El mundo y los personajes de Digimon no me pertenecen. Este fic es un regalo para DaeikoSou por el Intercambio Navideño de Drabbles del foro Proyecto 1-8.

Cualquier error es mío.


Los recuerdos verdaderos parecían fantasmas, mientras los falsos eran tan convincentes que sustituían a la realidad.

[Gabriel García Márquez]


Ecos en rosado


Mimi no había esperado la llamada de Taichi en las vísperas navideñas. Bueno, eso era... ella espetaba llamadas de parte de sus amigos japoneses pero no más que los típicos saludos que obligaba la fecha y las esperaba hasta el último día de diciembre. Y serían pocos, los mismos de siempre. Mimi llevaba tanto tiempo lejos de Japón que algunas imágenes se escurrían entre recuerdos, perdiéndose y mutando de tal forma que ya no sabía cuan verídicos eran. Tal vez su última estadía en su lugar natal, a los dieciséis, tenía un filo más duro en sus recuerdos atados pero no era una época que la llamara a la nostalgia. Mimi todavía tenía pesadillas con ojos furiosos y miradas vacías.

Se cruzó de brazos mientras esperaba. Hacía frío, como cada invierno en la ciudad gris y glamorosa que había elegido para vivir. Se sentía pequeña en ese mundo de luces blancas, de colores tibios y edificios que pretendían acariciar las nubes.

Se preguntó si Taichi extrañaría Japón en esas fiestas y por qué, de todas las personas que conocía, había decidido llamarla a ella. Quizá él sí sentía el pulso de la nostalgia.

—Sería bueno que pudiera quedarme unos días —le había dicho en la llamada—. No quiero ser una molestia...

Mimi no había hablado con Jou ni con Koushiro. Ni con Sora ni con Hikari. Había tomado el teléfono pero las palabras se le perdieron antes de pensarlas y el silencio creció más cada día hasta que ya no importaba.

—¡Mimi!

La voz de Taichi no debió sonar tan cercana y maravillosa y familiar pero, de alguna forma, lo hizo. Encontrar su rostro fue sorprendentemente fácil, a pesar del mar tumultuoso de personas en la calle.

Se miraron el uno al otro por una absurda cantidad de tiempo, reconociéndose.

—No estaba seguro... —comenzó Taichi pero se detuvo abruptamente, midiendo las palabras como nunca había hecho antes.

Le dieron ganas de llorar.

—Tampoco estaba segura —dijo, porque era cierto.

La idea era pasar la fecha con amigos, sì, pero la idea de dejar a Taichi solo...

Mimi no tomaba decisiones con la mente.

Él llevaba un bolso de mano y un abrigo que llegaba hasta las rodillas pero fue la bufanda que llevaba anudada la que captó su atención. La había hecho ella, hace años.

—Lamento haber llamado repentinamente. El plan original era... bueno, se suponía que estaría volando para Japón pero mi vuelo se canceló y... Todo el mundo enloquece en esta fecha, ¿no?

Sonrió. —Está bien. Mis padres se fueron a Hawái... así que hay espacio.

Levantó una ceja, acentuando la expresión confusa. —¿Tus padres se fueron sin ti?

—Se fueron... como luna de miel. Ya sabes, después de renovar sus votos matrimoniales.

Taichi sonrió, y fue como un suave y cálido rayo de sol.

—Tendrán una Navidad muy soleada.

Mimi rio. Y pensó en lo fácil que era estar allí y hablar... Y lo precioso que era ese instante.

—No hay estaciones —acordó—. Siempre hay buen tiempo.

—Nunca visité las islas —dijo Taichi y le dio una sonrisa que arrastraba pasados sentimientos—. Pero recuerdo que querías que estuviera allí.

Mimi se rio nuevamente. ¿Quién más podría traer un crush inocente e infantil a una incómoda reunión veinte años después?

—Espero que tu plan no haya sido quedarnos congelados, princesa.

—No me digas princesa.

Taichi sonrió como si hubiese esperado esa respuesta. Y quizá no eran desconocidos pero hasta esa mañana se había sentido así. Tras sus años intermitentes, ella pensó rara vez en Japón y sus amigos. Estados Unidos la había absorbido y anclado, le dejó poco tiempo para otra cosa que no sea existir en el momento.

—¿Tuviste suerte con el proyecto? —preguntó.

La fugaz sorpresa en el rostro de Taichi se derritió en una sonrisa brillante.

—¿Estás siguiendo el proyecto?

Parpadeó. —Es sobre los digimons.

Por un segundo pareció que él quería decir algo. Mimi esperó el reproche y la acusación porque podía probarlas en su lengua.

—Por ahora está en revisión pero tenemos esperanzas. No vamos a rendirnos hasta que la aprueben. Podrás tener a Palmon contigo sin importar dónde estés. No podrán quitártela de nuevo, no podrán usar a nuestros amigos como...

Cerró los ojos un minuto, pero sonrió al final.

—Tengo que comprar algunas cosas para la cena —Por fin, ella encontró las palabras—. Estás lejos de Japón pero me gustaría que tengas algo especial..

Taichi sonrió.

—Estás conmigo —le dijo—. Aceptaste mi llamada y me dejarás pasar Navidad contigo. No necesito algo más especial que eso.

Nunca había sido tan elocuente.

—Quiero decir… Me refiero a tener una Navidad japonesa.

—¿Y te acuerdas de cómo es exactamente una Navidad japonesa? —preguntó Taichi.

Frunció los labios. —Me ayudarás si algo falta.

—Quizá yo quería ver que había de especial en la tradición estadounidense. Quizá busqué lo que hacen aquí para no estar tan perdido...

—¿Buscaste? Apuesto lo que quieras a que Koushiro hizo todo el trabajo.

Él sonrió, irreverente y sin culpa. Mimi sacudió la cabeza.

—Podemos hacer una combinación con ambos estilos, ¿sabes? No son excluyentes uno del otro. Puedo cocinar y te ayudaré con algunas cosas…

—Y puedo ayudarte a decorar.

—Puedes ayudarme a decorar —aceptó ella, sonriendo—... aunque te digo que mis padres siempre ganan las competencias por la decoración navideña. No creo que tengas algo que...

Taichi buscó algo en el bolsillo de su gabardina y Mimi se encontró curiosa. Él levantó el brazo por encima de sus cabezas, los dedos escondiendo algo en la palma de su mano y se sintió frustrada. Aún en tacones, era más alto que ella. Y no quería... no quería actuar como una niña.

—Cierra los ojos —pidió.

—¡Taichi!

Tuvo el descaro de reírse.

Y fue entonces cuando miró hacia arriba. La nieve había empezado a caer, pero era el tímido descenso que deja el blanco bailando en copos.

Mimi se sintió sonreír cuando vio el pequeño arreglo que se asomaba entre los dedos de Taichi.

Era muérdago.


N/A: Daeiko, ¡Muy feliz Navidad! Este es el primer capítulo, espero tener pronto el segundo. Apenas leí la frase que dejaste no dejó de darme vueltas en la cabeza, así que tenía que usarla :)

¡Muchas felicidades a todos!