Desde hace algún tiempo Grell se comporta raro con todos, ya no sonríe, no hace berrinches, entrega su trabajo a tiempo sin quejarse por el arma que le dan y por sobre todo ya no coqueteaba con William y Sebastián, lo cual es raro.


Ya pasaron muchos años desde que Grell conoció a Ciel Phantomhive gracias a la tía de este, su amiga y cómplice de crímenes, Madame Red. Han pasado 10 años si se quiere ser exactos, y en todo este tiempo el único que se mantiene igual, impasible al paso del tiempo, es Sebastián. Todos cambian como es común, crecen, maduran o deciden hacer un cambio de imagen. Tal es el caso de Grell, el cual ahora usa un traje igual al de los otros shinigami con la única diferencia de que el suyo es color vino, su cabello lo recoge en una coleta baja amarrado con un lazo negro y sus lentes son rectangulares con los cristales detenidos al centro y en los extremos con una fina tira de metal plateada; aunado a su cambio de aspecto, Grell ahora es una persona fría y seria sin pizca alguna de su antigua personalidad alegre y coqueta.

Como bien se piensa, el trabajo de los shinigami nunca se detiene, así estos cambien la muerte existe y por lo tanto Grell continúa realizando la recolección de almas como antes; Le han ofrecido subir de puesto pero siente que el trabajo de oficina no es lo de él, por lo que a pesar de tener ya cierto prestigio y antigüedad en la organización, prefiere seguir con su mismo empleo. Por ello no era raro verlo pasar de aquí para allá por los tejados de Londres; es así que cierto día de invierno Grell se encontró con Sebastián camino a una misión especial.

El mayordomo demoniaco salió por un encargo para una reunión que tendrían en la Mansión Phantomhive, por lo cual estaba caminando por una de las calles del centro de Londres, iba tan concentrado que por poco no nota la presencia del shinigami pero logró divisar por el rabillo del ojo una mancha roja y supo que Grell estaba cerca, lo siguió hasta un callejón y decidió hablar con él, pues desde que era más serio y formal no había incomodidad o fastidio al tratarlo.

‒ Es una sorpresa encontrarte por aquí, Grell - lo saludó con tono formal, mirando hacia el techo donde el otro se detuvo para revisar su agenda shinigami, la cual tenía los nombres de las personas asignadas al pelirrojo para recoger sus almas.

‒ Lo mismo digo Sebastián- le contesto apenas dando un vistazo en su dirección - hace tiempo que no se cruzaban nuestros caminos, sin embargo deberás disculparme, voy con el tiempo medido, quizá en otra ocasión podamos hablar más

Dicho eso de un salto cayó detrás de un edificio, perdiéndose de vista y dejando al mayordomo algo sorprendido, pues si bien el shinigami ya no actuaba como antes, al menos solía hablar más con él en las contadas ocasiones que se encontraban.

‒ ¿Qué fue lo que te hizo cambiar así Grell? - pregunto al viento antes de retirarse de allí y seguir su camino.

En otra parte Grell sellaba la fotografía de la última víctima de su lista, por lo regular no se quejaba pero precisamente en su agenda del día aparecieron niños recién nacidos o aun peor, no nacidos y tan pequeños como la palma de su mano. Ese tipo de trabajos eran los que más le desagradaban pues no entendía como esas mujeres tiraban y mataban al más hermoso regalo que podrían tener en su vida, un regalo que él nunca tendría por su condición de hombre y no debido a ser incapaz de ello pues sí podía tener descendencia. La diferencia recaía en la forma de tenerla pues Grell quería era experimentar la parte de gestar él mismo a su hijo o hija, algo que lamentablemente nunca podría ser gracias a su género, después de todo los hombres no se embarazan.

Con esos deprimentes y cruelmente realistas pensamientos se dirigió a la oficina, entregó su agenda y fue a su casa. Camino directo a la sala y se sentó su sofá preferido, un hermoso y sofisticado sofá de terciopelo rojo de tres plazas, el cual estaba ubicado al lado del ventanal de su habitación desde donde se podía ver la luna plateada en todo su esplendor.

Perdido en sus pensamientos recordó que al darse por vencido y aceptar que jamás tendría la oportunidad de tener un pequeño ser creciendo dentro suyo decidió cambiar y acepto comportarse como lo que era: un caballero inglés, dejando de lado prácticamente todo lo que lo representaba. Ese fue un cambio que todos a su alrededor notaron, pero que como lo esperaba a nadie le intereso saber el por qué, era como si solo hubiera cambiado de guantes, no le preguntaron nada y no hicieron el intento alguno de saber sus motivos. Solo aceptaron su cambio sin comentario alguno e incluso hubo aquellos que lo miraron con alivio y una aceptación que más que otra cosa le provoco desagrado. Aunque dentro de sí era lo que más le dolía, pues a nadie en verdad le preocupaba como estuviera o como actuara, siempre y cuando fuera de acuerdo a las necesidades o gusto de la mayoría.

‒ Bueno será mejor dejar de pensar en eso, a este paso lograré deprimirme innecesariamente - se dijo a sí mismo levantándose del sofá.

Sin embargo al dar un último vistazo al cielo nocturno pudo distinguir el destello de una estrella fugaz. Como era costumbre desde su infancia, cerró los ojos y pidió un deseo imposible, el mismo que venía pidiendo desde que era más joven… el mismo que sabía jamás se cumpliría, pero era lindo pensar que una estrella fugaz podría realizar: "Deseo poder ser mujer completamente y así tener la oportunidad de ser madre" sonrió con cierta melancolía por su deseo, el mismo que pedía a cada estrella fugaz que veía desde hace décadas aun sabiendo que jamás ocurriría. Decidió no cenar y luego de prepararse para dormir se acostó en su cama listo para una reparadora noche que quizá aminoraría el vacío que le provocaron los eventos del día.

Lo que Grell no se esperaba era el hecho de que esa estrella fugaz en verdad tuviera la oportunidad y la intención de cumplir el deseo que tan fervientemente había pedido, pues al escucharlo se pudo dar cuenta de todo el dolor que cargaba consigo, la esperanza vacía y el anhelo que sentía por ello; así que cuando le cumplió su deseo dos cosas ocurrieron: primero el cuerpo de Grell dio un destello tenue; la segunda fue una voz en sus sueños diciendo "Poco a poco cambiaras y serás lo que anhelas de corazón"

Hecha su parte solo restaba ver lo que ocurriría en los próximos días, y todo aquello que se desataría con ese simple cambio en su vida.


Debería estar terminándolo, lo sé. Pero al releer la historia me di cuenta que deje muchos cabos sueltos, ideas inconclusas y la redacción sufre de muchas lagunas de información. Es una de mis primeras historias y una de las más queridas también. Por ello me he propuesto editarla y darle una revisada al completo. Sé bien que en esta historia prácticamente se ve mi evolución como autora pero siento que es mi deber mejorarla y pulirla a lo máximo para darles una historia de calidad. Así que, esperen actualizaciones de los demás capítulos.