Harry había estado nervioso otras veces, pero nunca tanto como ahora. Esperaba que saliera la Sanadora y le dijera que ya podía entrar, pero había pasado media hora y no aparecía nadie. Bueno, nadie que él necesitara ver en estos momentos. Escuchaba como la Señora Weasley le hablaba totalmente emocionada a su esposo. El Señor Weasley estaba sentado tranquilamente y escuchaba a su esposa. Claro, él tenía bastante práctica. Sus demás cuñados (Bill, Charlie, Percy y George) se habían marchado junto a sus esposas, ya que con todos los Weasley en San Mungo había un alboroto.

Ron y Hermione estaban supuestamente apoyándolo, pero solo estaban en una esquina del pasillo, al parecer discutiendo (cosa que no era extraña en ellos).

Harry recordó años atrás, los momentos en que se enfrento a Voldemort…y sin embargo esto lo tenía más asustado. ¿Qué podía hacer él si algo salía más? No podía enfrentarse a…nadie.

- ¿Harry Potter? – dijo la Sanadora con la cabeza asomada por la puerta.

- ¿Si? – preguntó con una vocecilla.

- Ya puede entrar – añadió la mujer con una sonrisa amable. Ella ya había superado el shock inicial de conocer al mago más famoso, el salvador del mundo mágico y le causaba algo de gracia que por muy poderoso que este fuera, se comportaba como cualquier padre primerizo y muerto de nervios.

Harry entró sin mirar atrás, tan asustado que ni siquiera escuchó a Molly reclamar que ella también quería entrar y estar con su hija y ver el parto de su quinto nieto.

La puerta sonó levemente al cerrarse y Harry se acercó raudo a la cama donde estaba su Ginny, con las mejillas sonrosadas y cara de sufrimiento.

- Harry – dijo con voz temblorosa.

Se acerco y se sentó junto a ella en la cama y besó su frente.

- ¿Estás bien? – preguntó, temiendo la respuesta.

- Si, solo que tu hijo no quiere nacer – hizo un puchero que a él le pareció adorable.

- Tranquila Señora Potter, ya ver que en unos minutos tendrá a su bebe en sus brazos.

La Sanadora tenía la cabeza acomodada entre las piernas de Ginny, que estaba tapada hasta las caderas con una sábana blanca.

- Cuando yo le diga, puje – anunció con una sonrisa para infundirle ánimos.

Cuando la Sanadora dio las indicaciones, Ginny hizo fuerza mientras estrechaba fuertemente la mano de su esposo. Harry solo susurraba palabras del aliento en su oído. Luego de lo que a Harry y a Ginny les parecieron horas (aunque fueran tan solo minutos) se escuchó un potente llanto.

Tal vez Harry Potter, el niño que vivió ni siquiera pensó lo que iba a sentir. Cada pedacito vacío de su corazón pareció llenarse con ese llanto. La Sanadora de inmediato se acercó a ellos con una cosita rosada, que ya estaba limpio por un hechizo, envuelto en una mantita blanca.

Los brazos de Ginny se estiraron automáticamente para tomar a su hijo y estrecharlo en su pecho como si lo hubiera hecho muchas veces antes.

- Oh Harry, es hermoso – dijo con lágrimas resbalando por su rostro.

Harry miró al bebe, que enguanto estuvo en brazos de su madre se quedo calladito. Tenía una fina mata de pelo negro azabache, como su padre, y rasgos diminutos en su regordeta carita.

- Hola James Sirius Potter Weasley – dijo Harry acariciando el rostro de su primogénito. Disfrutaron unos cuantos minutos de paz, junto a su pequeño bebe, luego, inevitablemente la Sanadora se lo tuvo que llevar para realizarle las típicas pruebas que se le hacen a los bebes, aunque solo demorarían unos minutos. Obviamente, habían Aurores apostados en la sala donde revisaban a los bebes, la seguridad del hijo de Harry Potter era primordial. A la vez, millones de copias del Profeta eran enviadas en lechuzas para informar que el primogénito del Héroe del Mundo Mágico había nacido. Ya era el bebe más famoso de su mundo, con apenas unos minutos de vida.

Cuando volvieron a llevar a James con sus padres el pequeño se puso a gimotear y de inmediato sus padres se encargaron de mimarlo. Sintieron cuando la puerta se abrió y entraron los orgullosos abuelos.

- Míralo Arthur, es igualito a Harry – dijo Molly acariciando la mejilla de su yerno (él era su favorito y lo consideraba su hijo desde que lo vio por primera vez tan desamparado en el andén 9 y ¾)

- Felicitaciones – dijo su suegro mientras palmeaba la espalda de Harry cariñosamente y besaba en la frente a su hija.

Horas después el cuarto estaba lleno, estaban todos los Weasley, incluyendo a los más pequeños que querían conocer al nuevo primito (Victoire, Dominique, Fred, que apenas era cuatro meses mayor que James y Roxanne). También había venido Hagrid, que había llorado de la emoción, Neville, Luna, Seamus, Dean y otros miembros del Ejército de Dumbledore, con los que aun seguían siendo amigos. La profesora McGonagall habia sonreído y felicitado a la pareja y había exclamado ¡Hogwarts tendrá que prepararse para este merodeador!

Harry no podía sentirse más feliz. En un momento pensó en sus padres, en Sirius, Lupin, Dumbledore…y lo felices y orgullosos que se habrían sentido por él y sintió nostalgia, pero todo cambio cuando Teddy, con un cabello negro como el de él y de James había saltado a la cama y lo había abrazado fuertemente diciendo todo emocionado ¡Gracias papá Harry, ahora también tengo un hermanito! Todos los que murieron lo hicieron para que hubiera un mundo mejor, para él…y ahora para su hijo.

N/A: he estado leyendo artos fics de HP estos días y quise hacer el mío. Espero les guste =) me avisan (con un review) si desean continuación.

Besos =)