Proyecto Géminis
Advertencia: Ni la historia ni los personajes son míos. Mi querida amiga, la increible Avril Inffffinity me permitió muy amablemente adaptar este fic a Sailor Moon. Espero que les guste tanto como a mi.
¡Gracias por leer!
Despertó por los dolores de su costado derecho. Trató de moverse, pero el cuerpo le pesaba demasiado. ¿Qué había sucedido? ¿Dónde estaba? Respiró hondo y trató de relajarse. Tenía que controlarse. Se concentró en abrir los ojos. Pero una pregunta la asaltó...
¿Dónde estaban sus ojos?
La desesperación la inundó. Algo resonó cerca, un sonido raro y tosco. Un sonido...no; un gruñido. Se le encogió el estómago cuando se dió cuenta de que era.
Era su boca la que hacía esos sonidos.
Entonces, habiendo encontrado donde estaba su boca, se concentro en buscar sus ojos. Encima de su boca, la nariz, un poco más...un poco más...
Abrió los ojos de golpe y parpadeó un par de veces para enfocar su vista, confundida. Todo lo que veía era metal brillante. Entonces su mente se aclaró y pudo recordarlo todo.
¡La tenían! ¡Ellos la tenían! Tenía que salir de allí. Esta vez no iba a ser como las anteriores, donde ella se rendía. Se quedo totalmente inmóvil, incluso, no respiró y sonrió levemente al no escuchar nada. Se tensó al darse cuenta de como podría salir de allí, y ni siquiera habría un 50% de posibilidades. Ellos era muchos, pero ella tenía un don.
Despacio, se fue arrastrando hacia abajo, donde sus pies quedaron colgando hasta tocar el suelo. Salió de ese tuvo metálico y parpadeó un par de veces. Las luces la cegaron por un momento. Intentó dar un paso, pero sus pies le pesaban...demasiado.
Ellos la habían drogado. Pero al parecer creyeron que demoraría más inconciente.
Error.
Se dió ligeros golpes en los pies, tratando de hacer reaccionar cada célula. Dió un paso, dos, tres, hasta que caminó normalmente. Bueno, lo más normalmente posible.
Se acercó a la enorme puerta. Solo un poco, solo un poco... Alzó la mano y la acercó a esta. Inmediatemente una descarga eléctrica atravezó el duro metal de la puerta y esta se abrió estrepitosamente. La chica saltó y cuando iba a salir algo le pinchó sus descalzo pies. Dió un saltito hacia atrás y por primera vez se miró. Llevaba un rojo vestido holgado de tirantes que le llegaba por las rodillas, tenía varios arañazos en los brazos y su pie sangraba un poco. Tenía su pelo rubio, antes brillante, todo enredado y desaliñado.
Sintió pasos y cuando miró hacia el frente había uno de ellos apuntándole con el arma. El no dudó en apretar el gatillo al mismo que tiempo que ella alzaba la mano en su dirección. Una fina línea eléctrica atravezó la bala que iba en su dirección y el pecho del hombre, deteniendo su corazón al instante. La chica se tambaleó un poco y se acercó al hombre, horrorizada. ¿Lo había matado?
Definitivamente ya no importaba. Tenía que salir, si no ella terminaría peor que ese hombre. Caminó hasta un pasillo donde escuchó lamentos y allí se detuvo. Miró hacia los lados y vió que había un lugar donde se acababa el metal y empezaban barrotes. Se acercó y miró mas de 30 personas, abultadas las unas contra otras intentando darse calor. El lugar estaba sucio, las personas estaban en terribles condiciones. Descalzas y con raros vestidos carmelita. Los cabellos de las mujeres estaban enmarañados y los rostros se veían demacrados. ¿Cuánto tiempo llevaban esas personas ahí?
-¿Quién...eres?-preguntó una mujer que era abrazada fuerte por un hombre, recostados en el suelo-¿Vienes..a s-sacarnos?-el rostro de ella se iluminó.
La chica negó con la cabeza.
-Y-yo...-tragó en seco. La garganta le ardía por la falta de líquido y el tiempo que había pasado sin pronunciar palabra-...hoy no...
-¿lo arás?-preguntó un niño que no debía tener más de 8 años. El chico se acercó a ella, quedando pegado a los barrotes- ¿me llevarás contigo? Tengo hambre...-susurró bajando el rostro con lágrimas en los ojos.
El corazón de la chica se sacudió. ¿Cómo podían ser tan crueles?
Se agachó y pasó la mano por los barrotes, controlando su don, para acariciar suavemente la cabeza del niño.
-Hoy no...pero pronto...-el niño alzó la vista con la esperanza brillando en sus ojos y ella no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en sus labios-...prometo que lo intentaré.
Ella en ningún momento dijo que lo aría, pero al menos lo intentaría. No los podía dejar ahí a su suerte. Algo tenía que hacer.
-No me digas-rió uno de los hombres que estaba sentado al final, apartado de los otros- ¿y quién eres tú? ¿un ángel de Dios?-escupió en el suelo- esta es la realidad, bonita. Estamos encerrados y te van a atrapar.
-no-replicó ella, frunciendo el ceño.
-oh venga, nada nos puede sacar de aquí. Dime por qué debería creer en ti.
La chica no tenía argumento para eso. ¿Por qué ellos le creerían?
-Yo le creo...-susurró la mujer. El hombre del fondo gruño.
-Pronto...-repitió.
-Soy Dylan...¿y tú?-pidió su atención el pequeño delante de ella.
-Serena-repitió automaticamente
-Te estaré esperando. Sé que me sacarás, después de todo eres un Zhero.
-¿Zhero?-inquirió confusa.
-El nivel más alto-la miró como si ella fuera la persona más tonta del mundo-nosotros somos Zhetas.
Ella entonces recordó donde estaba y que tenía que salir. Se había entretenido demasiado tiempo. Le extrañaba que ningunode ellos ubiera pasado por ese pasillo.
-Pronto..-le repitió antes de pararse y comenzar a caminar con cuidado.
-Te estaré esperando, Sere...-le recordó.
Ella solo asintió hacia el pequeño y se encaminó, buscando desesperadamente un lugar por donde salir. Se mordió el labio y alzó la vista. Nada. Todo estaba estrictamente cerrado. Eso era un maldito calabozo. Alzó las manos, donde destellaban hondas de corriente entre los dedosy se preparó, ya no le importaba nada, tenía que salir.
Se encaminó a una puerta y esta se abrió automaticamente, dejando ver a más de diez de ellos en el interior. Inmediatamente hizo un escudo alrededor de ella y lazó sondas de energía a cada uno. Cada bala que iba hacia ella, rebotaba hacia atrás. Levantó su vista en el lugar buscando una salida.
¡Una ventana!
Pero demasiado alta. Antes de darse cuenta todas las personas menos ella estaban tendidas en el suelo. La chica se acercó hacia unas computadoras que, al parecer, monitoreaban a las personas encerradas... menos ella. Le dió gracias a Dios.
Tocó las computadoras, electrocutándolas y eliminando toda electricidad en la sala. Las tiró al suelo y subió una silla, y encima de esa otra. Más de ellos no tardarían en llegar como refuerzos. Así que se subió en las sillas y se fue con todo su poder contra las ventanas, haciéndolas estallar en el mismo momento que entraban ellos. Alzó el escudo, otra vez, y saltó mientras cada bala que rebotaba le daba una punzada a su corazón.
Demasiado alto, ¡Demasiado!
Con su don trató de magnetizarse con el metal, pero no ayudó en mucho. Calló contra el suelo, ensuciándose y haciendola estremecerse mientras el dolor de su costado y pie aumentaba. Se levantó tosiendo y se limpió la tierra de la cara.
¡Estaba afuera!
Le pareció demasiado fácil salir. Porque, o la habían subestimado, o las verdaderas fuerzas estaban fuera. Con el escudo todavía arriba, corrió lo más rápido que pudo, dando tropezones y safando el vestido cuando se enredaba con las ramas de las plantas cerca. Luces la cegaron.
-Mierda-Pensó
Se avalanzó con todo y los atacó con todo su poder. Pero esta vez eran demasiados. Su cuerpo ya no podía seguir aguantando los golpes que daban las balas contra el escudo. Al parecer aún quedaba droga en su sistema.
Dolía demasiado. El escudo se fue y una bala entró por su costado derecho, justo donde una herida parecía estar sicatrizando.
Gritó y calló de rodillas, aguantando las ganas de llorar.
-Fallé-
Una luz blanca le obligó cerrar los ojos fuertemente, incluso a travéz de los párpados la luz molestaba un poco. Se tiró en la tierra y se hizo un ovillo, dejando salir las lágrimas que había tratado de aguantar.
-no, no, no, no, no...-repetía una y otra vez.
-Serena...-susurró una voz dulcemente. Como incitándola a que abriera los ojos.
-no caeré en sus trucos- se repetía en su mente.
-Serena, cariño...-
Paró de llorar y se dió cuenta que los ruidos se habían detenido. Nada de pizadas, ni murmullos, ni sirenas sonando. No escuchaba nada a no ser la insitante voz.
-Cielo, todo va a estar bien...-
Ella levantó la vista, un poco borrosa por las lágrimas-y le miró.
Ese chico, definitivamente, no era humano. Demasiada perfección. Cada rasgo, cada movimiento, cada expresión era como una bella obra de arte hecha por el mejor artista. El era simplemente divido. Algo celestial. Un Dios. ¿Dios tendría un segundo hijo? Porque si lo tenía, era él.
El chico misterioso se acercó a ella y le acarició la mejilla, sin temer que ella usara su don contra él.
-es un truco- frunció el ceño.
El chico negó con la cabeza, como si leyera su mente.
Y entonces le sonrió, y todo se fue a la mierda.
-Todo estará bien ahora, cielo- la cargó un poco arrullándola como a una niña pequeña contra su regazo.
Ese maravilloso ser le inspiraba confianza, y sin saber por qué, le creyó.
El derroche de poder le estaba pasando cuentas a su cuerpo. Se sentía demasiado cansada, agotada y adolorida. El chico frunció el ceño y la cargó, con un brazo debajo de sus rodillas y otro por los hombros, mientras la cabeza de ella descansaba contra su pecho.
-¿qu...qué...qué...?-parecía ser incapáz de pronunciar una oración coherente.
-shh..prometo que te lo contaré todo después. Ahora descansa, Serena. Estoy contigo. Estás a salvo-le besó la frente.
Ella suspiró, preguntándose por qué creía en él. Pero es que era así. Su voz irradiaba tanta sinceridad como belleza su rostro. Se acurrucó más, y se quedó dormida. Ya tendrían tiempo para aclarar las cosas. Necesitaba demasiadas respuestas de aquel chico.
El, simplemente la miro por unos segundos, con la preocupación marcada en su rontro. Apoyó su mejilla contra el tope de la cabeza de ella y se elevaron en el aire, para luego desaparecer entre las nubes.
¡Espero sus comentarios!
