Hooola mis chicas guapas!
Sé que estaréis pensando que hace esta loca, con un nuevo fic. Es una historia que tenía muchas ganas de publicar, y que no quiero que se quede en el tintero. No va a interferir con "Tal como eres", puesto que tengo ambos fics adelantados. Así que una vez reparado mi portátil, y mis documentos salvados jejejejeje... habrá actu de ambas historias una vez a la semana, como es costumbre.
Es una historia dura, en ciertos momentos, no os voy a engañar... pero aún así, espero disfrutéis con ella. Este es el prólogo, en el que básicamente se presenta a la mayoría de los personajes que protagonizarán este fic.
Espero que la disfrutéis, como habéis hecho con los anteriores, y me contéis vuestras teorías al respecto; nos vemos esta semana en "Tal como eres"
Un beso enorme ;)
Aprendiendo a vivir
Prólogo
7:42 am; casa de los Swan...
Isabella Swan esperaba apoyada en la pared, toalla y ropas en mano... ¿por qué su casa sólo tenía dos baños?; ya era un suplicio tener que compartir el que se encontraba en mitad del pasillo, puesto que el que estaba en la habitación de sus padres estaba absolutamente vetado para todo el mundo, excepto para el matrimonio Swan, ovbiamente. Rodó los ojos antes de soltar un suspiro de paciencia; Alice, una de sus mejores amigas, pasaría a buscarla para ir juntas al instituto... y a este paso tendría que ir en pijama y sin ducharse.
Se le estaba agotando la paciencia, así que con paso firme se plantó delante de la puerta del baño, aporreándola con la mano.
-¿Tanto tiempo necesitas para prepararte?; ¡sal de una jodida vez, Paul!
-No soy yo el que está en el baño, listilla- rodó los ojos al encontrarse detrás suyo a su hermano mayor, de dieciocho años, en bóxers y camiseta, y la toalla sobre sus hombros -y buenos días a ti también, hermanita- la saludó este, con una sonrisita inocente.
-Deberíamos organizar un horario para todo este caos- murmuró Bella.
-Entonces tú tendrías que levantarte a las cinco de la mañana- se burló su hermano -con lo que tardas en prepararte...- dejó la frase inconclusa.
-No soy yo la que se pasa una hora arreglándose y mirándose al espejo, esperando convertirse por arte de magia en el próximo Henry Cavill- siseó sacástica la joven castaña.
-Tampoco soy yo el que se encierra tres horas en el baño, acicalándose para que cierto chico de pelo revuelto y color raro se fije en ti- le devolvió el golpe éste -sabes que no quiero verte revoloteando alrededor de Cullen.
-No persigo a Edward como si fuera un moscón- siseó Bella -antes os llevábais bien- susurró en voz baja; le dolía que su hermano y amigos fueran tan tajantes con respecto a Edward.
-Él decidió unirse al grupito de James y compañía- le recordó Paul -él nos dejó tirados... a sus amigos de toda la vida- Bella calló; era cierto que hasta hace bien poco, Edward y su hermano, junto con Emmett, Jasper, Jake y Embry eran inseparables; pero al comienzo del curso pasado esa amistad se había resquebrajado, según Paul, por culpa de las malas compañías que empezó a frecuentar Edward.
Todos ellos habían nacido y vivían en Forks, tranquila y aburrida población en el estado de Washington. Sus padres y los del resto de los chicos eran vecinos e íntimos amigos desde la infancia, y continuamente celebraban cenas, barbacoas... reuniones a las que Edward había dejado de acudir desde que su amistad de rompió. Y aunque su hermano insistía en que bebía los vientos por Edward, eso no era del todo verdad. Si que es cierto que le parecía guapísimo, pero nunca llegó a conocerle lo suficiente para enamorarse de él, aunque estuviera acostumbrada a verle en multitud de ocasiones en su casa, junto a su hermano, o en la residencia de los Cullen, ya que la hermana pequeña de éste era, junto con Alice, una de sus mejores amigas.
-Tierra llamando a Isabella Swan... ¿de nuevo en Cullenlandia?- llamó su atención Paul, de manera burlona, antes de volver a fijar su vista en la puerta del baño -demonio de crío- maldijo entre dientes, antes de aporrear la puerta con su puño -¡sal de una puta vez, enano!- la puerta de abrió, y el joven palideció al encontrarse cara a cara con su padre, atusándose el bigote y ya enfundado en su uniforme de policía.
-¿Se puede saber qué lenguaje es ese?- reclamó a su hijo mayor -buenos días, hija- se volvió a su ya no tan pequeña niña de sus ojos, dejando un pequeño beso en el tope de su cabeza.
-¿Por qué estás en nuestro baño?- preguntó Bella.
-Tú madre lleva una hora encerrada en el nuestro- suspiró hastiado el jefe Swan.
-Típico de las mujeres de esta familia- murmuró Paul, sarcástico; justo en ese momento se abrió la puerta de otro dormitorio.
Seth, el pequeño de la casa, de apenas trece años, salió cómo una bala de su cuarto, saludando a todos y empujando a su padre, para después cerrar la puerta del baño detrás suyo, dando un sonoro portazo y dejando a sus hermanos mayores con la palabra en la boca.
-¡Seth, era mi turno!- bufó molesta Bella.
-¡Demonio de crío!- exclamó paul, cabreado.
-¡Paul Liam Swan!- le llamó la atención Renée, que justo en ese momento se asomaba por la puerta del dormitorio principal -vigila esa boca.
-Pero mamá...- empezó a quejarse, pero la mirada que su madre le dedicó hizo que se tragara sus palabras.
-Creo que os toca hacer cola de nuevo- dijo Charlie, disimulando una sonrisa divertida, para después bajar las escaleras, camino de la cocina.
Los dientes de Paul rechinaron, a la vez que Bella se apoyaba en pared, cerrando los ojos; una mañanan como otra cualquiera empezaba en la residencia de los Swan...
7:53 am; casa de los Hale
-¿Dónde éstá tu hermana?- la pregunta de Kevin Hale hizo que su hijo Jasper levantara la vista de su plato.
-No habrá terminado de prepararse- se encogió éste de hombros -además, por muy mellizos que seamos, no soy su niñera- le recordó a su padre, cómo si fuera obvio; Louise, su madre, rió divertida a la vez que le servía otra taza de café a su marido.
-Recordad que esta noche hay barbacoa en casa de los Brandon- advirtió a su hijo y a su marido.
-Si Emmett tiene que hacer el fuego, entonces podemos salir corriendo todos- rodó los ojos su padre, a la vez que Jasper ahogaba la carcajada; Emmett era uno de su mejores amigos, pero tenía que reconocer que era un desastre para esas cosas.
-Dejad de burlaros de mi novio- la inpresionante Rosalie Hale entró en la cocina, dejando su bolso y libros en el mostrador y sirviéndose una taza de café.
-A esa camiseta...¿no le falta tela?- inquirió su padre, mirando a su hija con una ceja alzada. La aludida rodó los ojos.
-Sólo asoma un poco el ombligo- se excusó su rubia hija, encogiéndose de hombros.
-Seguro que Emmett no le pone tantas pegas- inquirió divertido Jasper, pero bajó su vista a los cereales al sentir la mirada de su padre fulminarle.
-¿Cómo lleváis los entrenamientos?- cambió de tema su madre, mirando a su hijo -el año pasado os quedasteís a un paso de ganar la liga juvenil estatal de baloncesto.
-Este año será el definitivo- le animó su padre.
-Bien, aunque sería mucho más fácil si Edward no se entretuviera con sus amiguitos y apareciera en los entrenamientos- siseó carcástico; Cullen era el mejor alero del equipo, pero su acitud había cambiado mucho.
-Pobres Esme y Carlisle- exclamó Louise, con un pequeño suspiro -el otro día la pobre estaba llorando; por lo visto las cosas con Edward están muy difíciles- Jasper y Rose guardaron silencio; aunque ya no se hablaran con él, echaban de menos a su amigo de la infancia.
-Un día va a pasar algo que no tendrá remedio- empezó su discurso Kevin -Charlie lo pilló el mes pasado, conduciendo bajo los efectos de alcohol.
-Pobre Charlie- musitó su esposa -para él fue un palo tremendo, tener que llamar a Carlisle y explicarle lo ocurrido...
Rosalie y Jasper guardaron silencio, ante la inrprovisada conversación de sus padres. Para Jasper, así como Emmett, Paul, Jake, Embry... era muy doloroso escuchar en lo que se había convertido el que fuera uno de sus mejores amigos. Emmett y él mismo habían intentado acercarse a él en inumerables ocasiones, pero fue todo en vano. Paul se negó en redondo a volver a hablar con Edward; no aceptó nada bien que uno de sus mejores amigos le dejara tirado por una pandilla de drogadictos desenfrenados, y desde el primer momento no quiso saber nada más...
8:04 am; casa de los Brandon
-Emmett...- el joven oyó que pronunciaban su nombre en la lejanía, pero su reacción no fue otra que darse la vuelta y taparse con las sábanas hasta las orejas -¡Emmett Michael Brandon!- chilló esta vez Margaret, su paciente madre.
-¡¿Qué hora es?!- se levantó como un resorte, buscando de manera frenética el despertador; palideció al ver que ya pasaban de las ocho de la mañana -¡mierda, Rose va a matarme!- exclamó, a la vez que se levantaba de un brinco de la cama y volaba hacia el baño.
-Buenos días enana- acertó a saludar a su hermana Alice en el pasillo, antes de cerrar la puerta del servicio con un sonoro portazo. La ceja arqueada en su cara fue lo único que acertó a hacer o decir la joven morena, que alisó su camiseta y sus vaqueros antes de bajar las escaleras y adentrarse en la cocina, dónde su padre ya estaba dejando el plato en el lavavajillas.
-Buenos días papi- Richard sonrió mientras observaba cómo su pequeña, de diecisiete años, se acercaba dando unos graciosos pasos, para dejar un cariñoso beso en su mejilla.
-Buenos días hija- le devolvió el saludo -¿tu hermano se ha vuelto a dormir?- preguntó, con cierto deje de fastidio y paciencia a la vez.
-Eso parece- respondió ésta, con una pequeña risa -Rose va a hacerle picadillo.
-Demasiada paciencia tiene la pobre Rosalie- padre e hja se giraron cuando escucharon la voz de Margaret, que entraba a la cocina justo en ese instante -¿quieres café, Ally?- le ofreció ésta.
La chica miró el reloj, desechando el ofreciemiento -no puedo, tengo que recoger a Bella, y ya se me hace tarde- les dijo, a la vez que se ponía la chaqueta y cogía su bolso -¡adiós papá, adiós mamá!- gritó, antes de salir por la puerta trasera de la cocina.
-¡Llévate una tostada, al menos...!- chilló su madre de vuelta, pero ésta ya había arrancado el coche.
-No sé de dónde saca toda esa energía- rodó los ojos su padre. La respuesta de su mujer se vio interrumpida por unos gritos, que provenían de la casa de al lado.
-Parece que Edward ha vuelto a meterse en un lío- musitó Richard, negando con la cabeza; justo en ese instante, su hijo aparecía por la cocina, con el pelo mojado, los libros en una mano y la bolsa de deporte colgada de su hombro.
-¡Adiós papá, adiós mamá!- exclamó, a la vez que cogía una tostada y también corría hacia la puerta.
El matrimonio rodó los ojos, antes de despedirse y salir ellos mismos hacia sus respectivos trabajos.
8:14 am: casa de los Cullen
-Me tienes harto- siseó Carlisle, taladrando con la mirada a su hijo mayor -¿te parece normal llegar un jueves a las tres de la mañana, teniendo clase al día siguiente?- la mirada verde de su hijo permanecía clavada en un punto de la pared del despacho de su padre, imponiendo la ley del silencio a las preguntas y reproches de su progenitor.
Carlisle Cullen apretó con fuerza el puente de su nariz; Esme y él ya no sabían qué hacer con su hijo Edward. Desde hacía un año, su actitud desafiante y rebelde les traía de cabeza. Por más que intentaba encontrar una respuesta a esa actitud, no lo conseguía; no entendía por qué su hijo se había alejado de sus amigos de toda la vida de la noche a la mañana, sus notas habían bajado drásticamente... y esas compañías que frecuentaba no eran precisamente las mejores.
-¿Vas a responderme?- lo intentó de nuevo; por fin su hijo habló.
-Se me hizo tarde- se disculpó, hablando duramente, y sin mirarle a los ojos en ningún momento.
-¿Y se puede saber qué estuviste haciendo?- siguió interrogando Carlisle -¿has vuelto a beber?
-No- mintió el joven; su cabeza estaba a punto de estallar, a cuenta de la resaca que tenía, pero su pade no era tonto. Era médico, y podía oler una resaca a kilómetros.
-¿Sabes el riesgo que corres, cogiendo el coche en esas condiciones?- el joven rodó los ojos.
-Lo sé perfectamente... pero sólo me tomé un par de cervezas; controlaba el coche a la perfección.
-¡Me importa un cuerno que lo controlaras!- bramó su padre -estás castigado dos semanas; una por mentirme y otra por coger el coche en esas condiciones; ¿me has entedido?
-Perfectamente- se medio burló Edward, para después salir del despacho de su padre, dando un sonoro portazo.
Carlisle se quedó mirando la puerta, a la vez que un sonoro suspiro salía de sus labios... ¿desde cuándo su hijo era un completo desconocido para él...?
La cabeza le iba a estallar; definitivamente, ayer James y él se pasaron con las cervezas y el tequila, pero nadie podía quitarle lo bien que ambos se lo pasaron; eso, unido a la increíble noche de sexo desenfrenado que tuvo con Tanya después.
Rebuscó en el desorden de su habitación... ¿dónde demonios había dejado las gafas de sol?; consiguió encontrarlas, así que cubrió sus ojos con ellas y tomó sus libros y las llaves de su coche; esperaba encontrar en la cocina una taza de café.
Pero antes de que traspasara el umbral, las risas de su hermana Nessie y su estupendo novio Jake taladraron sus oídos, a la vez que sentía como su cabeza martilleaba... ¿es que el tipo no tenía casa propia...?; entró en la cocina sin saludar a nadie, rebuscando en los armarios la caja de las aspirinas.
-¿No saludas?- le reclamó su hermana, con tono hosco.
-Buenos días, Ness- murmuró, sin dirigir su vista hacia ellos; al lado de Nessie, el que fuera uno sus mejores amigos lo miraba con una ceja alzada.
-¿Cómo estuvo la juerga?- la pregunta de Jake hizo que se quitara las gafas, mirándole sin emoción alguna -¿te parece normal, tío?- le reclamó.
-No te metas en lo que no te llaman; ¿no tienes casa?- contestó de mala manera.
-Es mi novio- le recordó Nessie -puede estar aquí todo el tiempo que quiera.
-Claro... la parejita feliz- se burló éste.
-Eres un imbécil- le insultó su hermana, perdiendo la paciencia.
-A mi no me insultes, mocosa- la encaró Edward, acercándose a ella; Jake se levantó cómo un resorte, tomándole del brazo.
-Tranquilo Cullen- le advirtió; con un movimiento violento se soltó de su agarre, encarándolo.
-¡No te metas en problemas que no te conciernen, perro!
-¡Es mi novia, y me importa un cuerno que hayamos sido amigos!- gritó el joven moreno de vuelta -¡no vuelvas a hablarle así!
Nessie se levantó de la silla, viendo el cariz que tomaban los acontecimientos; ¿dios, qué le pasaba a su hermano?; desde el año pasado, la actitud de Edward frente a Jake, Paul, Emmet, Jasper y el resto de los que habían sido sus mejores amigos no era otra cosa que agresiva y violenta.
-¡Parad los dos!- chilló, metiéndose en medio de sus cuerpos -vámonos Jake- suplicó a su novio, poniendo una mano en su pecho, en un intento en que se alejara de su hermano. Los ojos de ambos jóvenes lanzaban chispas de furia, midiéndose el uno al otro... pero Jake no quería pelearse con él, sobre todo por Nessie.
-Claro cariño- la tranquilizó éste, sonriéndola -se está haciendo tarde.
Se apartó de Edward, que vio cómo tomaban sus cosas y salían por la puerta, sin despedirse ni dirigirle mirada alguna...
8:41 a.m; entrada del instituto de Forks...
-Nessie llega tarde, como siempre- se quejó Bella, apoyándose en el capó del coche de Alice, que muy interesada, miraba algo en su teléfono móvil.
-Jake se habrá dormido- se encogió de hombros la morena -dudo mucho que venga con Edward.
-¿Por qué dices eso?- le reclamó la castaña, con el ceño fruncido.
-Porque su coche ya estaba aparcado cuando nosotras hemos llegado- le señaló la parte izquierda del aparcamiento del instituto; reconoció el coche de su hermano, y muy cerca, el famoso volvo plateado de Edward.
-Tú Romeo ha llegado también- le dio un codazo a Alice, que levantó la vista como un resorte. La moto de Jasper estaba aparcada al lado del vehículo que se suponía, Paul y ella compartían.
-No es mi Romeo- exclamó, ligeramente sonrosada -te recuerdo que tiene novia, y se llama María.
-Pero te gusta, y no puedes evitarlo- siguió picándola la castaña.
-Como a ti te gusta Edward- ahora la que frunció el ceño fue la misma Bella.
-Te recuerdo que yo sí que no tengo oportunidad alguna con él; dudo que sepa de mi existencia más allá de ser la hermana pequeña de Paul- iba a seguir protestando, pero un estruendoso derrape llamó su atención.
A lo lejos vieron el jeep de Emmett aparcar de manera temeraria; Alice rió divertida por la cara de circunstancias que traía Rosalie. Bella apenas prestó atención a la pareja, ya que a lo lejos encontró a Edward, hablando y riendo con James y Laurent... y con Tanya colgada de su cuello, mirándole como si estuviera delante de su ídolo.
-Hola chicas- saludó Rose; aunque era un año mayor que ellas, se llevaban muy bien.
-Buenos días, cuñada- saludó Alice -espero que mi hermano se llevara su merecido.
-¡Hey!- protestó el aludido -al final he llegado a tiempo- se quejó.
-Quince minutos tarde no es llegar a tiempo- le reprendió su rubia novia, ante las risas de Alice y Bella.
-La semana pasada fueron veinte, así que vamos mejorando- se encogió Emmett de hombros, ante el ceño fruncido de su novia -ahí están los chicos- señaló a Paul, Jasper y Embry, que estaban sentados en las escaleras de la entrada -esta noche barbacoa, chicas- se despidió de su hermana y su amiga.
-Espero que esta vez no quemes las hamburguesas- se medió burló Bella, ante la risa de Rose y Alice.
La pareja se encaminó hacia donde estaba el resto de los chicos; por fin, vieron el coche de Jake entrar en el aparcamiento. Nessie se despidió de su chico con un pequeño beso, para después volar al encuentro de sus amigas.
-Lo siento- se disculpó la pelirroja, que había corrido hacia ellas.
-Tenemos historia, y la señora Oltrud ya nos castigó por llegar tarde la semana pasada- le recordó Alice; las tres subieron las escaleras, adentrándose en el pasillo principal, rumbo a los casilleros.
-Mejor eso que soportar una de sus clases- se quejó Nessie, consultando algo en su móvil.
-Menos mal que es viernes- suspiró Bella, rebuscando algo en su taquilla; por el rabillo del ojo vio a Edward revolver la suya. Esa camiseta negra le quedaba como un guante, resaltando su musculoso pecho, y resaltaba su piel pálida y el color de su pelo.
-¿Mañana vamos a Port Ángeles?- ofreció Alice -podemos dar un paseo por las tiendas y comer por allí- propuso.
-Tengo turno de mañana en el trabajo- se quejó Nessie; la pelirroja trabajaba en el café de Lori, la cafetería más concurrida de Forks, ubicada en pleno centro.
-¿Tú también trabajas, Bella?- inquirió Alice.
-Este fin de semana libro- le explicó; el salario en la tienda de deportes de los Newton no era mucho, pero al menos, le daban dos fines de semana libres al mes, y sacaba para sus gastos.
-No puedo creer que el verano haya pasado tan rápido- suspiró la pelirroja, apoyándose en la pared -espero que este curso pase algo emocionante.
-Acabamos de empezar el curso hace apenas dos semanas- le recordó Bella -pronto empiezas a quejarte- Alice rió, divertida por la observación, pero el timbre resonó en el pasillo, e hizo que toda la marea estudiantil acelerara el paso, para dirigirse a sus respectivas aulas.
