ellos.
― Pastel de chocolate con cubierta de chocolate ¿no es mucho? ― Preguntó, dudosa.
― No hay nada que no mejore con el chocolate― Contestó él, muy ufano, Hermione no dudó más y probó un bocado de su torta de cumpleaños.
Los ojos de la castaña se abrieron con deleite tras ese primer bocado, él tenía razón, ese pastel era maravilloso.
― Tienes razón, todo es mejor con chocolate ― Lo oyó reír antes de seguir comiendo.
Salieron de la cocina de muy buen humor. Draco estaba feliz de que ella sonriera en vez de llorar, ella le agradaba, no era como las otras chicas que no les gustaban las aventuras. Con la castaña había explorado una gran cantidad de pasillos sin que se quejara un solo minuto y eso era fantástico.
― Deberíamos volver a nuestras Salas Comunes, ya va a ser el toque de queda ― Le recordó la castaña en el hall central. Draco miró su reloj de bolsillo.
― Aún tenemos 15 minutos ― Dijo el rubio, guardando el reloj y halando de la mano a Hermione, guiándola afuera del Castillo ― Tiempo suficiente para darte tu regalo
La escuchó inhalar con fuerza, estaba seguro que la había sorprendido y eso lo hacía sentir bien por una extraña razón. No se detuvieron hasta llegar a la orilla del lago. Draco no la soltó de la mano ni siquiera para conjurar su hechizo.
― Atenta al frente― Le dijo el mago, ella obedeció. De reojo lo vio agitar su varita y escuchó que murmuraba algo, pero no fue capaz de descifrar las palabras.
Miles de luces de colores salieron de la varita del rubio e iluminaron el cielo crepuscular sobre el lago.
― ¡Oh! ¡Es hermoso!― Le dijo la castaña, mirándolo, Draco le guiñó el ojo, antes de indicarle que mirara hacia el lago. Él repitió el hechizo y otro montón de luces de colores saltaron al aire, reflejándose en la superficie tranquila del lago. Hermione rió, era realmente hermoso ver los reflejos de las luces.
― ¿Cuál es tu animal favorito?― Preguntó el rubio, cruzando su mirada con la de la chica.
― Gatos ― Dijo en un susurro, él tenía unos ojos muy bonitos y una sonrisa encantadora. Él la instó a ver el lago y así lo hizo. En aquella ocasión las luces dieron forma a la silueta de un gato de muchos colores, el cual se reflejó en el lago.
Hermione rió y, soltándose de la mano del rubio, lo abrazó. Draco recibió el abrazo de la Gryffindor un poco descolocado. No estaba muy acostumbrado a esas muestras de cariño por parte de extraños, pero –sin lugar a dudas- le gustaban. Al menos, le gustaban los abrazos de ella.
― ¡Gracias!― Chilló la muchacha, separándose del pequeño, quien sólo le dio una sonrisa ladeada antes de guiarla al hall del Castillo.
― Un placer― Le dijo el chico al pie de las escaleras, ofreciéndole su mano derecha― Draco Malfoy
Hermione rió, consciente que no se habían presentado en todo el día.
― Lo mismo digo, soy Hermione Granger ― Dijo la castaña, tomando la mano del muchacho y agitándola levemente.
― Tenemos cinco minutos para el toque de queda― Le dijo él, mirando su reloj, ella asintió y se giró para ir a la Torre de Gryffindor, pero antes le dio un beso en la mejilla al rubio. Ella desapareció muy rápido y Draco sólo pudo llevar su mano a la mejilla que ella había besado. Tal vez las niñas no eran tan molestas después de todo. Draco se giró, dirigiéndose a las mazmorras.
No le importaba que fuera una Gryffindor, el día había sido demasiado divertido a su lado y quería repetirlo. Sin embargo, el destino quiso otra cosa.
Los días pasaron y ellos solían toparse y hablar, pero no fue hasta que ella fue atacada por un Troll y se convirtió en amiga de Potter y Weasley que él decidió acabar con todo contacto y toda posibilidad de una amistad. Ella había elegido a esos dos tontos en su lugar y eso no podría perdonárselo. Sobre todo porque Potter había rechazado su amistad en pos de la de Weasley y ahora ella los elegía a ellos.
Hermione no supo que pasó, pero no le dio mucha importancia. Eran niños y estaban en distintas Casas, el compañerismo que habían tenido no volvió a ser. La realidad era que Draco Malfoy era desagradable con ella y sus nuevos amigos, no lo entendía, pero él ya no le agradaba.
No fue hasta el año siguiente cuando decidió cortar todo lazo que sintiera por el rubio. Él la había llamado de forma desagradable, haciéndola saber que no era aceptada en la sociedad mágica por ser hija de seres no mágicos.
Sin embargo, algo extraño sucedió el día de su cumpleaños. Se encontraba en el Gran Comedor junto a sus amigos, terminando de almorzar, cuando una lechuza dejó caer una pequeña caja frente a ella.
Hermione no dudó en abrirla antes de leer la nota. Dentro, había un pastel de chocolate con cobertura de chocolate. Basta decir que sus ojos se fueron de inmediato a la mesa de Slytherin, en donde distinguió a Malfoy comiendo el mismo pastel que ella. Alzó su ceja cuando él la miró y le sonrió sin desagrado. Entonces, la castaña tomó la nota y la leyó.
Todo es mejor con chocolate
No decía nada más, tampoco había remitente, pero ella sabía a quién pertenecía. Sonrió, era un riesgo probarla, pero decidió tomarlo. Tal vez estuviera envenenada o contuviera alguna poción desagradable, pero estaba tan sorprendida que él recordara su cumpleaños que decidió arriesgarse.
La torta estaba deliciosa y ella se deleitó con su sabor. Feliz al final del día, él no la había engañado con el pastel. ¡Al contrario! Se había acordado de su cumpleaños y le había dado un pedacito de torta. «Un cumpleaños sin torta no es cumpleaños» recordó y no pudo evitar la sonrisa tonta que surcó su rostro. Él era desagradable la mayoría del tiempo, pero se había acordado de su cumpleaños.
Basta decir que la enemistad del trio dorado con Draco Malfoy era conocida por todo Hogwarts, sin embargo, la torta de chocolate que él le enviaba a Hermione cada año por su cumpleaños sólo era algo conocido por ella y él. Un secreto que los mantenía unidos en el fondo de sus corazones junto al recuerdo de ese primer cumpleaños en Hogwarts.
No fue hasta sexto curso cuando esa extraña tradición casi se rompe. Él lucía levemente desmejorado y ella había esperado con ansias el trozo de torta, sin embargo, ya casi era media noche y aún no llegaba.
«Eso es todo» pensó la castaña, añorando al muchachito que conoció hace seis años el día de su cumpleaños, porque no dudaba al pensar que el verdadero Draco Malfoy era el chico que ese día la había animado.
Granger caminó, cabizbaja, en dirección al Hall Central, ya había terminado su ronda de prefecta y podía irse a la cama a dormir. Su compañero no había aparecido y ella no dudó que era para no verla. Al fin y al cabo, Malfoy seguía siendo un incordió.
― Feliz Cumpleaños, Granger― Susurró una voz muy conocida para ella. Hermione dio un respingo y a punto estuvo de soltar alguna palabrota, él la había asustado. La risa mal disimilada del muchacho la guió a su posición. Sentado en las escaleras se encontraba Malfoy, sosteniendo algo entre sus manos. El chico palmeó el sitio al lado de él y ella se sentó, reticente.
― ¿Por qué no hiciste tu ronda?― Le dijo con reproche.
― Pedí permiso para saltármela, pensé que sabías ― El entrecejo fruncido de él le dijo a ella que no mentía. Hermione suspiró, él siempre hacía lo que quería.
― Debería amonestarte por estar fuera de tu Sala Común― Lo amenazó ella. Haciendo que él rodara sus ojos.
― Como quieras, yo sólo te traje esto, no tuve tiempo antes ― Se excusó él, pasándole una cajita de cartón a ella. La castaña miró la cajita desconfiada, antes de abrirla y ver la conocida torta de chocolate en su interior. Rió, no sabía cuánto había extrañado ese tonto pastel durante el día.
Draco había comenzado a levantarse, dispuesto a irse antes que las escaleras decidieran moverse o antes que sus acciones se malinterpretaran más de lo adecuado.
― Espera― Le dijo la castaña, sujetándolo por la túnica, él se sentó y la observó con curiosidad. Ella transfiguró un par de plumas que tenía en su bolsillo en tenedores y le pasó uno― Por mi primer cumpleaños en Hogwarts
Draco tomó el servicio, mirando a una dudosa Hermione y, sin importarle el resto del mundo, sacó un trocito de la torta. Ella lo imitó y ambos se deleitaron con el chocolate.
― Tienes razón, todo es mejor con chocolate ― Le dijo ella, aun deleitándose con el sabor del pastel.
― Siempre tengo razón― Fue la arrogante respuesta del muchacho, quien no perdía de vista el rostro sereno de la muchacha. Ella rió, con los ojos cerrados. Malfoy moriría antes de admitirlo en voz alta, pero la había extrañado. Siempre se metía con ella, porque era la única forma de tener contacto con la muchacha sin levantar sospechas. Siempre la molestaba, porque aún estaba herido porque ella había elegido a sus enemigos. El cumpleaños de ella era la única tregua en esa lucha de apariencias que él había iniciado.
Hermione volvió a comer un trocito de torta y Draco ladeó sus labios en una sonrisa al notar que ella se había manchado con chocolate la comisura de sus labios. Pensó en decirle, pero una idea muy mala cruzó por su mente. Sabía que era el último cumpleaños que podría darle algo, porque cuando ella supiera que se había convertido en un Mortífago, simplemente lo odiaría. Y él, él podría morir a manos del mago oscuro más grande de todos los tiempos y no tener la oportunidad de volver a darle otro pastel en su cumpleaños.
Draco suspiró, era ahora o nunca. Hermione abrió sus ojos justo para notar que el rubio había acortado la distancia entre ellos. La castaña abrió su boca, pero no fue capaz de decir nada, estaba paralizada. Sólo fue consciente de la lengua del rubio lamiendo la comisura de su labio y del ronroneo de satisfacción que el dejó escapar.
― Delicioso― Susurró Malfoy, mirando a Hermione a los ojos, ella parecía un cervatillo asustado en lugar de una fiera leona y él, como toda serpiente, aprovechó su oportunidad.
Hermione se tragó un suspiro cuando él comenzó a besarla, sus labios seguían entreabiertos, por lo que no fue difícil para el muchacho entrar en su boca y hacer estragos con su lengua. La castaña intentó alejarse, pero él la sujetó por la nuca, atrayéndola más a él.
Hermione no estaba participando en ese beso robado, sin embargo, la lengua de él era insistente y la instaba a seguirlo. La castaña se rindió, él estaba cautivándola con ese beso abrazador y ella descubrió que deseaba ser besada por él.
Draco casi enloquece cuando ella comenzó a contestarle, pero fue capaz de concentrarse, no quería asustarla. Ella era tímida, había comenzado moviendo sus labios, pero su lengua se negaba a participar. Él demostró una paciencia poco conocida, siguió besándola, jugueteando dentro de su boca y haciéndola gemir levemente. En ese momento él se separó de ella para que sus ojos se encontraran y cuando Hermione se vio libre de los labios de él no pudo evitar abrir sus ojos para saber qué sucedía. Malfoy la miraba con seriedad y Hermione no pudo evitar captar el significado de esa mirada. Esto era de verdad, era real.
La castaña humedeció sus labios antes de tomar su decisión y buscar los labios del rubio, siendo ella quien profundizara el beso. Él jadeó sobre su boca y Hermione se sintió poderosa.
¡Por Merlín! estaba haciendo jadear a Draco Malfoy y eso le gustaba. Se besaron un tiempo indefinido hasta que el reloj de Hogwarts marcó las doce.
Draco se separó de Granger de forma reticente. Ella lo miraba con ojos brillantes y las mejillas sonrosadas, se veía adorable. No pudo evitar sonreírle levemente, en una sonrisa verdadera.
― Feliz cumpleaños, Hermione ― Le dijo él, inclinándose para besar la frente de la muchacha. Ella sintió su corazón agitarse, él nunca había ocupado su nombre antes.
La castaña pestañeó rápidamente, él estaba de pie y le ofrecía su mano para ayudarla a ponerse de pie. No dudó y tomó la mano del rubio, una vez de pie, él volvió a besarla. Un beso casto antes de girarse e irse hacia las mazmorras, ella lo observó alejarse, llevándose una mano a sus labios. No sabía que significaba aquello, pero ya deseaba saber qué le regalaría él el próximo año, porque no dudaba de que aquel beso había sido un regalo de él.
Se sentía bien, muy femenina y querida, a pesar que había sido su enemigo quien la había hecho sentir así. Sonrió y se encaminó hacia la Torre de Gryffindor, tal como había hecho su primer cumpleaños en Hogwarts.
Lástima que la guerra tuviera otros planes para su siguiente cumpleaños y Draco Malfoy no era parte de ellos. Al menos, no el próximo año.
Ah, quien sabe que sucederán los demás cumpleaños de Hermione jijijiji,
Merece review? *-*
