Disclaimer:Ninguno de los personajes me pertenece son todo obra de la cabecita pensante de JK Rowling, aunque debería haberse centrado también en personajes molones como Fabian y Emmeline :)
Bueno queridos, después de mucho pensarlo he decidido cambiar la dinámica del fic, toda la culpa la tiene cierta personilla(sí eso va por ti Kaochi) que me hizo enamorarme perdidamente de Emmeline por lo que el fic anteriormente llamado Los pelirrojos traen mala suerte pasa a convertirse en lo que veis ahora. Igual que en el otro iré alternando personajes, pero serán Fabian y Emmeline ( y NO, no van a tener ningún rollete). Como veis he dejado algunos capitulos aunque en el resto habrá modificaciones mas serias. Y sin más preámbulo, ¡ a leer!
Fabian Prewett era un chico muy listo. O eso se hacía creer cada día con ayuda de su abuela que hacía aportaciones cuatro veces al año. Solo había una asignatura que se le resistía: Adivinación. Pero cuando una chica castaña apareció resoplando con cara de preocupación y lo pilló saltando alrededor de la bola de cristal, se dio cuenta de que, definitivamente, las chicas eran otra de sus asignaturas pendientes. No era que aquella chica fuese despampanante, era de esas que ves en un bar y dices que no están mal. Ni tan fea como para no mirarla, ni tan guapa como para girarse.
Se fijó más detenidamente en ella. Mediría una cabeza menos que él, tenía la cara ovalada y las facciones marcadas, no le favorecía mucho estar resollando como si acabase de correr la maratón, pero la verdad que tenía unos ojos bonitos. Eran grandes con pestañas muy largas que resaltaban por ser varios tonos más oscuros que el pelo. Se notaba que venía de la fiesta, ya que iba maquillada, aunque conociendo a las chicas de su curso con ese pantalón negro y la camiseta lisa iría de las más sencillitas. Tenía una complexión delgada y atlética, no pudo evitar fijarse en que tenía un escote bastante decente… Volviendo al tema, una desconocida acababa de verlo dando saltos cual gremlin grillado alrededor de una maldita bola de adivinación.
Podría haber intentado actuar naturalmente, haberse apoyado en la mesa sensualmente poniendo cara de interesante y haber dicho algo como: Tranquila preciosa, no hay de qué preocuparse. Ya está todo arreglado.
En cambio se quedó clavado en el sitio, sintiendo cómo su cara se ponía a tono con su pelo y tartamudeando cosas incoherentes. Para colmo la chica empezó a reírse como una histérica, le caían lágrimas por las mejillas y todo. Lo cual hirió profundamente su orgullo varonil.
- ¿Qué es tan cómico?
Ante su imperioso tono la chica pareció cortarse un poco. Intentó ponerse seria, pero le entró una tos incontrolable muy rara.
- No te tomes la adivinación a risa, pueden revelarte cosas sorprendentes…
- Como por ejemplo: ¿Por qué estás aquí en vez de en la fiesta? – preguntó la chica burlona
Claramente, no le iba a decir que se le daba mal la adivinación y había ido allí para intentar sacarle algo a la bola de cristal porque su vejiga se negaba a aguantar más té con posos… Ya que no era cierto. Estaba allí, a aquellas horas, aún con le uniforme, bueno…, porque…
- ¿Crees que una fiesta puede desvelarte los misterios de tu futuro?
Tenía que reconocerlo, no había una buena excusa. Así que optó por salirse de la tangente y cambiar de tema.
La chica levantó una ceja escéptica como si de verdad lo pensase, pero la lógica aplastante de él debió de convencerla porque en dos pasos se plantó ante la mesa.
- ¿En serio?- preguntó
Fabian asintió sin mucha convicción.
- Demuéstramelo – le reto sentándose en una banqueta delante de la bola de cristal con los brazos cruzados.
Aquello no se lo había esperado. Ahora no solo tenía que demostrarse a si mismo que podía sacar algo estúpido del futuro más cercano, sino que también tenía que demostrárselo a aquella desconocida. ¡Por Rowena!, ¿De dónde narices había salido? ¿Era uno de sus duendes personales que había ido a hacerle la vida imposible?
Bueno, fuera lo que fuera, allí había un ser expectante para ver sus increíbles facultades y no iba a defraudarlo. Agarró una silla, se sentó, se arremangó la túnica y centro toda su atención en la superficie de cristal. Incluso la frotó un par de veces como si se tratase de una lámpara mágica Muggle.
- Veo…, veo…- las manos le temblaban. ¿Qué iba a decir? Lo único que veía otra vez era… ¡claro! Eso al menos era algo.- ¡Veo una cola de rata!- exclamó con la misma intensidad con la que un científico gritaría Eureka al descubrir algún mecanismo del universo.
Mientras cogía el libro de la mesa de atrás para leerle su escabroso futuro a la chica, vio como esta esbozaba una sonrisa divertida. Que se preparase, porque la iba a dejar de piedra.
- Atenta- le dijo después de pasar varias veces las hojas hacia adelante y hacia atrás en lo que a él le pareció de lo más profesional. Hizo una pequeña pausa dramática- airohanoz ed letsap ne aratlas anar anu…
Fabian leyó otra vez la línea. No había entendido ni una palabra. ¿Tendría la chica ascendencia china y sí tenía sentido para ella?
- Prueba a darle la vuelta al libro- le recomendó ella con la cara roja y una mano en la boca. Lo cual no ayudaba nada a entender lo que decía.
Hizo lo que la chica le decía y efectivamente, todo se volvió más claro. Por aquel entonces su cara debía tener luz propia, así que optó por enterrarla en el libro y leer de una vez lo que significaba la maldita cola de rata.
- Aquí dice que una rana saltará en tu pastel de zanahoria, un poltergeist te atacará en la ducha y tendrás un desfortunio amoroso.
Ahora entendía porque no se le daba bien la adivinación, no tenía ninguna lógica. Además tampoco era algo que te pudieses aprender de memoria. Fue a decirle a la chica que si quería le hacia otra demostración pero las palabras se le cortaron al ver la cara de abatimiento de ella.
- Oye, no te preocupes, que los poltergeist jamás se han metido en las duchas de chichas- intentó consolarle él
- No es por eso- la chica frotó la cara con preocupación, se notaba que había algo que la carcomía- es solo que… ¡Déjalo! Trae esa mierda, te tienes que haber equivocado.
Le arrancó el libro literalmente de las manos, menudo pronto le había dado de repente. ¿Qué le había pasado? Tenía que haber sido algo que había dicho la predicción. Entonces lo vio claro, ajá…
- Así que tienes problemas con los hombres, ¿Eh?
Ella levantó la mirada del libro absolutamente sorprendida. El chico sintió como le subía su autoestima, no era el único que las pasaba canutas con el sexo contrario.
- No tienes porque preocuparte- prosiguió Fabian- soy un experto en la materia.
La chica dibujó una sonrisa maliciosa.
- Espero que no seas igual de experto que en la adivinación- ¡Au!, aquello había sido un golpe bajo- te voy a enseñar como se hace una adivinación de verdad.
Dejó el libro a un lado, cerró los ojos y empezó a hacer ruidos extraños que por lo que él entendió le debían de dar concentración.
- Veo un libro abierto y una flecha…- ahora tenía la bola de cristal a dos centímetros de su cara como si así las formas fuesen más claras- sí… Creo que ya sé lo que significa.
Cogió el libro con un gesto muy seguro de si misma y lo abrió por una página a lazar, pasó un par de hojas hacia adelante y señaló con el dedo un punto que Fabian no veía.
- Pone que eres bueno estudiando y que hay una chica que te tiene atravesado el corazón.
- Eso no puede ser- la interrumpió al chico- se quedarían demasiadas pretendientes con el corazón roto
La chica puso los ojos en blanco y murmuró algo. Luego sin hacer más caso a su comentario prosiguió.
- Compartís la afición por los libros… y oh, por lo que pone aquí ella no sabe nada de tus… sentimientos.
Aquello estaba empezando a mosquear a Fabian, todas aquellas predicciones le hacían pensar todo el rato en una persona en concreto. Sí, ella, Marlene McKinnon.
Era una chica de su casa y prefecta del curso. Ella, su hermano Gideon y él iban siempre juntos a todas partes. Era inteligente, divertida y esa media melena ondulada le quedaba tan bien… No era que él sintiese nada por ella, simplemente eran amigos y vale. Eran demasiadas coincidencias con lo cual o ella sabía algo de él, lo cual le mosqueaba en sobremanera porque él no sabía absolutamente nada de ella, o por le contrario sabía mucho de adivinación y en ese caso, aunque le doliese su ego de por vida, le pediría que lo ayudase para los exámenes.
No pudo ahondar mucho más en el tema porque en ese momento su hermano Gideon, haciendo gala de su poco sentido de la oportunidad, apareció en la puerta.
- Sabía que te encontraría a…- se cortó a mitad de frase al ver a la chica allí- Tú… ¿No serás Haley Peregrym, verdad?
La tez de ella palideció y se pudo oír perfectamente como tragaba saliva.
- Ehm, sí. ¿Por?
- Hay un par de personas que preguntan por ti abajo, una de ellas la profesora McGonagall así que creo que deberías darte prisa.
La chica llamada Haley se levantó lentamente con el mismo entusiasmo de alguien que lo llevan al matadero. Antes de salir hizo un gesto de despedida con la mano y desapareció dejando a Fabian absolutamente perplejo.
- ¿Que había pasado abajo? Porque parecía algo bastante malo y si encima estaba la profesora McGonagall implicaba aquello no tenía muy buena pinta para la pobre chica. Pero no le terminaba de cuadrar, parecía nueva y bastante inofensiva…
- Por Rowena Fabian, ¿Qué hacías aquí? ¡Y encima con ella!
La estridente voz de su hermano gemelo lo sacó de sus cavilaciones. Ni que la chica fuese una delincuente o algo.
- No tienes ni idea de lo que ha pasado abajo, ¿verdad?
Fabian negó con la cabeza, esa era una de las pocas cosas buena de Gideon. No hacia falta darle tanta cuerda como a él para que contase las cosas, su hermano si no las contaba explotaba. Por lo demás era demasiado impertinente, a la vez que poco persistente en sus estudios y demasiado centrado en cosas estúpidas. Seguía sin explicarse como narices podían haber salido del mismo óvulo siendo ambos tan distintos en su forma de ser y actuar. Por supuesto Fabian se había quedado con las mejores cualidades, como era obvio.
- Como es la nueva del curso Luck McLaggen ha decidido hacer migas con ella. Por supuesto el Whisky de Fuego le ha ayudado a ser aún más idiota de lo normal. No se muy bien que ha pasado, pero estaban hablando y de repente ella le ha pegado un empentón que casi lo tira de la silla y la chica se ha largado corriendo- Gideon soltó una carcajada- menudo revuelo.
Luego siguió metiéndole el royo de lo buenas que estaban todas la chicas de la fiesta, de los escotes que llevaban y de lo que el hacia falta a él también una pre-fiesta con alcohol de verdad. Y como no, empezó a lloriquear de lo mal que le iba con las chicas y que solo lo trataban como su amigo gay. Es decir, le contaban sus penas pero no querían nada de nada con él. Legados a ese punto Fabian solía alegrarse de no haber bajado, porque de todas formas no iba a pillar cacho. Eso lo consolaba bastante, su hermano tenía el mismo problema con las chicas que él. Pero Gideon al menos se hablaba con una cuantas y no se quedaba quieto y tartamudeando incoherencias e incluso tenía un poco de éxito con alguna, el problema era que al final siempre acaba consolándolas de sus penas y de los hombres inútiles que les tocaban en su vida. Pero aquella vez sus pensamientos estaban lejos. Aquella desconocida que se llamaba Haley lo había dejado totalmente desconcertado. Primero no tenía pinta de ser una chica que se mete en líos y además parecía saber cosas de él siendo que no se conocían. Por otra parte le parecía que se iban a llevar bastante bien. Toda persona que el pegase un empujón a alguien cercano a Tiberius McLaggen tenía todo su apoyo.
