Girlfriend of steel.
Capítulo 1. Volví por ti.
¿No parecería un total disparate que el chavo mas equis de la prepa de la UNAM saliera con una chica (en mas de un sentido) fuera de este mundo? Bueno, si lo es, pero sin embargo, me pasó. Mi nombre es José Ríos Cienfuegos y hace algunos meses que salgo con Kaly'El, la hija del Hombre de Acero y La Mujer Maravilla; ahora les contaré cómo sucedió todo este disparate y cómo me convertí en Metalhead.
Todo comenzó con una misión secreta de la Liga, cuya ubicación coincidía fortuitamente con la Cd. De México, mi ciudad, donde justo se inauguraba la sede en México del Diario El Planeta, y, adivinen, ¿Quién fue transferido ahí cómo editor en Jefe? Exacto, el Sr. Clark Kent y su esposa, la despampanante Diana Prince. Cuando uno tiene la suerte de Clark y tiene una mujer como Diana, por supuesto que tiene las noches ocuparas —Y no precisamente combatiendo el crimen—. Dana la falta de súpercondones, eso suele terminar en un embarazo, y ese embarazo, terminó en Kaly, quien por algún maravilloso azar del destino, fue transferida a mi escuela; recuerdo la primera vez que la vi, hacía un par de días nos habían dicho que traerían de intercambio a otra Gringa, esta vez de Metrópolis, y honestamente, me daba igual, pero entonces, dos días despues, ahí estaba la puerta abierta y por alguna razón decidí alzar la vista del cómic que sostenía y la vi, era una Diosa, piel blanca y con un leve sonrojo, cabello negro como la noche y ojos arrebatadoramente azules, no podía dejar de verla, cuando de repente la ilusión se rompió en pedazos al verla abrazar a mi amigo Damian Wayne, el otro tipo de intercambio; entonces me di cuenta de que no tenía oportunidad, Damian era apuesto, millonario y bueno en TODO y yo, pues... Era yo: pálido, algo gordo, con lentes y friki total de los súper héroes; me equivoqué. Al ver ese abrazo, supe que ahí había una historia, y si la había, pero no la que yo pensé. Sin embargo eso no fue lo más importante que pasó ese día.
Ese día, venía de regreso a mi casa, estaba a punto de llegar, a un par de cuadras, y entonces me mataron. Pasó tan rápido que casi ni me di cuenta, de la nada aparecieron dos asaltantes, lo normal habría sido que uno sólo dejara que se llevaran sus cosas pacíficamente, pero no yo, estaba tan harto de que no hubiera un sólo héroe en este país lleno de víctimas y villanos, que tomé la más estúpida ( o quizá la más inteligente de mi vida ) y peleé unos cuantos segundos. Y entonces me dispararon en el pecho; no es cómo en las películas, que te da tiempo de decir algo dramático o pelear unos cuantos segundos más, duele, luego quema y despues arde como mil diablos, entonces toda tu fuerza se va y caes al piso para morir desangrado, pero justo antes de caer al piso, un destello azul, rojo y plateado golpeó y noqueó a mis asesinos, y las manos mas suaves que alguna vez me han tocado, me sostuvieron antes de caer, y vi un rostro infinitamente hermoso, curiosamente parecido al que vi el mismo día en el salón... Decía algunas cosas, pero no entendía un carajo, salvo una que otra palabra "no mueras", "aguanta por favor", pero de repente se detuvo, probablemente vio mi agujereado interior y se dio cuenta de que no tenía esperanza; todo se aclaró, pude ver bien su perfecto rostro antes de morir, era cómo si un ángel hubiese ido a buscarme —Adiós, Kaly.— fueron mis últimas palabras.
Caí en un abismo, muy negro, muy frío y me sentía desvanecerme, no me arrepentía de nada, tuve una vida muy buena, una familia que me quería, alguno que otro amigo y una novia con la que logré tener sexo, pero nada de eso pasaba por mi mente, sólo Kaly, ella había ido a salvarme, aunque tarde, pero había ido, no podía sólo irme, tenía que agradecerle por lo menos... No, joder ¿A quién engaño? De haber habido un Diablo ahí, le habría vendido mi alma por poder estar con ella, pero sabía que no sería tan fácil, así que luché contra la oscuridad, junté todo lo que quedaba de mi, y empujé el vacío hacia arriba y traté de ascender o de moverme pero era imposible; no me iba a rendir, no iba a ir ni al cielo ni al infierno, no sin haberle dicho a Kaly que la amaba y de haber probado esos, los más dulces labios del universo, seguía luchando, ya sabía que era inútil, pero no me rendiría y seguí luchando hasta que algo lo detuvo. Estaba de nuevo en esa calle fría, solitaria y asquerosa en la que me habían matado, tirado en el piso, me levanté y si los fantasmas pudieran hacerlo, me habría cagado al ver mi cadáver tirado en el suelo, parecía pequeño, indefenso; inerte. Entonces una voz me llamó por mi nombre, y vi a un ser muy extraño, parecía humano, pero algo había en él que me indicaba que no lo era, vaya, quizá cuando pensé en eso de venderle mi alma al diablo se me cumplió. Lo que me dijo me hizo aceptar el trato de inmediato. —Hola, José, me llamo Azrael, y, te costará creer esto, pero por salvarte, me acaban de expulsar del infierno, así que, creo que lo menos que merezco es que me dejes vivir en tu cuerpo, pero claro, eres humano y seguro no aceptarás hasta que veas esto.— apareció entonces un aro de fuego frente a mi y en medio la imagen de Kaly luchando contra una especie de bestia con púas, dientes y garras de un cristal verde brillante y estas te cortaban, te veía sufrir y nadie iba en tu ayuda. Le respondí a Azrael —¿Si te dejo vivir en mi cuerpo podré salvarla?— Sí— me contestó. —Está hecho entonces— Entonces despierta.— Me susurró, y desperté justo donde había muerto, y sin dudarlo ni medio segundo (sin saber cómo) saqué mis alas y volé hacia dónde estabas. —Voy a llegar a tiempo, te lo prometo, regresé por ti y te salvaré aunque me vuelva a costar la vida—.
