Dicen que hay que superar tus miedos.
Mi peor miedo era mi padre.
Por las noches filtrándose esa peque a luz en mi habitación era mi fin cada noche. Si había luz, no estaba segura. Significaba abrirme a lo que no estaba preparada, significaba entregarme a una persona que no quería. Algunas personas creen en el sexo con amor, yo sigo intentándolo.
Cada día me esforzaba por seguir adelante, por olvidar que todo eso pasó y mantener la rutina. Día a día se me hacía cada vez más difícil, por eso aprendí a pintar, para aislarme del mundo exterior y crear mi propio mundo. Uno que fuera perfecto para mi. No quería invitar a nadie, era oculto pero incluso mi padre me arrebató eso. Quería llorar de impotencia.
¡No tenía ningún derecho a hacer eso!
Pero lo hizo.
Bienvenida a un mundo injusto una vez más, un mundo que odio y quiero cambiar, un mundo que desprecio completamente y no me importa arrebatar vidas porque la sangre es mi esencia.
Mientras mi padre estaba encima de mi, yo sólo pensaba en una manera de atravesarle su cuerpo, pero era incapaz de hacerlo. No estaba paralizada, no era moralista, era el temor a fallar lo que impedía que lo intentara si quiera. Temía demasiado que mi padre saliese vivo y la consecuencia de ese acto mío que no me atrevía a nada.
Si hubiera sido cualquiera otra persona... no me hubiese importado que quisiera vengarse actuando contra mi, pero mi padre no. No podría soportar su ira. Sé que soy una mala hija, hace tiempo que lo acepté, pero precisamente ser su hija me paralizaba.
Todo ese temor se disipó una noche que lo encontré ahorcado en el mismo salón de nuestra casa y vi con mis propios ojos al asesino. Vi a mi padre apurar cada segundo de su vida inútilmente y no corrí a ayudarlo. Los minutos parecían horas mientras ve a cómo se asfixiaba. No sentía culpa, sólo sentía una sensación de alivio que aumentaba cada vez más, incluso pude sonreír de forma verdadera cuando dejó de luchar.
Tuve contacto visual con el asesino pero no llegó a hacerme nada. No me hubiera defendido de ser así, él me había hecho un regalo que nadie más pudo. Estaba indefensa y me hizo fuerte.
No sé por qué no me mató, supongo que de alguna forma sentiría mi dolor o se fijaría en mi aspecto externo de niña, lo cual me dio una idea para sobrevivir para el futuro.
Parecer débil es mi salvación. Atacar por la espalda es mi defensa. Planear a distancia es mi modo de sobrevivir.
Toqué todo lo que él pudo haber tocado para matar a mi padre sustituyendo sus huellas por las mías y cargué con la culpa. Es lo mínimo que le debía. Él fue todo lo que mi padre debía haber sido, él debía haberme cuidado y no mi padre.
Varava decía que estaba adorando a una ilusión y traté de no creerlo buscando padres de familias de acogida que se le parecieran pero ninguno le llegaba a la suela de los zapatos, ahora comienzo a creer a Varava.
Pero, ¿no somos los dos una ilusión?
Si lastimas a Esther, préparate para cuando Leena vaya a por ti.
Miedo. Duda. Culpa. Arrepentimiento. Todo eso no existe para mi. No esperes apelar a mi conciencia. Mi conciencia es Leena y ella te odia sólo por no tener cicatrices.
