Título: Innumerable kisses.

Autora: Rooss

Disclaimer: No, desgraciadamente (que más quisiera yo) Amnesia ni sus personajes me pertenecen, son creaciones de Idea Factory. La historia es lo único que me pertenece.

Advertencias: Palabras altisonantes. Ligero OCC. Un poco de AU.

Fic Type: Posible long fic.

Inspiración: Innumerable kisses, canción del seiyuu de Shin (Kahihara Tetsuya).

Pairing: Shin & Heroine. (Posibles insinuaciones UkyoxHeroine)

Otras publicaciones: Fanfic ES

Notas: Deeee acuerdo~, cambiando del ambiente de Naruto en el que siempre estoy metida, ahora traigo mi primer fic para el fandom Amnesia, que por lo visto hay pocos en español, así que heme aquí contribuyendo a la causa ^^ (benditas sean las vacaciones de invierno), veamos que tal me va aquí. Aun no tengo definido bien cada cuanto subiré los capítulos aquí, a diferencia de mis otros fics que específico siempre, en este se irá dando conforme vaya avanzando. Por el momento espero sus opiniones mediante un review :)

Algo más que cabe resaltar, Neil y Luka, personajes de Amnesia Later, estarán incluidos en el fic.

Tengo una cuenta, llamémosle, friki, en donde subo cosas relacionadas a los fics que publico (adelantos de capítulos, avisos), y de igual manera sirve para que ustedes me dejen sus comentarios sobre los mismos (amenazas, tomatazos, críticas), en ella está de más decir que por cada capítulo (por poner un ejemplo) de este fic, subiré adelantos más estructurados que los que dejo siempre al final de cada capítulo aquí en Fanfiction, más 'spoilers', se podría decir ja ja

h , t , t , p , s : , / , / , w , w , w, . , face , book , . , com , / , roosse , . , mg [Eliminen espacios y comas para acceder o pueden buscar como Roosse MG. El link directo, si se les hace más facil, está en mi perfil de Fanfiction. Aceptaré las solicitudes en cuanto pueda]


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Adorable mal comienzo

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A Orión, uno de los tantos edificios lujosos de la misma cadena departamental para sobre nombrados e importantes inquilinos, había llegado…

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—Una intrusa

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—Más respeto, Shin — carraspeó Waka, quien era, desde hace muchos años, el tutor legal del pelinegro con mirada roja asesina — ya se lo he platicado a tus hermanos y…

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—No me interesa — nuevamente reparó en la chica de cabello melocotón, con semblante de tonta a su opinión— y deja de decir que ellos son mis hermanos —tras darle una última mirada a la temblorosa joven, se retiró.

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La primera impresión siempre es la más importante, o al menos eso le habían dicho Rika hasta el cansancio a ella. Aquella ama de llaves con afilados ojos color oro sacaron a relucir su enjundiosa timidez, pero, decirlo era muy diferente a hacerlo y eso era justamente lo que había pasado para que inquilino numero 1, del respectivo piso 1, se hubiese ganado su miedo y él un desprecio inquietante hacia ella.

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Si tan solo ese día Waka no hubiese llegado de visita a su casa, pidiéndole desesperadamente aquel favor que cambiaría el rumbo de su vida. Quizá ahora Heroine, no estuviese pensando que estar ahí, en presencia del hijo más pequeño, sería la historia de su vida.

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(FLASH BACK- 10 años antes)

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Waka era un hombre con muchas responsabilidades a su cargo, asociado con el dueño de la cadena de esos edificios departamentales de lujo que residían en la mayor parte del estado. Llevaba años ejerciendo un segundo empleo como trabajador social. A los 13 años, tras visitar una casa de huérfanos y jugar con un par de niños supo que su destino era ayudar al prójimo.

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Haciendo lo imposible, finalmente pudo lograr fundar una pequeña asociación que se encargaba de dar en adopción a aquellos niños malaventurados con el fin de brindarles un hogar digno y así asegurarles protección y seguridad.

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Todo marchaba bastante bien, ya que, al ser fundador, solo se encargaba de supervisar, hacer los arreglos, en ocasiones evaluar a los padres interesados y dar su firma para iniciar los trámites de adopción.

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A cada uno de los niños que acogía en su fundación esperando ser adoptados, los conocía. Era importante para él saber quienes eran y darse una idea de que padres podrían ser idóneos para cada infante, además de que se divertía mucho con ellos. Su lado paterno siempre afloraba.

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Hasta que cierta mañana, a las oficinas de su secretaria llegaron 6 pequeños niños. Sin registro alguno, sin padres, quizá únicamente con la absoluta ilusión de ser queridos y aceptados en el mundo.

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—Llegaron esta mañana —informó su secretaria.

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— ¿Llegaron así? ¿Nada más? —preguntó el hombre mirando con asombro a cada uno en particular. Todos rondaban alrededor de l años, o quizá un poco más.

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—Bueno, los encontré en el estacionamiento cuando llegué y… —La joven se acercó a Waka con la intensión de susurrarle mientras señalaba a uno de los niños. Quizá el más grande y el más despierto de ellos, quien parecía tener una mirada ruda — él solamente gritó que quería ver al jefe

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—¿A-A mi? —La joven solo asintió. Waka suspiró, acercándose un poco a los niños para agacharse y quedar a su altura. Los miró individualmente.

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El niño de mirada ruda tenía ojos verdes y cabello ondulado color oro. A su derecha estaban tres niños más. Uno de cabello verde que, aunque aparentaba una mirada dulce parecía preocupado y temeroso. El siguiente era un niño de cabello marrón alborotado con un par de lentes ya muy desgastados, de mirada seria y, finalmente cerrando ese lado estaba un pequeño peliblanco con una mirada inocente aunque atenta a través de esos poderosos ojos azules.

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Del lado izquierdo al rubio estaban los últimos dos, que, a juzgar por sus miradas y sus apariencias, parecían ser los más pequeños. Era un segundo rubio de cabello alborotado a diferencia del primero, de ojos naranjas fruncidos junto a una emoción de desconfianza. Waka miró su mano, estaba entrelazada fuertemente con la del último niño, de cabello negro y ojos rojos, quien sollozaba a contra de su voluntad.

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—Ya no llores, Shin —le dijo el de ojos naranjas con suavidad. El pequeño pelinegro, al sentir la mirada de 'sus hermanos' y la de aquel hombre, se avergonzó, gruñendo, escondiendo el rostro en el hombro del rubio que tomaba su mano.

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—Oiga —Waka volvió la mirada hacia el frente, luego de haberse distraído con los dos pequeños. Aquel de los ojos verdes lo miraba con bastante seriedad— ¿usted es el de la tele, cierto?

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— ¿T-Tele?

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—El que sale en los comerciales —intervino el pequeño de los lentes, acomodándoselos un poco en un aire intelectual.

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— ¿Te refieres al comercial promocional? —El peli marrón asintió solamente ya dándole la palabra nuevamente al rubio mayor— eh, si… ¿Qué se les ofrece?

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—L-La… —Antes de que el rubio siguiera hablando, intervino el peliverde con cierto temor mientras balbuceaba— la caja de colores dice…dice que…usted puede darles a los niños unos papás ¿es cierto?

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—¿La caja de colores?

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—Se refiere a la televisión, señor —aclaró su secretaria.

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—Ah, ya —El hombre rió un poco avergonzado— esto, si, es un trámite largo y depende de la disposición de los niños por querer un hogar

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—¿Di-Dispo…qué? —Waka se enterneció con el pequeño peliverde.

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—Calla, Ukyo —El hombre mayor volvió la vista al rubio. Él parecía la autoridad entre los seis— escuche —El hombre de cabello marrón asintió escuchándolo— quiero un hogar para mí y mis hermanos ¿entendió? —Waka se atragantó, acción que terminó por imitar su secretaria al casi tumbar los papeles que retenía en la carpeta que sujetaba a la altura de su pecho.

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—¿T-Tus hermanos…? —Los miró, ni siquiera se parecían. Y entonces entendió. Eran huérfanos— e-espera…no puedes pedirme eso a la ligera, eso es…

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—¿No puede hacerlo? —preguntó el rubio de manera tosca, retando su capacidad para luego ponerse de pie. Los otros 5 niños le imitaron— bien, entonces iré con alguien más que si pueda, vámonos

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—A-Ano…L-Luka oni-san…hace frío allá afuera, quedemos un rato más aquí —pidió el peliverde atrapando el brazo del rubio con fuerza. El de cabello ondulado frunció los labios, aunque era más alto por tan solo unos centímetros que el pequeño Ukyo, parecía tener una cierta debilidad ante el pequeño de cabello verde.

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—No —espetó finalmente a lo que Ukyo se tensó.

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—Deberías escucharlo —intervino esta vez el peliblanco por primera vez— hace mucho frío y Shin acaba de salir de un resfriado —Todos dirigieron la mirada al expresivo pelinegro, quien nuevamente se sintió fastidiado ante las miradas, escondiéndose detrás de Toma, el otro rubio.

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—A esta hora mañana seguiremos en la calle, Ikki —El de ojos azules terminó cabizbajo— vámonos ya

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Waka los oyó en todo momento. Se veían como niños. Eran físicamente eso pero pensaban y hablaban con un raciocinio no propio de su edad y entonces entendió que quizá, la cruel vida tras vagar en las calles, sin un lugar al cual regresar, les había hecho así. Eran despiertos, astutos, en especial el rubio de nombre Luka.

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Finalmente, Waka, en tan solo segundos, tomó una decisión que, quizá a la larga hubiese deseado alguna vez pero no en condiciones prematuras como las de ahora.

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Decidió convertirse en padre soltero de 6 pequeños niños.

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Tras hacerse cargo de ellos, vinieron las complicaciones ya que por derecho legal él no podía ser padre de tantos. Pero, cada impedimento era vencido cada vez que veía los ojos inocentes del pequeño Ukyo, espiarle por las noches en su estudio -luego de que los hubiese comenzado a alojar en su departamento anteriormente de soltero- , junto al pequeño Toma y Shin, quien este último casi no se separaba del pequeño rubio.

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Un solo empleo ya no bastaba, así que buscó la manera de elevar su situación económica, ya que a la vez que a medida que los 6 niños crecían, exigían más cosas. Pronto, valiéndose de las prestaciones como socio del dueño de las cadenas de departamentos más importantes del estado, de alguna manera logró que, en un futuro cercano, aquellos 6 niños vivieran cómodamente de manera independiente.

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Y así nació Orión, el edificio de departamentos único en su clase. Equipado con los mejores sistemas de seguridad para comodidad de los únicos 6 residentes. Con lujos en cada detalle. Waka finalmente había logrado darles un vida adecuada.

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Y de eso, ya habían pasado casi 10 años.

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(END FLASH BACK)

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(NORMAL POV'S)

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10 años después. Lobby de Orión. 9 de la mañana. 36 horas antes del arribo de Heroine.

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Waka saludó a los veladores del edificio junto a la pequeña recepcionista de mirada amable.

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Era 28 de Marzo, fin de mes y, como ya era una costumbre para él, decidió empezar su rutina pero haciendo un giro inusual para darle una grata sorpresa a sus hijos esa adorable mañana de domingo.

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Su lista de actividades cada fin de mes empezaba como todos los días, siempre con, obviamente, revisar sus pendientes y pasar a verificar que las actividades de la fundación, junto a sus empleados, llevaran todo sin ningún impertinente. Luego de eso acostumbraba a jugar un poco con los niños huérfanos que llegaban cada año y a los que se proponía siempre conseguirle una vida adecuada junto a los padres adecuados.

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Su gusto por los niños incrementó, vamos, haber criado a 6 él solo había sido la historia de su vida.

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A su mente aún venían las ocasiones en la que la hora del baño siempre era como si fuera horario de guerra. O también la hora de dormir, en la que ponerle las pijamas a los más inquietos primero ameritaba una carrera por todo el departamento.

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—Ah, eran tan adorables de pequeños —rió un poco saliendo de su ensoñación viendo la imagen de su celular. Él con 6 niños encima. Sí, niños que ya no lo eran.

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Aquel día había omitido toda la rutina principal, ya que como decía, era finales de mes, y como casi todos los anteriores luego de que sus ya adultos hijos se independizaran, era necesario pasar a darles, más que un saludo, una mirada a su vida de solteros sin olvidar el detalle de que se aseguraba de que los departamentos estuviesen en perfectas condiciones.

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Si bien ya eran unos hombres no significaba que no dejaran de darle problemas y el motivo de su visita -la cual siempre estaba programaba antes de que el sol se ocultara-, ahora sería en la mañana.

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—Se llevarán una grata sorpresa —sonrió con malicia tras entrar al elevador. Sus intenciones eran perversas.

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Eran las 8 de la mañana, y de los 5 hijos que ahora únicamente residían en Orión, solo 3 estaban en casa, en deplorables condiciones.

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El piso 3, que era como su sala de entretenimiento, juegos y cosas por el estilo, ahora se veía como el digno paisaje de un campo de batalla. Botellas, latas, frituras en el suelo. Serpentinas de colores colgaban de cualquier aparato electrodoméstico.

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El piso de mármol negro estaba húmedo, pegajoso, y apestaba a cerveza.

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Los cristales del ala este, donde estaban los enormes ventanales que daban a la terraza, estaban parchados de líquidos de mil colores.

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La alfombra de la sala central estaba cundida de golosinas, palomitas y una extraña pasta verde musgosa.

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Sí, las 8 de la mañana y, para ese entonces, Waka aun tomaba una ducha fresca en su propio departamento cerca del centro, mientras aún no había decidido si visitar a sus 'retoños' o hacerlo más tarde. Sin embargo, uno de los 3 hijos faltantes apareció, quedando pálido al ver el alboroto que, dos de sus hermanos más pequeños, junto a uno de los más grandes, habían hecho.

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—¿Pero qué demonios…? —miró con asco la suela de su zapato, había pisado, vaya, ni siquiera sabía lo que era. Intentó encender la luz con el interruptor, para su sorpresa, todos los focos estaba rotos. La vena en su frente se volvió más visible cuando logró visualizar el cuerpo desidioso de uno de sus tres hermanos, de quien se suponía era el más responsable a diferencia de los otros dos— Kent, ¡Kent! —lo llamó dos veces, zarandeándolo con ambas manos. Parecía que estaba muy cómodo -nótese el sarcasmo- ahí, encima de la mesa de billar en posición fetal y sin sus lentes.

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Tras sentirse perturbado, el de cabello marrón finalmente abrió los ojos con bastante pesar mientras comenzaba a hipar.

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—A-Ah…U-Ukyo… —Ataque de hipo— lle-llegaste t-temprano —Kent rió como estúpido, algo no muy propio de él. El peliverde de, ahora cabello largo, tuvo un tic nervioso en ambos ojos.

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—No llegué temprano, son las 10 de la mañana del domingo —gruñó Ukyo, y a pesar de que sonaba histérico, Kent prefirió volver a dormir con una sonrisa boba— ¡Kent! —Antes de volver a zarandearlo, escuchó otro gemido proveniente de la sala. Caminó hacia esta, bajando las pequeñas escaleras que daban desnivel al centro solo para toparse con Toma, casi, sino es que peor que Kent. Encima de lo que ahora eran los restos de la mesilla de cristal del centro de la sala. Ukyo se pasó una mano en el rostro en signo de frustración, desesperación y quien sabe cuántas emociones más, ninguna de ellas feliz. Un segundo gemido y encontró a Ikki tumbado en el sofá durmiendo plácidamente con un cobertor— "Vaya, él es listo" —ironizó rodando los ojos. Regresó la mirada a Kent para luego mirar a Toma, quejándose del dolor de su espalda y finalmente escuchar el dulce soplido de Ikki al dormir. Su tic se volvió más pronunciado, para finalmente estallar— ¡Los quiero de pie ahora, ya!

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Los tres gimieron. El primero en 'semi obedecer', solo abriendo los ojos, fue Ikki.

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—Haces mucho ruido, Ukyo —El peliverde no se apiadó, quitándole el cobertor con fuerza para luego acercarse a Toma, cogerlo por los brazos y levantarlo a la fuerza, provocándole alaridos de dolor.

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—¡A-Ah, Ah, Ay! —Se quejó el rubio casi lloriqueando, siendo sentado bruscamente al pie del sofá— ¡D-Duele, Ukyo-nisan!

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—¡Te dolerán más los golpes que te daré si no te levantas! —Histérico, algo que usualmente no se veía en él. Quizá porque siempre se le veía apacible, amable y carismático— ¡Kent, levántate tú también! —el peli marrón solo alcanzó a levantar su brazo para luego dejarlo caer sin fuerza. Ukyo se desesperó, casi jalándose sus hebras verdes largas— ¿Qué han hecho? ¿¡Que no saben que día es hoy!?

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—¿Lu-Lunes? —Hipó Toma, inclinándose hacia adelante para que su espalda adolorida no tuviera contacto y doliera más.

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—¿J-Jueves? —Quiso participar Ikki, ya una vez sentado correctamente a medias, mientras se tomaba con fuerza el puente de la nariz.

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—¡G-Gato! —gritó Kent desde su sitio riéndose como bobo aun bajo los efectos del alcohol y quien sabe que otras sustancias.

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Los tres gimieron de dolor luego de eso, tras sentir los golpes en sus cabezas.

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—¡Es domingo, fin de mes, papá viene hoy! —Terminó de decir y casi inmediatamente los tres palidecieron, despabilaron y solo sintieron la vida tomar sus cuerpos nuevamente para empezar a sentir miedo. Toma fue el primero en chillar, poniéndose de pie de golpe ocasionando que, los vidrios incrustados en su espalda, se desprendieran.

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— ¡A-Ah, por el amor de Dios!

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—¡Oye, Oye, estas manchando la alfombra! —espetó Ikki viendo las gotas de sangre perderse en la aterciopelada suavidad en el suelo.

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—¡Ke-Kent-n-nisan…! ¡C-Cúrame…! —suplicó el rubio al aspirante a médico, próximo a graduarse.

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—A-Ah… —El peli marrón hipó, tras haberse sentado en el borde de la mesa de billar— cl-claro, solo deja que…—Y sin ni siquiera terminar su oración, se fue de boca, comenzando a vomitar.

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Ukyo supo en ese momento que, si no se controlaba, terminaría por cometer homicidio múltiple.

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A las 8 con 35 minutos, Waka terminaba de desayunar, de doblar su periódico para ir a colocar los platos sucios en el fregadero y apresurarse a cepillarse los dientes puesto que ya había decidido ir a visitar a los chicos.

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Y, mientras él ya se encontraba bajando por el elevador para dirigirse a su auto, en Orión, el inmenso cuarto de baño exclusivo para ellos estaba lleno de vapor. Ukyo esperaba impaciente en lo que era la zona de descanso, donde estaban las toallas y una máquina expendedora. Si, unos lujos muy extraños.

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Su atención se desvió al escuchar gemidos de dolor. Vio a Toma salir con una toalla a la cadera mientras se detenía únicamente frente a la máquina expendedora para tomar un jugo. El peliverde lo siguió con la mirada, aún molesto, viendo la mueca de asco de su hermano menor.

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—Iuug, sabe asqueroso

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—Quizá se deba a la cruda que aún cargas —aclaró el peliverde con un semblante bastante serio. Toma rió con nervios, acercándose a él cuidadosamente debido que sus heridas le ardían bastante.

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—Esto…j-juro que no fue mi idea —Ukyo casi embozó una sonrisa sarcástica.

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—¿Ah, enserio? Eras mi primer sospechoso

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—Que cruel, Ukyo-nisan —confesó el rubio haciendo un puchero. De los tres, Toma era el más energético, aunque no podía descartar que también a Ikki se le era conocido por andar de fiesta en fiesta, sin embargo, él parecía pensar las cosas antes de hacerlas, a diferencia del rubio y su único propósito de divertirse— todo fue culpa de Ikki

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—¿Mi culpa? —El peliblanco, con solo una toalla atada a cintura al igual que Toma, apareció desde afuera del área de las duchas— yo no llegué a casa medio ebrio gritando cosas como que el bóxer me rozaba el cu…

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—Basta —dijo Ukyo, parándolo en seco para luego mirar a Toma.

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—T-Te juro que no recuerdo… —Y antes de que el peliverde perdiera la paciencia, un grito demasiado agudo, casi de espanto, vino desde las duchas. Los tres hermanos corrieron a ver lo que había sucedido, encontrando a Kent frente al enorme espejo del baño, mirándose la espalda con cara de pavor. Cerca del hombro izquierdo, un poco debajo, un tatuaje de trébol se asomaba carismáticamente en su piel clara—Ma-Madre de Dios…

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—E-Eso es un…—Antes de que Ukyo señalara, Kent, y su mirada histérica lo detuvo.

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—¡Po-Por favor, dime que sigo ebrio y que lo estoy imaginando! —Ikki se acercó por detrás, mirando el tatuaje, dándose cuenta de que aun tenía el papel osmótico. Sin cuidado y sin el consentimiento de Kent, lo apartó.

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—Si, es un tatuaje —anunció embozando una sonrisa divertida mientras veía como el peli marrón dejaba de zarandear a Ukyo, para tocarse la superficie donde estaba aquel dibujo.

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—No, no, no, no ¡No! ¡Seré un médico tatuado!

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—Vamos, se te ve bien —confesó Ikki, pasando su brazo por la espalda del mayor, mirándose al espejo.

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—¡E-Esto no es profesional! —chilló Kent, rascándose el tatuaje como si de esa forma se deshiciera de él.

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—¿Por qué rayos te hiciste uno? —preguntó Ukyo y finalmente Kent cayó en la realidad. En su vida habría tenido la absurda idea de ponerse uno, fue entonces cuando miró como depredador, a través de sus lentes, a Ikki y a Toma.

Los recuerdos de la noche anterior vinieron a él de manera cruda. Risas estúpidas, ya completamente ebrios los tres, en donde Toma le había convencido de hacer una estupidez, logrando salir del edifico quien sabe cómo para llegar a un local de tattoos, si, y el resto era historia.

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—E-Esto…Kent-onisan…¿Por qué nos ves así? —preguntó Toma en tono preocupado, como quien sabe el pecado que ha cometido y trata de ocultar.

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—Tú, maldito oxigenado, ¡tú fuiste! —Antes de que fuera Ukyo, sino Kent, quien cometiera homicidio, el peliverde detuvo a su hermano mayor mientras que el rubio corrió a lloriquear detrás del divertido Ikki.

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—Cálmate, Kent

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—¡Fue él! ¡Fue el imbécil de Toma quien…!

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—Ah vaya, que agradable reunioncita la de ustedes —los 4 hermanos voltearon a ver el elevador. El menor de todos, que, por cierto había recién llegado, puesto que Ukyo había revisado todos los pisos sin encontrar más que a los primeros tres hermanos con los que ahora peleaba, estaba ahí, de pie con su actitud típica de retar al mundo.

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—¡Shin! —Toma corrió hacia él buscando protección. Si bien, ellos dos eran los hermanos más unidos, aquella fastidiosa costumbre de que Toma era quien siempre defendía al pequeño pelinegro años atrás, había quedado atrás -valga la redundancia-, ya que ahora, Shin era todo un adolescente rebelde, problemático y casi rayando en la antipatía. Era como si los papeles se hubiesen invertido y la persona más madura -sin dejar su rebeldía- era el pelinegro— Ke-Kent-onisan quiere maltratarme ¡Mira! —señaló al peli marrón quien echaba humo para luego mostrarle su espalda —¡E-Estoy herido!

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—Toma —lo nombró y el rubio, con ojos esperanzados, asintió obedientemente— eres un idiota —Ukyo e Ikki no pudieron evitar reírse viendo lloriquear al rubio. Kent aun seguía berreando.

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—Toma —Esta vez lo llamó Ukyo— deja de llorar y deja que Kent te cure —El peli marrón gruñó en clara señal de oponerse— Kent —Finalmente rezongó, accediendo, mientras se dirigía a la zona de toallas, en donde tenía un pequeño botiquín y obligaba al rubio a sentarse.

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A pesar de que el peliverde era el 4to hermano más grande, a diferencia de Kent, quien le llevaba solo un año demás, quien tomaba el rol, en ese momento, de responsable maduro era él, Ukyo.

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—Hola, chaparrín —saludó Ikki a Shin, removiendo sus cabellos con clara intenciones de fastidiarlo solamente. El pelinegro gruñó, apartándolo.

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—No me digas chaparrín, idiota —amenazó el menor. Ukyo dejó de prestar atención en los lloriqueos de Toma ante la poca gentileza de Kent con su espalda al curarle. Si bien no se podría vengar bien, al menos se desquitaría causándole más dolor. El peliverde negó con la cabeza, bufando, para dirigirse a Shin.

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—¿En dónde estabas?

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—En mi piso —Ukyo escrudiñó los ojos ante la mentira. Ikki se desentendió, ya que ni siquiera recordaba cómo habían podido lograr llegar a casa. Seguramente ni le pasó por la mente pensar que Shin ni siquiera estaba en el edificio.

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—Aún no eres bueno para mentir —alardeó Ukyo en tono divertido.

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—Me temo que tú eres más hábil en eso, Joker —El de cabello verde dejó de sonreír, mirándolo con seriedad obsesiva— ¿Qué? ¿Vas a acusarme con Waka?

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—Hn, ya superé la actitud adolescente, a diferencia de ti, claro —Esta vez fue Shin quien mostró molestia— que salgas no me molesta, me molesta que no avises a nadie —Shin chasqueó la lengua, mirando a otro lado— se supone que ustedes lo cuidan —Primero miró a Ikki, luego a Toma y finalmente a Kent, quien bajó la cabeza, ya que, de los 5, él era el mayor y por consiguiente quien debía velar por los más pequeños.

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—No soy una niñita, Ukyo —aclaró el de ojos rojos.

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—Tu actitud dice lo contrario

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—Oigan, basta —habló Ikki, deteniendo a Shin, antes de que hubiese pretendido lanzarse a golpear a Ukyo— el chaparrín ya es un hombrecito, puede cuidarse solo

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—Eso intento decir, y deja de decirme chaparrín —gruñó el pelinegro, cruzándose de brazos.

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—Como sea, sigue siendo el menor —Ukyo miró al de ojos rojos— ¿vas a decirme finalmente en dónde estabas?

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—¿Importa? —contradijo con una pregunta, sin claros intereses de querer responderle.

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—Shin —El susodicho desvió la mirada hacia Toma quien lo veía preocupado. Masculló.

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—¿Qué no tienen cosas más importantes además de fastidiarme? ¿Cómo limpiar su desastre, por ejemplo?

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—Tenemos tiempo, Waka siempre viene antes de las 5 de la tarde —recordó Ikki con una amplia sonrisa en el rostro. Una sonrisa maliciosa afloró en los labios de Shin, y fue Toma, quien entendió que algo malo se avecinaba— ¿de que te ríes, chaparrín?

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—Ah si, ya recuerdo a que vine —dijo el menor, llevándose un dedo al mentón, en falsa actitud dubitativa— , creo que vi el auto de Waka cuando regresé de la tienda —Todos palidecieron— ah, seguramente ya viene subiendo por el ascensor y… —Y, como si hubiese convocado al peor de los espíritus malvados, la puerta del ascensor se abrió de par en par y los 5 jóvenes casi pudieron jurar ver una espesa bruma violácea con negro salir de este a medida que escucharon el primer paso monumental retumbar en sus oídos.

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Si, a las 9 con 5 minutos de la mañana, Waka ya había visto el pequeño desorden en el piso 3.

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(FIN DEL CAPÍTULO)

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Notas:

Mañammmm mañammm...

Cosii, ¿que les pareció a los sensuales hombres en su época de pequeños y adorables? ja ja ja Espero les haya gustado. Creo que el primer capítulo resultó ser cómico, pero el romance esta en la puerta y planeo que Heroine tenga interacción con cada uno de los hermanos ¬w¬, soy perversa.

En fin. Suelo dejar adelantos de capítulos en los fics...supongo que aquí será diferente y...ah, ¿a quién quiero engañar? venga el spoiler!

En el próximo capítulo: Niñera

— Eres un imán de problemas, chaparrín

—¡Ya cállate!

—Shin… ¿Por qué siempre te metes en problemas?

...

—Esta vez no habrá sermón

—¿Ah?

— ¿Quieres atención? atención te daré

—¿Me mandarás lejos?

—No, algo mucho mejor,…te conseguiré una niñera