En este capítulo me adelanto un poco a lo que posiblemente ocurrirá en Equestria Girls: Friendship Games y ai leyeron otro fic de mi autoría: Unos Segundos en el Arcoíris, debo advertir que la trama de este fic difiere de aquella y sus tramas no están entremezcladas.
Lunes 6:59 PM, el equipo de futbol de la preparatoria Canterlot se encontraba en medio de una partido amistoso contra los shadowcolts, la capitana del equipo de Futbol Spitfire coordinaba a las jugadoras para realizar una jugada de último minuto; estos últimos sesenta segundos eran críticos, con los marcadores cinco a cinco debían asegurar la victoria, siendo los shadowcolts sus rivales más esperados y acérrimos en todo tipo de competencias, debían dar todo de sí, aunque claro, después probablemente estarían conversando con ellos o hasta burlándose de cada error que el otro equipo cometió e incluso ingresar a una acalorada discusión de sugerencias. Pero antes de ello: el equipo debía hacer todo lo posible para obtener la victoria.
El sudor en la frente, las luces iluminando toda la cancha, las barras animando con todo su ahínco, los hinchas, la presión; sí, definitivamente Rainbow Dash disfrutaba de aquellas emociones unidas en algo llamado competencia, no podía vivir sin ello. La adrenalina comenzaba a recorrer por todo su cuerpo, sus movimientos se hacían más veloces, el tiempo comenzaba a ralentizarse, su mente trabajaba a mil por minuto, procesaba todas las posibilidades, cada pase, cada tiro al arco oponente, todo escenario futuro en cuestión de segundos. Su carrera dejaba atrás a una, dos, tres jugadoras contrarias quienes intentaban darle alcance, pero no podían igualarse a la velocidad de la jugadora diez de la preparatoria de Canterlot.
En las graderías, las barras sonaban con completo fervor, las Crusaders se encontraban con la cara pintada de los colores de la escuela, ayudando a la barra, en especial Scootaloo que se hallaba tan emocionaba que hasta gritó al árbitro por cobrar una "falta" que había costado un gol a favor del equipo contrario, de no ser por sus amigas, habría bajado de las bancas para ponerlo en su lugar. Ahora a pocos segundos de terminar, nada podía evitar que viese a su hermana, a su héroe realizar la jugada final, que definiría el resultado del partido "amistoso" que llevaban ambos equipos. No muy lejos, uno de los muchachos más populares del colegio de cabello azul marino se encontraba junto con las porristas, con unos pompones con todos los colores del arcoíris, gritando y tratando de imitar la brillante coreografía de las porristas. Casi todo el colegio sabía muy bien porque lo hacía.
La jugadora de cabello arcoíris se encontraba en los segundos finales, burlaba a una, hacía una gambeta, y por último pasaba el balón a Spitfire; pero alto, la capitana avanzaba moviéndose hasta la línea de córner, acercándose cada vez más al arco. Rainbow entendió al instante lo que su compañera trataba de realizar; por lo cual sus pasos aceleraron aún más, tratando de recuperar la distancia perdida, su sincronía con la capitana era una de las más legendarias dentro del historial deportivo del colegio; últimos diez segundos ambas se encontraban a la par, a pocos metros del arco; cuando Spitfire lanzó la pelota al centro, la adolescente de piel cian se elevó en el aire, llevó sus pies ligeramente hacia adelante, calculando el tiempo de llegada de la pelota, adelantándose a la defensa que venía tras de ella; el tiempo se ralentizaba nuevamente, los sonidos se enmudecían, los flashes de las cámaras del periódico escolar emitían su luz de forma lenta; la pelota, con sus pentágonos y hexágonos perfectamente encajados para formar una esfera, con el exterior lleno de tierra y mugre se acercaba por el aire, dando una vuelta lenta como la fémina había pronosticado.
En una centésima de segundo, sus pies se movían para ganar fuerza, la cual pasaba por su torso y espalda, que se inclinó hacia adelante, finalmente los músculos de su cuello y cabeza incrementaron la fuerza inicial, para lograr un contacto contra la pelota, que ni bien recibió el impacto de la jugadora, se redireccionó hacia el arco, dejando atrás los guantes de la portera que trataron de interceptar el balón; unas cuantas gotas de sudor de la frente de la peli arcoíris se desprendían a causa del golpe; lo único que la deportista pudo ver y escuchar, fue el contacto de la pelota con la red que la frenaba inmediatamente. No pasó mucho tiempo hasta que las ovaciones del público recuperasen su volumen, su corazón adquiría su ritmo normal, el cansancio comenzaba a sentirse en sus músculos. Cuando se dio media vuelta ahí estaban ellas, sus amigas, esperando el momento ideal para celebrar junto con la goleadora.
Quedaban cinco segundos de juego; pero de nada servían ya. Tanto los Wonderbolts como los Shadowcolts lo sabían, la continuación del partido solo era una formalidad, con decepción en el rostro de los unas y con alegría en el de las otras. El resto del partido fue un simple pase, ni tiempo hubo para jugar la pelota antes de que el silbato sonara. Al hacerlo, una horda de fans, estudiantes y amigos, todos por igual se abalanzaban sobre el grupo vencedor, sus amigas fueron las primeras en llegar, los abrazos no se hicieron esperar, mucho menos los gritos de emoción de Pinkie, el Weeha de Applejack incluso Rarity se descontroló durante varios segundos para recomponerse después, Sunset la abrazó nuevamente, ella también se había emocionado por el partido, aunque ella era una pizca más controlada en sus emociones.
- Bien hecho Rainbow Dash. Gritó la pelifuego.
- ¿Bien hecho? estuvo mejor que eso, fue lo más maravilloso en la historia del futbol. Gritó Scootaloo que se encontraba a poca distancia, inmediatamente fue a felicitar a su hermana por dar el gol de la victoria, el gol de oro.
- Fue todo el equipo, respondió la adolescente con cierto rubor, por alguna razón, las alabanzas y la opinión de Scootaloo era muy valiosa para ella.
Pero a lo lejos, una sombra se movía, una sombra de la que nadie se percataba durante aquellos momentos; detrás de las graderías de madera, se movía con cierta pesadez. Los ojos verdes del joven resaltaban la alegría que sentía por la victoria, había estado puntual, desde el primer tiempo, mentira, desde que la cancha estaba preparándose para la justa entre los equipos rivales. Sus pasos algo dubitativos querían acercarse a celebrar junto a todos los presentes; pero su cabeza era lo suficientemente sabía cómo para no hacerlo, la causa era simple, él estaba ahí.
Oh, cuanta crueldad traen las circunstancias, oh cuán difícil era resistir parado mientras seguía la regla "ojos que ven corazón que no siente", de nada servía pues sabía exactamente lo que estaba pasando. Él era el elegido, él y nadie más, pues en el amor solo pueden haber dos ganadores, o al menos así lo sostenían todos, incluso el joven de piel roja: quien recibe el amor y quien lo da, ambos convertidos en una persona en un vínculo con otra y solamente estas dos podían vivir juntos los bellos momentos que traía consigo el amor, aun si no fuese una película de acción podía hacer latir el corazón de preocupación, de adrenalina, de miedo y de dolor. Aun si no te metía en un viaje al espacio exterior, te hacía volar al cielo, incluso más allá, ir a la luna para hacerte volver en pocos segundos. En fin, era una felicidad tan grande la que producía entre ambos, que seguramente ambos se encontraban dentro de la ronda que se había formado en la cancha.
Dentro de la ronda, las amigas de la mejor deportista de Canterlot High se apartaban para dar paso al joven atractivo de pelo azul marino, con una remera de los Wonderbolts, se acercó lentamente para tomar a la adolescente de piel cian de la muñeca y levantar su mano. Lo cual avivó aún más las alabanzas de los hinchas con piropos congruentes con la ocasión. Rainbow se sonrojó, pues Soarin era el galán en armadura azul, todo el mundo lo sabía y lo suyo con él tenía un avance lento, a veces eran amigos, a veces pasaban a algo más, evidencia de ello eran los besos que se habían dado durante los últimos meses, espontáneos, inesperados, a veces ella tomaba la iniciativa, a veces él. Es cierto, ella fue bastante mala al principio, recordó que en una ocasión había babeado a causa de un ósculo lleno de pasión y curiosidad, hasta ee entonces no conoció los besos de lengua. Mas el jugador estrella de las disciplinas masculinas era el maestro perfecto y así como ella mostraba su garra en el campo, él le enseñaba a mostrar aquel extraño afecto que ambos tenían; esos eran momentos de aventura para Rainbow, sentir aquellas reacciones placenteras que su cuerpo tenía al sentir los labios del adolescente era algo maravilloso, no necesitaba de justificación ni de razones. Sin embargo, además de esas muestras de afecto: el contacto, las charlas, los juegos, todo ello componía su extraña relación.
Soarin observaba con sus hermosos ojos a la goleadora del partido, ella le devolvía la mirada, la chispa que había entre los dos era incomparable, en ese momento, se dieron cuenta de que no eran simplemente amigos ni querían serlo. Las amigas de la pegaso observaban con emoción el momento, su Rainbow comenzaba a dar los primeros pasos en el romance y no lo hacía nada mal. Pero del grupo, una muchacha se percató de algo extraño, la pelifuego notó a lo lejos una figura paseándose detrás de las graderías de madera, iluminado por luces de baja intensidad; una sombra solitaria que no celebraba la victoria de las Wondercolts. Sin dudarlo salió del círculo de celebración, conocía la soledad y justamente por ello no deseaba que nadie sufriera de ella. Mucho menos en momentos de júbilo como aquellos.
- Yo invito una porción de papas a todos. Gritó alguien dentro del círculo, pronto todos comenzaron a correr.
- ¡¿Es enserio?! Pregunto otra persona. Al parecer el primero se dio cuenta de la cantidad de porciones que debía comprar y respondió.
- Bueno tengo unos cupones. Todos rieron al unísono.
Pinkie observó a su amiga alejarse.
- ¿A dónde vas Sunset? Te perderás las papas y la fiesta. Advirtió la muchacha de pelo alocado.
- No te preocupes por mí, ve con los demás a celebrar.
- A ya entiendo, vas a averiguar por qué Big Mac está tan triste. Exclamó la hiperactiva amiga, desapareciendo del lugar antes de que Sunset Shimmer pudiera decir algo más.
Un sabor amargo era el que dejaba la celebración, el fornido joven sentía como su pecho se contraía, era como si alguien lo estuviese apretujando con todas sus fuerzas, su garganta estaba hecha un nudo, un grito luchaba por salir, las lágrimas se contenían en sus ojos, unos cuantos gemidos lograban sacar sus penas fuera, lo había visto, no todo; pero si la parte más importante, esa mirada, esos ojos con los que por mucho tiempo andaba soñando; la sonrisa tan sincera que la joven dibujó. Pero no iban dirigidas hacia él, sino hacia el galán de pelo azul marino, de ojos que tenían fama de rompecorazones; nadie más que ese muchacho. ¿Rabia? No, tristeza, eso era lo que sentía, pérdida por algo que jamás tuvo pero que deseaba tener. Las razones eran de las más variadas, las estrategias que tomó para evitarlo también, pero el amor le jugó tantos contragolpes, tantas refutaciones que al final no pudo contra él.
Pero ahora, ahí estaba, sentado en el frío concreto, con un peso tremendo sobre su corazón, cabizbajo y con una lágrima rebelde que se deslizaba por su rostro marcado por las horas intensas de trabajo, al igual que sus músculos, pero entendía que su fuerza física era inútil contra aquel peso. Eso es, Big Mac era un tonto fornido sensible, nada más contradictorio. Pero el eco de unos pasos llamaron su atención, rápidamente se limpió la lágrima rebelde, se arregló lo mejor que pudo e inició a encaminarse fuera de la escuela.
- ¡Espera! Era la voz de Sunset Shimmer.
El adolescente movió la cabeza en dirección a la muchacha que se acercaba con pasos rápidos, no la conocía, era una completa extraña, alguna vez había escuchado a su hermana y sus amigas hablar de ella. Incluso había estado en la granja Apple en las festividades de navidad, pero realmente no la conocía. Al menos no a la nueva, pues la anterior era temible. Por lo cual no supo exactamente cómo reaccionar ante el interés que esta le tomó de repente.
- Big Mac ¿Qué haces tan solo en una noche tan alegre?
- Nada. Respondió el de ojos verdes, quien llevaba consigo su mochila y seguía vestido con su camisa roja y su jean, junto con sus tenis blanco con rojo. Acostumbraba llevar ropa de calle que también podría ser idónea para realizar diferentes trabajos más que una de look o a la moda, pues era un sujeto práctico, no había cosa que no pudiera reparar, no había trabajo demasiado duro. Eso se reflejaba en su aspecto.
- Fue una victoria memorable ¿no lo crees?
- Emm. No lo sé. Respondió con su brevedad cotidiana.
- Eso lo dudo, estuviste aquí desde hace más de tres horas, lo sé porque no llevas abrigo alguno y aun tienes tu mochila de colegio, por cierto está abierta.
Big Mac rápidamente se descargó su mochila para cerrarla, ella era tan buena observadora como él. Pues por su aspecto, estaba cansada por él descuido de sus botas, había estado con Rarity por las uñas pintadas y abrazado a Rainbow o alguna jugadora debido a la humedad de su blusa.
- Gracias, ¿Por qué no estas con tus amigas?
- Es que vi que alguien estaba solo y no me gusta ver a alguien solo, sobre todo cuando no hay motivo para ello.
- Fue una gran victoria. Dijo brevemente el fortachón.
La pelifuego observó las estrellas en el cielo, decir cosas obvias no era el fuerte de Big Mac, o al menos así parecía ser, pues no desperdiciaba palabras, lo cual convertía el trabajo de hablar con él en un verdadero desafío, no entendía cómo podía llevarse bien con Cheerilee. Bueno, Fluttershy también solía pasar algún tiempo con él, sobre todo cuando iba a atender a sus animales enfermos. Para ser una adolescente tenía conocimientos de un veterinario profesional.
- Lo raro es que no te acercaste a celebrar, sé que soy una completa extraña para ti, pero no tolero ver que alguien mienta para ocultar sus emociones, aunque es lo más comprensible. Nadie quiere demostrar su debilidad, su fragilidad. Dijo la adolescente mientras observaba su reflejo en el mostrador de una tienda.
La muchacha parecía toda una sabía, no era la cabeza hueca que aparentaba ser, Big Mac comprendió entonces la razón por la cual ella pudo tomar toda la escuela bajo su poder sin levantar sospechas.
- Victoria de los Wondercolts, no mía. Resolvió, para dejar a la ex villana con una mueca de extrañeza, pero la información era procesada dentro de su cabeza mientras continuaban caminando.
- Te perdiste las papas gratis, pero sabes, yo quiero celebrar, así que, como estamos frente a Sugarcube Corner, creo que puedo invitarte una malteada de chocolate.
Si algo había que tentaba al muchacho, era el chocolate y más en malteada, asintió con la cabeza, impresionado de la distracción que la pelifuego había generado, pues en un momento estaban en las afueras de Canterlot High y ahora se encontraban en Sugarcube Corner.
- Dos malteadas de chocolate por favor. Ordenó Sunset, para después voltearse y ver al fornido muchacho, era intrigante y ciertamente comprendía porque muchas muchachas le echaban algún piropo, entendía algo de la simetría humana; él tenía el ancho de hombros ideal, los pectorales firmes y un rostro uniforme. Pero no era su tipo. No obstante, esa no era razón para abandonar a un amigo en situaciones como las que pasaban o al menos presentía que pasaba.
La pelifuego se sentó frente al muchacho, quien chocaba sus dedos contra su rodilla. Una música de ambiente comenzó a emitirse, la noche traía consigo el fin de las actividades laborales en su mayoría, muchos asocian la noche con el descanso, otros con festejos, dependiendo de a quien le preguntes. Big Mac se sentía cansado, su cuerpo estaba acostumbrado a dar todo de sí durante las horas de día y una parte de la noche, pero luego se preparaba para descansar, era tan puntual como un reloj, pues era la rutina de sus días, una rutina de la cual gustaba y ciertamente se sentía esenciado con ella, con su trabajo en Sweet Apple Acres. La pelifuego terminó por desenmarañar las palabras del de ojos verdes.
- Sé que no eres de los que hablan mucho, lo cual es bueno, porque es aburrido tener que lidiar con el ego de los muchachos. Pero cuéntame, por qué te quedaste tanto tiempo en la escuela, debes tener mucha hambre.
- Tenía trabajo que hacer, una entrega de sidra. Mintió el fornido mancebo.
- Bueno, entonces ¿trajiste tu mochila por accidente?
- Debía acortar tiempo. Fue la respuesta del de ojos verdes.
De pronto, una banda de chicas se apareció en el lugar, Sunset Shimmer las reconoció de inmediato, así que salió del lugar para llamarlas. Inmediatamente ellas se acercaron.
- Wow Rainbow, que cabezazo. Gritó la chica de cabello rosa.
- Es la centésima vez que lo dices, ya no es tan asombroso Pinkie, recalcó Rarity.
Lentamente las féminas ingresaban a las instalaciones.
- Muy bien chicas ¿que desean ordenar? Preguntó Pinkie mientras se ponía un delantal rosa.
- Lo de siempre. Dijeron al unísono.
- Dime Sunset ¿Por qué te fuiste tan rápido? Inquirió Rarity mientras señalaba al fornido con los ojos. A su lado se encontraba Applejack con una mirada intermedia entre celos (de hermana obviamente) e intriga.
- Bueno, Big Mac estaba solo, así que lo acompañé hasta aquí, parece que tiene mucha hambre, respondió la pelifuego mientras fingía arreglar uno de sus mechones de cabello, el difícil lenguaje corporal que Rarity usaba era algo complicado, pero con el tiempo, todo el grupo lo dominó, era muy útil en momentos como aquellos, donde se pueden malinterpretar las cosas – parece que comió algo mal o tiene una astilla en el cas… digo pie. Agregó la pelirroja, a lo cual sus amigas sonrieron y se acercaron a la mesa del fortachón.
Las mesas de Sugarcube Corner tenían normalmente dos sillas para dos personas (si me explico mal vean el corto música para mis oídos, ahí aparecen) pero el grupo de seis usualmente utilizaban el sillón ubicado entre dos ventanas, donde tranquilamente entraban cuatro y Pinkie junto con Sunset se sentaban en dos sillas. Pero en esta ocasión, tendrían que apretujarse un poco. Applejack haló de la mano a su hermano mayor, llevándolo junto con sus amigas a una de las sillas que se encontraba frente al sillón. Rainbow, Rarity, Flutteshy y Applejack se sentaron en el sofá, Sunset se metió al medio, aun con las cinco, el mueble no parecía estar a punto de explotar, Pinkie tomó su silla de costumbre, trató de llevar una mesa extra al lugar, pero debido a los materiales de los que estaba hecha, era mucho más pesada de lo que aparentaba, así que Big Mac se levantó y sin mucho esfuerzo, la trasladó hasta el lugar.
Las miradas de aquellas seis féminas no hacían más que poner nervioso al fortachón, era cierto que la cantidad de muchachos en Canterlot era proporcionalmente menor al de chicas; pero esa no era razón de la atención, no. Era el hecho de que era el hermano de Applejack, las preocupaciones de ella, eran las preocupaciones de sus amigas, más de una vez ayudaron a cosechar manzanas, al ser rara la vez que se sentía decaído, su hermana tenía una gran preocupación y por ende, sus amigas también. Todo paso tan rápido, que solamente en ese entonces se percataba de cuan irónica era la vida. La muchacha por la que sufría se encontraba en frente suyo, en cierta forma preocupada por él, junto con otras cuatro chicas, alrededor; cuatro porque su hermana era su hermana.
- Bueno ¿No vas a decir nada? Interrogó la peli arcoíris a sabiendas de que el centro de atención era él.
- Eee, ¿alguna ha visto una buena película ultimadamente? Fue todo lo que se le ocurrió decir al fortachón de ojos tristes.
- Bueno, yo vi el señor de las sortijas, la desolación de Stoug y La batalla de los cinco batallones (Si lo sé, tengo poca imaginación). A Fluttershy le brillaron los ojos, extrañamente le encantaba toda la franquicia.
- Rainbow Dash, eso es como seis o siete horas de guerreros gritando y luchando y que además no tienen ni una pizca de sentido de la moda, bueno, salvo los elfos. Admitió Rarity que por lo visto, también vio la película que aparentemente era contradictoria a sus gustos.
- ¿Qué? mi hermanita es fan de esas cosas, qué culpa tengo que venga a ver sus películas a mi cuarto. Se defendió la adolescente.
- Además de tener una pésima consideración de las criaturas "mitológicas" mencionó la pelifuego. – Nunca vi que un lobo de esos siguiese órdenes, o que un nigromante sea malo, ellos sólo son reservados. Advirtió Sunset Shimmer, que también se había visto atraída por la película.
- Correcto, esta charla está cada vez más rara, advirtió Applejack.
Sin darse cuenta, la mayoría ya estaba consumiendo sus respectivos bocadillos. Sin embargo, Big Mac observaba de forma sutil a la adolescente de piel cian, sus ojos tenían la maldición de moverse por sí solos cuando ella estaba presente, la buscaban, la apreciaban y como siempre, cuando estaba a punto de dirigirle la palabra o de acercarse, observaban la primera ruta de escape y sus pies la seguían. Aun con el sudor seco en su pelo, con las manchas de tierra en la parte frontal de su polera (pues detestaba cerrar su chamarra) los ojos del adolescente la observaban, se deleitaban durante unos pocos segundos. Fue en una de esas incursiones en las que Sunset pudo notarlo, bajaba la cabeza para tomar su malteada, en el proceso observaba medio local, algunos adornos, hasta que lentamente bajaba por la ventana, como si comprobase algo en ella, para posar su mirada en Rainbow Dash y luego escapar a los pocos segundos. El resto de sus amigas estaba tan concentradas en una charla entre ellas, que se habían olvidado del adolescente. Pero tampoco tenía mucho caso tratar de obligar al fornido muchacho a hablar cuando no quería hacerlo y observando de forma sutil al mancebo pudo aclarar el porqué.
Rainbow tenía la mirada en el infinito, observaba un ventilador en el techo, quizás un tubo fluorescente y cuando hacía eso quería decir que estaba pensando o que estaba durmiéndose con los ojos abiertos, habilidad adquirida en las clases de matemáticas. Muy posiblemente estaba pensando en Soarin, después de todo incluso ella se había puesto así luego de su primera cita con Flash Sentry, aunque no le gustase tanto.
La pequeña reunión terminó tan rápido como comenzó, de una en una se fueron despidiendo, hasta que Rainbow y Rarity se fueron juntas, Big Mac se quedó observando, viendo como la muchacha de sus ojos se alejaba lentamente. Moviendo aquella cabellera que tanto le fascinaba. Un suspiro que nadie oyó se escuchó, nadie salvo Sunset Shimmer que estudiaba con cierta habilidad el caso, era irónico y al mismo tiempo triste: Big Mac, difícilmente podría evitar lo de Rainbow y Soarin; incluso era muy probable que él lo supiese, convirtiéndose en la razón de su suspiro y pese a ello, sentía algo por su amiga.
- Hasta mañana chicas se despidió Applejack – Vamos Big Mac, tenemos trabajo mañana por la mañana.
- EE Sip. Respondió mientras se levantaba.
- ¿Vienes Sunset? Dijo la muchacha con pecas, usando su inconfundible y adorable acento.
- No, me quedaré a ayudar con la limpieza. hasta mañana chicos.
Ni bien salieron de la pastelería, confitería dulcería y todo lo que tenga que ver con lo dulce o similares; la pelifuego llevó el vaso de malteada a la salida.
- Hey Big Mac, te olvidaste de esto. Dijo esperando a que el adolescente se acercase, una vez que lo hizo, la fémina susurró – Descuida, tu secreto está a salvo conmigo. Sorprendiendo al adolescente.
- Hasta mañana. Se despidió finalmente, mientras ingresaba en Sugarcube Corner, poniéndose un delantal de los colores de su cabellera.
Espero que les haya gustado este primer capítulo y nuevamente vuelvo a recalcar, no sé si será un MacDash o un SoarinDash. Pero lejos de todo ello, hay un problema, a diferencia de Big Mac, Soarin tiene poca participación en la serie y pues, no puedo interpretarlo con tan poco, así que haré algo de pincelada libre con él; por lo cual tardaré unos cuantos capítulos en desarrollarlo. Nos leemos pronto.
