Hello a todo el mundo. Aquí con un nuevo fic a pesar de que debo otros dos, lo sé. Mal de mí. Prometo que esos dos fics los voy a continuar y/o terminar, mas sentía la necesidad de subir este nuevo fic Mimato que será un poco más largo de lo que acostumbro a escribir, aún no he escrito el siguiente cap pero prometo ponerle empeño a este fic para que quede bonito y terminado...en algún futuro (?).

Disclaimer: Digimon como siempre no me pertenece, sino el Mimato, Taiora y el Takari serían canon y quizá el Mishiro en algún cap alternativo (?).


Prólogo.


Torció la boca en un gesto de desagrado hasta que finalmente se quitó aquellos audífonos de sus oídos con casi un gesto de alivio.

—¿Tan mal se escucha, Ishida-san?

Le preguntaron en voz baja, casi hasta con miedo.

—No está mal, pero no me gustaron los coros que han puesto, se escuchaba muy de los 80´s —criticó algo serio el joven adulto llamado Yamato Ishida.

—¡Lo mejoraremos! ¡Y así le gustará!

—No me tiene que gustar a mí, le tiene que gustar a los fanáticos —contradijo, mirando de soslayo a algunos empleados. —Yo sólo doy mi opinión de profesional. Agua —y tan pronto como dijo aquellas palabras una joven de cabello oscuro le dio una botella, Yamato bebió un trago, más calmado.

—¿Vendrá mañana, Ishida-san? —una vez que el rubio recogió sus pertenencias en su bolso volteó la mirada a la persona que le hablaba: un hombre adulto que le doblaba la edad.

—Si tengo tiempo —"Y ganas", él sólo se encogió de hombros, sin mirar al señor.

—Espero verle mañana —murmuró el hombre, sonriendo de medio lado.

—Está bien —dijo Yamato, casi rendido. Él sólo quería largarse de aquél lugar para ir a su casa y de paso fumar en paz.

—¡Oh, genial, genial! —el señor sonrió, complacido. —Ya puede irse que no le molesto más.

"Por fin." Yamato puso los ojos en blanco pero se despidió educadamente antes de salir de aquél enorme edificio. Finalmente prendió aquél cigarrillo y lo llevó a sus labios, ahora sí podía ir a su hogar en paz.

De pronto el sonido de su teléfono lo sacó de sus pensamientos y lo sacó de su pantalón, revisando de quién se trataba, chasqueó la lengua pero finalmente contestó.

—¿Qué quieres?

¿Y lo has pensado?

—¿Pensar qué? —Yamato enarcó una ceja, arrepentido de haber atendido la llamada.

¡Oh, tú ya sabes! La voz femenina que...

—Ya te he dicho que no estoy interesado en buscar una voz femenina, teniendo en cuenta que casi todas las cantantes tienen voces agudas mucho menos, no quiero una que me rompa los tímpanos al cantar.

Pero casi todas las chicas niponas tienen una voz así y son las favoritas del público.

Yamato puso los ojos en blanco.

—Por eso mismo, todas son iguales. Ninguna es especial. Así que deja de fastidiarme con eso, cuando encuentre una chica con una voz que me guste te la mando, si te gusta bien sino no y me dejas en paz con ésto —y cortó la llamada, un tanto frustrado.

Buscar una voz femenina para una canción que él debía escribir la letra. Para él eso era un chiste, no había ninguna japonesa que pudiese alcanzar sus elevadas expectativas y todas le eran igual una a la otra, y lo peor de todo algunas usaban estereotipos bastante ridículos.

Se dispuso a caminar para ir donde su motocicleta, ignorando todo a su alrededor como le gustaba a él, se puso sus lentes de sol y cuando llegó a donde su vehículo subió en este para ponerse en marcha y volver a su hogar en donde seguramente lo esperaría su hermano menor: Takeru. Que seguramente estaría para contarle alguna novedad de su trabajo, y tratar de convencerle de hacer algo más divertido que sólo trabajar como visitar a sus antiguos amigos. Lo que los llevaba a la rutina de "La Insistencia y La Negación", y obviamente la negación ganaba la mayoría de las veces.

Claro que Takeru o tenía demasiadas esperanzas o era un idiota según su hermano mayor.

Cuando llegó finalmente a su departamento luego del viaje tranquilizador en moto pudo ver que ya su hermano estaba en su casa, preparando la cena.

—¡Hey, hermano! ¿Qué tal de ha ido? —saludó el menor alegre mientras dejaba la cena en la mesa.

—Sabes que yo sé cocinar y mejor que tú —sonrió de medio lado el mayor mientras dejaba sus cosas en su lugar y se iba a la mesa, desplomándose con cansancio. —Igual que siempre.

—¿Numakura-san aún te insiste por lo de la voz femenina? —Yamato asintió, comiendo el arroz que habia servido su hermano para luego comer el huevo como a él le gustaba, con mayonesa.

—¿Y qué harás? —Takeru le miró expectante. Yamato sólo se encogió de hombros.

—Dos días y le digo que le pida a otro que busque una chica —contó el joven Ishida, decidido.

—¿Crees que hallarías a una chica con una voz que te agrade? —el menor parecía confundido.

Yamato tragó antes de contestar.

—La voz supongo que sí, el problema es... la "esencia" de la cantante. Quiero una cantante agradable para todos, alguien que sea moderna pero sin verse ridícula. No quiero que parezca de dieciocho y resulta que la mujer está por cumplir los cuarenta y tantos —movió la cabeza, quitándose aquella idea de la mente. —Que sea versátil, no quiero a una típica cantante infantil con canciones ridículas ni tampoco de esas que se creen góticas —chasqueó la lengua, disgustado.

El hermano menor abrió los ojos, sorprendido por lo dicho de su hermano y al cabo de unos segundos habló.

—Vaya, sí que eres exigente —rió. —Básicamente quieres alguien normal pero atrayente a la vez, ¿no? —su hermano asintió. —Recuerda: Estamos en Japón —ironizó divertido.

—Gracias por decirme lo obvio, ahora entiendo por qué me costaba tanto encontrar a alguien —esta vez fue el turno del chico Ishida para ser sarcástico.

—Pero bueno —Takeru rió, mientras termina de comer. —Sabes que yo te deseo la mejor de las suertes, debes confiar un poco más. Seguro y encuentras a alguien que si te encante su voz y su esencia —dijo su hermano, convencido.

Terminaron de comer en silencio y el joven Takeru se despidió luego de platicar un poco. Yamato se fue a su sala de estar para mirar alguna película, teniendo en mente la plática de hace minutos con su hermano.

Aún le sorprendía cómo su hermano menor seguía con su modo de pensar esperanzadora. Algunas veces solía envidiar esas cualidades de su hermano menor.

Negó con la cabeza, suspirando con cansacio para volver a encender un cigarrillo mientras dejaba sus pies apoyados en la pequeña mesa de la sala en lo que se acomodaba en el sofá. Observó el techo, casi como si aquello fuese lo más interesante que había en la sala de estar.

Sopló levemente, liberando el humo de sus labios. Aún teniendo en su mente las palabras de su hermano y Numaruka, con cierto disgusto.

—Es imposible...


—¡Eres un idiota! ¡Te odio! —gritó una joven de largos cabellos castaños, con lágrimas en los ojos.

—¡Cálmate, mujer! —un joven de cabellos negros la tomó por los hombros, mirándola fijamente.

—¡No me voy a calmar nada! ¡Me engañaste, me engañaste con ella! —de pronto la mujer comenzaba a golpearle en el pecho, logrando que la soltara.

—¡Piensa en nuestros hijos!

—¿Nuestros hijos? —la joven levantó su rostro, mirándole sorprendida y molesta. —¡Ahora piensas en ellos! —y esta vez le daba una fuerte bofetada en el rostro.

—¡Querida, por favor! ¡Esto podemos arreglarlo!

—¡Ya no hay nada que arreglar! ¿Es que no lo entiendes? —la voz de la joven tembló, mientras se acercaba a él con lentitud, pareciendo contrariada. —Me humillaste y me traicionaste. Y tú bien sabías que jamás perdono...

—Pero yo...quiero enmendar las cosas...

—No puedes arreglar ésto, porque ya no existe. Quiero el divorcio.

El joven abrió los ojos, sorprendido y mudo.

—¡Y corten!

Dijo una voz con un megáfono de lejos y ambos jóvenes chocaron los cinco por haber finalizado la escena.

—¡Buen trabajo, Tachikawa y Evans! —el director se acercó a ellos y les puso las manos en sus hombros en un gesto amigable. —Ahora pueden ir a descansar, tienen el resto del día libre.

—¡Genial! —la muchacha que respondía al apellido Tachikawa se vio feliz. —Entonces iré a descansar, nos vemos. Señor Stevens, Anthony —se despidió de ambos, con una sonrisa y guiñando un ojo.

—Bye, Meems —se despidió su compañero de escena, moviendo su mano.

La joven salió de aquella elaborada escenografía que se trataba de una bella y bien decorada salda de estar para irse hasta su camerino a recoger sus cosas. Cuando finalmente llegó pudo notar a un joven de cabello rubio rizado.

—¡Michael! —rápidamente abrazó al muchacho y éste correspondió el gesto.

—Te acabo de ver en una de las pantallas; como siempre excelente, Mimi —la felicitó con una amable sonrisa, besándole la mejilla a lo cuál ella rió.

—Oh, tonto. Todo esto es gracias a ti —la recién llamada Mimi le tomó de las manos. —Gracias a ti y a tu padre.

—Oh, sabes que no es nada. Mi padre y yo vimos que tenías talento para la actuación, ¿cómo no contratarte? —la castaña se sonrojó ante el halago de su amigo y asintió.

—¿Quieres ir a tomar algo? Me dieron el resto del día libre, podemos ir con Taako y también con Mi-chan.

El rubio torció la boca en un gesto de leve desagrado, no le agradaban mucho las amigas de Mimi.

—No creo, Mimi. Mejor ve tú con ellas, yo luego te llamo, ¿sí?

La chica pareció verse desilusionada, incluso llegó a hacer un leve mohín.

—Oh, está bien. ¡Pero me debes una cita! —Mimi cerró uno de sus ojos mientras le señalaba, decidida.

Michael rió divertido y asintió con la cabeza.

—¿Te parece este sábado?

—Éste sábado será.

Ambos se despidieron al cabo de unos minutos de charla. Mimi acomodó sus pertenencias en su bolso y se dispuso a retirarse. Una vez fuera del edificio sacó su celular de su bolso y llamó a su chófer para que la pasara a recoger y así volver a su departamento.

Cuando llegó el chófer Mimi le mostró una sonrisa y se sentó en el asiento trasero, tomando nuevamente su celular para mandar unos mensajes a sus padres, preguntándoles cómo estaban y que los pasaría a visitar en uno de estos días.

La castaña se puso sus audífonos para poder relajarse sobre el auto hasta que un mensaje le llegó de su celular, suspiró fastidiada, leyendo el remitente.

—Oh, ¿todavía insiste con eso? —Mimi puso los ojos en blanco. —¡Qué molesto!

—¿Sucede algo malo, señorita Tachikawa? —preguntó su chófer, algo preocupado.

—Oh, no es nada —Mimi negó con la cabeza.

—Puede confiar en mí, señorita.

—Oh. Está bien —de todas formas ambos sabían que Mimi no callaría por siempre. —El señor John Stevens, el hermano del director Stevens quiere que cante. Y me ha insistido mucho para que cante para colmo en japonés, y diablos. Hace años que no canto ni tampoco en mi idioma natal. Sólo con mis padres hablo japonés y cada vez lo uso menos. Pero dice que me ayudará en mi carrera y cada vez me convence más pero yo no sé si quiero. Además quiere que viaje a Japón y no me siento preparada para volver.

Y lo soltó todo. Su conductor se quedó unos segundos en silencio, mientras manejaba por las concurridas calles de Nueva York con un semblante sereno.

—Pues usted ya sabrá qué querrá hacer, es una buena oportunidad para volver a recordar buenas experiencias, además usted de joven adoraba cantar, ¿no? Debe tomarlo de manera "light", para divertirse.

La joven pareció meditar aquellas palabras.

—Supongo que tienes razón, podría ser divertido.

—Eso, tómelo con mejor humor, señorita.

Al cabo de unos diez minutos llegaron al departamento de la joven Tachikawa. La chica se despidió de su chófer y fue entrando a su residencia.

Mimi miró su departamento bien amueblado y sonrió, aquél lugar sin duda era envidiable para cualquier persona. Luego de darse un baño relajante había decidido por prerarse algo liviano para comer: una ensalada y algo de pechuga de pollo, además de beber agua mineral. Teniendo la televisión en la cocina pudo ver las noticias de Nueva York, aunque no le prestó mucha atención.

Un mensaje en su celular atrajo su atención, terminó de comer y acomodar la cocina para atender el teléfono.

Sonrió con suavidad al ver de quién se trataba y empezó a contestar el mensaje.

—¡Muy bien, es hora de dormir! —dijo estirándose finalmente para irse a su dormitorio. Tomó su celular colocándole el despertador y se acostó bajo las mantas de su cama, cerrando los ojos no sin antes volver a mirar su teléfono una vez más, mirando el mensaje que hace minutos contestó.

Se preguntaba cuándo Michael se daría cuenta de sus pensamientos. Y con aquello en mente se fue quedó dormida.


Notas de la autora:

¡Y he aquí el prólogo de la historia! No quise aclarar mucho sobre la vida de ambos, quise darle una pequeña muestra de la vida de Yamato y Mimi. Más adelante irán sabiendo a lo que se dedican con más detalles, y también aparecerán los demás: Tai, Sora, Kari, Yolei, Ken, etc etc. Eso sí les daré un pequeño spoiler: Ninguna de las parejas se conocerá, así que como ya aclaré en el summary esto es un AU. Además a algunos personajes les daré un trabajo algo diferente del epílogo de DA02, todo sea porque se vuelva algo realista esta historia xD.

Por cierto, los personajes de Taako y Mi-chan que son mencionadas aparecen en Digimon Adventure por si no lo recuerdan, son unas amigas de Mimi que aparecen en el cap 29 cuando los Digi-Elegidos vuelven al mundo humano y Mimi va a abrazarlas porque las extrañaba, sin acordarse que el tiempo en el mundo humano no había cambiado desde la partida al Digimundo.

Creo que no hay más para agregar, si algo más se me ocurre poner editaré, así que por las dudas estén alertas porque quizá hasta modifique el título (si eso es posible), no me conformo nunca xD.

¡Ciao a todos los lectores!