Disclaimer: Naruto y sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto.
Es mejor así.
Una caricia, un roce, un simple contacto visual basta para que me rinda ante todo, para que pierda la razón, aunque trate de todos los medios existentes no demostrarlo. Estoy completamente propensa a perderme en tu mirada, embriagarme con tu aroma y acabar actuando de un modo del que podría arrepentirme o que me dejaría en una situación satisfactoria, sólo por un instante.
Cada noche, cada día, cada tarde que pasa pienso en ti, en todo momento tu níveo rostro lleno de expectativa al verme está presente en mi cabeza, impregnado de una manera irreversible; tus ojos que son tan iguales a los míos pero tan diferentes al mismo tiempo, están guardados como un preciado tesoro en el enigma de mi memoria.
Trato de mantener la cordura aún con el recuerdo de tu abrazo sobre mis hombros, y de tus manos sobre las mías: me ofreciste consuelo en el momento que lo necesité de una manera incondicional y sin darte cuenta hiciste que me intrigaran tus pupilas, tus palabras que ocultaban mucho más de lo superficial me engancharon por completo a ti.
Quisiera no sentir una corriente eléctrica en mi espalda cuando escucho tu voz, dejar de experimentar el estremecimiento tan potente que me recorre con rozar levemente tu mano, evitar las sensaciones en mi estómago cuando me pierdo en tus ojos. Desearía no estar tan incondicional e irracionalmente enamorada de ti.
De un modo u otro has estado siempre a mi lado, acompañándome en los momentos que necesité un hombro donde llorar, un consejo, un amigo... Y ahí estabas, otra vez, siempre a mi entera disposición para escuchar lo que tuviera que decir. Si tan sólo pudiera ahora, simplemente decirte lo que siento, escuchar un consejo de tus labios y sentirme de nuevo protegida al sentir tus brazos rodeándome como siempre ha sido, podría quizá dejar de pensarte.
Aunque exceda los límites imaginables, desearía poder sentir el calor de tu cuerpo a un lado mío, que enlazáramos nuestros dedos por un efímero instante y que pudiéramos sentirnos uno, tus labios devorando los míos y experimentar por fin eso que por tanto tiempo he anhelado. Pero simplemente no puedo concebir que yo te desee de esta manera, que convirtiera ésa sana admiración a un sentimiento de necesidad, de amor que incluso se compara con deseo. Soy sumamente infantil por tratar de aferrarme de un modo tan ferviente de algo que solamente me va a acarrear problemas.
Y a pesar de todo eso, sé con certeza que tus ojos no ven como yo lo hago contigo, que las miradas que me dedicas no son más que fraternales, que algo entre tú y yo es tan imposible como querer tocar el cielo con las manos. Esto que siento no es correspondido, y de ninguna manera lo será, pero está bien, así me sentiré completa sólo con desearlo y feliz con tu propia felicidad. El sólo imaginarlo lo hace más real que si verdaderamente ocurriese, porque un lazo familiar no puede simplemente romperse con uno amoroso.
