Disclaimer: Digimon es propiedad de Bandai y Toei Animation, no hago esto con fines lucrativos.
Manos de ángel
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—Leí sobre esto.
Todos se giraron a mirar a Taichi, e incluso Koushiro, sentado en el otro extremo de la mesa alrededor de la cual se desarrollaba aquella reunión de chicos, se inclinó hacia adelante con una expresión que claramente decía: «¿En serio? Esa es mi línea». La incredulidad marcada en sus cejas.
—Sí. Hay una leyenda que dice que si no puedes dormir es porque estás despierto en los sueños de alguien más. La pregunta es, ¿qué tanto harás en los sueños de tantas fanáticas locas, Ishida?
Los demás suspiraron como si el mundo acabara de recuperar el sentido tras esas palabras. Kou nunca habría dicho algo así, él habría salido con alguna estadística o un dato útil. Taichi no le había robado su línea después de todo.
Esa misma tarde Hikari insistió en ayudar y Yamato, desesperado por conciliar el sueño a cualquier costo, aceptó. Se dejó caer de estómago sin camisa sobre su propia cama porque «ya te he visto sin camisa antes», dijo ella con una risita ligera que rememoraba situaciones pasadas que iban de vergonzosas a no tanto, y permitió, sin saberlo porque desde esa posición no podía ver nada de lo que hacía, que su adorable novia levantara una pierna por encima de su espalda para dejar una a cada lado, su falda del instituto balanceándose con el movimiento, y él tragando espeso porque claro, la muy tramposa solo le dijo que le haría un masaje para que se relajara, no que para dárselo planeaba subirse a horcajadas de él, quedando en esa posición tan comprometedora.
«Respira, Yamato. Respira»
Las manos de Hikari, pequeñas y delgadas empezaron a moverse por sus hombros con timidez pero eficacia, hundiendo los dedos en los puntos exactos. No había mentido. Era buena, era muy buena, tanto que él tuvo que contener un jadeo mordiendo la almohada. No quería que lo malinterpretara, o que en todo caso, acertara en su interpretación.
—¿Hikari-chan?
—¿Si?
—¿A cuántos chicos dices que les has hecho este masaje?
—A mi oni-chan —contestó ella con inocencia.
Yamato asintió dentro de sí. Esa era la respuesta que esperaba, pero se precipitó pues ella no había dicho la palabra mágica, no había dicho solo.
—Y a Takeru también, una que otra vez —añadió tras una pausa deliberada, Yamato volviendo a tensarse en el acto como la cuerda de un arco o un violín ante una nota especialmente aguda y levantándose para, sin que ella supiera cómo, girarse e invertir las posiciones, quedando encima de la chica con un brazo a cada uno de sus costados.
—¿Cuántas veces? —una nota de celos deslizándose en su voz, fuerte y clara, la risa de Hikari reverberando por la habitación.
—Mi hermano tiene razón. Eres muy fácil de convencer —se burló—. Nunca… —aclaró llevándose un mechón de cabello detrás de la oreja—. Solo le he hecho este masaje a mi hermano y ahora a ti.
Pero esas palabras ya no eran suficientes para borrar la imagen mental forjada en la mente de Yamato ni el roce de los dedos de la chica que aún podía sentir por su cuerpo como si sus huellas hubieran quedado grabadas a fuego en su piel, ahí en cada punto donde lo tocó. Necesitaba algo más.
Se inclinó para besarla y ella se dio cuenta enseguida de que ese beso era distinto a los demás, así que en la primera oportunidad de tomar aire que le dio se lo dijo.
—Pensé que Yamato-kun* quería esperar a mi graduación —esta vez no había burla en su voz, sino algo que él nunca había escuchado en ella: timidez y algo de titubeo.
Dudaba incluso después de todo lo que había hecho en otras ocasiones para intentar convencerlo de llegar a ese punto.
Yamato le buscó la mirada y Hikari se quedó atrapada en el embravecido mar que eran los ojos del chico en aquel instante, un mar al que no tenía miedo.
—La cosa es… que ya no puedo esperar —dijo él antes de volverla a besar, sus manos viajando por su cuerpo hasta asentarse en su pequeña cintura.
Resultó ser que el masaje de Hikari surtió efecto, o eso dijo a todos porque no podía decir lo que realmente había sido tan efectivo para curarle las dos semanas de insomnio, e incluso así Taichi le miró mal.
Terminó por decidir que pudo ser un poco de las dos cosas, pues al fin y al cabo ambas en algún punto se fundieron en una, y si algo era cierto en todo eso era que su novia tenía manos de ángel, descubrimiento que en realidad no lo sorprendió. Después de todo ya sabía desde antes que su chica era un ángel en toda la extensión de la palabra en lo que a términos terrenales se refería, y que para ser uno de esos que habitaban en el cielo, o en el Mundo Digital, solo le hacían falta un par de alas.
Notas finales:
Anoche me dio insomnio a eso de las dos de la mañana y por alguna razón me desperté pensando en esto y como no soy de discutir conmigo misma —porque siempre pierdo—, decidí que lo más sensato y saludable era escribirlo y volver a dormirme. Funcionó, a medias… pero eso no viene al caso.
Como no quiero seguir llenando mi perfil de historias pequeñas esto será un conjunto de drabbles/viñetas —cof cof one-shots disfrazados cof cof—de mi pareja favorita. El único fin es que no estén dispersos por ahí, pero no significa que vayan a estar relacionados entre sí (aunque puede ser, no descarto nada) o que tenga planes para esta colección. Menos aún que el summary sea un resumen general xD
*Sé que el honorífico kun se utiliza preferentemente para referirse a hombres menores, pero así me salió cuando lo escribí y lo dejé porque creo que Hikari lo llamaría así solo para molestarlo.
Gracias por leer :)
