Disclaimer: Higurashi no Naku Koro ni no me pertenece.
Resumen: Todos ellos no eran más que marionetas, eternamente arrastrados por los hilos del destino. Rika-centric. Drabble.
Advertencias: SPOILERS de más o menos el final de la primera temporada - el principio de la segunda.
A/N: Para 30vicios (comunidad de LJ), nº 10 - Marioneta.
Marionetas
Para Rika era fácil olvidar que estaba viva.
Los días pasaban sin dejar mella en su piel, todos los amaneceres eran iguales y el aire siempre traía consigo el mismo olor. El canto de las cigarras sonaba idéntico al de la noche anterior, y la calidez de su eterno mes de junio, lejos de proporcionarle consuelo, seguía envolviendo su piel sin más resultado que el de hacerle soñar con la frialdad del ansiado invierno, ése que nunca llegaría.
El mundo -su mundo- no era más que el macabro campo de juegos del destino, un inmutable escenario de plástico y lágrimas en el que su único papel era el de una eterna espectadora, que era obligada a observar en silencio cómo la partida volvía a inclinarse invariablemente a favor del otro jugador y se esforzaba por no apartar la vista cuando su ficha dejaba de agonizar y era arrojada fuera del tablero.
Cada vez le resultaba más difícil convencerse de que el nuevo día era real y no una pesadilla recurrente de la que le era imposible despertar, mientras que con cada instante aumentaba el deseo de decirse a sí misma que ya no importaba, parar de luchar y dejarse arrastrar por la corriente a la espera de que el sueño terminara.
A veces la risa de uno de sus amigos rompía el hechizo y de repente volvía a ser consciente del aire que llenaba sus pulmones, la brisa que acariciaba su cara y jugaba con su falda, el alegre ritmo de las conversaciones que flotaban a su alrededor y el calor de los cuerpos que caminaban a su lado. Algo se agitaba dentro de ella y sus ojos miraba el mundo como si fueran capaces de ver por primera vez, y en esos momentos se juraba, con un ardor del que hacía gala cada vez menos a menudo, que en ese universo la ganadora sería ella.
Pero entonces caía la primera gota de sangre y Rika volvía a recordar que todos ellos no eran más que marionetas bailando eternamente al son de la misma música, y que los hilos que los dirigían, no importaba cuán invisibles fueran, acabarían tirando de sus miembros y obligándoles a seguir esa coreografía diseñada especialmente para ellos.
Cuando esto ocurría, y siempre terminaba haciéndolo, lo único que le quedaba era intentar que su verdadero yo, ese que aún sentía, se refugiara en algún rincón de su interior, buscara un escondite desde el que apenas se oyeran los gritos y procurara dormir, a la espera de que el siguiente junio no llegara manchado de rojo.
O, si es que en el próximo no tenía más suerte, el siguiente.
O el siguiente.
O el siguiente.
