Título: 10 años después. Capítulo 1.
Tipo: Swanqueen
Resumen: Tal y como se está rumoreando que podría suceder en la séptima temporada y tras la confirmación de la boda CS, decidí dar una pizca de esperanza a las swens pensando en cómo podrían cambiar las cosas y que el final se la serie fuese swanqueen, hay que aceptar la realidad y seguir el hilo que seguirían A&E y por eso tristemente aquí sale Hook, sin embargo, si se hiciese esto realidad merecería le pena. Todo por el swanqueen ¡saludos!.
Sucedieron tantas cosas antaño que hoy en día apenas podía recordarlas, en los últimos diez años su familia se había dispersado, Emma Swan nunca supo el por qué, o quizás era algo que todos necesitaban, a veces, estar rodeados de tantas personas a las que proteger y por las que preocuparse robaba tanto aire que no se apreciaba la vida.
Emma era casi de las últimas personas que aun vivían en aquel pueblo familiar llamado Storybrooke, donde en tiempos, para ella ancestrales, convivía toda su familia y amigos.
Henry había crecido, tanto que física y mentalmente parecía el adulto capaz de poder vivir solo y abastecerse. Su relación con Violet se había fortalecido, y aunque se había trasladado de nuevo al Bosque encantado tenía controlado donde vivía y cómo estaban las cosas allí. Desde luego más pacíficas que en su propia mente. Quien aun era sheriff del pueblo fue y aun era la mujer del capitán Garfio. Su matrimonio, ya de diez años había diezmado su espíritu. Refugiada en él, al ser el único familiar cercano había perdido amistades y relaciones externas.
La abuelita falleció hacía mucho y Ruby no estaba allí para cuidar del Granni`s, cayendo en manos de un empresario que lo transformó en un pseudo bar de copas-hostal desacogedor-picadero.
El ayuntamiento ahora estaba en manos de un hombre más prepotente de lo que Regina nunca fue.
Regina, mierda. La echaba de menos, Storybrooke sin su alcaldesa no era nada, y Emma se preguntaba qué habría sido de la vida de su mejor amiga.
Su madre, Mary Margaret, había sido también una buena amiga, pero diez años y un hijo que cuidar la habían distanciado un poco. Tras un ataque donde el pequeño fue secuestrado y casi asesinado por unos seres sobrenaturales los charmings decidieron tomar la decisión de irse de Storybrooke, volvieron al lugar donde nació Blancanieves, y ciertamente, eso le tranquilizaba a Emma, pues Henry estaba a pocas millas de allí.
La sheriff entró en su casa, la misma que hizo cuando su espíritu se volvió Oscuro y diabólico. Su mente tuvo un flashback del momento en que eso sucedió, y del por qué sucedió. Si se sinceraba se percataba de que no lo hizo por el bien del pueblo, lo hizo por Regina.
Abrió la puerta con la llave y su marido no la recibió. En su lugar el televisor estaba encendido pero nadie en el salón.
-¿Killian?.
-¿Mn?
Oyó decir en un eco extraño.
El pirata, o bueno, más bien, expirata tenía media cabeza dentro del frigorífico, con una camiseta sin mangas arrugada que mostraba algún tatuaje y unos kilitos de más, la barba descuidada y un palillo de dientes en los labios.
-No hay nada de comer aquí.
Dijo enfurruñado. Emma sonrió, imperceptiblemente triste, y soltando una bolsa de cartón sobre la encimera le dijo, -por eso he traído esto.
Comenzó a sacar diferentes enseres de la bolsa, Hook los miraba curioso esperando aquel que le dijera "cómeme". Un paquete de patatas de jamón le llamó la atención y lo abrió antes de que antes Emma pudiese decirle que esperara a la comida.
Él colaboró poniendo la mesa, "al menos eso lo hace", se animó apenada. Las madres nunca fallan y bien que le dijo Margaret a su hija antes de la boda, que todo es bonito al principio, pero cuesta mantenerlo. Y lo decía ella, el ejemplo de amor verdadero, su madre y su padre, un amor que había sobrevivido a tsunamis y terremotos y que aun los mantenía enamorados. Pero una cosa era ésa y otra la convivencia. En el caso del matrimonio Swan-Hook fallaban ambas cosas. Aunque querer lo quería, ¿acaso no se quiere también a un amigo?. Odiaba cuestionarse su matrimonio mientras escribía en su móvil el número de Regina.
Obviamente un número que ya no existía o que no podía localizar. ¿Qué habrá sido de ella?.
Otro día de trabajo más, comisaría, papeles, guardia por la principal, comisaría de nuevo, llamadas al alcalde, alguna denuncia de la gente a pie. Y entre medias, buscando a Regina Mills. Según un correo al que le contestó una amiga de una comisaría de Nueva York, se tenía constancia de que Regina vivía en esa ciudad.
Se relajó.
Ella había vivido muchos años allí, se conocía la ciudad, no podría que decir que de esquina a esquina, pero todo le era medianamente familiar, debido a su trabajo tuvo que desenvolverse en barrios tanto de alto standin como en los más suburbiales, allá donde ella estuviese, la encontraría.
Frunció el ceño. Eso de encontrarse era mucho de sus padres. Sonrió. Estupideces.
Su rostro con los años estaba algo más fino, y su cabello llevaba meses cortado, quiso dar un cambio, y harta de desenredarse el pelo cada vez que se lo lavaba se lo dejó a la altura de los hombros, unos 20 centímetros más abajo, liso, ya natural, las ondulaciones habían desaparecido y con un corte recto, la línea de la cabeza a un lado y eso sí, su rubio era más intenso. Dictaba mucho de la Emma Swan de antaño. Se gustaba como le quedaba pero sus ojos no acompañaban a la fuerza de su cabello. ¿qué le había pasado?, ¿cómo se había permitido acabar así?.
Pasaron varias semanas y su contacto en la comisaría 12 le pasó la dirección de Regina.
Nunca había estado más agradecida en su vida, y con la promesa de comprarle una buena botella de vino a esa mujer colgó el teléfono y observó el post it donde estaba escrito el nombre de lugar.
115 th Street, cerca del rio Harlem. NY. Es un ático.
Fue incómodo el momento en qué le confesó a su marido que había estado buscando a Regina. A Hook nunca le cayó bien Regina Mills, desde sus tiempos de Evil queen, pero reconocía que esa mujer daría la vida por su esposa y su familia, y le debía hasta la suya propia.
-Bueno, entonces, ¿me quieres acompañar?.- lo dijo más bien sin pensar, esperando un "todo está bien".
Tragó saliva. -¿para eso hay que arreglarse o puedo ir así?-, dijo bromeando mirándose el pantalón de lino y la sudadera que llevaba puesta.
Emma lo miró expectante.
-De acuerdo-, se puso serio, -¿sabes dónde está?.
Y ahora vino la odisea que Emma ya conocía, Storybrooke está mágicamente situado en Maine, Nueva Inglaterra, y no hay aviones ni trenes hacia Nueva York, y sabía que se les avecinaban unas 7 horas en coche hasta la ciudad, y luego encontrar la casa de Regina era otra historia.
-¿Siete horas?, amor, ¿y esto es necesario?, yo no sé conducir, va a ser una paliza.
"Pero merecerá la pena", pensó la rubia.
-Vamos-, le lanzó una maleta vacía sonriéndole. –Vamos a hacer turismo.
No le costó dejar esa casa. Su cuerpo pedía aires nuevos y su coche le recordó a cuando era una chica independiente que luchaba por su hijo. Sonrió a recordar lo mal que se llevaba con Regina. -Cómo han cambiado las cosas.
-¿Decías, amor?.
-No, nada-, sonrió y arrancó el coche.
En los momentos en lo que Killian se quedaba dormido, con el mapa en su regazo, Emma tenía tiempo de pensar, "¿habrá rehecho su vida Regina?, ¿será feliz?, ¿estará trabajando?, ¿se alegrará de verme?".
Para calmar su curiosidad y aquello que le hacía temblar al pensar el volver a tenerla delante miraba a su esposo, dormido, le hacía recordar que no era una mala persona. O eso ella quería creer, en esos años se había llevado alguna sorpresa fruto de acciones pasadas del marine, cosas que la habían decepcionado, pero luego había perdonado, al fin y al cabo todos somos humanos.
Durante ese trayecto Hook le había contando por tercera vez en diez años toda su aventura de rescate de aquella ballena blanca en el mar angosto de Odein. Como si ella no lo recordara, parece que es la única anécdota heroica que él tenía, a veces pensaba que era una forma de auto perdonarse por sus fechorías de pirata borracho de antaño.
Con un par de paradas y otras tantas clases de mecánica al pirata, pues Emma tuvo que revisar la presión de una de las ruedas, ya más allá del bosque frondoso y las pequeñas casitas colindantes a la carretera seguidas de una zona de peaje, divisaron los enormes edificios de la gran ciudad.
-Hemos llegado.- Dijo, recordando su vida cuando estaba allí. Ojeó de nuevo la notita con la dirección de Regina y se ubicó. Sabía que tendrían que coger un par de metros pero no contaba con su acompañante.
-¿Metro?.
Para el pirata todo era nuevo, pero su personalidad le restaba la inocencia. Emma se preguntaba cómo habría sido para Regina ese momento de verse sola en esa gran ciudad con tantas cosas desconocidas, la única vez que salieron fue para buscar a Henry, y todo fue muy rápido.
Callejearon a pie y dieron con una estación de metro, allí vio a una chica que le parecía Regina y estuvo a punto de saludarla; se hubiese arrepentido, pues no lo era, y poco después demostró que era bien arisca gritando a un niño que se había tropezado con ella sin querer.
Reconocía que estaba cansada de haber conducido tanto, y en algún momento se arrepintió de haber traído a Killian, quiso volver atrás en el tiempo y no haberle dicho nada, pero... ¿no se supone que una relación es compartirlo todo?. Una relación, ¡ja!, ironizó.
-Estamos cerca-, observó el mapa y su corazón empezó a latir fuerte. ¿Y si no estaba en casa?, ¿y si se había mudado?. Los miedos comenzaron a brotar en su negativa mente.
Y aquel era el edificio, uno de tres plantas de color ciruela. Justo al lado una antigua iglesia de piedra gris.
Abrieron las verjas negras de la entrada y ascendieron las escaleras de cemento hasta la puerta. No tuvieron que llamar al portero pues una señora venía saliendo.
Instintivamente se miró en un espejo que había justo en la pared del primer rellano recolocándose su mediano cabello y adecentándose su chaqueta vaquera. Al pirata le daba igual su aspecto. Bueno, reconocía que para el viaje, al haberse recortado la barba y puesto aquellos vaqueros y aquella camisa de manga corta estaba mucho mejor, aun así … no le removía lo que le removía en sus inicios.
"Respira, Emma, respira", se dijo al poner el pie en la planta de lo que sería el ático de Regina. Frente a ella una puerta grande de madera de caoba y una alfombra de tapete marrón y negra que parecía un encaje que ponía "Welcome".
Y eso quería ella, ser bienvenida, pero ¿a quién le gusta las visitas sorpresa?. Ni a ella misma. Esperaba no molestar o que estuviese ocupada.
"Vamos, no te eches atrás, después de todo".
Llamó al timbre, la melodía era fina y musical.
Emma se giró a mirar a Hook, éste miraba el suelo apocado ocultando su muñón. Emma le había pedido dejar el Garfio en casa para no llamar la atención y porque se consideraría un arma blanca ¿Acaso ahora tenía pudor?. Entendía que precisamente para Regina no sería una grata visita el pirata, pero su comportamiento le resultaba infantil.
Unos pasos, un chasquido de mandera y les abrió la puerta una mujer de mediana edad rubia y atractiva, que vestía una camisa blanca y una sonrisa.
-Buenos días.
"Perfecto, la dirección estaba mal", pensó Swan mientras la comprobaba de nuevo en el post it.
-Hola, ehmm, perdona, ¿vive aquí Regina Mills?.
La mujer sonrió de nuevo pero ahora asintiendo y a continuación giró el rostro hacia atrás, -¡cariño, una chica rubia pregunta por ti!.
Continuará
¡Y aquí ese el momento en el que muero asesinada por las swens! Jajajaja
El siguiente está en super proceso! Graaacias por leer! ;)
