DGM no me pertenece.

Abrazo

Allen ya no sabía qué hacer. No sabía cómo seguir. Todo lo que conocía y quería había desaparecido. Tenía que continuar, lo sabía, pero era difícil hacerlo. Se sentía más solo que nunca. Incluso con un solo abrazo que alguien le diera se sentiría un poco mejor.

—Abrazo, ¿eh?

Road Kamelot lo había abrazado varias veces anteriormente. ¿Por qué ella se comportaba así con él? ¡¿Y por qué estaba pensando en ella?! ¡Ella había desaparecido! Protegiéndolo… Cada vez que pensaba en eso una extraña sensación se instalaba en su pecho.

Se hizo ovillo en algún callejón de una pequeña ciudad. En el arca estaría mejor, pero la Orden lo localizaría con facilidad. Intento dormir, pero fue en vano. Su mente vagó nuevamente a los abrazos de Road. ¿Tanto le gustaba su calor?

La primera vez que lo abrazó fue en la ciudad rebobinada, demostrándole que era humana; intentó atacarla pero lo hizo ella misma, curándose de inmediato.

La segunda vez fue en el arca cuando…lo recibió efusivamente, muy efusivamente, recordó avergonzado. ¿Por qué lo besó? No lo entendía. Incluso había dicho que lo amaba.

La tercera vez fue en los pensamientos de Kanda; se estaba perdiendo a sí mismo y ella lo trajo de vuelta. Tampoco entendía ese poder tranquilizador que ella tenía sobre él.

Y por último, cuando fue atacado por el apócrifo. Estaba en pánico, pero al verla ahí junto a él, lo tranquilizó. ¡¿Qué clase de poder tenía Road sobre él?! Nunca le había sucedido algo similar. Era curioso y a la vez inquietante.

—Como deseo un abrazo de Road…—susurró.

—O mejor un beso—escuchó a alguien decir.

Miró a su alrededor y la encontró.

—Road…

—Hola Allen, si querías un abrazo solo tenías que llamarme.

Allen no dijo nada más y simplemente la atrajo hacia sí para rodearla con sus brazos. Ella sonrió y correspondió a aquel contacto.

—En verdad necesitabas de un abrazo.

— ¿Qué me has hecho?—le preguntó Allen al oído— ¿por qué necesito de tus abrazos? ¿por qué necesito de tu calor? ¿por qué necesito de ti?

—Te he capturado ¿eh?

—Más que eso. Sin ti me siento muy solo.

—Ya no tienes porqué sentirte solo Allen, ¿acaso no sabes que yo siempre estaré contigo?

— ¿Lo prometes?

— ¿Acaso no me crees? Sabes que siempre cumplo mis promesas.

Allen la soltó para tomarla de los hombros y mirarla a los ojos, comprobando si sus palabras eran ciertas.

—Te creo.

Ella le quitó las manos de sus hombros para envolverlas con sus propias manos.

—Desde ahora todos los días te daré un abrazo, ¿te parece?

Él asintió sonriente, pero avergonzado. Había sido él mismo quien se lo había pedido, pero no es como si hiciera eso a diario.

— ¿O no te parece que en vez de abrazos sean besos?

—Con los abrazos me conformo—le respondió sonrojado.

—Mejor te daré de los dos, todos los días y cuántas veces quieras, Allen.