Disclaimer: Los personajes pertenecen a George R. R. Martin. Yo solo los he tomado prestados por un rato, para disgusto de Martin y deleite mío, y no obtengo ninguna clase de beneficio al hacerlo.

Este fic participa del desafío de noviembre "La batalla de hielo y fuego" del foro "Alas negras, palabras negras".

Este fic contiene 500 palabras exactas, sin contar el título.


Sueños de loba

El invierno había llegado.

El viento blanco soplaba y la nieve caía como pétalos marchitos, adhiriéndose a su oscuro pelaje. Pequeños haces de luz lunar se colaban por las hojas de los árboles, iluminando de manera irregular su camino. Los pasos en la distancia eran tenues y amortiguados; pero sus sentidos ahora eran más agudos y en este particular momento estaban más alerta.

Era tiempo de cazar.

Podía escucharlos, olerlos… Miedo era todo lo que transpiraban sus poros, y no era para menos: ella y su manada estaban al acecho, hambrientos. El huesudo venado que habían devorado no había sido suficiente para aplacar la necesidad que roía en sus entrañas; además, desde que su lengua había saboreado la sangre y sus colmillos habían desgarrado el primer trozo de piel, la carne humana se había transformado en su favorita.

Movió las orejas y aguzó la vista.

Los hombres lucían aterrados. Sus cuerpos daban leves respingos al escuchar cualquier sonido proveniente del espeso manto blanco en el que se habían transformado los bosques circundantes a Harrenhal.

Estaban cerca, casi podía saborearlos: eran simples pedazos de carne.

Se deslizó a través de la penumbra como una sombra más, mimetizándose con los árboles. Cada músculo de este cuerpo respondía de manera inmediata a sus órdenes, como si siempre le hubiese pertenecido. Sus patas se hundieron con suavidad sobre la nieve, sin emitir sonido alguno, marcando el camino de sus compañeros de manada.

El ataque se desarrolló una exhalación más tarde. El aire condensándose, saliendo de las fosas de su presa —su última respiración— fue la señal que esperó. Se impulsó sobre sus patas traseras y saltó sobre el hombre más cercano, justo a su cuello.

El hombre solo tuvo tiempo de gritar. Su chillido agónico hendió el aire a modo de alerta, y fue lo único que su manada necesitó para entrar al ataque y unir fuerzas. Eran lobos más pequeños. Al principio temían acercarse a los humanos, pero todo eso, gracias a ella, había quedado en el pasado. Se lanzaron sobre los demás hombres con la misma fiereza con la que ella, para entonces, descuartizaba a su presa.

Pronto un brillante charco carmesí empezó a colorear la pálida nieve y el bosque se tornó escarlata. El olor a sangre inundó el aire y su sabor embriagó sus sentidos. La sensación que sintió mientras rasgaba con sus colmillos la carne era el mayor placer que había experimentado, más grato incluso que matar con Aguja: huesos, músculos y cartílagos se desgarraban ante la presión de sus caninos como si de seda se tratara.

En momentos como este la sangre salvaje, de loba que siempre había corrido por sus venas, hervía de éxtasis. Su humanidad se perdía: esa parte suya que aún le quedaba, que se había resistido a tirar a Aguja y todo lo que representaba, moría al transformarse en esta fiera.

Ahora no era Arya, ni Arry, ni Nadie... Era Nymeria y era completamente libre; aunque solo fuera por unas horas, por un sueño.


Las variables que le tocó a mi equipo (Casa Stark) para el desafío de este mes fueron:

Estación del año: Invierno.

Región: Tierras de los Ríos.

Animal: Ciervo/Venado.

Gracias por leer :B