Hola seres del planeta tierra, aquí Mana, trayendo para vosotros un nuevo fic de mis chicos favoritos. Si, los merodeadores. Estos cuatro chicos llegan listos para poner todo el colegio del revés. ¿Quién dijo que un partido de Quidditch no podía aprovecharse para vender banderines hechizados a unos pobres ingenuos? En esta ocasión, sin embargo les acompaña (porque es lo que les faltaba) una pequeña chica que está dispuesta a convertir todo Hogwarts en el blanco de sus bromas. No se salva nadie.
Disclaimer: Obviamente nada en este maravilloso mundo ni ninguno de estos mágicos personajes me pertenecen a mi, sino a su también mágica creadora JK Rowling. Bueno, mi OC si me pertenece, por eso se llama OC (Original character).
Prólogo
Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas
Ocurrió en el transcurso de su 5º año en Hogwarts. Acababan de firmar el por fin terminado mapa del merodeador. Un ligero toque de varita y:
—Travesura realizada. —James guardó el mapa en el fondo de su baúl junto a la capa de invisibilidad, heredada de su padre, para asegurarse de que nadie más lo encontrara. Cosa que resultaba por demás ilógica dado que ellos cuatro eran los únicos que transitaban aquella habitación. Por otro lado, Sirius ya se encontraba tirado en el centro del cuarto con brazos y piernas extendidos a ambos lados de su cuerpo y los párpados caídos impidiendo ver sus tormentosos ojos grises. Estaba a punto de quedarse dormido cuando un débil golpe en su costado, cortesía de Remus Lupin, le hizo concentrar su mirada en él.
—No te duermas Padfoot. Es hora de ir a clase.
—Pero Moony, es historia de la magia, prefiero dormir sobre una suave y mullida cama antes que hacerlo sobre uno de esos viejos pupitres.
—Primero, no estás en ninguna cama sino en el suelo. —Dijo Remus mientras despertaba a Peter que se había quedado dormido con la cabeza sobre el colchón y el resto de su cuerpo sentado en el suelo—. Y segundo, este año son los TIMOS, precisamente porque siempre estás durmiendo es que deberías ir a clase.
—Oh vamos Moony, sabes que de todas formas nos irá bien, ¿no es cierto Prongs? —Sirius giró la cabeza intentando encontrar algo de apoyo en su amigo de gafas, pero éste parecía más ocupado intentando encontrar una nueva manera de dormir con los ojos abiertos (la última había sido descubierta tras un desastroso incidente con una poción crecepelo) que en ayudar a su hermano con el regaño del lobito. Después de un par de inútiles reclamos más, Sirius, junto a James y Peter, que había vuelto a dormirse, fueron arrastrados hasta el aula. Por supuesto, Remus sabía que había tenido suerte. Si no fuera porque estaban mortalmente cansados habrían podido convencerlo, como siempre, de que les dejara saltarse la clase.
Pasar toda la noche en vela terminando el mapa había parecido una buena idea al principio e incluso al final de la noche, pero desde luego, después de una jornada exhaustiva de clases sin la oportunidad siquiera de haber tenido tiempo para el desayuno, parecía la peor idea que nunca habían tenido, y eso era mucho decir con la cantidad de planes absurdos que alguna vez habían sido llevados a cabo por los merodeadores. Aunque sin duda, la verdadera sorpresa llegó cuando, agotados e irritables en el caso de James y Sirius, regresaron al dormitorio de 5º año de Gryffindor y encontraron, recostada sobre la cama de James mientras ojeaba un ejemplar de "Quidditch a través de los tiempos", a la que sería de ahora en adelante su mayor fuente de problemas -diversión-.
La persona en cuestión se encontraba tumbada sobre el colchón con la cabeza en dirección a los pies de la cama y las piernas apoyadas verticalmente en la cabecera. Sujetaba el libro sobre su cabeza con ayuda de su mano izquierda mientras la derecha era la encargada de pasar las páginas. La chica, de la misma edad que el resto de los presentes, tenía el cabello café oscuro esparcido de forma desordenada sobre las sábanas. Le llegaba hasta la mitad de la espalda y caía de forma grácil en suaves y serpenteantes ondulaciones. Sus ojos, fijos en el libro frente a ella, eran grandes y azules, moviéndose de una forma traviesa entre las líneas, aprendiendo ahora sobre las jugadas más importantes de la historia sin haberse percatado todavía de la presencia merodeadora en la puerta. O eso parecía. Lo que más los extrañó no fue que se hubiera apoderado de la cama de James, ni la por demás excéntrica posición en la que se encontraba, ni siquiera el hecho de que pese a llevar puesta la túnica roja y dorada de su casa nunca la habían visto antes. No, lo que más extrañó a los merodeadores fue la oscura cicatriz que parecía rodear su cuello, contrastando terriblemente con el tono blanco e inmaculado de su piel.
Fue primero Remus, y después el resto, quién descubrió al acercarse que no se trataba de una cicatriz sino de un extraño gravado en forma de letras negras que rodeaban su cuello, y que les recordaban, o al menos a Sirius, a las grotescas marcas que deja una soga en el cuello de un ahorcado. La chica, al sentir su cercanía, dejó el libro sobre la cama sin molestarse en marcar la página y se levantó hasta quedar sentada frente a ellos. Su voz sonaba por demás entretenida cuando habló.
— ¿Os encontráis bien?
No, no lo hacían. Porque hasta Peter, que no era el crayón más listo de la caja, había entendido que algo grave estaba pasando. Y es que las oscuras letras sobre el cuello de la huésped rezaban, ni más ni menos, que su famosa frase: "Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas".
Y aquí termina el prólogo de esta nueva historia. ¿Qué os ha parecido? Nos vemos (o leemos?) pronto.
Bye Bye
