Prólogo

Todo se resume en el caos, en una sociedad apática ante el sufrimiento del prójimo, placeres vánales que solo evidencia lo pútrido que suele ser el humano.

Incluso una maquina sentiría el dolor que ha causado el hombre en el mundo.

¿Escuchas sollozar aquellos niños? Sus gritos pegan un aullido de dolor mientras se le es arrebatada su inocencia.

¡Pobres niños sin alas!

¡No hay nadie quien los salve! ¡Ni siquiera un dios que disfrute de su sufrimiento!

¡Solo la muerte apaciguara su dolor, gracias al consentimiento de la madre vida!

¡Arrebatando el último suspiro de aquellos que sufrieron en desdicha!

Hoy en día todavía se escuchan sus gritos de agonía.

¿Tal vez algún día se haga justicia?

¿Tal vez algún día recobremos nuestro sentido de la humanidad?

Hasta entonces la sangre todavía se esparcirá.

Recordando siempre lo ocurrido hace diez años.