Esta es mi historia de Katekyo hitman Reborn!. No me pertenece (Por desgracia ¬¬) sino a su respectivo autor.

Espero que lo disfruten XD

Capítulo I

Un día normal en la escuela Namimori. El comienzo de un nuevo semestre, empezando nuevamente la rutina de los estudios, y rencontrarse con sus compañeros. Tres de nuestros protagonistas se encontraban felices por estar en la misma clase nuevamente parados en la entrada viendo la lista de alumnos de segundo año de secundaria.

-¡Décimo, nos a tocado en la misma clase!- Dijo un Gokudera emocionado. Sus súplicas fueron escuchadas, en realidad sus amenazas, para que lo pongan en la misma clase que su adorado Judaime

-Eso es bueno, Yamamoto también esta con nosotros- Sonreía feliz Tsuna.

-Jajaja parece que sí- Dijo Yamamoto.

-Kyoko-san también está en nuestra clase- Gokudera le informó a Tsuna provocando un sonrojo en él- ¿Lo hará este año?

-No creo que tenga el valor- Se rascaba la cabeza avergonzado.

-¡No se preocupe Judaime! Como su mano derecha lo ayudaré en todo lo que pueda- Gritó llamando la atención de todos que lo miraron con gotitas estilo anime en la cabeza. Tsuna se abochornó por los ánimos chillones que le brindaba su guardián.

El timbre les advirtió que ya era hora de entrar y dirigirse al auditorio para presenciar la ceremonia de apertura. El director estuvo como una hora y media hablando, provocando el aburrimiento de muchos. Por suerte la tortura había terminado y cada grupo fue a sus respectivos salones, una vez adentro, en pocos minutos llegó una profesora.

-Buenos días alumnos- Se acercó al escritorio- Soy Tanaka Ritsuko y seré la tutora de ustedes por este año- Escribió su nombre en el pizarrón- Espero que nos llevemos bien. ¿Todos ustedes pertenecen a la misma clase o hay nuevos aquí?- Todos los alumnos se miraron pero no había nadie nuevo, todos pertenecían al grupo del año pasado- ¿No?- Volvió a preguntar- Eso es bueno entonces.

Del otro lado de la puerta que daba al pasillo se escucho a alguien toser llamando la atención de la profesora.

-Pero que tonta que soy- Se dio un pequeño golpe en la cabeza por su descuido- Hay una nueva compañera que ha venido de Italia. Pasa querida- Cuando dijo eso, de la puerta entró una joven de largo cabello rojo como la sangre, ojos verdes y fríos parecidos a los de un gato, delgada con un busto ni tan pequeño ni tan grande, lo justo y necesario. Lo particular de ella era que llevaba el uniforme que pertenecía a los hombres. Llegó al frente de todos- Preséntate- Dijo la tutora.

-Mi nombre es María Elizabeta Vongola- Su vos era profunda y sensual como el de una mujer hecha y derecha. Esa voz no pertenecía a la edad que aparentaba. Escribió su nombre en el pizarrón. Llamando la atención de nuestros tres protagonistas que se quedaron helados al escuchar ese apellido- Como dijo nuestra tutora, vengo de Italia, por asuntos familiares.

-Cuéntanos lo que te gusta y disgusta- Dijo la mujer mayor.

-¿Y por qué tengo que hacerlo?- Le contestó un poco con brusquedad.

-So-solo para que te conozcan un poco- La mirada fría de María le había agarrado escalofríos.

-Bueno…- Dio un suspiro- Me gusta la buena música, en especial la clásica, pero no tengo ningún problema con los otros géneros. Me gusta cocinar, los animales y…- Se detuvo por unos segundos como tratando de pensar una respuesta- Creo que nada más- Hizo otra pausa y prosiguió- Lo que odio es a la gente que habla a mis espaldas, las personas falsas. También aquellas que piensan que pueden pasar el mundo por delante con su dinero y fama. Simplemente las aborrezco. Odio muchas cosas, pero es una lista muy larga, así que lo dejaré por ahora.

-Eh…- La profesora quedó sin habla por las declaraciones de María- ¿Alguien tiene una pregunta para hacerle a María-san?- Varios alumnos levantaron la mano.

-¿Por qué usas el uniforme que pertenece a los varones?- Preguntó una chica.

-Porque tengo ganas- Respondió con voz tosca.

-¿Tienes novio?- Preguntó de forma interesada un chico, provocando que todos paren sus antenitas ansiosos por la respuesta.

-No.

-¿Y piensas tenerlo?

-No- Todos los varones suspiraron resignados.

-¿Tu cabello rojo es natural? –Preguntó de manera maliciosa una chica.

-Si… ¿Por qué? ¿Acaso estas celosa de mi cabello? Tendrías que estarlo, porque el tuyo es bastante feo –Le respondió con maldad.

-Como te atre…- La profesora la interrumpió para que el enojo no pase a más.

-¿Por qué mejor no te sientas? Al lado de la señorita que se encuentra en la cuarta fila en el tercer asiento- La chica anteriormente mencionada era Kyoko que la llamó y le dedicó una de sus mejores sonrisas.

-Espero que seamos buenas amigas- Le dijo Kyoko con voz dulce y amable-

María se acercó a ella y con mirada fría solo dijo.

-Falsa- Y se sentó al lado de ella haciendo que Kyoko quedara sin habla. Todos la miraron atónitos. ¿Cómo una persona puede no agradarle una persona como Kyoko? ¡Es algo que nunca ha pasado!

Mientras nuestros tres protagonistas se encontraban cuchichiando en la otra punta del salón.

-Gokudera-kun- Le habló en voz baja.

-¿Qué ocurre décimo? – Se volteó a verlo ya que se sentaba en frente de él.

-No te parece extraño que aquella chica tenga el mismo apellido que la familia.

-La verdad que si es extraño.

-¿Ella tendrá algo que ver? Digo, en esto de la mafia y todo eso- Intervino Yamamoto en la conversación.

-No lo sé- Respondió Gokudera- No he escuchado ese nombre en la familia.

-Que te parece si le preguntamos- Dio una idea Yamamoto.

-No digas estupideces, idiota del beisbol. Que tal si metemos la pata y ella no tiene nada que ver.

-Pero no hay otra manera, Gokudera-kun- Dijo Tsuna.

-Tiene razón Décimo. Si no resulta ser de la familia, solo nos quedaría borrarle la memoria.

-Bueno, cuando estemos en la hora del almuerzo se lo preguntaremos- Propuso Yamamoto.

-De acuerdo- Respondieron los otros dos.

Las clases pasaron muy rápido y el recreo no se hizo esperar. Tsuna, Gokudera y Yamamoto fueron en busca de María pero la perdieron en el cúmulo de gente que se dirigía al pequeño kiosco para comprar algo para comer. La buscaron hasta el cansancio pero ella no daba señales de vida por los lugares en donde iban. Finalmente se resignaron, le preguntarían cuando terminen las clases.

Mientras, en el lugar más alejado y silencioso, cerca de un patio con grandes árboles, apoyada en uno de ellos se encontraba María almorzando algo que ella misma había preparado. Pero ella no sabía que en ese lugar era en donde se concentraban los matones de la escuela para fumar, leer manga o hacer cualquier otra cosa.

-Pero mira que tenemos aquí- Se acercó un joven de tez morena, alto y robusto acompañado de sus cuatro secuaces. Este parecía ser el líder.

-¡Es una belleza!- Dijo emocionado otro.

-Por qué no se van a molestar a otro lado- Les habló con brusquedad, mirándolos con una mirada que penetraba.

-Perra, a mí no me dan órdenes- La sujetó de la camisa y la levantó en el aire.

-Jefe. ¿Por qué no nos divertimos con ella?- Propuso uno.

-Suéltame- Dijo María con una voz de ultratumba. Estaba en verdad enojada.

-¿Qué dijiste? –Le preguntó con burla el líder.

En ese mismo momento se encontraba Hibari haciendo el recorrido correspondiente como el prefecto de la escuela y controlar que nada malo este pasando. Justamente se dirigía donde se encontraba los matones y una joven que estaba siendo agarrada por uno de ellos. Sacó sus tonfas para salvarla.

-¡QUE ME SUELTES BASTARDO!- Gritó la chica y le propinó un puñetazo tan fuerte que dejó inconsciente a su captor.

-¡Jefe! –Gritaron todos al unísono- ¡Las pagarás!- Se abalanzaron hacia ella. Pero con gran maestría ella iba acabando con ellos. El primero con una patada en las costillas, posiblemente fracturándolas. El segundo con un puñetazo en la boca del estómago, dejándolo sin aire. El tercero fue abatido con un golpe certero en la nuca. El cuarto, y último, recibió dos patadas en la cabeza y una en el estómago dejándolo fuera de combate.

-No se puede tener paz en esta vida- Dijo María mientras se sacudía su impecable uniforme y recogía su almuerzo que lo había dejado en el suelo- Parece que hubo espectadores- Con rapidez lanzó el cuchillo incrustándose en el árbol en donde se encontraba Hibari, sorprendiéndolo de que lo descubriera.

-Que perceptiva eres- Se acercó Hibari a ella.

-¿Perteneces al grupo de este tipo?-Preguntó mientras le daba una patada el líder de dicho grupo, que inconscientemente se quejaba del dolor- Porque sabrás lo que te espera.

-Yo nunca pertenecería al grupo de estos débiles herbívoros- Le sonrió maliciosamente.

-¿Entonces qué eres?- María se apoyó en el árbol para continuar con su almuerzo.

-Soy del consejo disciplinario de Namimori. Hago que se cumplan las reglas del establecimiento o sino los morderé hasta la muerte.

-Parece interesante- Dijo mientras se comía los bocadillos- Entonces puedes llevarte a estos cinco y darles una buena lección por haber molestado a otro alumno ¿No?

-Si… Pero tu también tendrás que ser castigada- Hibari se acercó a ella.

-Ah…- Parece que se dio cuenta-¿Por qué me metí en su trabajo de disciplinar a estos tipos?

-No. Porque no llevas el uniforme que pertenece a las chicas.

-Pero tengo mis razones- Se levantó del suelo y envolvió la caja del almuerzo con una servilleta.

-¿Cuáles son?

-Estas- Se levanto la manga del pantalón mostrando una gran cantidad de cicatrices en sus piernas. Hibari abrió los ojos dé la impresión- Y estas- se arremangó la camisa mostrando cicatrices en los brazos- Es por esto que no quiero usar el uniforme de las chicas. Por las cicatrices. De todos modos si nos las tuviera no lo usaría, ya que es muy feo. No me gustan las faldas cortas. Entonces…- Se acercó a Hibari- ¿Mi argumento es válido?

-Si… Es válido.

-Me parece bien- Acomodó su ropa como se debe y le dijo- Fue un honor conocer a un hombre recto y directo. Me llamó María, ¿Y usted?- Le extendió la mano como gesto de saludo.

-Hibari- Aceptó el gesto estrechando la mano con María. Sintió una rara sensación, el anillo de la nube reaccionó al contacto haciendo que su cuerpo se sintiera cálido y reconfortable. Parecía extraño. El timbre del fin del almuerzo comenzó a sonar.

-El timbre llama- Dijo María- Será mejor volver- Se alejaba de Hibari pero a solo veinte pasos de él ella se dio vuelta y le dijo- Estoy pensando en unirme al consejo disciplinario. Parece divertido- Dicho esto se alejó definitivamente del lugar.

Todos los alumnos se encontraban en el salón, bueno, casi todos. María todavía no había llegado. Cuando la vieron atravesar la puerta el profesor de turno le dio tarea extra, ella refunfuñó un poco pero terminó aceptándola. Tsuna, Gokudera y Yamamoto observaban cada movimiento que la joven hacía.

Al terminar las horas de clase estuvieron esperando a que María saliese ya que a las chicas les toco la limpieza del salón. Cuando la vieron, Gokudera la increpó a lo bruto.

-¿Qué quieres?- Con el semblante serio encaró a Gokudera.

-Solo quiero aclarar unos asuntitos.

-Ya detente Gokudera-kun- Intervino Tsuna- Que así no llegaremos a nada.

-Ma~ ma~ Tranquilízate Gokudera. Tsuna tiene razón.

-¿Saben qué? No tengo tiempo- María sacó de su bolsillo un pequeño papel en donde se veía una dirección- Debo llegar a la casa de alguien y estoy retrasada. Si me hacen el favor de retirarse se los agradeceré- Dicho esto comenzaba a alejarse de los tres muchachos.

-¡Espera!- Gokudera la jaló del brazo provocando que ella callera al suelo. El peliplateado sostuvo su propia mano, una sensación extraña había recorrido su cuerpo. El anillo de la Tormenta había reaccionado.

-¡Gokudera-kun!- Gritó Tsuna sacando al chico de sus pensamientos- Discúlpate con María-El aludido solo asintió.

-Dis… discúlpame- Le extendió su mano para que ella se levantase. Ella de mala gana lo aceptó ya que el muchacho se estaba disculpando con sinceridad.

-Acepto tus disculpas. Pero deberías ser más delicado con las mujeres- Dijo con voz seria- Puede que no me comporte como una, pero sigo siéndolo.

-María-san- Tsuna se acercó a ella extendiéndole el pequeño papel- Se le calló esto.

-Gracias- Se lo arrebató de la mano- Adiós.

Dio media vuelta y se fue.

-Seguro ella no tiene nada que ver- Dio un suspiro Tsuna.

-Solo es una coincidencia de apellidos, nada más- Dijo Yamamoto.

-Si, seguro que es eso- Respondió Gokudera algo dudoso por la sensación que había sentido anteriormente.

-¿Qué les parece si vamos a mi casa a pasar el rato?- Propuso Tsuna.

-¡Buena idea Décimo!- Como siempre Gokudera alabándolo.

-Parece divertido, me apunto- Dijo Yamamoto.

-¿No tienes que hacer algo referido con el beisbol?-Preguntó Gokudera, como tratando de sacárselo de encima.

-No seas malo, Gokudera- Dijo Yamamoto- Hace tiempo que no voy a la casa de Tsuna.

-Es verdad, has estado muy ocupado estos días- Acotó Tsuna.

-Ah…- Suspiró resignado Gokudera.

-Cambiando de tema. Que raro que no ha aparecido Reborn en la escuela ¿No?- Tsuna cambió de tema haciendo una mueca de desconcierto.

-Tiene toda la razón, Décimo.

-Seguro que anda metido en algo- Dijo Tsuna con una gota en la cabeza- Ojalá que no me perjudique- Un escalofrío recorrió su espalda.

-¡No se preocupe Décimo! Como su futura mano derecha nunca permitiré que le pase algo- Vitoreaba Gokudera con emoción.

Ya a una cuadra de la casa de Tsuna vieron nuevamente a María mirando las direcciones y se paró en una en particular. Volvió a mirar el papel y tocó el timbre.

-Mira Tsuna- Dijo Yamamoto- Es la chica Vongola.

-Si, es verdad. Pero parece que ha tocado el timbre de mi casa. Que raro- Habló extrañado.

-Vayamos a averiguar, Décimo- Propuso Gokudera y los dos no tardaron en seguirlo.

Corrieron unos pocos segundos llegando hacia donde se encontraba María que los miró con esos ojos fríos que la caracterizaban.

-¿Qué?- Los encaró enfadada- ¿Me están siguiendo?

-Para nada- Tsuna negaba con la cabeza.

-¿Entonces qué?

-Es que esa es mi casa.

-Que lástima. Yo estoy buscando a Reborn. ¿Entonces él no vive aquí?

-Por desgracia si. Solo que se encuentra dentro de la casa.

-Podría llamarlo, por favor.

En ese momento se abre la puerta de la casa con Lambo, I-pin y Reborn. Este último al verla quedó estático.

-¿Señorita María?- Dijo totalmente sorprendido.

-¿Reborn? ¿Eres tu?- Al verlo abrió los ojos dé la impresión. Era él, pero en una versión chibi. Su viejo amigo esta enfrente de ella- ¡Reborn!- Corrió hacia donde se encontraba él y lo abrazó fuertemente- A pasado mucho tiempo.

-Regresaste…- Dijo con voz ¿Emocionada?

-Si, estoy de vuelta. Estoy feliz de volver a encontrarte mi viejo amigo.

-Te extrañamos, ¿Lo sabes?

-Si, mi hermosa familia me lo dijo. Me enorgullece saber que ha crecido mucho desde que yo no estuve con ellos. Han hecho un buen trabajo- Le dedicó una pequeña sonrisa de lado que no duró casi nada.

Los demás allí presentes no entendían lo que estaba pasando frente a sus ojos. Tsuna fue el primero en preguntar.

-¿Se conocen?- Que pregunta más obvia, a simple vista parecían como hermanos, pero todos querían saber la relación entre ambos.

-Somos amigos de hace mucho tiempo- Respondió María quien seguía apachurrando a Reborn.

-En realidad al principio fue una relación de un subordinado, pero como nos llevábamos bien nos convertimos en grandes amigos.

-¿Reborn-san era tu subordinados?- Preguntó Gokudera de la impresión.

-Si... ¡Un momento! ¿Y eso a ti que te importa?- Preguntó con brusquedad.

-No seas así, María- Le reprendió Reborn- Parece que la familia no te ha querido contar de los Guardianes de los Anillos Vongola.

-¿Este malhablado es un guardián? Seguro que es de la Tormenta- Dijo enojada.

-¿Cómo lo supiste?- Preguntó Tsuna.

-Sencillo. Tiene una actitud fuerte y salvaje como el de una tormenta, además que tienen ese complejo de ser la mano derecha- A todos le salió una gotita estilo anime, la descripción le calzó como anillo al dedo.

-Estas en lo cierto- Dijo Reborn- Entonces te presentaré al guardián de la Lluvia, Yamamoto Takeshi.- Este extendió la mano para saludar y su anillo reaccionó como los anteriores haciéndolo sentir extraño.

-Por lo que veo- Dijo María examinándolo - Eres un chico tranquilo, como cuando la lluvia cae haciendo a las personas sentirse relajadas. Pero cuando te enojas te puedes convertir en una gran tempestad ¿Me equivoco?

-jajaja Parece que dio en el clavo- Rio Yamamoto avergonzado mientras se rascaba la cabeza nerviosamente.

-Me sorprendes María- Dijo Reborn- Ahora te presento al guardián del cielo, Sawada Tsunayoshi.

-Un gusto- Dijo con una sonrisa y extendió la mano tímidamente para saludarla.

-Un placer, décimo- Tomó su mano- Con solo tocarte la mano, mi corazón se siente sereno y claro como el cielo azul. Tú has de ser el pilar de tus guardianes, el que debe mostrarles el camino, y no permitir que caigan en las profundidades de la oscuridad. Tú tendrás que ser el cielo brillante que ellos querrán ver, aquel cielo en el que ellos puedan sentirse libres. Aunque a mí me agrada el cielo oscuro- Dijo para luego apretar fuertemente su mano- Y si no cumples tu trabajo te las verás conmigo ¿Entendido?- Dijo con una aura maligna.

-S…Si- Respondió asustado.

-¿Reborn? ¿Y los otros guardianes?

-¡Lambo-san es un guardián también! ¡No se olviden de Lambo-san!- Dijo la pequeña vaca.

-¿Así que tu eres un guardián?- Se inclinó María a la altura de Lambo.

-¡Si! ¡Lambo-san es un guardián muy fuerte!

-Que lindo eres- Le dedicó una pequeña sonrisa que solo duró unos pocos segundos. Acarició el cabello afro de Lambo y encontró un anillo Vongola- Eres el guardián del anillo del rayo. Era previsible por la gran cantidad de energías que tienes- Dicho esto volvió a colocar el anillo en la cabeza de Lambo.

-Solo quedan tres guardianes más- Se acercó Reborn- Los conocerás mañana. Lamento no haberlos reunido hoy para que vinieran a recibirte.

-No te preocupes Reborn. Todo llegará a su tiempo… ¡Ah!- Ese ¡Ah! sobresalto alarmó a todos.

-¿Pasa algo?- Preguntó Tsuna acercándose a María.

-Casi lo olvidaba- Comenzó a remover su portafolios y sacó de él una carta- La envió el Noveno- Se la entregó a Reborn- Me informó que le leyeras cuando estén todos presentes. No había entendido a que se refería con todos, pero seguro lo habrá dicho por los guardianes.

-Entendido- Se limitó a responder mientras tomaba la carta.

-A todo esto…- Comenzó a hablar Tsuna- Sin ofenderla, ¿qué tienes que ver tu con la familia?- Preguntó.

-Lo sabrás cuando estemos todos reunidos- Respondió mientras se daba la vuelta- Debo irme, tengo tarea pendiente que hacer.

-Espera- La detuvo Reborn provocando que ella girara para mirarlo- ¿Dónde te estás quedando a vivir?

-Por ahora me estoy quedando en un hotel. Después veré- Dijo y volvió a voltearse para irse- Nos vemos mañana- y así se fue alzando una mano en forma de despedida.