N/A: Revisen mi perfil, por fa, que hablo sobre este nuevo proyecto. Y sí, fue por lo de Corn.

Genero: Angst (o al menos eso se suponía, porque estoy segura que me desvié del tema xD Pero meh, ahí está).

Palabras: Sin contar esto, exactamente 500. El orgullo :'3


DAME UNA OPORTUNIDAD

Me miraste como si fuera lo único que te mantenía de pie, como si el verme cruzar esa puerta haría que tu mundo se derrumbase. Sabía que te rompería el corazón pero, ¿qué había del mío?

Te recriminé todas las mentiras, todos los engaños. Cuántas veces has jugado conmigo y mi inocencia, cuántos cuentos me has dicho y yo, como una idiota, te he creído; te lo he permitido.

"Engáñame una vez y es tu culpa, engáñame dos veces y la culpa es mía." El estúpido refrán llegó a mi mente y quise llorar de la frustración. ¿Acaso tengo un letrero en la frente que dice 'Crédula' o algo? ¿Por qué estas cosas me siguen pasando? ¿Será que Mogami Kyoko está destinada a ser engañada por hombres –que ama– el resto de su vida?

Me tomaste de los hombros y me juraste y rejuraste que nunca había sido tu intención hacerme daño, que fue tu propia cobardía la que te impedía hablar. Que tus temores e inseguridades eran mayores de lo que podía imaginarme y que el perderme no lo soportarías. Sabías que merecías mi odio, mi rechazo y mi ausencia, por supuesto que sí, pero querías que supiera que tus sentimientos eran sinceros, que siempre lo fueron.

'No', dije. Ya ni me molesté en retener las lágrimas, caían libremente llevándose el maquillaje consigo.

Usaste la manga de tu camisa, costosa y elegante, para limpiar mi rostro y no pude evitar pensar en que se arruinaría. Tú lo supiste e hiciste una broma; yo sonreí a pesar de mi misma.

Tú tampoco te molestaste en ocultar tus lágrimas, también estabas sufriendo.

Te abandoné sin siquiera mirar atrás, acabaría rindiéndome de seguir así. No logré llegar muy lejos cuando me envolviste en tus brazos. No necesité ver tu rostro; tu aroma, la forma de tus músculos, la manera en que se me acelera el corazón cuando me tocas fueron señales suficientes.

Me volviste a jurar amor eterno; imperfecto, sí, pero eterno. 'Dame una oportunidad', suplicaste. Yo lloré con más fuerza.

Dijiste que merecía el mundo entero y más, y eras tú quien quería dármelo. Dijiste que no me merecías y ciertamente no merecías ser feliz (una estupidez, te he dicho) pero si pasar el resto de tu vida intentando hacerme feliz era la manera en que pagarías por tus pecados, gustoso vivirías por toda la eternidad.

Me pediste que recordara todos los momentos que hemos vivido juntos, todas las tristezas y alegrías que hemos experimentado, cada obstáculo que hemos atravesado y cada logró que obtuvimos juntos.

Un golpe muy bajo, si me permites decir.

Porque sí, recordé.

Recordé cómo me guiaste en mi nueva vida; cómo me apoyaste y regañaste cuando lo necesité; cómo me consolaste cuando no tenía quien lo hiciera; cómo me amaste cuando nadie más lo hizo; cómo tu vida cambió desde que me aceptaste en ella.

Mi guía, mi amigo, mi amor, mi príncipe de las hadas.

Se me escapó sin pensarlo:

'Solo una'