Disclaimer:

Ni los personajes ni la historia me pertenecen. El fic es de Reiya, autora en ao3,

quien amablemente me ha permitido traducirlo y adaptarlo al español que es lo único por lo tengo crédito.

Los links del fic original y links de contacto con el/la autor estan en mi perfil. Por favor revisar

Traducción realizada con su permiso.

Ver las notas finales

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Capítulo 1

— ¡Gracias a Dios es viernes! —anunció Phichit al tiempo que tiraba su bolsa en el sillón y se dejaba caer junto a ella con un suspiro de alivio—. Finalmente, un momento para relajarse.

Yuuri le lanzó una mirada fulminante.

—Debe ser lindo —respondió, rodando los ojos. Phichit solo sonrió, estirándose en el sofá sin una pizca de simpatía en su rostro.

—Eso pasa cuando trabajas los viernes en la noche —le dijo en burla, viéndose injustamente cómodo—. Siempre te tocan los peores turnos.

Yuuri permitió que su expresión se transformara en una de cariñosa exasperación mientras se colocaba su abrigo, todavía mirando a su amigo.

—Eso es porque yo trabajo los turnos con los que puedo pagar mi parte de la renta —señaló—. Y sabes que si yo me mudo, nunca encontrarás un roommate que te aguante cuando cantas "El Rey y el Patinador" en la ducha a las siete de la mañana.

—Eso es cierto —admite Phichit, todavía sonriendo—. Además me amas demasiado como para mudarte, no lo niegues.

Yuuri se rió, pero no lo negó. Él y Phichit se conocían desde el primer año de universidad de este último, y habían sido inseparables desde entonces. Había sido Phichit quien le había sugerido que compartieran departamento, y Yuuri nunca había querido tener otro compañero.

—Regresaré antes de medianoche —le dijo a Phichit al tiempo que se ponía los zapatos y se preparaba para salir—. A menos que me retengan hasta tarde.

—Siempre te retienen hasta tarde, Yuuri —señaló Phichit con un tono señalaba que había usado ese argumento varias veces antes—. Te explotan, y lo sabes.

Yuuri solo se encogió de hombros.

—Al menos las propinas son buenas —respondió, aunque aquello sonó desganado incluso para sus propios oídos.

—Sí, porque pasas las noches atendiendo a un montón de ricachones imbéciles que disfrutan de presumir de su dinero y tratarte como si fueras basura.

Yuuri abrió su boca para responder pero la cerró inmediatamente, desviando la mirada. Después de todo No era como que Phichit estuviera en error. Yuuri odiaba su trabajo cada vez más con cada mes que pasaba, pero tampoco tenía otra opción en estos momentos.

—Bueno, supongo que eso me pasa por decidir estudiar en el extranjero, hacer un préstamo de miles de dólares para pagar una carrera de baile de cuatro años, y luego no tener con que solventar dicha deuda una vez que me gradué —le dijo en un tono ligeramente amargo. El dinero era siempre un tema difícil para él y no le gustaba toparlo.

—Ay, Yuuri —la voz de Phichit se suavizó, y Yuuri pudo notar la simpatía en ella—. Algún día encontrarás tu trabajo soñado. Seguro que lo harás.

Yuuri no tuvo corazón para contradecirlo. Phichit siempre había sido su más ávido apoyo, quien le había insistido que nunca abandonara su sueño. Y que si primero tenía que tener empleos que detestaba para alcanzar dicho sueño, entonces que así fuera.

—Pero por ahora —continuó Phichit con un malévolo brillo en sus ojos—, todo lo que tienes que hacer es seducir a uno de esos ricachones imbéciles y podrás estar libre de deudas.

—Preferiría vivir endeudado para siempre —refutó Yuuri con una carcajada—. Nos vemos, Phichit.

Se hizo camino fuera del departamento, cerrando la puerta detrás de él, y se preparó mentalmente para la noche que le esperaba.


Cuando Yuuri llegó al restaurante para su turno, Leo estaba allí esperando por él.

—Va a ser una noche ocupada la de hoy —advirtió mientras Yuuri alisaba su uniforme—. Va a haber una gran fiesta en nuestra sección como un par de horas, algo de negocios al parecer.

Yuuri asintió en confirmación al tiempo que escaneaba el restaurante. Los mismos rostros siempre estaban allí. Mila estaba detrás de la barra, como siempre. Por lo que veía, la muchacha pasaba más tiempo coqueteando con Sara que preparando las bebidas que debería, lo cual también era usual. El hermano de Sara, quien era también su compañero de trabajo, se encontraba ocupado al otro lado del salón y parecía no haberse dado cuenta de ello. Aunque por la mirada fulminante que este se encontraba lanzándole a Emil, Yuuri estaba seguro de que Michele aún no se había dado cuenta de sobre cuál de los empleados debería mantener sus ojos con respecto a su hermana.

Aquella era una vista típica de un viernes por la noche. Durante el año que llevaba trabajando allí, Yuuri también había llegado a conocer el funcionamiento interno del restaurante. Además de mucho de los asuntos privados de sus compañeros de lo que jamás hubiera querido conocer.

El inicio de su turno pasó entre órdenes, mesas, y quejas de los clientes. Yuuri a penas tuvo tiempo para darse un respiro, mucho menos para pensar. El restaurante continuó llenándose sin parar a medida que la noche avanzaba, hasta que apenas y podía encontrarse un asiento disponible. La clientela era la usual: Hombres con elegantes trajes hechos a medida y mujeres con finos y entallados vestidos, luciendo joyas que probablemente costaban más que la renta mensual de Yuuri.

Casi una hora después se formó un ajetreo en la puerta y Yuuri giró para ver un enorme grupo de personas pasando por la entrada. Michele se encontró con ellos en la puerta y los guió a sus asientos, los cuales se encontraban en la mesa reservada justo en la sección de Yuuri.

De seguro se trataba de la fiesta de la que Leo le había advertido. Yuuri podía notar el aura de negocios a un kilómetro de distancia, y el grupo que había llegado concordaba con la descripción. Todas las personas allí estaban vestidas de forma seria, sonriendo demasiado ampliamente y riendo un poco demasiado alto mientras se evaluaban mutuamente. No tenían ni un solo cabello fuera de lugar, y sutilmente intentaban intimidar o superar a los otros sin ser demasiado obvios en su objetivo. En el tiempo que llevaba trabajando allí, Yuuri había visto esto mil veces antes y estaba seguro de lo vería mil veces después.

Una vez que estuvieron ubicados, Yuuri se forzó a sonreír mientras se hacía camino a la mesa, contando mentalmente las horas que faltaban para que su turno terminara.

— ¿Puedo ofrecerles algo de tomar esta noche? —preguntó, girándose a ver al hombre que estaba sentado más cerca de su persona.

Inmediatamente, casi se ahoga con su propia lengua.

Los ojos del hombre se elevaron para encontrarse con los suyos y le ofreció una sonrisa, y aquella acción no hizo nada para salvar a Yuuri de su predicamento actual. Era hermoso: con sus penetrantes ojos azules y sus elegantes pómulos siendo enmarcados por los plateados mechones de su cabello. Tenía una sonrisa encantadora, aunque algo juguetona. Como si fuera una invitación. Yuuri escuchó como sus palabras se cortaban mientras lo miraba fijamente, pero no podía evitarlo.

—Empezaremos con una botella de Château d'Yquem, cosecha de 1977 —dijo el hombre finalmente, su acento envolviendo sus palabras y sus ojos nunca apartándose de los de Yuuri.

Al nipón le tomó varios poder procesar la información, sintiéndose todavía clavado en el lugar por esos inhumanamente azules ojos. Cuando regresó en sí, sin embargo, pudo sentir la sangre agolpándose en sus mejillas y agachó la cabeza, buscando su notepad torpemente para poder anotar la orden.

—Por supuesto, señor —apenas y pudo decir de forma ahogada, todavía furiosamente sonrojado.

Se le había quedado mirando por mucho más tiempo del que era apropiado, y podía sentir la vergüenza creciendo en su interior. No era usual que una cara bonita lo tomara desprevenido, pero había habido algo en la forma que aquel peli plateado e injustamente guapo hombre lo había observado. Algo que había provocado que el corazón de Yuuri latiera más rápido de lo normal.

Afortunadamente, el hombre no pareció ofendido por la descarada observación de parte de Yuuri. Es más, su rostro incluso denotaba una complacida expresión y sus labios se curvaban en una sonrisa. Yuuri apartó la mirada, intentando eliminar el rojo en sus mejillas, y rápidamente pasó a atender al siguiente cliente mientras rezaba porque su desliz no hubiera sido notable para nadie más en la mesa.

Una vez que hubo tomado el resto de las órdenes prácticamente huyó, refugiándose en el bar donde Mila y Sara se hallaban trabajando. Allí se permitió soltar un tembloroso suspiro mientras se maldecía mentalmente. Se suponía que debía ser un profesional. El que un hombre atractivo le sonriera nunca antes había sido suficiente para hacerlo tropezar y tampoco debió serlo ahora, sin importar lo hermosa que dicha sonrisa hubiera sido.

Sacudiendo la cabeza para eliminar ese pensamiento, Yuuri se dispuso a recolectar las bebidas que le habían ordenado. Cuando ya las tuvo arregladas, las llevó a la mesa- rehusandose firmemente a hacer contacto visual con nadie- y luego se marchó silenciosamente. Mientras lo hacía, podría jurar que sintió un par de ojos sobre su espalda, pero se rehusó a voltear para investigar.

Pasaron varios minutos antes de que tuviera que regresar a la mesa. El restaurante estaba muy ocupado, por lo que apenas tenía tiempo para respirar entre apresurarse en tomar las órdenes y balancear varios platos de comida sobre sus brazos mientras esquivaba al resto del personal. Pero eventualmente se vio forzado a regresar, y esta vez estaba determinado a no ponerse en ridículo de nuevo.

Cuando tomó las órdenes esta vez, intencionalmente evitó mirar al injustamente atractivo hombre de antes, ya que todavía estaba sumamente avergonzado por prácticamente haber tropezado con sus propios pies unos momentos antes. Afortunadamente, nadie más en la mesa le prestó atención y apenas le dedicaron una mirada al lanzarle sus ordenes para luego regresar a sus propias conversaciones.

Para el momento en que tuvo que tomar la orden la última persona, ya estaba preparado.

— ¿Y qué puedo ofrecerle a usted, señor? —preguntó, asegurándose de mantener su voz profesionalmente templada.

—No he decidido aún —respondió el "Completamente Fuera de Su Liga" peliplata, al tiempo que le sonreía. Su voz era ligera, un poco coqueta, y sus ojos se recorrieron a Yuuri con una apreciativa mirada—. ¿Qué me recomendarías?

—Eh…—

La pregunta tomó a Yuuri completamente desprevenido, aunque no debió de ser así. Ya antes le habían pedido recomendaciones, incontables veces de hecho. Por supuesto, no era como si él alguna vez pudiera pagar por la comida que servían allí, ni aunque quisiera. Pero había memorizado las respuestas que los chefs le habían indicado para decir y ya estaba acostumbrado a repetirlas. Pero de nuevo, había algo en la sonrisa de aquel hombre, en la forma en que le hablaba, que lo desconcertaba.

—El foie gras es una de nuestras especialidades —dejó salir Yuuri, aferrándose a la primera cosa en la que pudo pensar.

—Confiaré en tu recomendación, entonces —respondió el hombre con lo que Yuuri pudo jurar fue un guiño—. Estoy seguro de que tienes un gusto excelente.

Yuuri estaba agradecido de tener una notepad detrás de la que esconder su rostro su rostro mientras intentaba no sonrojarse por segunda vez en la noche. Soltó un estrangulado sonido que se acercó a un "gracias" y se apresuró a huir de nuevo, rezando por que ninguno de sus compañeros hubiera notado algo.

Pero no fue tan afortunado.

—Yuuri, ese hombre te ha estado mirando toda la noche —le comentó Leo de forma casual una hora después mientras que con un suave movimiento de cabeza señalaba a la mesa al otro lado del salón. Cuando Yuuri dirigió su mirada hacia donde Leo señalaba, pudo notar un destello de cabello plateado y la breve visión del rostro debajo de este.

Sara se acercó para unirseles, luciendo complacida.

—Creo que lo que en realidad quieres decir es que ha estado coqueteando con Yuuri toda la noche —le corrigió Sara con una sonrisa ladina, usando su codo para darle golpecitos en las costillas a Yuuri, lo cual casi provoca que este arroje el plato que llevaba en las manos—. Su apellido es Nikiforov, por cierto. Escuché a uno de los otros llamándolo de esa forma.

— ¡No me ha estado coqueteando! —protestó Yuuri, luego se retractó al ver la incrédula mirada de sara—. Ok, tal vez un poco. Pero probablemente sea uno de esos tipos que coquetea con todo el mundo.

—Bueno, aún si lo es, es lindo de todos modos —dijo Sara encogiéndose de hombros—. Deberías disfrutarlo mientras dure.

Yuuri no tenía intención alguna de seguir su consejo, pero no pudo evitar que sus ojos se posaran sobre Nikiforov de vez en cuando a medida que la noche avanzaba. Yuuri se dio cuenta de que el hombre era carismático, que llamaba la atención de todos en la mesa cada vez que hablaba. También era divertido. Más de una vez, Yuuri escuchó como la mesa entera explotaba en carcajadas por algo que el hombre había dicho. Tenía un acento extranjero, Yuuri suponía que ruso. Su voz era grave y placentera al oído, el tipo de voz que podría escuchar por horas.

Yuuri se obligó fuertemente a cortar ese tren de pensamiento antes de que fuera demasiado lejos.

Sus labores como camarero le requerían que checara las mesas periódicamente. Por suerte, ya no se había vuelto a poner en ridículo, lo cual era una bendición. Pero parecía serle imposible detener el pequeño salto que su corazón daba dentro de su pecho cada vez que Nikiforov le lanzaba otra de sus encantadoras sonrisas o algún comentario coqueto.

Probablemente Nikiforov solo estaba aburrido y buscaba entretenimiento, Yuuri estaba seguro de ello. No era algo poco común. Muchas personas habían intentado coquetearle con anterioridad y Yuuri siempre había mantenido su actitud profesional, dejando que las palabras simplemente le resbalaran. Pero por alguna razón, con Nikiforov, Yuuri se encontró empezando a responder a esos coqueteos.

Es seguro, se tranquilizó. De todos modos, no es como si fuera a volverlo a ver.

Eventualmente, la cena comenzó a llegar a su cierre y Nikiforov hizo una señal para pedir la cuenta. Yuuri se la llevó, haciendo una mueca al ver el total. Jamás dejaría de sorprenderle lo mucho que algunas personas estaban dispuestas a gastar en comida. Después de un rápido chequeo a los valores, Nikiforov le entregó su tarjeta de crédito. Sus dedos se rozaron mientras la tarjeta pasaba de una mano a otra, y Yuuri pudo jurar que sintió un brinco de electricidad pasando por todo su cuerpo ante el contacto. Sacudiendo su cabeza, decidió desestimar esa idea. Probablemente solo estaba cansado. Debía de ser por eso que todo esto le estaba afectando tanto como lo hacía.

Dándose vuelta, Yuuri se alejó con la tarjeta para pasarla por la máquina y eliminar el sentimiento anterior. Mientras regresaba a la mesa junto con los recibos le echó un vistazo al nombre en la tarjeta, incapaz de contener su curiosidad. El nombre de "VIKTOR NIKIFOROV" estaba allí impreso en letras mayúscula. Entonces Sara sí había tenido razón, al menos con el nombre.

Nikiforov -no- Viktor, tomó la tarjeta con una sonrisa mientras el resto de sus asociados se preparaba para marcharse. Se inclinó rápidamente sobre uno de los recibos y escribió su firma antes de regresárselo a Yuuri.

—Gracias por el excelente servicio —le dijo con un tono sincero. La sonrisa impresa en su rostro mientras se marchaba era genuina, y Yuuri sintió un ligero pinchazo de decepción al verlo irse. No era seguido que pudiera atender a un cliente que en verdad le gustara. Mucho menos alguien que fuera tan atractivo como Viktor.

Luego bajó la mirada hacia el recibo y se congeló ante lo que vio allí.

Leo, quien justo pasaba por allí en ese momento, le echó un vistazo por curiosidad.

— ¿Qué sucede? —le preguntó, sonando preocupado—. ¿No te dieron una buena propina o algo?

Yuuri le entregó el recibo sin decirle una palabra. Vio como los ojos de Leo se pasaban sobre el área de propinas para luego ampliarse enormemente al ver el número Viktor había escrito allí.

—Santa mierda —murmuró, volteando para ver a Yuuri con ojos increíblemente abiertos. Este solo asintió tontamente.

—Nadie deja tan buenas propinas —estableció Leo, sonando todavía en shock—. Debiste darle un muy increíble servicio, Yuuri.

—Supongo —murmuró Yuuri débilmente con la mirada todavía sobre el recibo en su mano.


—Por favor, dime que al menos conseguiste su número —preguntó Phichit tan pronto como Yuuri terminó de contarle la historia más tarde esa noche. Cuando sacudió su cabeza negativamente, Phichit gruñó dramáticamente.

—No me lo ofreció —señaló, ignorando el exasperado suspiro de su amigo—. Y me alegra que no lo hiciera, no hubiera sido profesional. Yo lo estaba atendiendo, no hubiera podido decir que sí aún si hubiese querido.

—Lo cual no era así —añadió ante la ceja levantada de su amigo—. En serio, Phichit. Èl probablemente es solo otro ricachón que gusta de coquetear con todo lo que se mueve y despilfarrar su dinero. Además nunca lo voy a volver a ver, así que no importa de todos modos.

—Como sea que fuere —empezó a decir su amigo, ignorando su suspiro de protesta. Yuuri ya podía ver hacia dónde se dirigía esta conversación. Era algo de lo que ya habían hablado muchas veces antes, y realmente no estaba de humor para escucharlo otra vez—. Deberías tratar de tener citas de nuevo, Yuuri. Si no es con este caliente hombre de negocios ruso, entonces con alguien más. Es triste que la única acción que hayas tenido últimamente sea la sonrisa de este apuesto hombre.

—Estoy ocupado —señaló Yuuri con la esperanza de cortar pronto con el tema.

—Ya sabes lo que dicen que pasa cuando solo se trabaja y no se tiene diversión —advirtió Phichit—. Últimamente solo trabajas, y siempre estás estresado. Permítete un poco de diversión para variar.

—Simplemente no he encontrado el momento indicado aún —replicó Yuuri—. O a la persona indicada.

—Bueno, con lo social que eres últimamente, a menos que la persona correcta pase por la puerta de donde trabajas y se enamore de la encantadora forma en que tomas su orden, nunca la vas a encontrar —le dijo Phichit. Yuuri pudo escuchar la burla en su voz, así que solo rodó los ojos y se alejó.

—Me voy a la cama —anunció por encima de su hombro—. Buenas noches, Phichit.

Ignorando el exagerado: "¡No puedes huir para siempre de esto, Yuuri!" que soltó Phichit, se hizo camino hacia su dormitorio y cerró la puerta detrás de sí. Había sido un largo e inesperado día, y todo lo que quería era finalmente poder dormir.

Esa noche, Yuuri soñó con cabellos color plata, una encantadora sonrisa, y penetrantes ojos azules.


Yuuri se despertó por el estridente sonido de su alarma y consideró seriamente el mejor volver a dormir.

Era demasiado temprano para estar levantarse, y el saber que aún así tenía que hacerlo lo hacía aún peor. Pero en lugar de eso, se permitió dormitar por varios minutos, contento de solo relajarse en la comodidad de su cama. Eventualmente, sin embargo, fue agresivamente sobresaltado por el sonido de Phichit golpeando fuertemente a su puerta.

— ¡Vamos, Yuuri! —le llamó el morocho a través de la madera—. ¡Si no te apresuras, vamos a llegar tarde al trabajo!

Yuuri gruñó y escondió su cabeza debajo de la almohada, pero sabía que Phichit tenía razón. Reluctantemente, se arrastró fuera de la cama, moviéndose torpemente a través de su habitación para alistarse. Cuando finalmente salió, vio que Phichit ya estaba listo para irse, luciendo tan impecable como siempre. Yuuri intentó alisar su maraña de pelo mañanera y dejó que su amigo lo empujara por la puerta principal.

El viaje al trabajo fue largo y aburrido, pero eventualmente llegaron, salvos y casi a tiempo. Aunque Yuuri sabía que a Celestino no le importaría que llegaran un par de minutos tarde.

El café donde Phichit y él trabajaban era acogedor, ubicado en la esquina de una bulliciosa calle en el lado superior oeste. Yuuri se había encontrado el lugar durante su primer año de Universidad, estando quebrado y dispuesto a tomar cualquier trabajo que se acomodara a sus demandantes horarios. Estaba cerca del Campus, y el propietario- Celestino- había sido amable y comprensivo, justo lo que Yuuri necesitaba. Celestino le dio empleo, y luego también se lo ofreció a Phichit cuando Yuuri los presentó. Y a pesar de que Phichit y él se mudaron lejos del campus hacia un lugar mucho más económico, ambos continuaron trabajando allí. Celestino los trataba como familia y la paga era buena. Además, Yuuri necesitaba el dinero más que nunca.

Todavía faltaban varios minutos para abrir, por lo que la tienda estaba desierta cuando ellos llegaron. La única persona detrás del mostrador era Guang Hong, uno de los pocos empleados, quien se encontraba preparando las máquinas para el día. El muchacho se volteó para saludarlos con la mano, viéndose tan alegre como siempre.

—Hola Phichit, hola Yuuri —les dijo al verlos entrar. Guang Hong era el empleado más nuevo y también el más joven, pero se llevaba bien con todo el mundo y era muy trabajador.

—Hola, Guang Hong —dijo Phichit con voz chillona y Yuuri imitó el saludo, intentando no bostezar al hacerlo.

Ambos tomaron sus delantales y se unieron a su compañero detrás del mostrador. Juntos terminaron las preparaciones para abrir el café, y no pasó mucho tiempo para que estuvieran listos para recibir a los clientes del día.

Al inicio, los clientes llegaban de a uno y de dos. A medida que las horas pasaban, el número de clientes se volvió más estable y se convirtió en un flujo constante. Para el medio día, llegaron los otros dos empleados a ayudar con el ajetreo de la hora de almuerzo. Seung-gil, un estoico estudiante de matemáticas que trabajaba medio tiempo como Phichit y Yuuri; y Otabek, un DJ local que trabajaba ciertos turnos para Celestino cuando necesitaba dinero extra. Todos llevaban trabajando juntos lo suficiente como para saber cómo funcionaba el otro, por lo que el día pasó en relativa calma. A parte del ocasional café derramado o los gritos de algún cliente, obviamente. Algo que, después de cuatro años trabajando allí, Yuuri ya consideraba un suceso diario.

Las horas pasaron, y eventualmente Yuuri se encontró trabajando por inercia, permitiendo que sus manos se encargaran de realizar las tareas de siempre mientras su mente vagaba. Estaba tan distraído que apenas miró al siguiente cliente en línea, y el robótico: "¿que le puedo ofrecer el día de hoy?" salió de sus labios antes de que su mente pudiera registrar a la persona en frente de él.

Pero cuando levantó la mirada, fue recibido por unos penetrantes ojos azules. Se congeló. Viktor Nikiforov se encontraba devolviéndole la mirada, y luciendo gratamente sorprendido.

—No esperé verte aquí —le dijo Viktor con una sonrisa.

—Aquí trabajo —soltó Yuuri sin siquiera pensarlo. Luego gruñó mentalmente: 《Bien dicho, Yuuri》.

—Puedo verlo —respondió Viktor con una carcajada al tiempo que sus ojos se posaban sobre su uniforme..

Yuuri aclaró su garganta para esconder su vergüenza y pelear contra la urgencia de salir huyendo.

—Bueno, eh... ¿que puedo ofrecerte? —le volvió a cuestionar, preguntándose qué demonios hacía Viktor en aquel lugar. La tienda estaba llena de estudiantes con ropas andrajosas, todos conversando o clavados en sus portátiles. Viktor lucía notoriamente fuera de lugar. Su traje de 3 piezas, claramente hecho a medida, se aferraba a las curvas de su cuerpo y llevaba el cabello peinado hacia atrás. Alguien como él no tenía razones para estar en una cafetería, y decir que Yuuri estaba perplejo por ello era poco. ¿Encontrarse con alguien como Viktor en un restaurante de clase alta, comprando comida que costaba más de lo que Yuuri podía gastar en un mes? Sí, eso era algo que podía comprender. ¿Encontrarselo en un café para estudiantes? Eso era más que inesperado.

Viktor pareció haber sido tomado desprevenido por su pregunta, como si no se la hubiera esperado. Le echó una mirada al menú sobre la cabeza de Yuuri, sus ojos estrechándose mientras escaneaba las opciones, y luego regresó a verlo con una sonrisa dibujada en el rostro.

—Tomaré un latte —informó casualmente, ignorando la expresión de sorpresa en el rostro de Yuuri.

—Por supuesto.

Yuuri se giró para alejarse, tomando la leche mientras intentaba comprender el bizarro giro de eventos que la vida le había lanzado. Mientras vertía la leche en el vaso y lo colocaba bajo la vaporera, trató de observar a Viktor de forma sutil por la esquina de su ojos. El susodicho se había movido a la caja registradora en donde Phichit aguardaba para recibir el dinero, y todavía se veía completamente fuera de lugar en aquel café.

Yuuri no pudo decir qué lo tenía más perplejo: Si el que Viktor de la nada hubiera ido a parar al mismo café donde él trabajaba, o el hecho de que lo recordará en primer lugar. Viktor probablemente tenía muchas personas que se arrojaban a sus pies para complacerlo a cualquier hora del día. Yuuri estaba sumamente sorprendido de que no se hubiera olvidado del humilde camarero que se había enredado con sus propias palabras y torpemente había intentado responder a su coqueteo.

Escuchó un molesto siseo viniendo debajo de su mano que inmediatamente lo sacó de sus pensamientos. Y al bajar la mirada, encontró la razón de ello. Había estado tan ocupado observando a Viktor que había quemado la leche que intentaba vaporizar. Maldiciendo internamente, Yuuri arrojó a la basura el producto arruinado y sacó un nuevo envase. Considerando el tamaño de la propina que Viktor le dio la noche anterior, lo menos que podía hacer era brindarle un café decente.

Con renovada determinación, Yuuri se dispuso a re-hacer la orden. Esta vez vaporizó la leche con cuidado, vertiéndola meticulosamente dentro de la taza de café. Usando la espuma restante, añadió los toques finales a la bebida. Cuando finalmente terminó, el rostro de un perrito se veía dibujado en la espuma y Yuuri estaba satisfecho. Se enorgullecía por su arte en el latte, y esperaba que Viktor lo apreciara.

Con cuidado, intentó llevar la taza hacia el mostrador donde Viktor esperaba. Cuando este notó el perrito dibujado en su café, su rostro se iluminó.

—Eso es adorable —declaró, sonriéndole a la taza y luego a Yuuri—. Eres muy talentoso.

—Gracias —balbuceó Yuuri, sintiendo como sus orejas quemaban por el alago.

Se apresuró a marcharse antes de que terminara haciendo el ridículo frente a Viktor una vez más. Al pasar junto a Phichit, su amigo le lanzó una penetrante mirada y se dio cuenta de que este debió haber escuchado la conversación que tuvo con Viktor. Yuuri se rehusó a hacer contacto visual con su amigo, esperando que todo se le olvidará en el caos de la hora de almuerzo.

Phichit sin embargo, tenía otros planes.

En el minuto exacto en que hubo un espacio entre clientes, arrastró a Yuuri hacia un lado con una expresión determinada.

—Yuuri, ese ruso ojiazul y peliplata al que acabas de atender, ¿no será tal vez el mismo ruso ojiazul y peliplata del que me hablaste anoche? —preguntó, viéndose un poco incrédulo.

Cuando Yuuri simplemente se movió incómodamente, los ojos de Phichit se ampliaron enormemente.

—¡Lo es! —exclamó Phichit y Yuuri inmediatamente intentó callarlo, señalándole freneticamente que mantuviera baja la voz.

—Lo es —siseó Phichit de nuevo, observando a Yuuri en shock—. ¿Qué está haciendo aquí?

— ¿Cómo se supone que lo sepa? —preguntó Yuuri, asegurándose de mantener su voz baja—. Debe de ser una coincidencia.

—Esto no es una coincidencia, Yuuri —dijo Phichit con una sonrisa mientras miraba hacia Viktor y luego regresaba a Yuuri—. Es el destino.

Yuuri no se dignó a tomar en serio esa respuesta.

— ¡Oh, vamos! —continuó Phichit ante su poco impresionada expresión—. No me mires así. Por favor dime que al menos escribiste tu número en su servilleta o algo.

—Por su puesto que no, Phichit —respondió Yuuri rodando los ojos—. No lo conozco. Y aunque lo hiciera, ¡está totalmente fuera de mi liga! No está interesado en mi.

—No lo sé —Phichit le lanzó una mirada escéptica—. Por la forma en la que te mira, a mi me parece que estaba muy interesado en ti.

Yuuri miró hacia donde Viktor se encontraba sentado mientras bebía su café, y como si hubiera sentido su mirada sobre él, este levantó los ojos en su dirección. Cuando se encontró con Yuuri observando, el nipón desvió la mirada rápidamente, avergonzado de haber sido atrapado.

—Te lo dije —dijo Phichit, viéndose presumido.

Yuuri lo ignoró.

Simplemente regresó detrás del mostrador y se dispuso a tomar la siguiente orden en la línea. Todavía estaba en turno después de todo, se reprendió, y necesitaba enfocarse en el trabajo.

Pero a pesar de tener eso en claro, no pudo evitar robar vistazos de Viktor a medida que los minutos pasaban. Viktor terminó su café y eventualmente se levantó. Sus ojos se giraron hacia Yuuri por un segundo y casi pareció que se acercaría. Pero entonces su ceño se frunció y su mano se dirigió al bolsillo de su pantalón para sacar su teléfono, el cual ahora se encontraba vibrando fuertemente en su mano.

Aún sobre el ruido del lugar, Yuuri captó el tono cortante con el que Viktor habló. Estaba hablando en ruso, y por lo tanto era incomprensible a sus oídos, pero parecía que, lo que sea que Viktor estuviera escuchando del otro lado, no lo hacía feliz en lo absoluto. Rápidamente, Viktor recogió el resto de sus cosas y se dirigió a zancadas hacia la puerta, todavía hablando por el celular.

Ya en la puerta, el ruso dio una mirada por encima de su hombro, sus ojos encontrándose con los de Yuuri en medio de la gente. Viktor le brindó una última sonrisa antes de salir por la puerta.

Yuuri lo observó marcharse con un extraño sentimiento de arrepentimiento. A pesar de las bromas de Phichit, no era un hábito suyo el tener crushes con clientes atractivos. Mucho menos con uno que solo había visto dos veces. Pero había algo en Viktor que lo volvía inolvidable. Algo en su sonrisa que hacía que Yuuri deseara, futilmente, volverlo a ver.

—Nunca se sabe —dijo Phichit detrás de él, sacándolo de sus pensamientos—, puede que vuelva alguna vez.

Yuuri resopló, desestimando la idea.

—No, no lo hará. Probablemente solo vino aquí por que estaba perdido o para quemar tiempo hasta que llegara la hora de reunirse con alguien. Manhattan es enorme, de todos modos. Dudo que lo volvamos a ver.


Al día siguiente, tanto él como Phichit se encontraban de vuelta en el cafe. Había sido una tarde agitada y los pies de Yuuri dolían por todo el tiempo que estuvo parado. El saber que en la noche también tenía turno en el restaurante no hacía nada para aliviar su cansancio.

Sintió algo empujándolo por el costado, sacándolo de sus pensamientos. Yuuri se giró y vio a Phichit, quien le sonreía presumido.

—Mira quien volvió —murmuró su amigo al tiempo que sutilmente señalaba con su cabeza hacia la puerta.

Yuuri se volteó, notando la figura que Phichit había señalado: Un hombre elegantemente vestido y con su cabello peinado hacia atrás. Los ojos de Yuuri se abrieron ampliamente al tiempo que se conectaban con los azules del recién llegado.

Era Viktor.

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Nota de traductor:

"Y así comienza" dijo Reiya-san XD
Bienvenidos a esta nueva aventura, de la cual tendré el gusto de ser traductora!
Este es un fic que nació de un promt en el tumblr de Reiya-san y que ella ha amado desarrollar. Pondrá mucho de su propia vida como estudiante universitaria y tener que sobrevivir con deudas, así que va a ser algo especial. Sinceramente yo me sentí identificada con Yuuri, si bien no tuve dos trabajos para pagar un préstamo, si estudié y trabajé al mismo tiempo y fue super difícil. Entiendo lo que es no querer levantarte porque a penas dormiste, pero tienes que XD
Y seguir adelante por el bien de un futuro :')

Ahora, como dije en el grupo de face de rivals, yo sé que el summary puede parecer cliché, pero es Reiya de quien hablamos, ella no defrauda XD

Aclarar que el fic no es en sí un Sugar daddy AU, es un fic que pinta ser un Sugar Daddy AU pero que en realidad no es tan asi XD

Por lo que entendí, Viktor y Yuuri se volverán pareja y pasaran cosas muy graciosas con Viktor intentando amoldarse a la vida de estudiante endeudado de su novio, pero al verlo todo lleno de trabajo y eso le ofrece ayuda, lo cual Yuuri no considera aceptable ni quiere porque se considera independiente, puede solo, y etc. Así que más bien será un fic donde VIktor quiere ayudar a Yuuri porque es un novio preocupado pero Yuuri no quiere ser su vida se convierta un tipo de sugar daddy au XDDD

En fin!

Estoy super emocionada con esto!
Espero que esta nueva aventura sea gratificante para todos!
Ya saben, si les gustó por favor vayan al fic original,dejen kudos y comentenle a Reiya-san aun si es en español!
El link está en mi perfil!
Nos estamos leyendo!