Título: Deep Sea Jewel

Pareja: JoKer [AlfredxArthur] + Franada [FrancisxMatthew] + DenNor [DenxNor] + (leve) LietPo

Capítulos: máximo unos 8 capítulos ^^U

Inspiración: Me basé en el cuento original de la 'Sirenita' de Hans Christian Andersen. Contribuyó igualmente la canción de Megurine Luka 'Little Mermaid'

Disclaimer: AP Hetalia no me pertenece, pero nada cuesta soñar ¿No?

By Ray Kirkland

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~Deep Sea Jewel~

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'El valor de un sentimiento se mide por la cantidad de sacrificio que estás preparado a hacer por él'

-John Galsworthy-

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-Introducción-

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En medio del oleaje calmado y relajante del océano se hallaba una figura elegante. Un barco de altas y elegantes velas, blancas con un escudo azul en ellas. En la proa se hallaba tallada con magnificencia la figura delicada de una criatura mitad mujer, mitad pez, una sirena.

Los hombres que se hallaban abordo, realizaban sus tareas respectivas con alegría, entusiasmados por la calma del océano, el excelente clima y el solo hecho de hallarse en alta mar. El capitán del barco, un hombre enérgico y de espíritu impetuoso, ayudaba a sus tripulantes, sus compañeros, sus amigos...

"Pero señor –decía un hombre algo anciano- esos no son trabajos para su majestad" –le reclamaba al ver como el Rey de tan rico y productivo reino como lo era Nerea (1) realizando pesadas tareas en la cubierta, ensuciando su pulcra camisa y sus finos ropajes. Este se secó el sudor de la frente con una sonrisa.

"Qué clase de Rey puedo ser si ni siquiera ayudo a mis hombres...a demás no hay nada más revitalizante que estar en pleno océano –dijo con energía, el anciano negó cansinamente con la cabeza, sabiendo que no se podía lidiar con aquel hombre, este rió la ver la reacción del anciano- en vez de estar reclamándome, no crees que deberías estar vigilando a Alfred y Matthew" –le miró suspicazmente. El anciano ni se inmutó.

"No hay necesidad, dejé a mi hijo para que los vigilara" –dijo con cierto orgullo.

"Pobre Toris, vigilar el solo a esos dos traviesos" –comentó uno de los tripulantes riendo.

"Aunque no creo que Matthew le cause mucos problemas –dijo otro también riendo- el que es realmente travieso es..."

"¡Alfred!" –gritó espantado un niño de cabellos rubios y ojos como amatistas, que miraba a su hermano mellizo trepar por una de las redes del barco. El niño temblaba ligeramente temiendo que su hermano se hiciera daño, sujetándose con fuerza de la manga del que estaba a su lado.

"Jove Alfred ¡Baje!" –pidió un niño de cabellos castaños oscuros y ojos azules, asustado de ver el peligro algo que se exponía el joven príncipe. Este era más alto que el rubio que se sujetaba fuertemente de su manga.

"No pasa nada... –dijo el niño que trepaba hábilmente. Si bien se parecía al otro, había algo que lo diferenciaba completamente y eran sus ojos azules profundos, como el océano que los rodeaba, como el cielo que se extendía infinitamente sobre ellos. Miró hacia abajo, y vio complacido lo mucho que había ascendido, le gustaba la aventura y los riesgoso después de todo. Continuó subiendo por la red hasta llegar a un punto alto, en el que se detuvo para apreciar la vista. El océano se expandía frente a él, causándole curiosidad lo que podría hallarse en lo más profundo de él. El viento salado le daba contra el rostro refrescándolo, dándole una sensación de libertad y júbilo. Definitivamente no había nada más que le gustara como el océano, navegar en sus aguas, ya sean calmadas o desafiantes.

"Alfred" –oyó la voz de su padre. Alfred miró a la cubierta esperando encontrarse en problemas, pero no. Su padre le sonreía y los tripulantes asentían sonriendo. El único que parecía molesto por su comportamiento era el anciano que fruncía el ceño, pero con cierto temor.

"Papá! –gritó Alfred de nuevo mirando al frente hacia el horizonte- ¡Tienes que ver el mar desde aquí! ¡Se ve genial!" –su padre se rió y puso una mano en el hombro de su otro hijo. Matthew lo miró y comprendió que Alfred no corría peligro alguno, por lo que dejó de temblar. Toris se disculpó con el rey pero este le quitó importancia.

"Tranquilo Toris, se perfectamente que Alfred es difícil de controlar cuando está en el barco, no te acongojes"

"Su majestad –dijo el anciano- ¡Debe hacer que el príncipe baje de inmediato! ¡No vaya a caerse al mar!"

"Sabe nadar así que no pasará nada"

"¡Pero su majestad!" –el pobre anciano parecía estar apunto de sufrir un ataque.

"Bien, bien ¡Alfred baja!" –le pidió. Alfred miró a su padre con un puchero, pero obedeció. Miró por última vez el paisaje y saltó a los brazos de su padre que lo agarró sin problemas.

"¡Príncipe Alfred! ¡Eso fue muy imprudente!" –le regañó el anciano.

"¿Eh? Solo quería ver como era la vista desde ahí arriba" –dijo Alfred con un puchero mientras su padre lo dejaba en el piso.

"Es cierto ¡Deje al niño hacer lo que le plazca!" –reclamó un tripulante, luego le guiñó el ojo a Alfred.

"¡Podría haberse lastimado o algo peor! Su majestad por favor, repréndalo un poco" –le regañó ahora al rey que sonreía.

"Tiene razón Alfred podrías haberte lastimado...-dijo con un tono que suponía ser serio, pero la sonrisa que tenía en el rostro borraba todo rastro de seriedad-...la próxima asegúrate de que esté un adulto para que te socorre si pasa algo ¿Bueno?"

"Está bien, aunque no hay necesidad de ello. Soy un hero, por lo que puedo cuidarme solo" –presumió con orgullo. Se aproximó a sus dos amigos, Toris recibiéndolo con una risa nerviosa y Matthew suspirando.

"Joven Alfred...no me asuste de esa forma por favor" –pidió Toris.

"¿Es que no me prestaste atención Toris? –dijo Alfred frunciendo el ceño- soy un hero, no ha de qué preocuparse –dijo levantando el pulgar- ¿Y cuántas veces más debo repetírtelo? No me digas 'joven' solo dime Alfred" –dijo dándole unas palmadas amistosas en la espalda.

"E-está bien...Alfred" –dijo Toris un tanto nervioso.

"Así me gusta –Alfred se acercó a su hermano, el tímido Matthew que era la antítesis de él, calmado, paciente y responsable- ¿qué dices Matthew? ¿No te pareció genial como subí hasta tan alto?" –Matthew suspiró de nuevo.

"Si fue genial, pero podrías haberte lastimado" –repitió.

"¡EH! ¿Es que no me creen o qué? ¡Soy un hero! ¡No me pasará nada! –reclamó Alfred molesto, los demás lo miraban con una sonrisa, el entusiasta y divertido niño se ganaba el afecto de todos fácilmente. Alfred miró a los otros- ¡Ustedes me creen! ¿Verdad?"

"Claro que si Alfred" –dijo el rey con una sonrisa.

"¡Será un excelente navegante! –dijo un tripulante- Tal y como su padre" –Alfred miró a su progenitor, Rey y Capitán, definitivamente quería ser como él, pero tenía metas incluso más increíbles que la de su padre.

"Papá ¿Crees que algún día pueda llega a conocer todo el océano?" –le preguntó con una sonrisa radiante. Ese era uno de sus grandes sueños, recorrer hasta el último rincón del vasto océano. Los tripulantes lo miraron con sorpresa, era un sueño casi imposible después de todo.

"Si te lo propones...lo lograrás" –dijo su padre asintiendo.

"¡Yeah! ¡Lo lograré!" –dijo Alfred saltando de alegría.

"Pero no será fácil pequeño –dijo un tripulante anciano, con mucha experiencia en el mar, Alfred lo miró curioso- el océano es vasto e interminable, guarda tantos secretos que será una épica tarea la que te propones"

"Lo haré, estoy seguro... De seguro ya habría comenzado, pero mamá no quiere que salga mucho al mar" –dijo algo desanimado. Su madre era muy sobre-protectora después de todo.

"Se preocupa por usted príncipe" –dijo el anciano.

"Es verdad, todavía eres un niño –dijo el tripulante anciano- el océano no siempre es así de calmado, generalmente es impetuoso y peligroso"

"Hoy hizo un buen clima, por lo que ella dejó que vinieran los tres" –dijo el Rey mirando a los tres niños.

"El agua está calmada y dócil, y también hay una excelente brisa...el Rey de los Mares ha de estar de muy buen humor" –comentó otro tripulante.

"¿Eh?... ¿Rey de los Mares?" –preguntó Alfred curioso.

"Si niño, el Rey de los Mares: Tritón (2). Aquel que es dueño y señor de las aguas, el Rey de las Sirenas"

"Sirenas... –Alfred se volteó par ver la figura tallada en la proa del barco- ¿En verdad existen?" –se aventuró a preguntar.

"¡Bah! ¡Son solo mitos y leyendas! ¡Nada cierto!" –dijo el anciano agitando la mano.

"¡No, no, no! Todo buen navegante sabe de ellas –le contradijo un tripulante- seres hermosos y gentiles. Que rescataban a hombres que caían al mar. Viven en las profundidades, lejos de la superficies para no ser vistas" –Alfred, seguido de lo dos niños que también habían escuchado curiosos lo recién dicho, se aproximaron a la orilla para ver hacia las profundas aguas calmadas, que reflejaron sus rostros ansiosos de ver una sirena.

"¿Por qué se ocultan?" –preguntó un tanto tímido Matthew.

"Pues para que los humanos no se metan con su tranquilo Reino...Son seres pacíficos después de todo" –dijo esa vez el Rey. El anciano miró anonadado al Rey al dar semejante afirmación, no podía ser que él creyera en esas leyendas.

"Oye papá –dijo Alfred todavía sin dejar de mirar las aguas- ¿Crees que algún día logre encontrar una?"

"Es probable –dijo este riendo- y cuando lo hagas serás muy afortunado, pues es bien sabida su belleza y su hermosa voz..." –dijo con un tono algo melancólico.

Alfred sonrió entusiasta, otro sueño más que agregar a su larga lista: 'conocer a una sirena'.

···


···

A profundidades inimaginables para un humano. Entre hermosos corales de mil colores y formas llenos de vida, entre cavernas submarinas donde todo tipo de criaturas convivían armoniosamente, entre algas que crecían por todas partes, las rocas y corales daban forma a un elegante palacio submarino. A su alrededor, las rocas y corales también formaban una ciudadela, donde las algas crecían libremente y por donde los peces se paseaban entre sus habitantes.

Criaturas agraciadas que nadaban con elegancia y rapidez. Mitad humanos, mitad peces: sirenas.

Las bellas criaturas nadaban junto con otras criaturas marinas, como peces, cangrejos, delfines, pulpos y otros.

Esa era una ciudad donde vivían sirenas, una de las miles que había en todo el vasto océano. Pero esa no era cualquiera, era la capital. Donde el Rey Tritón y su familia, compuesta por su esposa la Reina, y sus 5 hijos, vivían en el palacio real. Y en esos momentos, la calma del palacio se veía interrumpida por la risa de unos niños. En los pasillos de coral, dos niños nadaban riendo, escapando de otro que iba tras ellos. En un punto se separaron para burlar a su perseguidor. Uno de ellos, de cabellos rubios, ojos vivaces azules y cola roja escarlata se escurrió por una puerta, el otro en cambio, de cabellos rubios dorados, ojos verdes como esmeraldas y cola verde salió por una de las ventanas escondiéndose entre unas algas y anémonas. El perseguidor, un niño de aspecto tranquilo, de cabello negro, ojos marrones algo apagados y cola gris, se detuvo en el punto en que ambos se separasen y tras meditarlos unos segundos fue por la puerta.

"Je No me pescó" –murmuró el niño entre las algas, contento de no haber sudo descubierto.

Mientras pensaba en otro mejor escondite, la luz que llegaba de la superficie comenzó a opacarse lentamente. El niño miró hacia arriba confundido y vio una figura oscura que justo pasaba por encima de la ciudadela, otros ciudadanos también se dieron cuenta de ello, y algo temerosos se ocultaron, aunque era imposible que un humano lograse verlos a tal profundidad.

"Un barco..." –murmuró el niño saliendo de entre las algas. Le dio un ataque de curiosidad, y nadó un poco hacia la superficie, queriendo ir a ver más de cerca aquella estructura que los humanos usaban para navegar sobre las olas. Pero una mano lo detuvo. Miró confundido a su captor encontrándose con el niño que antes burlase.

"¿A dónde intenta ir Arthur-san?" –preguntó este algo temeroso.

"Kiku...eh...no...bueno" –masculló Arthur algo nervioso.

"Sabe que no podemos ir todavía a la superficie...menos con un barco tan cerca. Lo mejor es entrar al palacio" –dijo jalándolo. Arthur no le contradijo, obedeció tranquilo y miró por última vez la estructura, preguntándose quienes pudieran estar abordo.

Una vez dentro de la seguridad que les brindaba el palacio, el niño que fue encontrado antes se acercó a Arthur con el ceño fruncido.

"Dejaste que te atrapara" –le acusó.

"Ah...perdón...es que apareció un barco" –se disculpó Arthur.

"¿Un barco? ¿En serio? –dijo acercándose a la ventana para verlo, pero este ya estaba más lejos- oh nos es justo...no pude verlo" –dijo desanimado.

"No se deprima Den-san, últimamente varios barcos han pasado en las cercanías" –dijo Kiku consolándolo.

"Entonces la próxima vez lo veremos y nos acercaremos" –dijo guiñándole un ojo a Arthur.

"¡No pueden! –exclamó enseguida Kiku alarmado- no tenemos todavía la edad suficiente para subir"

"Ohh... ¿Pero qué malo puede pasarnos? No es como si fuéramos a hablarles –dijo Den- es solo ir a verlos"

"Hmm... a mí me parece que sería interesante hablar con uno...pero uno tranquilo" –dijo Arthur.

"¿Te atreverías?" –le preguntó Den sorprendido.

"Claro"

"Entonces yo también" –dijo Den.

"No digan esas cosas por favor –dijo Kiku- es peligroso, podrían cazarlos"

"¡Ja! Que lo intenten" –se mofó Arthur.

"Nosotros nos movemos mejor que ellos en el agua, no podrían" –dijo Den

"Bueno..." –en ese momento se escuchó el sonido de una caracola (como una trompeta), que indicaba la llegada de alguien al palacio.

"¿Quién podrá ser...?" –se preguntó Den.

"¡Ah! –exclamó Arthur- ¡Es cierto! ¡Esta mañana Tino fue a la superficie!"

"¡Ya cumplió la mayoría de edad cierto!" –exclamó Den.

"Vamos a verlo entonces" –propuso Kiku y los tres se dirigieron de inmediato al Salón Real donde seguramente sería recibido Tino. Llegaron a la sala, amplia y colorida, la Guardia Real estaba ahí, flanqueando el altar de los Reyes. Siempre atentos a cualquier cosa, los soldados llevaban en la mano una lanza y un casco. Den sonrió al verlos, en unos años de seguro él estaría ahí también, bajo las órdenes de los Reyes.

Ambos sentados en dos enormes conchas marinas, que hacían de asientos. La Reina, de cabello largo y de color damasco, ojos verdes y cola de un cálido naranja, con una corona de coral roja con algunas piedras preciosas cargaba en brazos al menor de sus hijos. El Rey de ojos azules potentes y cabello rubio, su cola de un oscuro azul marino, portaba la corona azul con piedras preciosas y llevaba en mano un poderoso tridente. Frente a ellos, estaba un muchacho de cabellos rubios y ojos violáceos, su cola era de un celeste bajo.

"Ya he regresado, sus majestades" –informó con una ligera inclinación.

"Vamos Tino, no hay necesidad de esas formalidades" –comentó la Reina con una sonrisa.

"Eres Bienvenido" –dijo el Rey con una sonrisa.

"¡Tino!" –Den y Arthur nadaron rápidamente para acercarse al recién llegado.

"Tan impacientes..." –se lamentó Kiku.

"¡Den! ¡Príncipe Arthur!" –exclamó Tino contento de verlos. Los dos niños se abrazaron de Tino al llegar con él y enseguida comenzaron el interrogatorio.

"¿A dónde fuiste? ¿Viste alguna ciudad?"

"¿Viste algún humano de cerca? ¿Algo extraño que hicieran?"

"Oigan, no vayan a marear a Tino" –dijo el Rey.

"No hay problema –dijo Tino sonriendo- ya me esperaba que estuvieran tan ansiosos de escuchar lo que vi, les contaré. Me acerqué lo más que pude una ciudad que está cerca de la orilla y que tenía varios puertos con todo tipo de barcos, a ese tipo de ciudades creo que le dicen 'ciudad costera'. En fin, sus viviendas son algo extrañas y grandes. ¡Y no van a creerlo! ¡Tienen un palacio enorme en la orilla!"

"¿Un palacio?"

"Si, es blanco con tejados azules, torres altas y ventanas amplias. Tenían un pequeño muelle donde vi cómo un barco se preparaba para zarpar, pero no me acerqué mucho con temor de que me vean" –dijo para decepción de los niños.

"Una sabia decisión –dijo el Rey- es mejor mantenernos en secreto"

"Padre –dijo Arthur- ¿Sabes del lugar del que Tino habla?" –preguntó queriendo saber el nombre del lugar que poseía tan palacio en la misma orilla, con altas torres...

"Sino me equivoco –dijo la Reina- es el Reino de Nerea"

"¿Nerea?"

"Así es, un reino dedicado a la pesca por excelencia" –dijo el Rey con cierta incomodidad, bien se sabía que a su padre no le gustaban mucho los humanos.

"Nerea..." –Arthur se grabó a fuerza el nombre de aquel lugar.

"Pero, después me acerqué a los puertos de la ciudad y logré ver a otros humanos, ellos..." –Tino continuó relatando lo que había visto, Den le escuchaba ansioso y Kiku también escuchaba interesado, pero Arthur oía cada cosa fascinado. Era grande su deseo de poder ver todo aquello él mismo, con sus propios ojos.

Pero la Regla de la Mayoría de edad no se lo permitiría hasta que cumpliese los 16 años. Hasta entonces, Arthur debía contentarse con escuchar los relatos de aquellos que subían a la superficie por cualquier razón, puesto que en el Reino no estaba del todo permitido ir a la superficie al antojo de uno. A nadie le interesaba mucho tampoco como para hacerlo. Pero Arthur era la excepción de la regla, el quería conocer aquel mundo que se hallaba fuera del océano, conocer su cultura, sus tradiciones, sus habitantes...

Pero como príncipe y heredero de su padre el Rey Tritón, debía cumplir las reglas y esperar a que llegase el momento. Sin embargo, Arthur sabía muy bien que una vez pudiese viajar a la superficie libremente, no se bastaría con un solo viaje, quería ir tantas veces pudiera, habían tantas cosas que quería hacer...y entre ellas estaba el conocer a un humano...

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Continuará...

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(1) Nerea: mitología griega, fue una de las divinidades antiguas del mar, predecesoras del gran Poseidón. No es que estén en Grecia o algo sí, solo le puse el nombre al Reino nada más ^^

(2) Tritón: ya se que en la película de Disney así también se llama el padre de la Sirenita, pero escogí el nombre de nuevo por la mitología griega, Tritón es el rey de los mares, hijo de Neptuno mitad pez, mitad hombre, o sea una sirena xD que podía encrespar o calmar las olas y hacer soplar los vientos a su antojo.

Notas de Ray:

Hallo! =D

Espero les hay gustado este fic, que me estaba muriendo por empezar ^^

Como dije en un principio, estará basado en el cuento original de la Sirenita, no tanto en la versión de Disney, puesto que a esa le modificaron varias cosas para que fuera apta para niños, aunque tomaré algunos elementos~

Hice esta introducción más para mostrar las personalidades de los personajes principales. Hay algunos que no aparecen todavía, pero la pareja principal ya ha sido presentada: Alfred será el príncipe intrépido que desea conocer el vasto océano, y Arthur la tsundere sirena rebelde que desea conocer más sobre el mundo de los humanos.

¡En el siguiente capítulo ya se conocerán!

¡Espero les haya gustado! Y también gracias a las que me incitaron a hacer este fic, como que no me estaba animando ^^ muchas gracias

Hasta el próximo capítulo.

Ray Kirkland